Capítulo 2
Para cuando los dos hermanos llegaron al muelle de Jeju el cielo comenzaba a despejarse dejando paso al color levemente azul de la mañana. Jin suspiró y tomó de la mano a su hermano, quien con cara somnolienta lo miró agotado.
-Llevame Jin. - dijo alzando las manos hacia él como si se tratara de un niño de no más de tres o cuatro años.
-¿Lo dices en serio Dae? - suspiro dejando fluir la nube de vapor, que se escapaba entre sus labios constantemente por el frío - Yo también estoy cansado.
Su hermano frunció el ceño cruzándose de brazos. Cuando se sentía cansado nadie podía lograr levantarlo o convencerlo para hacer cualquier cosa distinta de dormir, vaguear o comer. Quizás en eso eran igualitos.
-Porfavor Jinie. - Daehyung sabía cómo ganarse a su hermano mayor. Hacerle ojitos y humedecer sus lagrimales con falsas señales de llanto siempre funcionaba. Seokjin jamás podría ver a su pequeño Dae sufriendo, así que simplemente tomó las maletas cediendo a la petición del muchacho.
-Anda, sube a mi espalda hasta que encontremos un taxi o algo similar. Ni siquiera sé dónde podemos tomar el autobús en este lugar.
Dae arrastró sus pies como si hubiera estado caminando durante horas, las consecuencias de pasarse las tardes en casa durante años probablemente empezaban a manifestarse en el instante en que se separaba por más de unos minutos de su minúscula habitación rodeada de libros, videojuegos y ordenadores que ni siquiera usaba.
Jin caminó con su hermano a cuestas hasta encontrar una parada destartalada cercana al muelle en el que los había dejado el barco. Esperaron al menos unos quince minutos antes de que un autobús pasase por allí, al parecer estaban en una ruta antigua que solo acostumbraban a tomar algunos trabajadores de los barcos, y eso reducía las posibilidades para el tráfico de vehículos o transporte público.
Una vez más el viaje fue silencioso, solo interrumpido por las risas de un par de chicas que parecían haberse escabullido de clase. Con sus uniformes perfectamente planchados, sus perfectas caras de porcelana y su perfecto cabello liso. Jeju podía parecer diferente de su pueblo a primera vista, sobretodo por el mar, pero en cuanto a las personas... Bueno, todos simulaban ser iguales hasta ese momento. Algunos más bordes y otros menos, sin embargo exactamente iguales. Nadie había llamado la atención del chico hasta el momento y en su mente no quedaban esperanzas de que algo fuese a cambiar.
Lo único que realmente le interesaba de la isla era precisamente la isla en sí, el paisaje capturaba su mirada incluso si las nubes grises seguían tapando los rayos de sol naranja de la mañana.
Mar. Hacía tantísimo tiempo que no tenía el placer de observarlo, la última vez que lo vio fue pescando con su padre, aquello sucedió poco antes de que empezase a odiarlo. Su vida había sido un camino de espinas hasta admitir lo que deseaba, le confió ese secreto a su padre y el hombre usó esa cara de decepción que hasta la actualidad aún quemaba en la mente de Jin. No lo trató mal al instante, pero sus gestos e indirectas le dejaron claro que no le había agradado en absoluto saber que su hijo era homosexual.
Sus progenitores habían comenzado a mostrar gestos de decepción cuando se trataba de su persona desde años atrás. Seokjin no se consideraba listo en el terreno intelectual que a sus padres les interesaba, desde pequeño había sido la parte traviesa de cada aula de su colegio. Era torpe hasta decir basta con las ciencias, tampoco lograba encontrar interés en la política o el derecho y por último lo más importante, era homosexual. Él solo se sentía atraído por hombres, lo que para muchas personas del mundo supondría un problema solo ante la sociedad tradicional, para él suponía un conflicto consigo mismo.
Su madre quería nietos, una nuera y alguien con quien compartir vestidos. Él quería un chico que lo tocase e hiciese que su piel se erizase, quería a alguien masculino pero bonito, con labios atrayentes y una mirada que pudiese lograr que sus piernas se tambaleasen. Cualquier pequeña alusión a mujeres desnudas le resultaba vacía, por supuesto que sabía reconocer la belleza en las chicas de su edad que de vez en cuando su madre llevaba a casa, pero poder definir algo bonito era diferente a encontrar algo atrayente. Esa diferencia fue lo que desde un inicio lo empujó a elegir a los hombres como sus posibles compañeros de vida.
