Capítulo 18
—¡Jin cuidado con eso! - la cocina del restaurante era un verdadero caos. Los viernes y sábados los grandes empresarios del lugar solían reunirse en salas privadas para beber y comer hasta altas horas de la madrugada.
—Lo tengo, lo tengo - contestó Seokjin moviéndose con rapidez y poniendo los platos sobre la mesa. En cuanto los camareros tomaron esas comandas pronto obtuvo nuevos pedidos de platos. Estaba haciendo el trabajo simple pero aún así no lograba moverse con la rapidez y agilidad necesaria. Todavía tenía que leer las recetas antes de añadir cualquier ingrediente.
—Tu familia está aquí Jin - trago saliva y miró a su compañero asustado. Dae no saldría solo y Namjoon... Bueno, era obvio que Nam no podría salir - Un chico que dice ser tu hermano. Está nervioso así que tal vez deberías ir, deja que te sustituya.
Jin asintió aún confundido y salió rápidamente de la cocina. Efectivamente, su hermano Daehyun estaba sentado cerca de la barra, su rostro mostraba los evidentes nervios que en ese instante probablemente estaba sintiendo. Se acercó a él y le revolvió el cabello con una sonrisa.
—¿Qué haces aquí Dae? - realmente estaba preocupado por el hecho de ver a su hermano así de nervioso.
—Papá ha intentado sacar a Namjoon al jardín - Le informó - y ahora Nam se ha encerrado en la habitación. Está enfadado y amenaza con tomar pastillas de más, así que he tenido que correr hasta aquí para avisarte.
Jin observó una vez más la gran cantidad de gente que se acumulaba a las entradas del local. Namjoon Le preocupaba pero no quería perder si trabajo, estaba entre la espada y la pared de nuevo, todo por culpa de su padre.
Se quitó el gorro mientras suspiraba molesto antes de caminar con Daehyun hacia la cocina. Al menos avisaria a su jefe antes de dejarle todo el trabajo, se sentía mal, no queria perder ese puesto y a la vez la imagen de Namjoon siendo obligado a salir al jardín cuando sus manos temblaban de tan solo observar el exterior... No era capaz de imaginar lo muy difícil que algo así podría ser para el pintor, pero estaba a punto de comprobarlo.
Cuando llegaron a su casa los gritos de Nam eran audibles incluso desde la zona exterior a la verja de entrada. Dae apretó su agarre sobre la mano de su hermano mayor y lo miró asustado. Estaba doblemente nervioso, por Namjoon y por Zelo. Con ellos fuera de casa ambos corrían peligro.
—Jin... Papá... ¿Crees que lo habrá lastimado?
Seokjin negó automáticamente, ni siquiera sabía si con esa negación se estaba convenciendo a sí mismo o por lo contrario calmando a su hermano. Le había tomado cariño a Namjoon, era imposible no hacerlo cuando el muchacho se pasaba las horas a su alrededor siempre que estaba en casa. Dormían juntos, compartían intereses, lo observaba dibujar, dejaba que lo pintase e incluso Le había comprado un maletín de pintura con una amplia gama de colores. Tenía que dárselo, los gritos de su padre no lo calmarian sin embargo tal vez su amada afición podría lograr quitarle esos miedos que cada día lo atacaban de forma repetitiva.
Apretó el agarre sobre el maletin y camino con Daehyun aún agarrado a su brazo, quería ayudar a Namjoon. A pasar de ser un egoísta que solo se preocupaba por si mismo, a pesar de miles de cosas... Estaba agredecido por todas esas noches en las que el pintor se había recostado a su lado y acariciandole el cabello lo había abrazado hasta que sus miedos se diluian con besos necesitados. Kim Namjoon era una buena persona, no merecía pasar por todo lo que se acumulaba en su vida. La agorafobia, la ansiedad y esa culpabilidad que sentía debido a lo ocurrido con su hermano lo destrozaban, sin embargo Seokjin no permitiría que esos detalles dolorosos lo empujasen a la muerte. Por compromiso y porque sencillamente no podría olvidar lo mucho que ese chico lo ayudaba a diario.
