Capítulo 9
Las lágrimas resbalaban por el rostro de Seokjin, manchando por completo su aura de tranquilidad habitual, convirtiendo sus expresiones en un cuadro demacrado. Jungkook llevaba poco tiempo conviviendo con él pero nunca podría haberse imaginado verlo tan triste y hundido. Habían pasado horas desde lo sucedido y el muchacho ni siquiera accedió a bajar a cenar cuando Daehyun trató de llamarlo. Probablemente estaba hambriento después de todo un día así, lloroso y con el alma sumida en una especie de bucle de tristeza que lograba que el pecho de Kook se encogiese cada vez que se acercaba a la puerta de su habitación. Ahora la madrugada se cernía sobre ellos y tan solo la luna aportaba un poco de claridad al oscuro cielo.
El pintor suspiró agobiado, sintiendo como el viento frío removia las cortinas y se estrellaba contra su cara. Estaba tratando de ignorar el hecho de que Jin sollozase de forma constante. Era culpable de eso, del moratón que cubría su mejilla, de sus ojos rojos, de sus manos temblorosas, su cabello revuelto y las lágrimas dolorosas. Era culpable por haber reaccionado de la peor forma posible y ahora también era culpable por no saber como calmarlo.
A Jeon Jungkook nunca se le habían dado bien las palabras, esa había sido la causa de gran cantidad de males en su vida. Incluso cuando era un niño, expresarse suponía un enorme handicap para una personalidad tan tímida como la suya. Trataba de ocultarlo, Jungkook realmente se forzaba a sí mismo a hablar más… sin embargo, eso casi nunca funcionaba.
–Jin - susurró inseguro - Ven aquí.
Seokjin alzó levemente la mirada confuso mientras oleadas de recuerdos se acumulaban en su corazón. Sorvió por su nariz de la misma manera en que lo haría un niño pequeño y negó con la cabeza, no olvidaba la reacción de Jungkook ni el gesto de ira en su cara.
–No te haré daño, solo acércate. Pareces necesitar un poco de apoyo…
–No el tuyo. - respondió bajando la mirada. Jin no pretendía sonar como un idiota pero se sentía lo suficientemente cansado y enfadado como para no pensar por completo en el tono de sus palabras. - No puedes destrozarme y después intentar arreglarme.
El pintor bufó en voz alta, nunca había tenido paciencia, sin embargo se sentía demasiado mal por lo sucedido. Lo suficiente como para tragarse su orgullo y malhumor, hacia mucho tiempo que él se decía en silencio que no todas las personas eran iguales. Abrió la boca para decir algo, aunque terminó cerrandola tras percibir que Jin seguía afectado. Era pronto para contarle el motivo de su reacción, eso tampoco le serviría de escusa. Había actuado como un chico malcriado enfadadose y actuando con violencia. Los problemas no se solucionaban así, lo sabía a la perfección a pesar de su gran error. Él no era así, no quería serlo porque odiaba con intensidad a todos esos seres humanos que actuaban con maldad, el mundo estaba repleto de gente pero en este había muy pocas personas.
Se levantó y con cuidado de no causar ruido alguno cerró la ventana, tenía la piel erizada por el frío. Las noches en esa casa resultaban incluso más tenebrosas que en el sanatorio. Allí no podía observar la inmensidad del bosque, las luces nunca dejaban que la oscuridad se aséntase en el patio central al que daba su ventana.
–Perdón. - susurró de forma sincera sentándose al lado de Jin. Jungkook sostuvó la manta que había sobre la cama con sus dedos, necesitando algo para hacer que sus nerviosas manos parasen de temblar. - No debí reaccionar así, no tengo escusa alguna para eso.