-Jin - salió de su ensoñación cuando Dae pasó la mano ante sus ojos. Algo casi de película que fue seguido de un fuerte manotazo sobre su hombro. - Van a arrancar y dejarnos aquí si no te levantas.
-Oh - su mirada recorrió el bosque a través de la ventana del autobús - ¿Está seguro de que es aquí?
-Sí chico. - contestó el autobusero mientras tomaba de su bolsillo una cajetilla de cigarrillos. La vista de Jin fue directamente hacia los Marlboro mentolados del hombre. Su estrés solo tenía dos soluciones y puesto que no veía ningún restaurante cercano, esos cigarros podrían ser su salvación - Es el único manicomio que hay en la isla de Jeju.
-El término adecuado actualmente es sanatorio ya que... - trató de hablar Daehyung.
-¿Le sobra uno de esos cigarrillos? No puedo con el estrés. - tomó las maletas y caminó hacia la parte delantera del autobús, el hombre bajó las escaleras y le extendió uno de los Marlboro. Jin quería dejarlo incluso si solo fumaba en las ocasiones que lo superaban por completo, pero de alguna manera no podía. - Muchas gracias.
-No hay de que, uno de estos funciona mejor que cualquier puta. - Jin casi se atraganta con el humo de su preciado tabaco debido a la tosca expresión del tipo. El asco recorrió su interior casi en el instante en el que su mirada siguió la del hombre. - Lo digo en serio. El sexo es bueno pero la nicotina... Todo lo adictivo que quieras, es perfecto cuando te pasas horas al volante de un autobús silencioso. Hago la ruta más antigua chaval, pronto me jubilaré y este sitio quedará mucho más vacío de lo que ya está actualmente. Sigo sin comprender porque todavía las personas hacen turismo en esta zona...
Asintió, más concentrado en disfrutar el placer de una calada que en las palabras del viejo mal hablado. No es como si él fuese el ejemplo de decencia pero había ciertas líneas que no cruzaba.
Fuese una expresión o no, el trato de blancas seguía siendo un extendido asunto en Corea que por norma general se definía de secreto a voces. Prostíbulos camuflados como peluquerías con luces led rojas, mujeres que vivían su vida entre anticonceptivos , hombres borrachos y alcohol... No. Definitivamente no era un buen tema del que mofarse con tanta tranquilidad.
Jin jamás podría usar una expresión como aquella.
-¿Suele estar así de tranquilo siempre esta zona? - se animó a hablar después de unos minutos, mientras dejaba escapar lentamente el humo entre sus labios Seokjin recorrió el lugar con sus ojos. No quería que se acabase. Quería que ese cigarrillo fuese eterno por muchas razones.
La primera era su padre. La segunda ese manicomio a sus espaldas y la tercera, bueno, los pacientes del sanatorio también eran una buena excusa para salir corriendo cuando tu alma era tan miedosa como la de un niño en la oscuridad de su habitación.
-Mmm.. has pillado un buen día. ¿Ves esos coches de ahí? - Jin asintió - Es día de visitas en el ala este, todos los jueves esto se llena de personas que se alejan de aquí lo máximo posible durante la semana. Es la hipocresía de la familia chico. Odian a quienes han encarcelado o les tienen miedo, yo qué sé, yo no sé nada pero siguen acudiendo y eso es mentirse a uno mismo. ¿No crees?
-Supongo. - contestó tironeando de la capucha de la sudadera de Dae hacia él. No le gustaba ni un poco el sitio en el que tendrían que vivir, incluso si la casa estaba a cierta distancia la imagen de un sanatorio tan cercano lograba que su bello se erizase.
Aprovechó su cigarro hasta que ya no había nada que fumar, solo entonces tiró la colilla al asfalto humedecido por la lluvia y tomó una vez más las maletas. Esta vez Daehyung parecía más participativo por lo que las infinitas escaleras que llevaban hacia la puerta del sanatorio en el que su padre trabajaba no supusieron un gran problema a pesar de la distancia.
La respiración de los dos hermanos estaba más acelerada de lo normal cuando llegaron a la cima con sus pesadas maletas y algunas gotas de sudor recorriendo su frente, en un clima tan frío como el que ese concreto invierno estaba suponiendo la subida de las escaleras les había permitido entrar en calor.
