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Capítulo 12

Tengo que pedir disculpas por no subir capítulo la última semana, mi WiFi decidió morir y probablemente los que tengáis contratado el Internet de Movistar me entendáis muy bien.

Ahora sí, vamos con el nuevo capítulo.

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Cuando Seokjin se presentó a la prueba de cocina el encargado lo miró con ojos penetrantes, parecía disgustado acerca del hecho de que finalmente hubiese decidido realizar la prueba para pinche y eso se confirmó cuando lo escuchó resoplar antes de llamar al nuevo chef. Resultaba incluso absurdo que alguien se compórtase de esa forma cuando un cartel especificaba en la misma entrada que se buscaban empleados. Aunque lo cierto es que en ocasiones la vida por si misma también era absurda, Jin empezaba a comprenderlo poco a poco.

–El nuevo chef está en la cocina, cubre esto antes de entrar a la prueba - el hombre poso un documento sobre la barra - aunque sin un título no creo que tengas demasiado que hacer.

Seokjin asintió, sin contestarle ni tan siquiera mirarlo cubrió cada una de las preguntas con las respuestas requeridas en el papel. Lo tomó y camino hacia la cocina como el encargado había indicado.

En el instante en que cruzó la puerta sus ojos volaron hacia el nuevo chef. Sus manos se movían con rapidez y maestría, cortando alimentos o usando los instrumentos de cocina. Además su tez perfecta le aportaba una gran presencia. Lo observó colocar con cuidado los alimentos en el plato, revisar cada detalle y lamerse los labios satisfecho con el resultado. Su sonrisa brillaba grandiosamente entre fogones y especias, podría jurar que sólo en un par de ocasiones había visto a alguien tan contento con su trabajo. Él también quería eso, quería dedicarse a algo que lo ayudase a sonreír o como mínimo a escapar de la rutina que tanto lo asfixiaba últimamente.

Era un muchacho joven, casi tanto como él, lo cierto es que probablemente no le llevaba más que un par de años a lo mucho.

—Perdona, venía para la prueba de pinche - el chef alzó la mirada sin borrar esa amplia sonrisa.

—Oh lo sé, el último chico que vino fue un desastre - alzó la mano mostrándole varias tiritas alrededor de sus dedos - Casi me quema la mano derecha - suspiró - Soy Lee Jaehwan, estaré a cargo de tu prueba. ¿Tienes alguna referencia del lugar donde has estudiado?

Ahora era Jin quien suspiraba, realmente el destino parecía empeñado en darle la razón a su madre y eso lo ponía nervioso. No sabía como desenvolverse en una clase, jamás lograría concéntrarse en la cocina cuando esta sería juzgada. Lo cierto es que Seokjin odiaba las críticas, sinceras o no lo desanimaban.

—No he estudiado en ninguna academia ni nada similar - dijo antes de presentarse - pero tengo referencias de restaurantes, locales de calle y bares en los que he cocinado. Agradecería que por una vez alguien les echase un vistazo, a estas alturas me parecen inútiles..

—No te preocupes, lo miraré encantado - esa gentileza hizo sonreír a Jin - ¿Cómo te llamas?

—Kim Seokjin - respondió con torpeza poniéndose el mandil y gorro que su posible futuro jefe le había cedido - Aunque suelen llamarme Jin en general, creó que sólo mis padres usan mi nombre completo.

Observó todos los materiales y alimentos colocados sobre la mesa, por un instante sus ganas de salir corriendo comenzaron a atacar su pecho en forma de ansiedad. Todo se parecía una clase, su comida sería evaluada. Si aprobaba obtendría el trabajo pero de lo contrario tan solo ganaría una decepción y muchas noches en vela.

—Bien Jin, mira la receta que está sobre la mesa - la tomó rápidamente - Quiero ver si somos capaces de trabajar en equipo, con buena sintonía, yo hago lo difícil y tú me ayudas con lo que más tiempo lleva. Como haremos empanadas de origen español tendremos que preparar una masa más flexible que la de la pizza. La preparación es similar - el chef Jaehwan comprobó el ceño fruncido de Jin - ¿Crees que voy muy rápido?