–Al menos estás disculpandote, supongo que no cambia nada pero agradezco tu gesto. Si lo haces por miedo a que mi padre te eche, créeme no…
–Lo hago porque me siento mal, nunca me ha gustado la violencia pero cuando te vi ahí, escuchando todas mis debilidades... No es algo agradable, la gente tiene secretos por un motivo y me gusta ser el único dueño de los míos. Que alguien conozca de ti aquello que intentas ocultar te expone, eso es lo que más me aterra en este mundo. - Jungkook miró de nuevo a Jin, parecía pensativo y ya no sollozaba tanto como antes - Hay personas a las que les cuesta enseñar su físico, se tapan o maquillan cada señal. En mi caso el problema tiene que ver con mi mente, mis miedos e inquietudes están directamente conectadas a sucesos del pasado que me hacen sentir el peor ser humano del mundo. No quiero que nadie los vea o verán a un monstruo.
Jin asintió, la curiosidad había cegado su sentido común. Espiar esa sesión de terapia era probablemente una de las mejores muestras de lo poco que pensaba en los demás. A veces se encontraba dando vueltas en su cama durante la noche y culpandose por su naturaleza egoísta, ni siquiera podía recordar cuando se había convertido en un ser humano tan despreciable. Llegaba a consolarse diciéndose en voz baja que si se arrepentía, entonces, todavía le quedaba un poco de sensibilidad. Pero eso no importaba, él sabía que nunca podría confiar en las personas lo suficiente como para apiadarse de estas, solo aquellos en quienes confiaba recibían su adoración y cariño. No le deseaba el mal a nadie, sin embargo, no lloraba cuando las noticias se plagaban de desgracias ni se veía obligado a cambiar de canal.
El mundo era crudo, él sabía eso y ya ni siquiera le importaba. Había visto la realidad a una edad temprana, se había obligado a sí mismo a madurar para cuidar de su hermano y cada día era una nueva batalla contra esa personalidad que se había asentado sobre su mente en consecuencia. Kim Seokjin sabía que a veces era demasiado egoista y egocentrico, también sabía que eso no era bueno para nadie que lo rodease, mucho menos para él mismo, pero el mundo era más cómodo para los que fingían ser villanos.
–Lo siento. - dijo después de lo que a Jungkook le pareció una eternidad silenciosa. - Sé que no debería haber escuchado lo que estabas hablando con mi padre pero no te mentiré, lo hice por curiosidad y cuando la sienta de nuevo volveré a cometer el mismo error. Soy una mala persona, me da igual lo que pienses al respecto Jungkook. Los demás tampoco son buenos y el mundo los beneficia en la gran mayoría de ocasiones. Juzgame, me importa poco lo que pienses.
Las lágrimas volvían a asomarse a los ojos de Jin. Se sentía mal diciendo esas cosas y mucho peor por pensar en ellas.
–No voy a negar nada, no te conozco. Así que por esa regla de tres tampoco voy a juzgarte. - un suspiro por parte de Jin llamó la atención de Jungkook, quien había mantenido los ojos sobre la manta que sus manos sostenían. - ¿Quieres hablar de lo sucedido con tu padre?
Seokjin negó borrando las lágrimas de su rostro con la palma de su mano. Un pequeño gemido de dolor se escapó de su boca al rozar la zona hinchada de la mejilla sobre la que el doctor había estrellado su puño. Jungkook se limitó a observarlo con curiosidad, Jin también estaba jodido, no era normal que un chico como él entrase en pánico sin defenderse. Le recordaba a los perros maltratados que se encogen cada vez que un idiota levanta la mano.
–Oye, me muero de hambre. No es un momento muy adecuado pero... te gusta cocinar así que tal vez… - Jungkook estiró su mano hacía la luz de la pequeña lámpara que descansaba sobre la mesa de noche de Seokjin.
–¿Vas a pedirme que cocine para ti después de lo de hoy? - en realidad a Jin no le importaba, era una buena escusa para comer todo lo que no había podido durante el día. Su padre estaba dormido por completo y eso definitivamente suponía un buen extra.
Jungkook asintió con una sonrisa inocente y la mirada del cocinero voló hasta los reflejos de luz que se posaban sobre los brillantes ojos del chico. No pudo evitar devolverle la sonrisa, había estado el día entero sumido en la tristeza, así que se sentía amable... o quizás agotado. Sencillamente necesitaba tranquilidad y distraerse, cocinar para Jungkook sería una buena forma de olvidarse por unos minutos de toda la mierda que el golpe de su padre le había obligado a recordar.
