Me observaba en el espejo, ya lista para salir. Tenía puesto un vestido no muy corto, unos tacones negros y un abrigo que combinaba.
Miré la hora en mi celular y ya tenía que salir.
Realmente después de aquella llamada, me arrepentí de haberlo hecho, quería llamarlo y decirle que solo fue un error pero ya no había vuelta atrás.
Salí de mí apartamento para luego tomar un taxi. Ya eran las 11 de la noche asi que debía llegar lo más antes posible. Pasaron muchos minutos hasta que el taxi se detuvo, miré por la ventana y frente mío había un hotel, muy lujoso. Luego de pagarle al taxista salí de allí y me adentré al lugar.

Todo de allí deslumbraba, todo estaba perfectamente puesto y limpio, todo brillaba. Luego de dialogar un poco con la recepcionista, me subí al ascensor.
Mis manos sudaban, mis piernas temblaban y mi rostro estaba caliente.
Las puerta del ascensor se abrieron, salí de allí buscando el número del departamento, hasta que lo encontre.

"22"

Levanté mi mano hecha un puño, y di unos cuantos golpes en la puerta con mis nudillos.

"Tranquila, Rachel"

...

Los minutos pasaban y el sonido del reloj era lo único que se escuchaba en todo el lugar junto con mí pesada respiración. Hoy había sido un dia muy agotador.
No podía concentrarme en el trabajo, la llamada que recibí hace 2 días me dejó un poco tenso. Sinceramente no esperaba esa llamada.
Estaba sentado en el sofa, bebiendo un vaso de whisky. Yo realizaba circulos con mí cabeza esperando a que mí cuello emita sonidos relajantes. Solté un gemido de satisfacción logrando mi cometido.

Abrí mis ojos de repente cuando sentí un par de toques leves en la puerta.
Me levante y acomodé mi ropa y peiné con mis manos mi cabello.
Me acerque a la puerta y miré por la mirilla y si, ahí estaba ella.
Di un suspiro, tomé el picaporte y finalmente abrí la puerta.

Rachel tenía una mirada...dolorosa, eran como espinas que lastimaban, eso era lo que ella transmitía. Sentí mi pecho adolorido.

—Hola...puedes pasar.— hablé y ella asintió entrando.

Cerré la puerta y la guíe hasta la sala. Se la veía muy nerviosa. Comenzó, con su vista, a explorar cada rincón del departamento.

—¿Quieres algo de beber? —pregunté.

—No,no, gracias.

—Te veo un poco inquieta...

—Estoy bien, gracias.

Espere a que me diga algo más, pero no lo hizo. El ambiente se torno incómodo y yo no sabía que carajos decir.
Ella miraba sus manos y jugaba con ellas.
Yo me acerqué a pasos lentos y suavemente tomé sus manos. Estas, eran delgadas, tibias y calidas. Las miré y tenía varios brazaletes que adornaban sus muñecas.
Había uno que destacaba de los demás—y el que me gustaba más— tenía estrellas y corazones blancos y perlas rosadas, era  llamativo y bonito.

—Que bonito—dije tocando ese brazalete. Ella rápidamente quito la mano y miró hacía otro lado. No quería mirarme.

—Gracias, fue un obsequio de mi papá...

Me acerque aún más, hasta poder oler su exquisita fragancia. Con mi mano puse un mechón rebelde detrás de su oreja, y levante su mentón para que me mirase.
Sus ojos estaban fijos en los míos, estaba completamente hipnotizado por ellos, ese color miel de sus ojos, gritaban dulzura y delicadeza.
Aproxime mi rostro directo a su cuello para inspirar más de su fragancia. Pude notar que se le erizó la piel.
Posé mi mano derecha en su cintura, acercándola más a mi. Inicié con un pequeño rose de mis labios en su clavícula. Con mí mano libre empecé a acariciar su brazo para tranquilizarla.
Nuestras respiraciones eran fuertes y la temperatura iba aumentando.
Ahora eran besos humedos por toda la zona. Yo quería llegar hasta sus labios, pero antes de hacerlo, ella me apartó.
Siendo sincero, estaba confundido, ya que, pensé que le estaba gustando.

"Ella no quiere hacer esto" pensé. Sería mejor dejarla ir, esto no funcionaría así.

Ella estaba quieta en el mismo lugar, como si, procesara todo lo que ocurrió hace unos momentos. Me di la vuela para buscar en mi billetera.

—No te obligaré a hacerlo, es lo menos que quiero...

—Yo...lo siento.

—Vete a casa—dije. 

—¿Qué? Pero yo...

—No quiero escucharte, vete—levanté un poco la voz esperando no oírla otra vez.

Sentí unos pasos lentos que venían hacía mí, agarró mi brazo, haciendo que me gire y así, poder mirarla.
Se acercó lo suficiente a mi, quedando solo a centímetros de mi rostro.

—Yo...no quiero irme, Señor.

Ahora era una Rachel totalmente diferente, tenía otra mirada, su voz era seductora.
Nuestros labios rozaban, podía sentir su respiración que coordinaba con la mía.
Sus ojos, sus ojos me llevaban a un lugar calido, uno muy soñado.
Finamente, nuestros labios chocaron. Este, no era un beso tierno, dónde ambos estan enamorados y quieren experimentar el primer beso. No, este era un beso lujurioso, donde ambos solo queríamos placer y diversión—o al menos eso es lo que yo quería—. En unos segundos se volvió un beso lleno de deseo y falsedad, los dos queríamos explorar la cavidad del otro.
Mis manos subían y bajan por su espalda y ella acariciaba mi cabello.
Lo que sentía, jamás lo había experimentado, ni aún siendo casado. Lo que está mujer provocaba era algo totalmente nuevo.
Se detuvo un momento y me miró fijamente, para después abrazarme. La sujete de los muslos, haciendo que ella rodee mi cadera con sus piernas.
Rápidamente la lleve a mi habitación, dónde comenzaría nuestro acuerdo.

Corazones, esto recién comienza.
Agarrense que viene lo mejorrrr.
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Graciassss por leer <333