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Capítulo 13

—Entonces, ¿te negarás a hablar? - preguntó el doctor, sosteniendo en sus manos la libreta que usaba en cada una de las sesiones con Jungkook.

—Creo que he perdido la confianza, tal vez hablar suponga un gran error para mi. Hay cosas en mi pasado que mi mente se está empeñando en aislar, el mundo solo me envía flashbacks de lo que sucedió con mi hermano. No quiero volver a pensar en eso. - Jungkook hizo una pausa, había comenzado a juguetear con sus manos debido al nerviosismo que ese tema le ocasionaba. - Debería poder decidir por mí mismo qué cosas mencionar y qué cosas mantener en un rincón de mi cabeza hasta que me olvide de ellas. - Kook se sentó sobre la butaca y tomó con manos temblorosas una de las cervezas sin alcohol que el hombre le había ofrecido. - ¿No es así como todos olvidan el dolor? Si dejas lo que te daña a un lado, te acabas olvidando de ello.

—Olvidarse de algo y deshacerse de algo son cosas diferentes. Si lo dejas a un lado volverá en cualquier instante Jungkook, el cuerpo funciona así. La depresión no llega en el peor momento, llega cuando te relajas para recordarte que aún debes solucionar muchas cosas. - Jungkook evitó la mirada del doctor, ese hombre había supuesto un refugio para él en los últimos años de soledad autoimpuesta... Sin embargo, después de lo sucedido con Jin solo una semana atrás su mente había comenzado a formar una imagen del hombre ante sus ojos muy diferente a la que solía tener del mismo cuando se encontraba completamente aislado entre las paredes del sanatorio. Lo cierto es que ya no podía confiar en él. No quería hacerlo. - Es tu decisión. Pero en algún momento tendremos que forzar de nuevo esta conversación. El motivo por el cual te echas la culpa de la muerte de tu hermano,el  porqué de que creas que tus padres ya no te quieren. Tenemos demasiadas conversaciones pendientes.

Jungkook asintió sin prestar atención y alzó su mirada hacia las ventanas. El sanatorio podía verse desde su posición, al igual que la nieve que con la llegada del invierno comenzaba a cubrir las calles de una blancura especial. ¿Cuánto hacía que no podía tomar entre sus dedos esa fría capa de nevisca? Esos tiempos en los que ver el suelo cubierto de nieve eran sinónimo de sonrisas cómplices con su único hermano, esos días de hogueras improvisadas en el jardín trasero de su casa con mantas a la espalda y trineos hechos de los elementos más rudimentarios porque cualquier cosa servía para que se divirtieran. Todos esos instantes se habían terminado.

Pasó la mano por la botella de cerveza sintiendo el frescor de esta y se la llevó a la mejilla. Odiaba las consecuencias de pasar demasiado tiempo encerrado, sus piernas eran más débiles que nunca y se acaloraba con gran facilidad. Tiempo atrás a Jeon Jungkook le había gustado el deporte, él solía correr casi todo el tiempo sin cansarse lo más minímo y ahora… su cuerpo no era más que un resquicio de lo que un día él mismo fue como persona.

—Supongo que me arriesgaré. - susurró. - No quiero recordar, no quiero curarme. No merezco vivir una vida a cambio de la que quite.

El doctor suspiró y volvió a apuntar algo en su cuaderno. A veces Jungkook se preguntaba si realmente le importaban esas charlas o si simplemente cumplía profesionalmente con su trabajo. Después de unos días en esa casa pudo comprender que el señor Kim vivía encerrado en la burbuja que la psiquiatría le proporcionaba, con todos esos libros decorando la gran biblioteca de su despacho y las láminas enmarcadas sobre el cerebro humano. Su puesto como director del sanatorio era mucho más importante que sus hijos y no le costaba admitirlo, tampoco demostrarlo por lo que el mismo pudo llegar a observar desde el silencio de su personalidad callada.