–Vamos, haré algo que te encantará. - se levantó rápidamente dejando atrás las lágrimas de ansiedad.
El pintor asintió sorprendido por el rápido cambio del chico pero no dijo nada. No conocía a Jin, sin embargo con todo lo sucedido había aprendido una única cosa: no era tan cruel como él mismo creía. Podía describirse como una persona sin sentimientos, pero para alguién que entendía el concepto de “mala persona” él solo parecía ser una víctima de lo que sus padres habían ocasionado en su confianza.
Jin no quería encariñarse por miedo a acabar lastimado, pensó en eso mientras bajaban las escaleras de la casa uno al lado del otro. Cada vez que decidía tomarle cariño a algo, ese algo acababa desapareciendo entre sus dedos como la arena.
–Ayúdame. - dijo tomando un par de verduras y colocándolas sobre la tabla de cortar. Jungkook lo miró con el ceño fruncido - ¿Y ahora qué pasa?
–Soy un tanto torpe con estas cosas, ¿qué quieres que haga exactamente? - Jungkook suspiró. - Dímelo una sola vez y prometo aprenderlo rápidamente.
Jin lo miró a los ojos por unos segundos antes de bajar la mirada, Jungkook podía expresar sinceridad en solo un vistazo. Era una persona imprevisible. El primer día que se vieron estaba repleto de confianza, la primera noche que pasó en su casa se encontraba miedoso y ese día sencillamente parecía haber encontrado la estibilidad. Se mantenía totalmente tranquilo, esperando con espectaccion las órdenes que Jin podría llegar a darle. Un poco apenado por el hecho de tener que pedir explicaciones acerca de lo que debía hacer.
–Corta las verduras. - Seokjin tironeó de su brazo acercandolo a la repisa de la mesa. - Dame tus manos.
El pintor frunció el ceño confundido.
–La primera noche que pasaste aquí inspeccione tus manos, me parecía extraño que siendo un pintor no tuvieras ni una mancha de pintura en ellas. Te mantuviste impecable durante tres días, pero hoy has pintado y no te has molestado en limpiarte bien. Es invierno y el agua sale fría del grifo, puede ser por eso o porque ya te has acomodado. No tratas de gustarle a nadie porque te sientes en tu lugar, como cuando yo me permito vestir chándales viejos y amplios en casa. No haría eso delante de personas que no son de mi confianza.
–No lo has hecho desde que llegué... Oh. Entiendo. No estás a gusto aquí.
Jin asintió tomándo uno de los cazos de cocina para comenzar a calentar agua. El sistema del calentador de la casa era viejo y sumado al clima frío, convertía la tarea de hacerlo trabajar en un asunto de varios minutos. Cuando supuso que el agua estaba tibia la vertió sobre las manos de Jungkook y frotó con cuidado la piel de estas, hasta quitar todo rastro de pintura. Después de eso seco sus manos ante la mirada impresionada del pintor.
Jungkook no era el tipo de persona que estuviese acostumbrado a los cuidados de ese tipo, desde hacía mucho tiempo la única muestra de cariño que conocía era la de las enfermeras que le preguntaban por sus cuadros en el sanatorio.
–No soporto la suciedad en la cocina, ahora observa e imitame. - una vez más el pintor asintió. - Es más rápido si lo haces de esta forma. Ten cuidado con el filo.
Jungkook miró a Jin con una ceja levantada, las manos del cocinero se movían rápido y expertas. Iba de aquí para allá trayendo nuevos alimentos y mostrándole la forma más rápida de trocearlos. Sin duda Seokjin tenía talento en ese aspecto, su comida sabía bien, rezumaba buena pinta, hasta la ejecución apresurada era perfecta. Llegó a temer por la seguridad de los dedos del muchacho mientras este movía el cuchillo con rapidez. Rajando, cortando y pelando. No necesitaba leer los nombres de las especias porque tan sólo oliendolas las conocía: orégano, perejil, comino y pimienta negra. Su comida estaba repleta de color y estilo propio. Un arcoiris de sensaciones con verduras verdes, cebolla blanca, maiz amarillo, zanahoria naranja y carne roja acompañada de patatas campesinas caseras bañadas en una salsa de especias, sal y aceite de oliva. A Jungkook se le hacia la boca agua incluso si cerraba los ojos. El olor dulce mezclado con el ácido limón que Jin esparcia sobre el pollo troceado a la plancha, era más que suficiente para captar toda su atención. Estaban preparando un banquete y él solo había logrado cortar un par de cebollas.