Jin pasó la mirada por los jardines que rodeaban el inquietante edificio, ni una sola flor producto de las heladas. Las plantas estaban consumidas y marchitas, los árboles parecían enfermizos y hasta la bandera ondeando en la parte superior de un hasta estaba ensuciada de óxido rojizo.
-Parece una película de miedo - habló su hermano prácticamente leyéndole los pensamientos.
-Sí... vamos a buscar a papá, quizás pueda llevarnos a casa antes de que nos adentremos más en este lugar. - un escalofrío recorrió su espalda - Que mal rollo me da todo aquí, joder.
-La casa está cerca, no creo que las cosas mejoren para ti con el hecho de encerrarte en una habitación desde la que podrás ver este lugar por completo.
Jin ignoró las palabras de su hermano, forzandose a recordar que las películas de terror eran solo eso, películas, ficción, algo no real… excepto para aquellas que se basaban en hechos reales, porque esas existían y eran las que lograban mantenerlo alerta toda la noche con un palo de escoba al lado de la mesilla. Como si una maldita bara de madera pudiera hacer algo contra uno de esos entes hostiles de cabello negro liso, camisón blanco embadurnado de manchas de sangre ennegrecida y ojos demoniacos. Sí, su actitud ante el peligro era completamente nula. Casi podía jurar en voz alta que él sería uno de esos chicos de los filmes slash que se esconden dentro de un baúl hasta que toda la matanza fantasmagórica o sociópata termina y cuando cree que finalmente está a salvo es arrollado por un autobús.
-No estás ayudandome Dae, recuerda esa promesa de ser un poco más positivo de vez en cuando. - Seokjin le dedicó una sonrisa forzada a su hermano pequeño mientras caminaban hacia la recepción del lugar. Acababan de entrar y su piel ya se había erizado.
-Intento ser realista, ayudaría menos mintiendo. - contestó el chico tomando en la mano la caja de chicles y llenándose la boca con estos.
Caminaron con el mismo gesto reticente hasta la mujer que descaradamente leía una revista y jugueteaba con su cabello entre los dedos.
-Perdone, estamos buscando al doctor Kim. Trabaja en el ala oeste, planta tres, adolescentes.
La recepcionista dejó a un lado la revista y sonrió de forma rutinaria antes de tomar el ratón del ordenador.
-Nombre de paciente, cubre la ficha de visitas. Los menores no pueden pasar si el interno tiene problemas de...
-No. No estamos de visita. Hemos venido por mi padre, el doctor Kim. Dijo que hablásemos con usted en el instante en que llegásemos. El subdirector del sanatorio. ¿Lo conoce?
Con la nueva información los ojos de la mujer parecieron iluminarse y rápidamente puso su atención sobre los dos hermanos. Las ganas de acabar con ese juego empezaban a escalar por el pecho de Jin, ¿realmente su padre seguía causando tanta impresión entre sus empleadas? Lo recordaba, nunca podría olvidar todas las mujeres que visitaban su casa cuando era un niño y pasaba las vacaciones con su progenitor.
-Venid por aquí, el doctor Kim está encantado. Nos ha hablado mucho de vosotros chicos. ¿Queréis comer algo? La cafetería no hace muy buena comida para los empleados, pero puedo conseguir algún dulce.
-No. - su respuesta fue tan fría como el hielo. Ni siquiera la había mirado, se limitaba a avanzar por los pasillos con la mirada al frente. Quería acabar con esa tortura lo antes posible.
Subieron hasta la planta tres, caminaron por los pasillos repletos de voces extrañas y gimoteos enfermizos, o quizás era solo su imaginación. Jin quería creer que estaba somatizando el miedo pero el sitio no ayudaba en lo absoluto. No había colores, ni siquiera la claridad parecía querer iluminar las salas cubiertas por altas cristaleras traslucidas. Todo era tan oscuro ante sus ojos que parecían haberse colado en un bucle temporal, los carteles sobre salud mental y avisos para los médicos que un día habían sido blancos estaban comenzando a cubrirse de un color amarillento prueba de que nadie se molestaba en actualizarlos.
Vacío. Todo estaba tan vacío mientras sus pies avanzaban que casi le pareció imposible escuchar la voz ronca de un muchacho discutiendo con su padre.