"El trabajo me permite vivir, mi hijo solo me da problemas" - había mencionado durante la cena del día anterior, el señor Kim no comprobaba demasiado las reacciones de sus hijos. De lo contrario la noche anterior habría logrado ver el malestar que tanto Daehyun como Jin mostraron ante aquellas palabras. Sin embargo, su discurso continuó mientras deboraba la comida. - "Dae es distinto, no es como Jin. Así que supongo que con el pequeño es distinto, es más inteligente y pone interés en las cosas que realmente importan. Se parece más a mí, Seokjin en cambio muestra los mismos gestos que su madre. Es débil. "

La cara de Seokjin fue la verdadera definición de un mal realizado intento de indiferencia en aquel momento, sin embargo durante la noche Jungkook lo escuchó llorar. Y una vez más se recostó a su lado sin que el chico lo pidiese, regalándole la compañía y cariño que para ser sinceros él mismo necesitaba. Jin se estaba convirtiendo en su confidente mudo, alguien a quién se abrazaba, hablaba y nunca le echaba nada en cara. Últimamente Kook simplemente se limitaba a abrazarlo mientras tarareaba alguna canción o intentaban ver una película en ese viejo televisor que el doctor Kim se empeñaba en mantener en la sala de estar, a pesar de las continuas interferencias que acababan con todos sus intentos de ver algo por más de media hora.

Jungkook había empezado a comprender poco a poco porqué la personalidad de Seokjin podía parecer fría aún si sus actos no lo eran en absoluto. El hijo del doctor trataba de presentarse a sí mismo como alguien egoísta, alguien al que ya no le importaba nadie en el mundo además de su hermano pequeño. Pero ese alguien que pretendía ser egoísta siempre le preparaba su desayuno favorito, tostadas repletas de Nutella con rodajas de plátanos. Ese alguien también exprimía las mejores manzanas para regalarle un zumo levemente ácido, con una gota de miel cada vez que el clima frío le provocaba un resfriado que tornaba su voz afónica.  Así era ese muchacho en la intimidad, dispuesto a ayudar pero sin implicarse del todo. Dando mucho más de los que otros darían mientras creía ser un narcisista.

Ojalá todos los narcisistas del mundo fuesen como Kim Seokjin, de esa manera el mundo sería un lugar mucho más bonito.

—Doctor... - lo llamó Jungkook, con voz tranquila. - Jin sigue ahí fuera a pesar de la nieve, ¿no debería llamarlo?

El médico se encogió de hombros, quizás levemente nervioso. Jeon Jungkook era intuitivo, había visto cómo el hombre se preocupaba a veces por sus hijos, pero a la vez los destrozaba con críticas y al parecer también golpes. Era tan contradictorio que ni siquiera lograba sacar una teoría acerca de qué se le pasaba por la cabeza. Su mente se encontraba llena de dudas debido a eso. ¿Estaba justificada la violencia debido a la preocupación y la deficiencia comunicativa? No, claro que no. La violencia nunca puede ser justificada incluso cuando muchos se empeñan en definirla como simples muestras del instinto humano.


Jin era diferente, era distinto y su padre no podía aceptarlo. No por su condición sexual, sino porque como el resto de personas tenía sus propias ideas acerca de cómo vivir la vida que le había sido dada. Eso exactamente le resultaba obsesivamente estresante al doctor, se convertía en un dolor en el culo si alguien le llevaba la contraria en el modo de hacer las cosas. Ese hombre ante sus ojos solo aceptaba, conocía y seguía un modelo concreto de conducta. Y que Seokjin además de ser diferente al resto, se pareciese a su madre… también parecía molestarle.

El doctor hacía muchos comentarios con respecto a la que en el pasado había sido su mujer, Jungkook había recogido lo suficiente como para comprender que el hombre estaba dolido por haber sido dejado y apartado. No era el tipo de dolor que el amor dejaba, sino el que el egocentrismo forma.

Había muchas otras cosas, elementos que en medio de su silencio Jungkook había logrado percibir. Los pendientes de la oreja derecha de Jin, el señor Kim se los arrancó de cuajo solo dos días atrás cuando discutieron por el hecho de que llevarlos era femenino y en un sitio tan pequeño todos lo mirarían mal. Después le cosió la herida con cuidado para sorpresa de todos.

Lo golpeó en otra ocasión por llegar tarde a casa, sin embargo al día siguiente le regaló un abrigo para que se cubriera del frío invernal que comenzaba a hacer en Diciembre.

El hombre era algo impredecible, eso era lo que más miedo le causaba a Jungkook. Y por lo que había llegado a ver con sus ojos, también a Seokjin.

—Jin podrá volver por sí mismo, Jungkook. - dijo tras varios segundos de silencio.

—Pero es tarde y si está estudiando saldrá cansado. El autobús no pasa a esta hora, ¿cierto? - Estaba levemente preocupado. No por Jin, sabía la hora a la que llegaba a casa y no había nada antinatural en que entrase por la puerta temblando de frío cuando ya había anochecido. Estaba preocupado por forzar al doctor a reconocer su preocupación.

