Capítulo 11
Tan solo observando el ambiente que lo rodeaba Jin sabía que se encontraba en el centro de la ciudad, no por los coches o la gran cantidad de edificios que rozaban el cielo, sino por todas las personas que apuradas chocaban contra él sin voltearse a pedir disculpas. Nadie, literalmente nadie, le había prestado la más mínima atención.
El sol naranja iluminaba las calles dejando un rastro colorido contra los cristales de las tiendas y edificios, el viento era leve pero frío y sus manos enfundadas en unos finos guantes de lana negra se mantenían calientes mientras caminaba sin prisa. A su alrededor parecía ser un pecado tomarse tanta calma, pero a Jin siempre le había gustado observar lentamente el entorno. Arrastrando sus pies, sin ninguna prisa se permitió tararear la canción que sonaba en sus auriculares, sus ojos brillando ante el amanecer y su cabello tostado por la luz dorada. No le importaban las miradas de las personas, de alguna manera hacía demasiado tiempo desde que se había rendido ante la idea de que si no podía encajar en el concepto de normalidad establecido entonces intentaría ser libre con sus diferencias.
Sonrió levemente, a pesar de que comenzaba a acostumbrarse a su nuevo entorno todavía se ahogaba cuando permanecía demasiado tiempo dentro de esa casa de los horrores. No soportaba ver a su padre, convivir con él era probablemente el peor castigo que le habían dado nunca. Su madre jamás pensó en sus emociones al tomar una decisión así.
Por supuesto que nadie conocía realmente cuales eran los motivos, Jin no era elocuente hablando acerca del motivo que lo había llevado año tras año a desarrollar una enorme animadversión hacia la figura paterna que muchos llamaban “su padre”. Par él ese hombre no se parecía en nada a un modelo de conducta, en realidad era más un ejemplo de lo que él jamás querría llegar a ser.
Su vista captó un papel con letras grandes en la galería de un pequeño restaurante de aspecto humilde, este parecía estar caracterizado por la repostería tradicional coreana. Una sonrisa invadió su cara. Llevaba varios días tratando de encontrar trabajo sin exito alguno, la ciudad era un sitio que él todavía no conocía y dejar sus curriculums en tiendas de ropa o centros comerciales no había servido de mucho cuando generalmente los encargados no querían a alguien sin experiencia. Tampoco había tenido suerte en restaurantes de cocina moderna, donde las técnicas que pedían se alejaban mucho de lo que Jin había aprendido. En cambio cuando se trataba de cocina tradicional sí podía decir que había pasado varios años trabajando mano a mano con los cocineros de los locales de su pueblo natal. Algo así le serviría para alejarse de la rutina, al mismo tiempo podría salir de aquella casa y desconectar de vez en cuando.
Respiró con profundidad antes de decidirse a entrar, hasta el momento nadie lo había querido contratar. La cocina que exigían en la mayoría de restaurantes modernos era pobre de sabores, a él le gustaban los platos repletos de condimentos pero al parecer en los restaurantes preferían comidas sanas y de buena apariencia. El sabor tenía que ser bueno sin embargo no arriesgado, la presentación y decoración parecía ser mucho más importante que la cantidad.
-Perdone, vengo por la oferta de trabajo que hay en el cartel de la entrada. No tengo estudios como cocinero pero he traído recomendaciones de restaurantes en los que he... - el encargado del local alzó una ceja sin tomar los papeles que Seokjin le ofrecía.
-Especificamos que el chef debe ser un profesional. - habló el hombre mientras limpiaba la barra con una balleta amarilla. - Pero puedes hacer una prueba como pinche, en un par se horas llegará un chico interesado en el puesto de cocinero que entrará a trabajar por un período de prueba de dos meses. Él decidirá si quiere trabajar contigo, si te parece bien.
Jin frunció el ceño y guardó las cartas de recomendación de sus antiguos jefes. Quizás después de todo debía inscribirse en la universidad, aunque no como contable o cualquiera de las otras opciones que sus padres habían barajado sin tener en cuenta ninguna de sus opiniones. Estudiar para convertirse en gran chef era un sueño tan bueno como otro cualquiera, en las últimas semanas incluso había estado baranjando la idea de empezar a estudiar sobre la nutrición y las características de determinados alimentos.
–¿Tardará mucho? - preguntó finalmente.
–No lo sé, solo viene a presentar documentación así que ni siquiera es un hecho el que vaya a quedarse. Vuelve otro día si lo prefieres, chico.