Estaban al final del pasillo. El hombre que le dió la vida quien seguía exactamente igual que hace seis años, a excepción quizás de esas casi imperceptibles canas desperdigadas por su cabello negro. Y el muchacho que había captado su atención. Era alto, su cabello azabache levemente crecido dejaba entrever un par de bucles en los mechones que descendían sobre una mirada brillante que Seokjin no pudo apreciar por completo en ese instante, sus labios eran gruesos y de un rosa oscuro que pocas veces antes había contemplado en hombres de forma natural. Sin embargo, lo que llamó la atención de Jin fueron sus gritos desesperados. Su discusión certera. No sabía que ocurría y aún así no lograba dejar de mirarlo.
-No pueden quitarme la habitación, la necesito - volvió a replicar dando un paso hacia el doctor Kim - No tiene sentido. Haga algo.
-Jungkook. - ese era su nombre - Encontraré la forma de seguir trabajando contigo pero debes saber que no podrá ser aquí. Llevas casi tres años encerrado y reaccionando de forma violenta cada vez que intentamos sacarte poco a poco. Tus pinturas acabarán diluidas si no nutres un poco tu imaginación.
El chico de cabello azabache se tensó, sus manos comenzaban a temblar mientras avanzaba otro paso hacia el doctor Kim.
-No necesito imaginación. - contestó automáticamente - Lo que necesito es un sitio en el que mantenerme a mí y a mi familia a salvo.
Seokjin y Daehyun permanecieron en silencio, estaban mucho más interesados en la conversación que su padre estaba teniendo con el muchacho que respondía al nombre de Jungkook que a cualquiera de las cosas que la recepcionista había comenzado a explicarles.
-Papá. - Jin habló sabiendo desde el primer instante que la interrupción no sería bien recibida por su padre.
No se esperó en ningún momento que el que más molestia expresaría ante su simple presencia fuese precisamente el pelinegro.
-¿Y tú quién mierda eres? - el chico de labios rosados y cabello negro pasó la mirada de un lado a otro. Observando al doctor y solo unos segundos después a Jin acompañado de su hermano - ¿Tienes hijos? ¿Me vas a sacar de aquí por qué no tienes tiempo para cuidar de ellos?
-Nosotros no somos tu problema. - su voz era ruda en respuesta, estaba a la defensiva. No por ese muchacho sino por lo que sus palabras implicaban - El hombre en el que has depositado tu confianza ni siquiera puede cuidar una planta sin que esta acabe muriéndose. No puede cuidar a sus hijos, ni cuidar a su mujer, a ninguna de las que ha tenido… ¿Cómo podría cuidarte a ti?
El chico que hace unos segundos parecía enfadado con el mundo se permitió sonreír. No conocía demasiado al doctor Kim pero definitivamente parecía ser alguien bueno y con las ideas de vida bien definidas, aunque en ciertos instantes sus comportamientos un tanto contradictorios lo convirtiesen en una persona difícil de definir. Aún así, era cierto que las plantas en su oficina solían secarse por la falta de agua. A menudo desaparecían de una semana para otra antes de que algún miembro del personal consiguiera una nueva. Incluso los cactus se le morían, lo cual le resultaba gracioso.
-Mi problema soy yo mismo, eso lo sé. - contestó finalmente Jungkook, apartando la mirada de los hermanos Kim - Y precisamente por eso necesito ayuda doctor. No puede obligarme a salir, usted mismo lo sabe.
-Hablaremos de esto en otra ocasión Jeon, de momento no te hagas ilusiones. Hay chicos con problemas más graves que necesitan habitaciones y toda la planta está ocupada. Podría tratarte en tu casa pero eso no parece una opción para ti.
Jungkook negó al instante, no volvería a ese lugar. Sus padres jamás habían entendido sus problemas e incluso después de todos esos años en un sanatorio seguían adjudicando sus ansiedades y fobias a simples mentiras. Sería una tortura volver a su casa, escuchar a su madre aporreando la puerta de su habitación y diciéndole que si no salía de casa acabaría solo, sin amigos. Como si ella conociese a los amigos que solía frecuentar, sus únicas amistades podrían tirarlo a los leones por unas buenas deportivas. Había hecho más y mejores amigos en el manicomio, ninguno de ellos estaba tan loco como el mundo real. Al igual que él. Tener una mente débil no siempre implicaba locura.
-No entra en mis planes volver a esa casa. Deme un colchón y un sitio cerrado. Algunos lienzos con un par de botes de pintura negra y varios pinceles, será suficiente para mi. - Jungkook hizo crujir los dedos y observó cómo los dos hermanos se acercaban a ellos - No tengo muchas necesidades.