—Te lo repito Jungkook, él es lo suficientemente grande como para saber qué hacer. Encontrará la forma de llegar a casa sano y salvo, incluso si el autobús no pasa por la zona del monte a esta hora. Y si no lo hace, le servirá para aprender que no debe salir de la biblioteca tan tarde.

Un suspiro involuntario se escapó de la boca del muchacho.

—Siempre lo hace. Solo. - Jungkook observó los lentos copos de nieve sobrevolar el patio trasero de la casa que se percibía desde la ventana del despacho del señor Kim. - Siempre encuentra la forma de llegar sin ninguna ayuda. Usted es su padre, debería recogerlo alguna vez. Y si está nevando…

El doctor finalmente miró por la ventana, pronto anochecería del todo y la nieve cada vez era más densa.

—No me ha dicho donde estudia. Puedes llamarlo si quieres para preguntarle, dile que le pida ayuda a algún amigo. Yo tendré que ir a ayudar al sanatorio, no podemos dejar que las cerraduras de las puertas vuelvan a congelarse. ¿Recuerdas lo que sucedió el año pasado? Se oxidaron por completo cuando el frío pasó, debido a la congelación del hielo.

—Lo recuerdo. - respondió el agorafóbico sin ganas.

Sólo unos minutos después se encontraba tirado en el sofá, con el hermano de Jin a su derecha jugueteando con un ajedrez de bolsillo y el televisor mostrandole de nuevo las malditas interferencias que siempre llegaban en la parte más interesante de algún programa. Kook observó a Dae con una sonrisa y bajó el volumen del molesto televisor.

—¿Sabes cómo jugar? - el muchacho sonrió y asintió rápidamente - ¿Por qué juegas solo Dae?

Daehyun suspiró sintiéndose nervioso. Jugaba solo porque Jin no estaba en casa, así que no le quedaba nadie con quien compartir ese tipo de juegos. Su padre no estaba demasiado interesado en ello, así que aunque su hermanomayor  fuese realmente malo jugando siempre suponía una elección adecuada. Seokjin no se negaba nunca, una sonrisa cálida del menor y el mayor aceptaba al instante, su fortaleza de hielo se derretía cuando las personas se volvían cariñosas con él.

—Jin no está, así que no tengo con quien jugar.

Jungkook asintió mirando al chico. Se sentía extraño ver un ajedrez de nuevo, desde la muerte de su hermano no había visto ni tocado uno.

—Puedo jugar contigo si quieres. - Dae alzó una ceja con expresión desconfiada y Jungkook sonrió. - Sé cómo hacerlo, no te preocupes.

Daehyun negó por unos instantes antes de aceptar la oferta del agorafobico. Por algún motivo sentía que practicar sus partidas con alguien que no fuese Jin suponía una especie de traición. A la vez sabía que su hermano no se ofendería en broma debido a su pequeña traición, en realidad alegrándose por verlo feliz. Por eso finalmente asintió efusivamente y colocó la pequeña tabla sobre el sofá.


Jungkook miró una vez más por la ventana antes de comenzar el juego, la nieve era cada vez más intensa, parecía hacerse más peligrosa con la llegada de la noche. La hierba del jardín había pasado del intenso verde a una espesa capa blanca, los árboles también mostraban montículos de copos por la fresca nevisca. Pero lo que realmente hacía que se preocupase se basaba en ese silbido del viento que se podía escuchar desde el interior de la casa mientras la chimenea iluminaba el tablero de ajedrez.

-Jaque mate. - exclamó Daehyun divertido por su momento de desconcentración.

Jin todavía no llegaba a casa, sabía que el trabajo en ese restaurante le quitaba tiempo pero durante toda la semana llegó a una hora fija. Ni siquiera entendía porque le preocupaba una persona con la que sólo compartía habitación y un par de besos cuando se encontraban con el estado de ánimo demasiado bajo como para mantenerse en soledad, pero con el tiempo era inevitable que las personas que veía a diario comenzasen a hacerse un hueco en su vida, y por lo tanto en ocasiones también en su corazón. Los días malos los llevaban a buscar consuelo en las soluciones más absurdas, y generalmente las respuestas siempre se basaban en sumirse en el amparo que los brazos del otro proporcionaban. Solo necesitaban calor, un abrazo apretado, incluso si las manos que lo proporcionaban estaban igual de frías que su propio cuerpo.

—Jungkook. - Dae reclamó un poco de atención en el juego. - Has dicho que sabes jugar, te toca.