Ni siquiera recordaba haber visto tal cantidad de ingredientes en las despensas del doctor Kim, pero Seokjin parecía haber memorizado la ubicación de cada una de las cosas que necesitaba.
–Prueba. - Jin sopló levemente y atrajó un fragmento de pollo hasta los labios del pintor, quien se relamio al instante - ¿Qué opinas?
Jungkook abrió los ojos de forma exagerada logrando arrancar una sonrisa tímida de lo más hondo del corazón de Jin, este amaba ver las reacciones de las personas a los manjares que preparaba.
–Wow, sabe realmente bien. ¿La receta es tuya? Tiene algo distinto que…
–He usado ingredientes caseros para adobar el pollo a la plancha, logre comprarlos el día que llegamos en un puesto del muelle y aún no se han acabado. Me alegra que te guste. - sonrió de nuevo - Sírvete. Cenaremos en el salón.
Esa noche fue la primera en que Jungkook compartió sus inquietudes con Jin. Ambos se sentían con ganas de charlar, lo que sin duda les facilitaba la tarea de acostumbrarse uno a la presencia del otro.
–Jin. - lo llamó mientras observaba su perfil iluminado por el televisor. - ¿Te ha pegado más veces, cierto?
–Ya sabes la respuesta a eso, me viste entrar en pánico cuando esta mañana me trataste de acorralar pero lo hice cuando se trató de él golpeando mi cara. - un suspiro abandonó sus labios. - Sí, me ha pegado más veces. Trata bien a sus pacientes pero con su familia no tiene ningún tipo de consideración. Nunca le ha pegado a Dae o mamá, ellos no insisten cuando creen que les dirán que no. Yo en cambio... era un niño bastante pesado en ese aspecto, podía insistir durante horas y cuando mi padre se cansaba simplemente me golpeaba. Al principio era por eso, después supongo que me volví su saco de boxeo, la última vez que lo hizo fue cuando le dije a mi madre que la estaba engañando. Ella nunca lo supo. Nunca le mencione que mi padre me golpeaba, trabajaba hasta tarde y para cuando llegaba yo siempre llevaba manga larga y trataba de obtener sus mimos. Era todo lo que me importaba junto a mi hermano.
–¿Cómo es siquiera posible que tu madre no se enterase? - preguntó Jungkook, horrorizado con la idea de que el hombre en que habia confiado durante tanto tiempo fuese un maltratador.
–Mi padre llegaba dos horas antes que mi madre a casa. Y como he dicho yo se lo ocultaba a mamá. Ahora te toca a ti, ¿por qué no recibes la terapia en tu casa?
Jungkook negó cuando Jin expusó la pregunta, no estaba preparado para revelar secretos.
–No me gustan mis padres. - confesó.
–¿Por qué?
–Lo escuchaste esta mañana, realmente no quiero hablar sobre eso ahora Jin. Podríamos solo... no sé. ¿Olvidarnos de eso hoy? - Jungkook comenzaba a sentir el modo en el que la ansiedad escalaba por su cuello cada vez que recordaba los motivos por los que prefería estar en un sanatorio en vez de en su propia casa.
–Algún día lo sabré.
–Tal vez. - contestó Jungkook - Y descubrirás al monstruo durmiendo al lado de tu cama.
Eso logró erizar la piel de Jin, era cierto. Después de todo no conocía nada acerca de Kook y quizás estaba conviviendo con un monstruo como este había dicho. En ese caso ya habría dos monstrous a los que temer en esa casa.
Quizás tres.
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Hiiii!!!
Nuevo capítulo de Agorafobia para mis personas favoritas. Espero que os haya gustado. Trataré de verás de actualizar con más puntualidad.
Un beso,
os amo
Mel
💜
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