De nuevo con un suspiro Jin abandonó el lugar, la sensación de que estaba perdido era cada vez mayor. A su edad y sin ningún estudio que le diera oportunidades de tomar un buen puesto de trabajo, sólo podía aspirar a ser camarero y pinché de chefs que la mayoría de las veces ignoraban todas sus ideas. Le frustraba tanto pensar en el futuro que había comenzado a escudarse en la falsa mentira de que no le importaba, que sus sueños no eran compatibles con la realidad que vivía y que ese era el motivo por el cual nunca los cumpliría.
Lo cierto es que sentía miedo. De la vida, de los costosos gastos de las universidades y de que hacer más adelante. Su madre nunca había estado presente en los momentos difíciles de su vida, aún así le resultaba sencillo esconderse en su casa, esperar sin hacer nada y trabajar en su zona de comfort. Mientras, en su mente, los objetivos de un mejor futuro se construían y derrumbaban una vez tras otra.
Jin siguió el camino sin rumbo fijo. Se limitaba a moverse por el área comercial, entraba a cada local pero la respuesta siempre se repetía. La experiencia sin títulos no les importaba demasiado cuando había muchas otras personas interesadas en los puestos mejor preparadas de lo que él lo estaba, tampoco las recomendaciones parecían funcionarle. Todos querían a un hombre con estudios y diplomas que poder colgar de las paredes con el objetivo de atraer a la gente. Así que antes de volver a la estación de autobuses se prometió regresar en otra ocasión al pequeño local de comida tradicional.
Para cuando llegó de nuevo a casa sus ánimos estaban por el suelo y ni siquiera la sonrisa de su hermano pudo calmarlo. Subió a su habitación e ignorando al pintor se dejó caer sobre la cama y escondió la cara en la almohada, quería llorar hasta quedarse dormido. Le dolía el pecho debido a la ansiedad que le causaba pensar que tal vez nunca llegaría a ser lo suficientemente bueno. Necesitaba un plan de futuro pero no quería uno, no queria entrar a una academia o universidad siendo el más viejo de todos los alumnos. No le apetecía ser considerado el peor, su mayor miedo residía en enfrentarse una vez más a los profesores hostiles y los alumnos competidores. Matarían su ilusión en solo un par de semanas.
–¿Un mal día? - la voz dulce de Jungkook sonó en sus oídos, desde lo ocurrido el día anterior en la ducha no habían hablado o compartido momentos juntos más allá de algunas charlas rutinarias.
–Un pésimo día. - dijo con frialdad. No estaba enfadado con el pintor, sino con el propio mundo. - Odio este sitio.
–¿Quieres hablar de ello? - Jungkook estaba siendo más amable que de costumbre y Jin no pudo evitar reír, el sexo lo había suavizado como la miel a las abejas. Los dos habían dejado salir muchas cosas que llevaban atrapadas en su interior desde hace mucho, aquel día se liberaron.
Se sentó sobre la cama y miró con curiosidad al chico, estaba pintando de nuevo. Las pinceladas lentas mientras sus ojos se centraban en el lienzo, su ceño levemente fruncido señalizaba que algo en la pintura no acababa de convencerlo. Seokjin confirmó que era así cuando Jungkook posó el pincel sobre la mesita y dejó a un lado su obra.
–No he encontrado trabajo. - Jin miró como el pintor se limpiaba las manos y cruzó sus piernas todavía sentado en la cama. - Y ni siquiera han comprobado mis actitudes.
–Dijiste que ibas a inscribirte en una academia, tal vez deberías hacer eso primero.
Jungkook no estaba ayudando en lo absoluto pero no lograba pensar en lo que el hijo del doctor podría estar sintiendo. Solo cuando lo escuchó bufar en alto cambió el rumbo de sus palabras.
–Te has frustrado, es normal. No es el fin del mundo Jin. No siempre vas a obtener lo que quieres, inténtalo otro día y si todavía no es posible piensa en lo que debes cambiar para que lo sea. Quizás no has ido al lugar adecuado o tal vez simplemente todavía no es el momento, puede que no cumplas las espectativas necesarias. ¿Quieres ser cocinero, cierto? - Jin asintió - Si no te convence la universidad prueba con algún cursillo, toda referencia que abulte tu curriculum podría ayudar.
Jin se mantuvó en silencio durante unos segundos, observando a Jungkook sin saber bien qué decir.
–Deja de decirme lo que hacer, necesito relajarme y no puedo cuando me recuerdas lo que pienso a cada instante.