El mayor asintió aún distraído, para su sorpresa durante las tres partidas que jugaron Daehyun ganó cada una. Y el tiempo seguía pasando, la noche oscureciendose, incluso el viento se había levantado todavía más logrando que algunas ramas cediesen con el peso extra que les aportaba la nieve. No había silencio en esa noche de tormentosa nevada, Seokjin no regresaba a casa.

—Dae ve a ducharte, si el tiempo empeora nos volveremos a quedar sin luz.

Aunque el pequeño dudó unos instantes término por asentir, comprendiendo al instante que en realidad Jungkook tenía los pensamientos puestos en algo totalmente diferente de su juego.

¿Cómo regresaría Seokjin en medio de toda esa nieve a una casa que se encontraba en la parte más alta de las montañas?

Jin dejó escapar un gruñido debido al frío que ya cubría hasta la más mínima zona de su cuerpo, la nieve se había acumulado sobre su cabello y hombros. A pesar de todo sonrió al notar como Jungkook lo observaba con el ceño fruncido desde una de las ventanas de la casa, la luz naranja de la estancia rodeaba la silueta del muchacho y aportaba por primera vez un toque hogareño a esa oscura cabaña. Al menos últimamente tenía más compañía que nunca, el trabajo llenaba sus días de felicidad, podía sentirse libre después de mucho tiempo e incluso había logrado que su padre creyese que estaba estudiando economía en la universidad. Todo estaba saliendo bien y precisamente eso era lo que lo asustaba tantísimo. Cuando algo funcionaba de la forma adecuada era sinónimo de que pronto todo se estropearía, sin embargo estaba dispuesto a disfrutar del tiempo que le durase la buena suerte.

Abrió la puerta y cerró los ojos dejando que la temperatura cálida de la casa se ocupase de entibiar su cuerpo después de una larga caminata bajo la nieve.

—Llegas tarde. - la voz de Jungkook era tan ronca como dura, eso le causó una sonrisa cínica en la mirada. - Y estás repleto de nieve, deberías subir ahora mismo para darte un baño de agua caliente.

—Lo sé, no necesito que me…

—Y el clima es una mierda, ¿has caminado bajo la nieve desde el centro? Debes estar loco si crees que eso es una buena idea. Podrías haber llamado a alguien. Jin, realmente es peligroso que estés solo en las calles con este tiempo.

Seokjin se relamió los labios mientras se deshacía de su abrigo. Era interesante comprobar que realmente Jeon Jungkook podía preocuparse por él después de compartir tan sólo unos besos y un par de jornadas de buen sexo, aunque en el fondo los dos sabían que había sido mucho más que eso. Ambos habían comenzado a forjar abrigo en esos encuentros. Por eso lo miró a los ojos, bastaba eso para ver el nerviosismo fluir por todo el cuerpo del chico agorafobico.

Las manos de Jungkook temblaban un poco mientras sostenía una infusión caliente entre sus manos, probablemente congelado debido al clima frío que ahora envolvía la casa en una zona montañosa como aquella.

—¿Te has preocupado por mí Jungkookie? - sabía cómo mirarlo, como tocarlo e incluso como hablarle y quizá ese fue el motivo por el que casi en un acto reflejo decidió acunar la mejilla de este. En un tiempo tan corto había aprendido mucho de Jungkook solo observando, aunque era callado el chico también podía llegar a mostrarse como un libro abierto con sus expresivas reacciones. Eran diferentes en millones de cosas e iguales en tan sólo una. Vivían necesitados de atención y cariño, de algo que les ayudase a borrar las marcas de angustia de un pasado que desearían borrar de sus memorias. Jungkook necesitaba deshacerse de un enorme peso del que Jin todavía no conocía el origen y él mismo porque necesitaba unos brazos en los que esconder sus penas.

—No estaba preocupado. - Jungkook apartó al instante las manos de Jin de su cuerpo. Un poco enfadado pero completamente aliviado por el hecho de poder ver a Seokjin sano y salvo. En casa, al fin.

No podía fingir que ese chico no le causaba algo. Jin era precioso, con una piel perfecta, ojos brillantes, manos fuertes y personalidad impredecible, pero aún así no le gustaba depender de otras personas para curar sus heridas. Las cicatrices más duraderas eran un recordatorio de que errores no se podía permitir volver a cometer, por eso sentía pánico cuando la felicidad ocupaba su corazón durante los instantes en los que lograba captar toda la atención del hijo del doctor. Si olvidaba sus fallos con él ya no le quedaría nada para evitar caer en la desgracia por segunda vez.