-Encontraré algo pero debes colaborar en las terapias si hago esto por ti... - comenzó a decir el doctor Kim.
-¿Podrías dejar eso para luego padre? Sé que tu trabajo y las mujeres siempre están varios pasos por delante de la familia para tí, pero hemos pasado media noche en una parada de autobús y la otra media en un ferry. Nos basta con...
-Cierra la boca Seokjin, no tienes ningún derecho a exigir nada. Si estáis así es por tus propios actos. Ahora ve a la cafetería y cómprale algo de comer a Dae, cuando acabe mi turno hablaremos. - se giró hacia Daehyun - ¿No me saludas cariño?
Dae se acercó a su padre dudoso pues el hombre jamás había sido precisamente cariñoso. Lo abrazó sintiéndose incómodo, era uno de esos gestos forzados, constantes en las reuniones familiares. Algo absurdo pero necesario cuando se trataba de mostrar respeto. Ni siquiera sentía confianza con su padre, abrazarlo no entraba dentro de su mente científica.
Para Daehyun resultaba fácil pensar y difícil decidir, era mucho más que simplemente inteligente pero no lograba comunicarse con la claridad necesaria o socializar. Solo Jin podía entenderlo. Su madre se esforzaba pero carecía de paciencia y su padre ni siquiera lo intentaba porque predecía los hechos. Aún así todos en su familia lo amaban.
-Jungkook, ve a tu cuarto si no quieres aprovechar el tiempo de ocio. La conversación acaba aquí. Puedes llamar a mi ayudante para lo que sea pero te sugiero que no lo vuelvas a increpar con amenazas sobre suicidarte. Ambos sabemos que nunca harías eso, Park es un novato y has puesto en peligro sus prácticas por tus deseos egocéntricos. Si te digo que lo solucionaremos más adelante, acatas mi veredicto y punto. Ahora iré a ver a mis demás pacientes. No quiero problemas contigo. - Jungkook bufó - Ni contigo. - Jin se limitó a apartar la mirada y tomar de la mano a su hermano - Dae pide lo que quieras , yo lo pagaré.
El doctor Kim se abrió camino entre Jungkook y su hijo mayor, demasiado preocupado por atender a los chicos que necesitaban su ayuda como para celebrar la llegada de Jin, a quien no veía desde un gran tiempo atrás y quién sorpresivamente volvió a sentir dolor ante el modo tan frío con el que su figura paterna le había vuelto a hablar después de años sin verse o comunicarse.
-Hola, soy Kim Daehyun. - Jin miró a su hermano. Estaba algo nervioso mientras extendía su mano hacia el muchacho desconocido de cabello azabache. - Podemos ser amigos si quieres.
-¿No eres un poco pequeño para mí? - respondió el chico. Dae bajó la cabeza avergonzado y aquello hizo reaccionar al muchacho quién forzó una sonrisa amable. - Kim Daehyun, puedo ser tu amigo si eso quieres pero no soy una persona entretenida.
-Tengo quince años, y eso no importa. Yo tampoco soy entretenido pero Jin y mamá siempre mencionan que puedo encontrar a personas que se sientan bien a mi lado si busco bien.
Jungkook sonrió antes de girarse hacia la puerta de la habitación.
-Yo no me creería eso Dae, el mundo es una gran poza llena de bacterias dañinas e invasoras.
-Oye tú, no le digas eso. - Jin comenzó a hablar pero solo obtuvo un portazo de parte del chico de los labios bonitos. Ni siquiera se había molestado en responderle.
Con un suspiro escabulléndose de su boca, Jin acarició la mejilla de su hermano y se agachó levemente para mirarlo directamente a los ojos.
-No le hagas caso, nadie sabe sus circunstancias. El mundo es una mierda pero no para todos, estoy seguro de que solo tienes que buscar un poco más hasta encontrar a un par de buenos amigos que te completen.
-Pero... Tú no tienes amigos Jinie.
-No todos sabemos cómo cuidar algo tan delicado como eso Dae. Pero tú sabrás hacerlo bien. Te lo prometo.
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Hiiii!
Por aquí os dejo el segundo capítulo de Agorafobia versionado para el Jinkook. Espero que os agrade, solo recordaros que también podéis encontrar la versión original de esta fic en mi perfil con el ship Namjin.
Cambiaré muchas escenas para que la historia se adapte bien a JinKook.
Un beso,
os amo
Mel
💜
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