Te agradezco que llegaras a mi vida
Para Yuuri con solo 12 años, Viktor era como un dios. Un ser al que le debía devoción y total admiración, inalcanzable.
Viktor era la persona a la que le debía sus victorias y con la que se disculpaba por sus derrotas. Todos sus pensamientos –de una u otra forma- iban dirigidos a él.
Si tropezaba o fallaba un giro, lo primero que su mente se preguntaba era, ¿qué haría Viktor? ¿Se rendiría o se levantaría como si fuera algo planeado? ¿Lloraría por haber fallado o sonreiría para simplemente seguir el show?
Era en esos momentos en que Yuuri se daba cuenta, que si no hubiera visto por primera vez a ese hombre en la tv, sin su existencia. Él no hubiera conocido la sensación de libertad que le transmitía el patinar.
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Yuuri a sus 19 años ya no es un niño, sabe que Viktor es todo menos un dios. De hecho, es tan humano como cualquiera. Ríe, sueña, llora y sufre, cómo él.
Es el mejor, no solo porque tiene un talento nato, si no porque se esforzó duro en desarrollarlo. Trabajo hasta el cansancio para ser el hombre reconocido que era. Como todos ha caído, se ha ido directo y lastimado, pero se ha levantado con una sonrisa dispuesto a enseñarle al mundo qué él si puede enfrentarlo, que en la pista él es el rey y que sin importar cual sea el obstáculo que se le atraviese en el camino, el podrá esquivarlo y lograr la victoria.
Yuuri ya no lo considera un dios inalcanzable, pero si una persona de digna admiración con la cual le gustaría alcanzar la sensación de libertad, en la misma pista.
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Yuuri con 23 años, se siente un completo fracaso. Trabajo duro, lloro por montones, fue víctima de la ansiedad y los malas opiniones, ¿pero para qué?. Logro estar en la misma pista que veía en la tv de niño, pudo sentir los nervios comerle las entrañas, tuvo tan cerca al objeto de su admiración, pero un solo paso en falso y los sueños e ilusiones de casi una vida ser desmoronaron, nada de lo que ha hecho a servido para nada. Él no sirve para nada
Se cayó, se levanto solo para terminar siendo aplastado por todos, incluso por él. Y es que solo el hecho de que Viktor lo observara en su peor momento, cuando se desmoronaba como un castillo de naipes al viento, le ha rota el alma en pedazos tan pequeños como sus lagrimas. De que le sirvió llegar hasta allí, saborear un poco de la felicidad de ver su sueño cumplido, casi poder tocarlo con las manos, tenerlo frente a ti a tan solo pasos de distancia. Solo para ver cómo es roto por la cruel realidad cual cristal. A sus 23 años, Yuuri se ha vuelto un pesimista, que prefiere volver a casa donde se siente seguro del mundo, donde hay una habitación oscura donde las personas que lo juzgan sin remedio no lleguen. Con 23 años, a Yuuri ya no le quedan fuerzas para pararse sobre la pista y enfrentar al mundo.
Ha defraudado a todos lo que confiaron en él. Su confianza se ha ido de viaje sin boleto de retorno y no puede ni ver a Viktor sin sentir que le ha fallado.
Ya no le queda nada, sin el patinaje no es nadie. Prefiere dejarlo ahora que aún le queda un poco de dignidad. La palabra cobarde aparece en su mente en letras grandes y resaltadas. Justo cuando está en el avión de regreso a casa, es cuando realmente se hace consiente de todo lo que esta dejando atrás y la palabra cobarde cobra fuerza y le quema las entrañas. Atrás quedan sueños y años de trabajo, el esfuerzo de las personas que lo ayudaron a llegar hasta allí, y un sentimiento que solo le pertenece a él, del que solo él es consciente. Atrás queda el amor que siente por Viktor Nikiforov.
Y allí en ese avión va un cobarde que no merece ni el amarlo de lejos.
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Yuuri ya tiene 27 años, y difícilmente puede ser más feliz de lo que ya es.
Cuando creía que su vida ya no tenía rumbo llego quien menos se esperaba para demostrarle lo contrario. Como un torbellino que te desorienta y arrasa con todo, Viktor llego para sacarlo de su negativismo y demostrarle que todavía tenía mucho que dar. Viktor llego para sacar el brillo que el mundo había opacado en Yuuri con comentarios negativos, lo tomo de la mano y juntos subieron a la cúspide de la montaña más alta, lo trato como a su igual e hizo que le mostrara al mundo facetas de si mismo que ni él conocía.
Viktor llego para ayudarle a alcanzar la medalla de oro, y como pago se adueño de su corazón. Al final Viktor termino adueñándose de todo. Su primer amor, su primer beso, su primera caricia, su primer encuentro pasional, todos y cada uno fueron tomados por él cual vil ladrón, y a Yuuri realmente no le importa, porque su primer amor es reciproco, porque Viktor Nikiforov lo amo cuando ni el mismo lo hizo, porque lo apoyo cuando no le quedaba fuerza, porque aunque saboreo la victoria de cerca, ninguna medalla de oro jamás valdría mas que el anillo en su mano y el hombre en su cama, porque el amor que siente es la mejor que ha tenido en su vida.
Yuuri ya no es el mismo que cuando tenía 12, no es igual a cuando tenía 19, ni mucho menos se parece a cuando tenía 23, pero solo una cosa no a cambia desde entonces.
Yuuri siempre agradecerá la existencia de Viktor Nikiforov
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