—Estará todo bien - se dijo a sí mismo antes de abrir la puerta de su casa.
Cuando entró sus ojos recorrieron las escaleras de la casa, todo estaba hecho un desastre por lo que o bien Namjoon comenzó a tirarlo todo o su padre estaba enfadado, lo que era una opción menos probable debido a que siempre trataba bien a sus pacientes.
De cualquier manera, Jin trago saliva, tomó una bocanada de aire y subió las escaleras sin Daehyung quien probablemente se había ido a su habitación. Los gritos se hacían más audibles a medida que se acercaba al cuarto donde Nam se había encerrado y ya podía ver sin problemas a su padre sentado delante de la puerta tratando de llevar a cabo una conversación con Namjoon que claramente no estaba funcionando. El pintor parecía angustiado con cada palabra, pedía a gritos que lo dejase en paz y que no saldría a la calle por el bien de los demás. Esas ideas sobrevolaban su cabeza y Jin, ahora, sabía exactamente el motivo.
—Déjame hablar con él - dijo sin cruzar la mirada con su padre. Notaba los ojos del hombre atravesandolo por completo. La piel se le eriza a cada vez que estaban cerca, no mentiría si dijese en voz alta que odiaba a ese hombre.
—No creo que ayudes, dejame hacer mi trabajo. Estropearas aún más las cosas... - dijo el doctor apartando a Jin de la puerta.
—¿Sabes? - respondió lo más calmado que podía - A veces las personas necesitan amigos y no médicos. Es fácil analizar a la gente, más de lo que crees. Y es fácil dar consejos vacíos mientras lo apuntas todo pero los seres humanos necesitan ser comprendidos y escuchados con sinceridad. Eso es algo que un amigo puede hacer pero un psicólogo no. Déjame hablar con Namjoon, si quieres que no se tome esas pastillas de mierda que le dais, dejame hablar con él.
La mirada de su padre se relajo y una diminuta sonrisa cruzó sus labios. En ocasiones así Jin casi se creía que era una buena persona a pesar de todo, sin embargo los golpes no entraban en su definición de hombre decente. Por eso siempre se decía mentalmente que las sonrisas pueden ser peligrosas en lugar de bondadosas. Alguien puede sonreír ante las cosas más perversas, eso desde luego solo lo vuelve insensible. El mundo está equivocado al juzgar la pureza del mundo a través de la cara, las sonrisas y el exterior. Lo malo o lo bueno, da igual, están muy en el interior del cuerpo. Como las enfermedades, la maldad recorre cada zona de las venas, forma parte de alguien y lo alimenta diariamente.
—Esta bien, si las cosas empeoran cargaras con la culpa y tú mismo se lo explicaras a sus padres. Yo ya lo he intentado todo.
Seguro que sí, clínicamente su padre lo había intentado todo. Debido a eso los psiquiatras habían ligado la vida de Namjoon de unas pastillas con adictivos, las mismas que ya no podía olvidar. Había pasado poco tiempo en esa casa pero sin duda el compartir habitación fue con el pintor fue suficiente para comprobar que tan nervioso se ponía cada vez que las pastillas le faltaban.
Nam comenzaba a respirar con exagerada fuerza, se sentía lleno de ansiedad y no hacía otra cosa que no fuese repetir que sin sus pastillas las imágenes de su hermano volverían a su cabeza. Cuando lo descubrió muerto aquel día... Bueno, Seokjin pudo descubrir a través de las propias palabras de Namjoon que él también trató de matarse. El pintor tomó el coche de sus padres y piso el acelerador sin embargo no logró matarse, en su lugar atropello a un chico. Esa era la otra imagen que lo perseguía, se sentía culpable por dos vidas. Ambos jóvenes muertos por sus decisiones, por eso necesitaba las pastillas y por los medicamentos se pasaba horas alejado de la realidad, drogado, estancado en un mundo que nada tenía de real.
