16. CELOS
A su menoría venía con añoranza el día que lo conoció, aquel día en que sin saber cómo ni porque se enamoró perdidamente de Félix Agreste.
Fue aquel primer momento en que sin esperar a nada y a nadie fue decidida a hablar con él, ella tan entusiasta por hacerse notar y él tan lejano empeñado en mantener su espacio personal a buen recaudo. Sería este el primer golpe de muchos desaires más, ya que Félix Agreste era un fruto reservado para alguien que no era ella.
Haciendo un ovillo de su razón, puso su corazón por delante y con tesón cada día se esforzaba por llegar hasta él, de poder alternar aunque fuera alguna palabra trivial que le pudiera dar paso a algo más, solo quería conocerlo más y que él la conociera. Siempre escondiéndose a la espera de verlo aparecer y tener una oportunidad sin que él se alejara molesto.
El siempre ausente, orgulloso y altivo, caminando entre la gente sin fijarse en nadie, mientras que todos los demás posan su atención en él. Cuantos suspiros no habría escuchado ya de docenas de chicas que volteaban sus ojos a su paso, devorándolo con la mirada sin ningún tipo de pudor, y mientras un desagradable sentimiento de aprensión se asentaba en su pecho. Veía con la tristeza reflejada en sus ojos a todas aquellas chicas, pensando que cualquiera de ellas tendría más oportunidad que ella misma de algún día caminar junto a él tomados de la mano.
Pero nada en esta vida es para siempre y el joven heredero de los Agreste no era la excepción a ello. Ella fue testigo en primera línea de su cambio, aquel muro de hielo que lo caracterizaba poco a poco se derretía y su carácter se volvía afable y candoroso. Estaba aprendiendo a convivir con los demás y a relacionarse de una manera que a muchos dejo sorprendidos. Ahí descubrió que Félix tenía una linda sonrisa, que para su pesar esa fue la nueva gema que decoraría la pequeña caja de Fabergé que era el amor incondicional que sentía por él. Ahora sufría cada vez que esa resplandeciente sonrisa se mostraba hacia cada chica que se acercaba a él con cualquier tontería.
Eso llegó a nublarle incluso la razón, él se mostraba ahora atento con todos, incapaz de ser descortés con cualquiera que se le acercara, por eso mismo su pecho se contraía en un sentimiento amargo, difícil de explicar cada vez que una chica hablaba con él. Celos fue lo que Allegra le dijo que era aquello que sentía y una risa incrédula salió de sus labios...pero ¿y si...?.
El tiempo siguió su curso y como tantas veces ella permanecía de pie en la esquina del pasillo viendo como aquellas dos chicas, una atractiva rubia y su amiga una llamativa pelirroja se apegaban más a él con la excusa de preguntarle algo sobre la nueva temporada de su padre. Bridgette se mantenía inmóvil viendo la escena tranquilamente y sin ningún tipo de presión sobre su pecho.
Félix finalmente se despidió de las dos chicas quien a regañadientes tuvieron que dejarlo ir, caminó despacio hacía la azabache y al llegar junto a ella la tomó por la cintura depositando un suave beso en sus labios.
- ¿Nos vamos? - inquirió sin dejar de mostrarle su sonrisa.
- Vamos. - concordó ella, poniéndose de puntillas para robarle un rápido beso.
Tomados de la mano y sin dejar de sonreír entre ellos se dispusieron a retirarse. Bridgette giro levemente la cabeza para alcanzar a ver de soslayo como las dos chicas la miraban con desdén. Era en esas ocasiones que recordaba con gracia la palabra mencionada por Allegra...Celos.
FIN
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