19. AMIGOS
Amigos, esa extraña familia que con el paso del tiempo nos permitimos elegir, aquellos que nos aceptan con nuestros defectos y nuestras virtudes y que siempre están ahí dispuestos a ayudar aunque en ocasiones no lo parezca.
El tiempo de estudiantes había quedado atrás y el guión de la vida había avanzado sus inexcusables páginas, ahora todos eran ya adultos con responsabilidades y obligaciones.
Un vez al mes procuraban reunirse a comer y pasar un agradable momento poniéndose al día de sus respectivas vidas. En un lado de la mesa Alan y Félix reían a carcajadas por lo que Claude les estaba contado, por otro lado Allegra le mostraba con ilusión a Alya su anillo de compromiso y Bridgette solo miraba pensativa aquel alegre cuadro.
En su cabeza pensaba en lo que había sido su vida desde que aquel particular grupo de amigos se había formado. Sin querer entrar en el aspecto profesional de cada uno de ellos veía con agrado, y porque no decirlo...con cierta envidia también, como habían avanzado en su vida personal.
Fue una sorpresa cuando Alya y Alan anunciaron su boda hace dos años, Allegra les había comunicado la semana pasada sobre su reciente compromiso y Claude...bueno Claude aún seguía buscando a esa chica especial.
Vio frente a ella como su novio conversaba entretenido con sus amigos, un apesadumbrado suspiro salió de sus labios al ver lo mucho que ellos dos se amaban, pero por lo que fuera Félix no mostraba interés en llevar su relación más allá de lo que ahora tenían.
- ¿Bridgette? - aun con su mente divagando se giró hacia Alya - ¿te sientes bien?, has estado muy callada. - aludía a su notoria distracción.
- Si...si, no te preocupes, solo recordaba algo del trabajo. - la tranquilizaba con una vaga mentira, colocando su mano sobre la de ella.
- Je, je, tú siempre pensando en tus diseños. - correspondió compresiva la morena.
- ¿Y qué nos cuentas tú Bridgette? - intervino Allegra entrando de lleno en lo personal.
- ¿Yo?. - inquirió con duda.
- Si...tú, ustedes dos - dijo señalando a Félix - llevan ya...¿cuanto?...¿seis años de novios?.
- Siete - corrigió en un murmullo apocado.
- ¿No han hablado de su futuro? - Inquirió Alya queriendo ahondar más.
- Bueno...la verdad es que no...mucho. Ambos tenemos mucho trabajo como para pensar en eso. - respondió esquiva.
- ¿Pero tú quieres casarte, no? - volvía la rubia con sumo interés sobre el tema.
- Si. - una única silaba salió de sus labios mientras veía con cariño a Félix al otro lado de la mesa.
- ¿Y él? - como si un de una coreografía de preguntas en perfecta sincronía se tratara, era Alya quien iba ahora por una respuesta a un tema que a primera vista parecía que incomodaba a su amiga.
- ¿El?...no...no lo sé. - con la triste sensación de despertar a la autentica realidad que estaba viviendo llevó su copa hasta sus labios para humedecerlos.
Allegra y Alya cruzaron sus miradas sin decir nada, entendiendo que por ahora debían de dejar el tema, ya tendrían tiempo de retomarlo.
Era poco usual que se vieran entre semana pero ahí estaban en ese café Alya, Alan y Claude esperando por Allegra.
- ¿Se puede saber por qué nos ha citado hoy Allegra? - preguntaba Claude mirando la hora en su reloj y tamborileando inquieto sobre la mesa.
- ¿Y donde están Bridgette y Félix? - era ahora Alan quien preguntaba con la duda hacía su mujer.
- Se tanto como ustedes, Allegra me llamó esta mañana para citarme aquí. - respondía igual de intrigada que ellos.
La puerta del café se abrió en un rápido movimiento y por ella entró Allegra, retirando las gafas de Chanel de sus ojos escudriño el salón hasta encontrar la mesa donde estaban sus amigos, afianzando la dorada cadena de su pequeño twist de Vuitton se enfiló hacia donde la estaban esperando.
- Ya era hora, señorita puntualidad. - dijo con sorna Claude.
Allegra lo miró transigente y tomando asiento llamó al camarero para pedirle una copa de Chardonnay. Una vez con la bebida en la mano miró a sus amigos disponiéndose a hablar.
- Les he hecho venir porque tenemos que hablar sobre Bridgette y Félix. - expresó con seriedad dejando la copa en la mesa.
- ¿Que pasa con ellos?, yo creo que están muy bien. - indicó confiado Alan.
- Eso parece, pero no es así. - dijo severa la rubia mirando de soslayo a Alya dándole a entender a lo que se refería.