Seokjin se levantó y se acercó a Jungkook con un puchero en los labios, estaba siendo coqueto. Una parte de él que jamás le había dejado ver al pintor, algo que en realidad era más una mala costumbre que una forma de conquistar. Habían sido pocos los hombres en su vida, sin embargo tenía por costumbre poner la voz levemente ronca o hacer mohínes cuando buscaba atención. A veces funcionaba, otras sólo derivaba en que lo apartaran de un empujón.
–Oye esto... pensé que solo sería una vez. - Jungkook fue uno de esos que lo rechazaron gentilmente. Por eso Jin lo comprendió como un reto y volvió a insistir buscando con sus ojos la mirada del muchacho. - ¿Cuál es el objetivo de todo esto?
–Entretenme - respondió el hijo del doctor.
El pintor suspiró.
-Bien, de todas formas yo también lo he estado queriendo. - reconoció Jungkook.
El pintor rodeó su cintura inseguro, con su brazo derecho envolviendo la ancha espalda de Seokjin y sus labios rozando el cuello de este. En el instante en que el hijo del doctor lo apretó contra su cuerpo, comenzó a besar la piel expuesta de sus clavículas. No lo habia pensado demasiado últimamente, pero lo cierto es que le gustaba el cuerpo de ese chico. Y su piel era algo a tener muy en cuenta, tan blanca y suave. Tan perfecta para ser marcada una y otra vez. No podría cansarse de mordisquear hasta causar chupones de tono morado.
–Eso está mejor. - la voz se Seokjin se había vuelto más ronca todavía, causando un hormigueo de excitación en el estómago de Jungkook. - Ahora labios. Quiero un beso en los labios Kook.
Y ese apodo. ¿Cuanto hacía que alguien no flirteaba así con él? Todavía estaba necesitado de toda la atención que Jin le ofrecía de forma tan vehemente.
Dejó un camino de besos desde su barbilla hasta sus labios y entonces unió sus lenguas en un juego peligroso repleto de pasiones entrelazadas. Le gustaban los métodos poco convencionales de Seokjin para olvidar los problemas, sin embargo tendrían que pasarse la vida unidos para que todos los tipos de dificultades fuesen borrados de su existencia. Las manos de Jin se posaron sobre su pecho atrapando su vieja camisa y antes de que pudiese pensarlo dos veces ya se encontraba arrinconandolo contra las sabanas de la cama arrugadas. Sus cuerpos completamente juntos, ambos necesitados del consuelo que sólo la excitación les ofrecía. Los dos entretenidos con besos de engaño, parches para el alma que en algún momento terminarían perdiendo la fuerza cuando solo las cicatrices cubriesen sus pieles.
–Quitate la ropa. - ordenó Jin con la voz entrecortada. Lo necesitaba de nuevo, quería matar la ansiedad con placer.
Jungkook lo tomó una vez más de la cintura y lo tumbó en la cama colocándose sobre su cintura mientras se deshacia de la camiseta manchada de pintura. Besos en el cuello, la droga más adictiva que Seokjin podría llegar a probar, sobretodo cuando las venas del pintor se mostraban tan atractivas ante sus labios.
–Sólo besos, solo quiero besarte hoy. - y era cierto. Por motivos que ni él mismo comprendía se sentía necesitado de cariño, incluso con la excitación de por medio. Quería que los brazos fuertes del chico lo sostuvieran por una noche.
Eso fue exactamente lo que el pintor hizo, hasta la madrugada se besaron sin vergüenza alguna. Con la piel expuesta siendo recorrida por labios suaves y mordiscos destinados a causar sonrisas. Olvidando todo lo demás y separándose tan solo cuando la respiración les fallaba, sus labios estaban rojos por los roces y sus miradas brillantes de intensidad.
Estaban creando lazos más importantes de lo que ambos podrían llegar a comprender, estaban conociéndose de la forma más natural que ellos dos sabían. Desde cero y sin complejos, sin embargo todavía faltaban muchas cosas para que ambos descubrieran como realmente eran.
"Las fuentes cercanas han confirmado que el chico se encuentra en el bosque, los vecinos de la zona informaban esta mañana acerca de una cueva en la que la presencia de ropas rotas y comida llamaban la atención. Por ahora todavía no hemos sabido quien puede estar ayudando al fugitivo pero las investigaciones siguen, y cada vez estamos más cerca de encontrar el paradero de este muchacho. Seguiremos conectando en directo tan pronto como actualicemos información. "
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Hiiiii!!!
Nuevo domingo y nuevo capítulo, aunque llega un poco tarde os deseo unas muy felices vaciones de Navidad.
Un beso,
os amo
Mel
💜
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