El cocinero negó rápidamente, el chef no iba rápido pero él jamás había hecho empanada española lo que significaba que no podría mostrar su trabajo al cien por cien durante esa prueba.

—Nunca he cocinado esto pero haré mi mejor esfuerzo.

Jaehwan sonrió comenzando a tomar lo necesario, la mirada de Jin lo había puesto nervioso desde el instante en que sus ojos se cruzaron. ¿Le gustaba? Bueno, su vena enamoradiza siempre le había causado problemas en el pasado por lo que se limitaría a hacerle la prueba de forma correcta y objetiva. Quizás más tarde podrían llegar a algo más, tal vez no.

—Exacto, mezclado bien y después extiende la harina sobre la mesa para comenzar a amasar. Usa tus manos.

—Siempre las uso... quiero decir... en la masa. - respondió levemente sonrojado - Sé como hacerlo, tranquilo. Puedes ir preparando el relleno para aprovechar el tiempo.

El chef sonrió mordiendose el labio inferior, su mente no era sucia generalmente pero el sonrojo de Seokjin lo había llevado a comprender que tal vez sus palabras estuviesen impregnadas de un doble sentido ácido que lejos de asustarlo o molestar le encantaba. Miró a Jin durante unos segundos y levanto la mirada rodando los ojos.

—Cualquiera diría que eres tú quien da las órdenes, sigo siendo el chef y tú...

—Un pinche, lo sé.

—Iba a decir que eres un cocinero haciendo una prueba pero puedes describirlo así si lo prefieres. Iré cortando la cebolla y pimiento. Divide la masa en cuatro y vuelve a amasar bien cada fragmento cuando acabes.

Jin asintió sin atreverse a decir nada. Siempre le sucedía lo mismo, su naturaleza protestona se perdía en la nada cuando alguien con mínimo poder sobre él lo evaluaba. Era un sentimiento que lo consumía, los nervios, la idea de no ser lo suficientemente bueno, de fallar a pesar del esfuerzo. Corea no era un país que valórase precisamente el proceso, lo único que realmente cuenta es el resultado.

Teniendo en cuenta que nunca antes había realizado un plato así y que sus manos no dejaba de temblar... la prueba sería un desastre. Lo que más tiempo lleva es la masa pero también lo más importante, incluso si es la tarea de un pinche. Un solo fallo, demasiada sal o aceite de oliva y todo podría estropearse.

—Vas bien, no te preocupes - Jin asintió sin escuchar, estaba concentrado en realizar de la mejor forma posible su trabajo.

Notó como el chef volvía a sonreír y encendía la radio, bueno, quizás podría relajarse gracias a la música. Era difícil definir el efecto que las canciones lentas tenían en su mente, incluso las noches de ansiedad intensa podían ser vencidas cuando se dejaba llevar por voces talentosa acompañadas de una instrumentación relajante.

Bueno, en realidad, siempre acababa escuchando la banda sonora del concierto de Harry Potter. Esas melodías le recordaban años de imaginación, sonrisas y sueños. Un tiempo mejor en el que se atrevía a pensar que la magia existía, que sólo tenía que intentarlo con un poco más de insistencia para lograrlo. Se sentaba en el sillón de la terraza mientras su madre trabajaba y con su hermano apoyado en su hombro leía durante horas las aventuras que libros como ese le aportaban. Adoraba imaginarse entre los pasillos de piedra de Howgwarts sosteniendo su barita, Shlytherin, cuadra con él incluso si su hermano se empeñaba en considerarlo un Gryffindor en secreto.

Esas noches en las que la lluvia golpeaba con fuerza las ventanas mientras se perdía entre palabras. Merlín, también lo hacía soñar despierto. Hasta que alguien le abrió los ojos de golpe y lo tiró a la calle para ver la vida real. Su magia se había extinguido tan repentinamente. De Harry a Oliver Twist en un párpadeo.

Su padre sabía como arruinar lo todo, por eso sus ejemplares de Harry Potter seguían repletos de polvo en el trastero de su casa, con la falsa barita, las películas, los cromos y todo lo demás que hablase de magia.