—¿Me estás rechazando? - preguntó Jin sin demasiado interés. - Puedes decirlo directamente. No necesito tus juegos.

—No es un juego. Cuando te necesito acudo a ti, tú haces lo mismo cuando te sientes mal pero en este instante no hay nada que nos perturbe, así que no hay motivo para estar juntos esta noche.

—No hemos cumplido esa norma nunca. No te hagas el interesante, sabes que esto es puramente placer mutuo. Yo quiero un poco de euforia y tú algo de diversión. ¿Acaso vas a encontrar un entretenimiento mejor en esta casa? - Jin no mentía, incluso si ambos habían desarrollado un cariño mutuo entre las paredes de ese lúgubre lugar… todavía continuaban encontrándose piel con piel a cambio de una terapía de choque que solo el sexo les aportaba.

Jungkook bufó pero aceptó las palabras de Jin. Bastó sentir las manos del chico sobre su cintura para dejarse llevar por las necesidades de su cuerpo. Instinto, se juró a sí mismo que era tan sólo la naturaleza masculina reclamando sus necesidades. Eso era tan absurdo, sus necesidades no le importaban. Lo único que atraía su atención era al fin y al cabo, Jin rogando por sexo. Ya podía sentir su erección creciendo de forma inevitable, la manera en que sus pantalones le apretaban la entrepierna o como su respiración se volvía cada vez más pesada tras arrinconar a Seokjin contra la pared.

Ni siquiera supo cuándo, pero la taza de infusión de jengibre desapareció de sus manos en solo un instante aportandole una mayor movilidad para desprender cada copo de nieve del flequillo que caía en ondas sobre los ojos marrones del hijo del doctor. Su mirada atractiva lo obligó a estremecerse por un instante antes de dejarse llevar.

—Ah, ha sido un día duro así que más te vale darme un buen premio. - susurró al oído de Seokjin.

Jin sonrió levemente y besó con fuerza el cuello del muchacho, quien ya se removía necesitado contra su pecho. Las posiciones cambiaron en un instante, la imagen de Jeon Jungkook pegado a la pared, manteniendo las manos sobre su pecho y los labios abiertos en busca de un beso, era apabullantemente encantadora. El chico era guapo, bonito incluso. Seokjin estaba dispuesto a admitir eso.

—Tengo que desnudarte, dilatarte y darte un buen regalo. Demasiado trabajo Jungkookie, tal vez me niegue a ello. - bromeó.

—Ugg, cállate y hazlo. Sabes que he tenido un mal día. - Jungkook acarició el cabello de Seokjin encantado de notar como este comenzaba a bajarle los pantalones sin prisa. - Jinnie…

—Supongo que si has tenido un mal día podré ayudarte. - Jin volvió a sonreír, sabía que Jungkook admiraba esas arrugas que se formaban alrededor de sus ojos cuando lo hacía. El propio chico se lo había confesado en algún momento.  - ¿Quieres que sea bueno contigo precioso?

Jungkook sonrió al escuchar ese apodo, Jin se había relajado e incluso empezaba a tomar las riendas en esa extraña relación suya.

—Abre la boca, precioso. - Jungkook no tardó en obedecer ante el pedido de Jin. - Vamos a hacer esto rápido para que mi hermano no nos pille en una situación delicada.

—Jin, solo hazlo - protestó Jungkook.

—¿Sabes qué? - los dos se miraron a los ojos - Voy a hacerlo lo antes posible. No te soporto protestando por todo.

—Y yo menos así que hazlo de una maldita vez idiota.

Ambos sonreían mientras hablaban de esa forma, ya no se odiaban. Tal vez nunca lo habían hecho. Al menos Jungkook jamás sintió odio por nadie, no creía en eso. Jin era diferente, odiaba con facilidad y no se arrepentía por ello pero su odio no era egoísta como él mismo creía, este siempre tenía una justificación. No implicaba venganzas absurdas, solo era eso. Odio.

—Jinnie. - Jungkook realmente había tenido un mal día. La espera hasta ver a Jin atravesar el camino principal de la puerta de la casa, había sido angustiosa.

