Era una hermosa y brillante mañana de primavera, en el domicilio de la familia Dupain-Cheng toda era algarabía y prisas, había mucho que preparar y poco tiempo para hacerlo.

Ring, ring, ring - repiqueteaba constante el timbre de la entrada.

- ¡TOM!...¡¿podrías abrir la puerta?! - se escuchó fuerte la voz de Sabine desde el piso superior.

El fornido hombre haciendo caso a su mujer atendió la llamada al timbre, al momento de abrir la puerta una simpática chica rubia elegantemente vestida con un alegre vestido azul y con varias bolsas en la mano entró rápidamente.

- ¡Buenos días señor Dupain!, ¡se ve muy elegante! - saludo jovial mientras subía a toda prisa a la habitación de su amiga.

- Buenos días Allegra y gracias. - respondió al saludo a la vez que se acomodaba la americana del esmoquin.

- ¡Ya estoy aquí y he traído lo que faltaba! - exclamó la rubia al entrar a la habitación.

Frente al espejo Sabine ajustaba ligeramente la cintura del hermoso vestido en satén blanco y discreta pedrería.

- Vaya...- dijo con sorpresa Allegra - Bridgette te ves hermosa, te queda aun mejor que cuando lo probaste en la tienda.

- Gracias, mi tía le hizo algunos retoques. - respondió la azabache girándose hacia un lado y el otro para verse mejor en el espejo.

- He tenido que esperar pero me han conseguido los zapatos que querías.

De una de las bolsas sacó unos stilettos de medio tacón forrados en satén del mismo tono que el vestido y recubiertos con la misma pedrería.

- Allegra, son perfectos. - dijo entusiasmada.

- Lo sé y ahora a cumplir con la tradición, aquí tienes algo nuevo y a la vez azul, - ante el rubor de la azabache le entrega una liga en encaje azul celeste - aquí tienes algo prestado, espero lo cuides que le tengo mucho aprecio - de otra bolsa tomó una sencilla pulsera en oro blanco que colocó en la muñeca izquierda de su amiga - y por último....

- Algo viejo - interrumpió Sabine mostrando un delicado camafeo en oro amarillo y ágata que antes de que las dos chicas pudieran decir algo lo colocó al lado derecho de la cintura de su sobrina.

- Lleva tres generaciones en nuestra familia y este es el mejor momento para lucirlo. - una solitaria lagrima amenazaba con deslizarse por la mejilla de la mayor de las azabaches.

- Tía...gra...gracias. - con las palabras entrecortadas por la emoción se abrazó a Sabine.

- ¡Es ya la hora! - se escuchó el aviso de Tom.

Las tres mujeres se retocaron el maquillaje por las quisquillosas lagrimas derramadas e iniciaron su recorrido hacía su destino.

En cuanto el vehículo se detuvo frente a la iglesia vieron con asombro la gran cantidad de invitados que había y entre ellos pudieron ver a Alan y Claude cerca de la puerta. Bridgette comenzó a respirar agitada, los nervios previos estaban haciendo acto de presencia en el peor momento.

- Tranquila, todo saldrá bien. Esto era lo que querías estas a punto de casarte con uno de los chicos más cotizados de Paris, eso es lo único que debe importar ahora. - tomando sus manos entre las de ella Allegra trataba de calmar a su amiga.

Bridgette la miró fijamente y dibujando una tímida sonrisa asintió con la cabeza.

Finalmente ya todos los invitados estaban sentados dentro de la iglesia y la feliz novia junto a su tío a punto de iniciar el paseo nupcial hasta el altar.

En cuanto la música comenzó a sonar la novia inició su andar por la alfombra hasta donde el novio la esperaba. Con un brillo en la mirada veía el cabello rubio de aquel chico ataviado con un elegante esmoquin negro.

Media hora después del sermón del cura llegó el momento que todos esperaban, el sacerdote se dirigió directamente al novio.

- Tú, Chat Noir ¿aceptas a Bridgette como tu esposa?.

- Si acepto. - pronunció con convicción el héroe.

- Tú, Bridgette ¿aceptas a Chat Noir como tu esposo?.

- Yo... - sus ojos titilaban ante la duda frente el rostro sonriente del que estaba a punto de convertirse en su marido - Si acepto. - aun indecisa como si algo más faltara en aquella escena cerró sus votos.

En ese caso yo los declaró marido y mujer, puedes besar a la novia.

Chat Noir con delicadeza quito el velo del rostro de su esposa y tomándola por la cintura la acercó a él, entre los invitados no había una sola palabra todo era silencio. Cuando Bridgette sentía la cercanía de los labios de su ahora marido....

- ¡¡ALTO!!...Bridgette no lo hagas, yo te amo. - una solitaria figura avanzaba con rapidez hacía ellos.

- ¿Félix?....

- ¡¡¡FELIX!!! - se escuchó el desesperado grito por toda la estancia.

- ¿Bridgette estas bien? - inquirió preocupada Tikki.

- ¿Eh? - miraba confundida a su alrededor, el sudor bajaba copioso por su frente y su pecho se movía agitado - si, si, todo está bien - dijo más calmada al ver donde estaba - ha sido solo una pesadilla, vuelve a dormir Tikki.

Bridgette se dio media vuelta y volvió a recostarse con un único pensamiento en su cabeza - "Tonto gato, él y sus dichosos coqueteos..."

FIN