Por su parte los chicos se vieron entre sí confundidos, así de entrada no comprendían lo que quería decir su amiga; para ellos Bridgette y Félix era una pareja estable y en apariencia feliz.
- ¿A qué te refieres?. - cuestionó Alan - Se les ve muy bien y a primera vista no parece que tengan ningún tipo de problema.
- Pues al parecer lo tienen. - volvía a afirmar la rubia, apartando un mechón de su cara - Félix no quiere casarse con Bridgette. - destacó con seguridad mientras Alya solo afirmaba con un enérgico ademan.
Los chicos volvieron a cruzar sus miradas antes de que una sonora carcajada por parte de ambos inundara la mesa.
Allegra y Alya se veían desconcertadas por la actitud de los varones, no entendían como les podía causar gracia el infortunio de su amiga. Allegra se estaba molestado por la falta de sensibilidad de ese par.
- ¿Se puede saber que les hace tanta gracia?, es de Bridgette de quien estamos hablando. - intervino Alya también incomoda ante la deplorable actitud de su marido y su amigo.
- Lo siento cariño, pero nos ha hecho gracia que piensen eso de Félix cuando él mismo nos ha confesado en más de una ocasión que está deseoso de casarse con Bridgette, pero al parecer es ella quien no está interesada en dar ese paso. - explicó Alan.
- Además ha dejado claro que no hablara con sus tíos hasta estar seguro de lo que ella quiere. - completó Claude - Y créeme que lo entiendo, ¿han visto el tamaño de ese hombre?, de un golpe lo fulmina. - ironizo el castaño, rompiendo a reír de nuevo.
- ¡Eso es absurdo!, Bridgette claro que quiere casarse con él. - poniéndose de pie con ímpetu tomó a Alya de la mano, tirando de ella con energía - ¡Vamos! - ordenó a los dos chicos mientras avanzaba hacia la puerta sin soltar la mano de la morena.
- ¡Voy! - exclamó Alan siguiéndolas de inmediato.
- ¡Eyyy!, ¡Esperen!...¿y la cuenta?. - resoplando sacó su cartera con desgana y dejó un billete sobre la mesa.
Sonaba con insistencia el timbre de la vivienda, la azabache salió de la cocina secándose las manos con un paño y al abrir la puerta el fuerte empujón la hizo retroceder, viendo como sus dos amigas entraban como un vendaval seguidas por unos desorientados Alan y Claude.
- ¡Bridgette...tenemos que hablar! - exaltada Allegra fue la primera en hablar.
- Ho...hola chicos, - saludó confundida ante la inesperada y abrupta visita - pasen al salón, ¿quieren galletas? las acabo de hornear. - dejando a sus amigos fue hacia la cocina.
- ¡Déjate ahora de galletas Bridgette!, es importan... - la rubia no pudo terminar la frase cuando una emocionada voz la interrumpió desde atrás.
- ¡Yo!...¡Yo quiero galletas! - exclamaba Claude levantando el brazo de forma infantil y sin dejar de sonreír.
Alya y Allegra rodaron los ojos dejando escapar un cansado suspiro y pasaron al salón a esperar a su amiga.
- ¿Y qué era eso de lo que querían hablar? - inquirió la azabache llevando un plato con galletas en las manos.
Antes de que alguna de las chicas pudieran decir algo Claude y Alan se lanzaron raudos sobre el plato que despedía un aroma realmente apetecible, llevándose de a dos galletas cada uno. Alya frunció el ceño ante el infantil comportamiento de esos dos.
- Iré directa al grano. - indicó severa Allegra.
- ¿Tú quieres casarte con Félix? - aunque la pregunta sonara a retorica puesto que la rubia ya sabía más de sobra la respuesta, pero buscaba poner en situación a su amiga.
- Sa...sabes que sí. - miraba confundida a sus amigos al no entender el fin de aquella visita.
- Pues bien, te informó que él también quiere casarse contigo. - los ojos de la azabache se abrieron desorbitados mostrando su asombro.
- ¿Co...como lo sabes?...¿te lo ha dicho él? - preguntaba agitada con toda la atención sobre sus amigas.
- No, pero se lo ha dicho a esos dos. - señalaba con la vista a Alan y Claude que ajenos a la conversación seguían ocupados con las galletas.
- ¿Es en serio? - volvía a preguntar recelosa ante la idea de que Félix quisiera casarse.
- ¡Pues claro que lo es!, o sino ¿por que estaríamos aquí a esta hora?. - apuró a confirmar la rubia.
- Al parecer Félix está ansioso por casarte contigo, pero piensa que tú no estás interesada. - intervino Alya con más sosiego que su rubia amiga.
