12
No podía creer en donde se había metido, era un completo lío. Era niñera de la hija con quién se acostó para obtener dinero. Cuando vió esa foto, se fue lo antes posible, pues no quería encontrarse con Evan, no otra vez.
Estaba en su sofá acostada, pensaba en si seguir adelante con el trabajo o renunciar, pero no podía darse tal gusto, necesitaba dinero. Mientras no se encuentre con él todo estaría bien...
Esta vez le tocaba cubrir a una camarera que había faltado por un problema de salud. Todo concurría normal, solo les servía mas bebida a los clientes. Pero al cavo de unos minutos, comenzó a sentirse observada, sentía incomodidad. Pues frente a ella había un hombre de mediana edad que no le quitaba la mirada de encima. Era simplemente asqueroso.
—¡Aquí señorita! —dijo aquel hombre alzando su vaso.
Ella fue hacia esa mesa y sirvió alcohol en los vasos. Sus manos y piernas temblaban, se sentía incómoda allí. Estuvo a punto de irse cuando ese tipo la tomo del brazo impidiendo que se retire.
—Quiero algo más...¿Serías capas de dármelo?
Aquellas palabras revolvieron su estómago, ahora sentía la necesidad de vomitar.
De pronto, una mano delgada varonil, quitó el agarré hacía Rachel. Miró a su costado y era el rubio, quien parecía muy molesto.
—Marcus, ya eres muy viejito para estar hostigando a una chica ¿Por qué no te buscas a una anciana con arrugas de tu edad? —dijo de manera burlona. Todos los hombres alrededor intentaban no reir.
De manera rápida miró a Rachel, pidiéndole que se fuera, ella velozmente se fue.
—Señor Evan, no lo esperaba verlo aquí —dijo nervioso.
—Pues ahora me verás a diario.
—¿Por qué no se sienta junto a nosotros? Invitamos los tragos. —habló entusiasmado.
—Prefiero evitar escuchar sus estupideces y tener frente mio sus arrugados rostros —luego, agarró la corbata de Marcus acercándolo—. Espero sea la última vez que acoses a una de mis empleadas, si no perderás tu membresía y te será prohibido entrar a este club. —advirtió con la voz severa.
Soltó al hombre y rápidamente fue tras la joven. La buscó con la mirada pero no estaba por ninguna parte. Fue hasta el baño y pudo escuchar el sonido del agua escurrir.
Tocó la puerta—¿Rachel?¿Puedes abrir? —pero no respondió. A los segundos quitó el seguro y abrió la puerta. Evan entró al baño y cerró la puerta— ¿Estas bien?¿Hizo algo más? —preguntó preocupado pero a la vez enojado.
—Yo...fue asqueroso. Aun siento su agarré en mi brazo. —dijo asqueada.
—Descuida, no volverá a pasar. —acarició su mejilla para consolarla.
—Gracias, Evan... —expresó timida.
—No tienes porqué hacerlo. —la acercó a él y la abrazó.
Ella lentamente se apartó y con sus manos acomodó su cabello.
—Debo continuar con mi labor. —salió de aquel baño dejando solo al rubio.
...
—¿Que tal la niñera?¿Como reaccionó Maggie? —preguntó Evan a la niñera dándole un sorbo a su té.
—La chica es muy agradable, señor —se sentó a un lado de él y comenzó a informarle—. Maggie quedó encantada con ella. Todo el día jugaron juntas. Los Anderson tenían razón...
—Parece que tú también quedaste encantada —ambos rieron—. ¿Y cual es su nombre?
—Dijo que se llama Rachel. Un lindo nombre para una chica linda.
¿Escuchó bien?¿Dijo 'Rachel'? Pensó en si esa persona era la mujer que él conocía. Descartó rápidamente esa posibilidad porque...¿Cuantas Rachel's hay en el mundo? Millones.
Terminó el té y se fue de camino al trabajo.
Aquellos meses estaban siendo demasiado duros para el Rubio, su matrimonio era un fiasco, no podía estar todo el tiempo con su hija y en la oficina tenía problemas que resolver. Estaba muy estresado.
Esa no era la clase de vida que alguna vez soñó de joven. Al instante recordó a la mujer castaña. Con ella se sentía tranquilo, en paz, aun que Rachel no siempre estaba contenta de verlo.
Después de terminar su trabajo del día, decidió volver para estar con su hija y descansar. Había culminado de armar los informes antes de lo esperado por lo que volvió a casa unas horas antes. Cuando estuvo en su casa, fue directamente a su habitación, donde tomó un baño relajante sin ser molestado. En esos momentos sintió tranquilidad pues su esposa no estaba para amargarle su maldita vida. Se vistió con ropa muy cómoda. Bajó a la cocina y buscó lo dulces favoritos de su hija.
—¿Donde está Maggie? —le preguntó a la empleada.
—Acaban de llegar del parque. Ahora estan en el jardín. —informó la mujer mientras picaba unas verduras.
En aquel gran jardín, él vió a una chica de espaldas, de cabello castaño lizo, que estaba sentada. Al frente estaba su pequeña, quien jugaba con la chica. Él se acercó y la niña levantó la vista, apenas vió a su padre, corrió hacía él y lo abrazó. Cerró sus ojos disfrutando de la calidez de su niña.
Rachel miró de reojo y vió al rubio con su hija. Empezó a temblar y lentamente se puso de pié sin darse la vuelta.
—Tu debes ser Rachel —dijo él—. Yo soy Evan, el padre de Maggie.
Le pareció extraño no recibir alguna respuesta por parte de la niñera.
—Es un gusto, señor. —dijo con la voz más grave tratando de sonar diferente.
—¿Te quedarás así? No tengas verguenza. —dijo riéndose.
Rachel cerró sus ojos con fuerza. Ya no había salida, de cualquier modo él descubriría en algún momento que es la niñera de su hija. Se armó de valor y lentamente fue girando hasta quedar frente a él. Abrió los ojos y vió a Evan, pero éste no expresaba nada con su mirada, era neutra.
—Ve a dentro, Maggie. —dijo bajando a su hija. La niña obedeció y se fue.
Éste se acercó lentamente a Rachel, hasta quedar solo a unos centímetros de ella.
—Asi que tu eres la niñera de mi hija, eres de quien tanto hablan los Anderson. —dijo con la voz gélida.
Finalmente se encontraron JAJA
Espero les haya gustado
No olviden votarr
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