—Namjoon - tocó la puerta cuando su padre se fue, deseando que el pintor decidiese abrir - he comprado un maletín de pintura para ti. Quisiera ver lo que sabes hacer con los colores... Abre la puerta, te ayudaré a relajarte.
Nada. Como respuesta solo obtuvo un suspiro de Namjoon a través de la puerta, el chico probablemente estaba asustado por los actos de su padre. Había leído sobre la agorafobia, sabía que a veces llega un momento en que los que sufren la enfermedad deben ser delicadamente forzados a salir. No existe delicadeza en obligar a alguien, menos cuando lo lanzan contra su mayor miedo pero el ser humano suele escusarse en que la solución valdrá la pena. Los que sufren agorafobia, se marean de tan sólo mirar el exterior. Namjoon no estaba preparado todavía y no necesitaba ser un reputado psicológo como su padre para saberlo.
—Nam, déjame pasar. Mi padre ya no está aquí - volvió a insistir con calma.
Sólo unos segundos después el pintor abrió la puerta, sus ojos estaban rojos y las manos todavía le temblaban. Por acto reflejo Seokjin dejó el maletín de pintura a un lado para tomar las manos de Namjoon entre las suyas. Estaba frío incluso.
—¿Qué haces tan pronto aquí? - dijo afónico el pintor mientras se escondía en el abrazo que Jin le ofrecía. Había necesitado alguien con quien desahogarse y Seokjin era la persona perfecta para esa tarea. Todo lo que se contaban quedaba sepultado por la lealtad. Podría decirle cualquier cosa y confiaría, sin dudar un solo segundo, en que el chico no se lo diría a nadie ni lo expondria.
—Vine por ti idiota, Dae exagero las cosas así que no me quedo otro remedio. No puedo dejar que el intelectual amigo de mi hermano se mate con pastillas para la ansiedad. Eres el único que lo entiende y que quede entre nosotros dos, ya no sé como llevar su ritmo en cuanto a las tareas del instituto. Te necesita para que lo ayudes en eso - ambos sonrieron y Namjoon apretó un poco más sus brazos a la cintura de Seokjin. No quería quedarse solo de nuevo con el psicólogo - Te he comprado algo.
Jin se apartó levemente de Namjoon aún con las manos de este rodeando su cintura y lo tomó de la barbilla para mirarlo a los ojos. Por unos instantes sintió la necesidad de besar sus labios pero en lugar de eso limpió las lágrimas que resbalaban por sus mejillas y poso un suave beso sobre su frente. Para el pintor ese acto fue mucho más cercano que cualquier beso endulzado de necesidad sexual.
—¿Colores? - preguntó confundido recordando lo que había dicho Jin antes de entrar.
—He comprado el maletín con la gama más alta de colores, si vas a pintarme quiero que los uses. No quiero blanco y negro, ¿esta bien?
Namjoon pasó sus manos por la cara madera del maletín y se relamio los labios interesado en el contenido antes de abrirlo. Como Jin había dicho la gama de colores era realmente amplia.
—He quitado los más oscuros, si alguna vez los necesitas te los daré pero prefiero que no los uses - se encogió de hombros observando disimuladamente la sonrisa que se dispersaba sobre los labios del artista.
—¿Cómo has pagado esto? - fijo finalmente el pintor todavía sorprendido.
—Muy mal Joonie, ¿nunca te han enseñado que no se dice el precio de un regalo? - en cuanto el pintor se acerco a Jin este poso sus brazos sobre sus hombros y le rodeo la parte de atrás del cuello en una especie de abrazo - ¿Y bien? ¿Vas a pintarme?
Namjoon sonrió, ahora mucho más relajado que antes.
—Desnudate y cierra con llave la puerta.
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Mejor tarde que nunca, ha sido un fin de semana ocupado para mi. Como veis el romance empieza surgir por fin.
Espero que os haya gustado.
Un besazo, Mel 😘
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