- ¿Pero cómo puede decir eso si nunca hemos hablando de casarnos? - dijo pensativa con la mirada fija al suelo.
- ¿Nunca han sacado el tema?, ¿ni siquiera un pequeño comentario? - Alya miró con suspicacia a Allegra mientras Bridgette solo negaba con un simple movimiento de cabeza.
- ¡Bien!, -exclamó Allegra levantándose de un impulso - pues alguien debe dar el primer paso. ¡Bridgette, toma tus cosas que nos vamos!. - ordenó ligera a la azabache - Y ustedes, por el amor de dios dejen de comer galletas. - se dirigía con el ceño fruncido a sus amigos que alegres seguían degustando la dulce muestra de repostería.
Media hora más tarde estaban los cinco timbrando en la mansión Agreste, fueron recibidos al momento por la asistente de Gabriel Agreste, quien los llevo hasta el salón.
- ¿Bridgette?, ¿que haces aquí?, ¿ha ocurrido algo? - entrando al salón, Félix preguntaba desconcertado, ya que salvo alguna ocasión especial no era habitual que sus amigos lo visitaran a esas horas.
Antes de que Bridgette pudiera responder a alguna de las preguntas de su novio Allegra intervino en tono serio.
- Lo siento Félix pero hemos venido a ver a tu padre, necesitamos hablar con él. - una sonrisa ladina se mostró en los labios de la rubia.
- ¿Con mi padre?
- ¿Con su padre?
Preguntó a la vez la joven pareja, mirándose entre sí extrañados.
- Buenas noches, me han informado que querían verme. - intervenía Gabriel con tono sobrio, entrando con parsimonia a la estancia.
Alya se puso de pie de inmediato y se colocó al lado de Allegra, Alan y Claude sin entender aun muy bien que hacían ahí imitaron a las chicas, poniéndose de pie junto a ellas.
Ejem... - como inesperada portavoz del grupo se aclaró la voz - Buenas noches señor Agreste, hemos venido a tratar un asunto un tanto delicado.
Félix busco con la mirada a Bridgette, quien inquieta sostenía las manos entrelazadas al frente sin perder detalle de lo que Allegra decía a su padre.
- ¿Delicado? - preguntó Gabriel arqueando las cejas.
- Si, delicado, - reafirmo la rubia - como usted bien sabrá su hijo y nuestra amiga, - señalaba con la mano abierta a la pareja - hace mucho tiempo que son novios.
Ahora era Gabriel quien miraba a Félix con una expresión de confusión. El rubio tuvo que pasar pesadamente la saliva, su padre se consideraba una persona pragmática y de poca paciencia, y aquella conversación presagiaba que acabaría por hartarlo.
- Y al parecer no son muy comunicativos en lo que a sus sentimientos se refiere. - los ojos de Bridgette y Félix se abrieron de más conteniendo el aliento por unos segundos.
- Verá señorita... - titubeó ligeramente Gabriel.
- Allegra. - indicó con un sonrisa.
- ... Allegra, no estoy entendiendo a dónde quiere llegar con esta conversación. Conozco a Bridgette y no veo que tengo que ver yo en su relación con mi hijo. - aludió mostrándose aun mas serio que antes.
Con una mirada furtiva Allegra y Alya mostraron una sonrisa de confianza hacia el mayor de los Agreste.
- Lo simplificare entonces señor...ejem - se aclaró nuevamente la voz -...hemos venido a pedir la mano de su hijo.
Por primera vez los ojos de Gabriel se abrieron desmesurados, Félix dejó caer la mandíbula mirando atónito a las dos chicas que no dejaban de sonreír, se giró hacia Bridgette quien permanecía inmóvil, apretando con fuerza sus manos entre si y observaba aquella escena con ojos titilantes.
- ¡Félix!, - recomponiendo su aplomo, Gabriel se enfrentó a su hijo exigente - ¿que es lo que dicen estas chicas?, ¿es cierto esto?, ¿tú quieres casarte con Bridgette?.
Ahora todas las miradas estaban sobre el heredero Agreste. Félix miró nervioso a su padre quien mantenía su mirada inquisidora sobre él, se giró hacia Bridgette para verla cabizbaja con el acuoso de sus ojos amenazando con romper a llorar en cualquier momento.
Alya y Allegra no podían contener las lagrimas, la morena se abrazaba cariñosa al brazo de su marido mientras que la rubia hacía lo propio con el suyo. Ocho meses habían pasado desde aquella inusitada visita a la mansión Agreste y ahora veían felices como Bridgette y Félix hacían el tradicional paseo sobre la alfombra como marido y mujer.
FIN
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