—Cuando era niño soñaba con ser mago - dijo repentinamente. Jaehwan lo miró con curiosidad - Sé que suena absurdo pero soñaba con serlo. No un ilusionista, sino un mago real. Estaba obsesionado con todas las películas e historias que tocasen el tema de la magia, incluso si lo hacían levemente. Luego crecí, fue ahí cuando me dije a mi mismo que soñar no era para mí, los sueños son para las personas que desde el inicio saben que lo lograrán. Los demás, quienes no tenemos oportunidades, dinero o somos amigos de personas con influencias... acabamos rindiendonos ante la sociedad tarde o temprano. - Jin respiró profundamente - Y ahora he vuelto a soñar de nuevo jefe. Quiero ver las reacciones de la gente al probar mi comida, alegrarles los días. Por eso estoy aquí, una vez más sintiendo que mis espectativas se disiparan en algún momento. Voy a intentarlo aún así.

—Es bueno saberlo, me gustaría darte este trabajo - Jin lo miró sorprendido - sinceramente, el resto de candidatos eran un desastre. Me han cortado y quemado por ir con demasiada prisa. Contigo estoy satisfecho, tus nervios son evidentes pero has sabido como tomar con calma las cosas y ponerle atención a la comida.

Seokjin sonrió como un niño al cual le revuelven el cabello tras haber averiguado la manera de resolver una incógnita. Miró sus manos, estaban dejando de temblar, justo ahora, cuando el veredicto de que el trabajo es suyo le fue favorable. Su cuerpo siempre era un manojo de inquietud.

También miró todo lo que lo rodeaba, el lugar en el que trabajaría. Una enorme a la par que limpia cocina, decorada de la mejor forma posible y con electrodomésticos de última generación que nunca había tenido el placer de utilizar. Le quedaba mucho por aprender y estaba entusiasmado con esa idea. Si antes su pecho se hundía en ansiedad ahora se hinchaba a de una felicidad niñesca. Estaba contento, era la única definición que encontraba para esa sonrisa tan constante que le hacia doler los labios.

—Vamos a terminar con esto, ¿quieres que te enseñe? - asintió a la pregunta del chef - Perfecto, estoy seguro de que en unos días lo tendrás controlado. Ah, Jin, debes saber que tienes un periodo de prueba de un mes antes de que el contrato sea definitivo. Tengo que evaluar como te comportas en situaciones de estrés por la gran cantidad de trabajo y averiguar si congenias con el resto de trabajadores. ¿Lo entiendes verdad?

—Lo hago y prometo no decepcionar.


Después de la prueba de cocina Jin se quedó durante horas observando como Jaehwan cocinaba, quería aprender a usar los complicados robots de cocina debido a su negación para todo aquel objeto tecnológico distinto de ordenadores y móviles.

Se sentó en una silla mirandolo moverse de un lado a otro y olisqueando todas las especias que le resultaban desconocidas. A pesar de conocer mucho sobre la comida coreana todavía existían ciertas cosas que desconocía. Aún así el chef introducía en sus platos constantemente alimentos de otras partes del mundo con olores únicos que le hacían la boca agua.

—¿Has probado alguna vez la yuca? - le preguntó en determinado momento.

—Lo cierto es que no.

Estaba siendo sincero, lo avergonzada decir algo así puesto que siendo un cocinero su trabajo dependía de la cocina y ese día estaba aprendiendo muchas cosas nuevas tan solo viendo a sí jefe cocinar. Al fin comprendía el motivo de las academias especializadas en comidas internacionales, uno podía preparar manjares cuando conocía gran cantidad de alimentos.

El jefe llevó una cuchara hasta su boca sin borrar la sonrisa, estaba a punto de alimentar a Jin y le resultaba totalmente natural. Habían establecido un buen vínculo, ambos se entendían bien. Al menos durante el primer día, no habían discutido ni una sola vez. Él hablaba y Seokjin escuchaba atentamente.

El hijo del psicólogo se relamió los labios notando sus mejillas arder cuando la mirada de Jaehwan voló hasta estos.

—Me estás comiendo con la mirada.

—Podría comerte con más cosas.




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Os presento a nuestro querido Jaehwan.

obvio es Ken, qué otro Jaehwan pensasteis que pondría si no?

Anaway, es obvio que habrá un triangulo aquí?

Besos, Mel 😘

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