Por su parte, el hijo del doctor no había tenido un día mejor. No por su jefe, no por el restaurante, ni siquiera por su padre, sino por él mismo. Se había despertado con la sensación de ansiedad pegada a su pecho y sólo quería dejarlo todo a un lado. Por eso necesitaba a Jungkook en ese instante. Incluso si sonaba cruel, le daba igual usarlo como objeto, no le importaba nadie más a parte de su hermano. Ese chico no era nada ni nadie en su vida, se conocían de un par de semanas. El sexo era bueno, los besos eran buenos pero ellos eran un puto desastre todo el maldito tiempo.

Como Jungkook le pidió, lo hizo rápido. Llevó sus dedos hasta la boca de este y lo observó chuparlos por casi un minuto mientras jugueteaba moviéndolos por sus labios rojizos del color de las cerezas. Su mirada se mantenía fija en la lengua del chico.

-Mmmm. - Jungkook era un experto en la tarea de provocar al hijo del doctor, porque de alguna manera aquello se había convertido en una de sus cosas favoritas.


En cuanto notó que el tiempo se le iba de las manos lo colocó de espaldas a él. Sus manos eran fuertes en comparación con los delicados movimientos que Jungkook realizaba, era casi curioso, cómo alguien tan exagerado, competitivo y fastidioso como él podía transformarse en la definición de complacencia cuando se trataba de placer. Miró las curvas de la cintura de Jungkook y las perfiló con las manos escuchándolo gimotear con antelación. Rápido, iba a hacerlo así hasta que recordó que justo en ese instante lo podía observar más claramente que nunca. La luz naranja del salón tropezando contra cada característica única de su espalda.


-Jinnie... - protestó Jungkook interpretando su mejor papel de chico inocente.

El hijo del doctor sonrió una vez más, mostrando el precioso brillo que sus ojos obtenían cuando su felicidad era sincera. Sin piedad alguna pero tras asegurarse de que Kook estaba lo suficientemente necesitado de aquello, hundió uno de sus dedos en la entrada de este. Pronto lo escuchó maldecir mientras se removía bajo su toque.

—¿No dijiste rápido? - su boca cerca del oído del chico. Su mano derecha acariciando la cintura de este y bajando por la piel hasta llegar a la entrepierna. El segundo dedo llegó sólo unos segundos más tarde. Jungkook gimoteó directamente, arqueando su espalda cuando el hijo del doctor tocó su punto más dulce.

Estaba encantado tocándole el cuerpo de una forma tan descarada. Disfrutaba de cada sencilla reacción por parte del otro, incluso sus respiraciones y gemidos acallados lo excitaban. Jungkook estaba así por él, era sólo sexo pero valía la pena por sentirse a gusto de nuevo. El placer lo llenaba por completo, instantes en los que el mundo se reducía a aullidos, en los que ellos eran solamente dos chicos que se atraían en lugar de dos locos con problemas de socialización. ¿Era tan ridículo afirmar que el sexo en sus circunstancias les daba toda la libertad que jamás tendrían por sí mismos? No importaba. Nada. El mundo desaparecía para ambos, se reducía al contoneo de caderas, a las manos masculinas repletas de fortaleza, a los tirones de cabello sin vergüenza y a las estocadas certeras.

—Rápido - repitió Kook.

Y una vez más Jin obedeció al instante. Aún no le quedaba claro quién dominaba a quien, sin embargo le gustaba la idea de que ambos fueran exactamente iguales en sus batallas. Estaban en el mismo bando.

—Un día de estos pintaré tu cuerpo. - habló con la voz ronca el agorafóbico, colocándose para recibir a Jin. - Y te encantará cada pincelada de color negro.

—Ah, no es buen momento para decirme que me harás un cuadro. - Seokjin gimoteó mientras lanzaba sus defensas ante la presencia de cualquier tipo de sentimiento.

—No voy a pintarte un cuadro, esos una vez acabados permanecen siempre iguales. Se vuelven aburridos con el tiempo, si tienen significado son un arma de punta afilada... No, yo haré de ti un cuadro. Pintaré sobre tu piel, zonas que nadie más podría llegar a pintar. ¿No te gusta la idea Jinnie? Desnudo ante mí, siendo mi lienzo. Y cada noche una pintura distinta en tu cuerpo.

—Entonces pintame de colores. Yo no quiero tu escala de grises y negros. Mi cuerpo merece una obra de arte que atraiga miradas en lugar de lágrimas.

—Lo haría, pero no sé qué son los colores. Yo solo conozco blanco, gris y negro.


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Hii!!

No sé ni cómo me ha dado tiempo a tener el capítulo pero me lo ha dadoooo!! Espero que os haya gustado baes.

Un beso,
os amo
Mel
💜

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