6. ANILLO
De fondo sonaba aquel inconfundible rasgado de guitarra clásica que acompañado por el sutil clarinete no ocultaban la esencia del concierto de Aranjuez, la tarde había pasado sentado en aquel antiguo Chesterfield de cuero marrón y todos sus pensamientos habían girado en torno a aquel sencillo objeto que ahora mismo captaba toda su atención.
Movía la mano frente a sus ojos, primero hacía un lado y después al otro, contemplando hasta el mínimo detalle de la gema que hacía años le fuera conferida. Siempre le había parecido más que curiosa la forma que habían elegido para depositar tanto poder, un simple anillo que mostraba la efigie de un gato negro, nada más sencillo que eso.
Pero no solo podía hablar del poder de la destrucción al referirse a su prodigio, era imperativo hacer mención al pequeño detalle, que en su día omitieron con él, de la maldición que acompañaría por siempre a su portador. Una serie de catastróficas desdichas que desde el primer día irían de la mano con él mientras portara el anillo.
Quizás cualquier otro se hubiese atemorizado ante aquella apabullante idea y aunque en un principio se viera desbordado ante aquel cumulo de lamentables situaciones para él no era más que peccata minuta. Y no era porque fuera ni más valiente, ni mas temerario, incluso ni más ingenuo que otros, se debía solamente a que Félix Agreste ya tenía demasiada mala suerte por sí solo.
La pérdida de su madre a temprana edad, vivir bajo un acérrimo régimen totalitario de soledad donde su propia casa no era más que una prisión de oro y su padre...su padre eras su más celoso celador que no le permitía explorar ningún talento que no estuviera en su meditada agenda.
Cerró por un momento los ojos para concentrarse en el adagio de guitarra que identificaba sin dudas la pieza que inundaba la habitación, dio una larga inspiración y volvió la vista a su peculiar anillo.
Y aunque era consciente de la maldición de la mala suerte que se cernía sobre él, estaba agradecido con aquel anillo. ¿por qué?...porque fue a partir del día que llegó a él que comenzó a vivir como siempre había querido.
El mismo día que lo recibió fue el día en que por fin pudo estudiar en un colegio, fue el día en que conoció a los que se convertirían en sus primeros amigos y fue él día en que disfrutó de una libertad como jamás hubiese imaginado y lo más importante de todo la conoció a ella, a la heroína de París que pasó de ser una compañera de lucha a convertirse en su razón de vivir.
¿Mala suerte?, él no pensaba que la hubiera tenido, más bien se había hecho de un compañero un tanto molesto pero que con él paso del tiempo le había tomado mucho cariño. Aun portaba el anillo y ya desde entonces había tenido mil y una oportunidades de quitárselo, pero ¿por qué hacerlo?, aunque ya no se cernía sobre París ningún peligro esa pequeña pieza de mágico poder formaba parte ya de su vida...de la mejor época de su vida.
La claridad inundo la estancia al abrirse la puerta, una encantadora mujer de brillante mirada azul y cabello azabache entró con paso cadencioso.
- ¿Félix?, ¿que haces aquí solo, amor? - inquirió curiosa sentándose en el regazo de su marido.
- Solo pensaba en mi buena suerte. - tomándola con cariño por la cintura la apegó a él para besarla con ternura.
FIN
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