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18. NOTICIAS

Aquel que espera desespera...una frase hecha de la que no sabía quién , ni porque la había sugerido. Tal vez fuera alguien como él, que en determinadas situaciones de la vida de lo que más carecía era de la consabida paciencia del santo Job.


Y ese momento era una de esas ocasiones, en las que se encontraba sentado manteniendo su eterna expresión pétrea pero con el ínfimo detalle de no poder parar de jugar inquieto con sus manos, frotándolas entre sí. En aquella pequeña sala no se podría decir que abundaran las caras felices y los gestos de alegría; todos ahí permanecían en silencio, inmersos en sus propios pensamientos, solo algunos se atrevían a romper aquel cargante ambiente con los tenues murmullos de sus conversaciones.


Notó sobre su hombro el peso de la mano de su padre, quien sin decir nada le mostró de forma inusual una afable sonrisa con clara intención de reconfortarlo. El solo pudo corresponder por inercia de la misma manera al gesto y volver de nuevo a posar su vista al frente, más en concreto sobre la puerta que hacía más de una hora se había abierto por última vez.


En esa interminable espera dejaba que su acongojada mente viajara buscando algo de serenidad, navegando sobre la línea de su vida permitía que atracara en cada recuerdo vivido, que al igual que la flor se reaviva con el rocío de la mañana esperaba que sus pensamientos se aliviaran al remembrar los mejores momentos de su inflexible existencia.


Era por su naturaleza tranquila y un tanto reflexiva que Félix Agreste se mantenía ajeno a todo lo que lo rodeaba o al menos a aquello que no despertaba su interés. Pero entonces como casi siempre suele ocurrir en esos casos, la vida nos muestra que no es una perfecta línea recta que se mantiene impertérrita, en ocasiones afloran fluctuaciones que la hacen ver...interesante. Así mismo acaeció con él, su existencia sin sobresaltos se vio trastocada por la briosa fuerza de aquel huracán que se mostraba en la menuda figura de aquella chispeante chica de brillante cabellera azabache e intensa mirada azul.


Por uno u otro medio no había día que no tuviera alguna noticia de ella. Eran palabras al viento que siempre llegaban a él con algo que contar sobre ella; así fue que al final Bridgette acabó por convertirse en la primera pagina de sus mañanas.


Sin percatarse de las miradas sobre él de los ahí presentes, sonreía ausente remembrando la primera noticia que de ella recibió.


- Fé...Félix, me...¡tú!...¡tú me gustas!... - con nervioso balbuceo exclamó lo que oprimía su pecho desde hacía meses - ...mucho...estoy enamorada de ti. - fue en un susurro con la mirada dubitativa al suelo que se atrevió a completar su confesión.


El, ingrato, siendo fiel a su credo de fingido autismo se alejó de ella sin decir nada, sintiendo con cada paso los tristes sollozos a su espalda. Fue ahí sin él saberlo que nacería su primera promesa.


Después de algún tiempo manteniendo a raya con su habitual esquivez los constantes intentos por acercase de la azabache llegó la segunda noticia, la cual y para su sorpresa recibió con desagrado.


- ¡Félix! - Llego junto a él Claude aún jadeante por el esfuerzo para alcanzarlo - te...te nece...necesito - hablaba con ansia tratando de recuperar el aliento.


- ¿A mí? - preguntó curioso, ya que de todos era sabido que no era partidario de participar en actividades con otras personas.


- ¡Si, a ti!, tienes que ser la pareja de Allegra. - espetó ante el sorprendido rubio.


- He invitado a Bridgette al cine. - explicó antes de que su amigo pudiera responder - Me...me gusta mucho, sabes. - confesó mirándolo con ilusión y mostrando una franca sonrisa.


- Pero ella ya tenía planes con Allegra y Alya. Alan ha dicho que iría con Alya, así que solo necesito a alguien que acompañe a Allegra. - explicó esperanzado.


Sin saber por qué sintió una ligera punzada en el pecho y una molesta presión en la sien ante la noticia del castaño. Bajó la vista pensativo, no por la propuesta en sí sino por tratar de entender que eran aquellas sensaciones.


- Lo...lo siento, no me es posible. - confundido se alejó de inmediato notando un regusto amargo en la boca.


Con el tiempo pudo apreciar de primera mano lo que la fuerza de la perseverancia y el cariño pueden llegar a conseguir, sin poder dar marcha atrás cayó en la cuenta de que aquella alegre chica se había arraigado en lo más profundo de su corazón, al igual que la perpetua nieve se mantiene firme sobre la cumbre del Montblanc .


Durante días se había devanado la cabeza intentando dar sentido a todo aquello, para él estaba completamente fuera de lugar el sentirse de aquella manera, apabullado ante el abanico de emociones que lo invadían constantemente. Solo necesitaba verla sonreír para sentir una cálida sensación de alegría, se mortificaba profundamente cuando la encontraba triste y por mucho que le costara reconocerlo tenía que dar la razón a la sinrazón, lo que nunca pensó que llegaría a ocurrir ahora estaba ahí frente a él anunciándolo a voces.


Esa mañana la decisión era el motor de sus actos y el anhelo el guía de su camino, llegó como siempre a su aula y lo primero fue buscarla, ahí estaba como siempre, sonriendo alegre en compañía de sus amigos. Sin vacilación fue hasta ella, repasando en su cabeza las palabras previamente elegidas.


- ¿Brid...Bridgette? - un ligero sonrojo se mostró en sus mejillas ante aquel infantil traspié. Los ojos de la azabache lo miraron confundida al igual que el resto de sus compañeros que lo examinaban expectantes, no todos los días se podía ver a Félix ir a buscar a Bridgette y tartamudear a la vez.


- ¿Yo...yo me preguntaba si te gustaría ir al cine este viernes?. - sin importar quien estuviera presente se atrevió por fin a cruzar esa imaginaria línea que él mismo había dibujado hacía tiempo.


La noticia había caído como un chaparrón helado sobre el pequeño grupo que lo miraban atónitos, sobre todo Claude. Los ojos de Bridgette titilaban incesantes mientras el ritmo de su corazón se desbocaba dentro de su pecho.


- ¿Félix? - solo pudo decir su nombre aún incrédula de sus palabras.


- ¿Y bien?, ¿saldrás conmigo? - insistía intranquilo por la incertidumbre, después de todo cuantas veces la había rechazado él.


Todo era silencio entre los cinco amigos, hasta que el codo de Allegra golpeó apurado el costado de Bridgette.


- ¡Sí!, - respondió con un sobresalto - saldré contigo. - confirmaba sonriente.


Una vez más el grupo abría los ojos desorbitados ante la sorpresa de ver a Félix sonreír.


Y fue así que desde ese día su vida se vio llena de una especial luminosidad que disipaba todos los malos recuerdos del pasado. Con ella nunca hubo un mal momento, siempre todo fueron buenas noticias y la mejor vino unos años después cuando juntos anunciaron su matrimonio.


Y ahora con los nervios a flor de piel esperaba la última noticia que...


Levantó la mirada al escuchar abrirse la puerta, todos se pusieron en pie de inmediato, siendo él el último en levantarse dando un suspiro nervioso. Avanzó un paso hacia la joven mujer que con expresión afable lo miraba.


- Señor Agreste, felicidades. Es una hermosa niña...

FIN

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