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𝙋𝙪𝙧𝙚 𝙡𝙪𝙨𝙩: Hold me down when a hole need d*ck


Como había afirmado antes, para Lisa, su maldita razón de vivir era darle a su chica todo lo que deseaba. Estaba comprometida hasta la médula con el amor y la lealtad que sentía hacia su mujer.

Se entregaba por completo a su relación, consciente de que el amor no siempre era fácil. A veces, el amor podía ser doloroso, un peso en el pecho de quien lo experimentaba. Pero para ellas, para Lisa y Jennie, el amor era una necesidad vital, un lazo que las unía de una manera profunda e irrompible.

Se necesitaban mutuamente más de lo que podían expresar con palabras. En cada una encontraban la fuerza para enfrentar los desafíos de la vida juntas. En cada sonrisa compartida, encontraban la razón para seguir adelante, superando los obstáculos que se interponían en su camino.

A pesar de los altibajos, de las luchas internas y externas, sabían que su amor era su mayor fortaleza. Juntas, eran invencibles, capaces de enfrentar cualquier adversidad que se les presentara en el camino.

Porque al final del día, lo único que realmente importaba era que estaban juntas, unidas por un amor que trascendía el tiempo y el espacio. Y eso, para Lisa y Jennie, era todo lo que necesitaban para ser felices.

Bajo la premisa de darle a su chica lo que quería, lo que merecía, Lisa se comprometió a compensarla y satisfacerla como solo ella sabía hacerlo. Con paciencia, aguardó a que Jennie saliera del baño que había preparado para ella con tanto esmero. Mientras tanto, se despojó de su camiseta y pantalón, quedando únicamente en bóxer y top, una combinación que sabía que encantaba a Jennie.

Lisa conocía muy bien los gustos y deseos de su pareja. Sabía que Jennie disfrutaba de ser dominada, pero también se deleitaba en ejercer su dominio sobre Lisa de vez en cuando. Había momentos en los que la pasión entre ambas alcanzaba niveles extraordinarios, como cuando Jennie le había dado placer de formas inolvidables.

Recordaba vívidamente cómo Jennie la había sorprendido con sus habilidades, como aquella vez que le había proporcionado un placer increíble al comerle el culo de manera magistral, haciendo que Lisa se deshiciera en un éxtasis indescriptible. También evocaba el ardor y la excitación que había experimentado cuando Jennie había decidido complacerla en un baño público, devorando su polla con maestría.

Como cuando Jennie le había pedido permiso para colocarle un anillo en la polla y montarla con una pasión desenfrenada, mostrando su deseo de control y su capacidad para sacar gemidos de placer de la boca de Lisa.

Pero en esta ocasión, era una vez más el turno de la rubia de llenar el coñito de Jennie con su leche, de hacer que brotara con su semilla, dejando ese coño rojo y blanco como la bandera de Japón. Rojo por el roce, y blanco por la abundante carga de semen que Lisa estaba ansiosa por liberar dentro de ella.

Lisa se sentía increíblemente feliz de tener las pelotas llenas de semen para su chica. Se aseguraba de que Jennie tomara anticonceptivos para evitar cualquier sorpresa no deseada, pero estaba segura de que su futuro juntas no les impediría concebir un hijo. Sin embargo, por el momento, estaba decidida a asegurarse de preñarla figurativamente hablando, entregándole todo su cuerpo y amor de la manera más íntima y completa posible.

El placer puro y lascivo de su mujer era su única guía. Fue su petición verbal, tanto el día anterior como ese día, y Lisa estaba dispuesta a cumplirla sin reservas. Polla y leche era todo lo que Jennie iba a obtener ese día, y Lisa estaba ansiosa por darle todo lo que deseaba y más. Se preparaba mentalmente para entregarle todo su placer, para hacerla gemir y temblar bajo ella, llevándola al límite y más allá.

Jennie salió del baño envuelta en una bata blanca que Lisa moría por quitarle. En su mente, se imaginaba arrancándole esa estúpida bata, inclinando a la actriz sobre la ventana y entregándole cada centímetro de su polla, pero se contuvo. Sabía que su chica merecía mucho más que simples impulsos pasionales. Merecía ser tratada con cuidado y amor, y eso era exactamente lo que estaba dispuesta a darle.

Con atención meticulosa, Jennie secó su cuerpo y se aplicó cada loción con delicadeza, consciente de la mirada de Lisa sobre ella. Una vez que todo estaba en su lugar, simplemente se acostó boca abajo en la cama, lista para recibir el masaje que Lisa le había prometido.

Mientras tanto, la rubia se levantó con movimientos deliberados, aunque no pudo evitar que su mirada se desviara hacia el redondo y hermoso trasero de su mujer. Una vez más, tuvo que luchar contra sus instintos más básicos, resistiéndose a la tentación de tomarla ahí mismo y entregarse al deseo ardiente que la consumía.

Decidió alejarse por un momento, dirigiéndose a la cocina con pasos lentos. Buscó entre las alacenas dos botellas de vino, decidiendo que el momento perfecto para disfrutar de un buen vino era ahora, independientemente de la hora del día. Después de todo, ¿a quién le importaba el tiempo cuando estaban juntas?

Regresó a la habitación con las botellas en la mano, dispuesta a compartir este momento especial con su bella dama. Destapó primero la botella de vino tinto y sirvió una copa para Jennie, superando cualquier dificultad que tuviera debido a la posición en la que se encontraba. Luego, vertió vino blanco en su propia copa y comenzó con la travesía del masaje.

Durante todo ese tiempo, Jennie permaneció en silencio, guardando sus pensamientos y deseos para sí misma. Todavía no era hora de rogarle a la rubia por su polla, era el momento de ella.

Lisa esparció el aceite con movimientos suaves y precisos por toda la espalda desnuda de Jennie, asegurándose de cubrir cada centímetro para garantizar un mejor deslizamiento. Al principio, Jennie se estremeció ligeramente por la sensación fría del aceite, pero pronto se fue acostumbrando a la deliciosa sensación que lo acompañaba.

Para Lisa, cada movimiento era como si sus manos estuvieran destinadas a acariciar esa malditamente hermosa espalda. Con una destreza experta, trazó líneas suaves y reconfortantes por toda la superficie, concentrándose especialmente en la espalda baja de Jennie, donde sabía que la tensión solía acumularse.

Con cada paso, sus dedos ejercían presión con cuidado, realizando movimientos de arriba abajo que aliviaban cualquier rastro de tensión o estrés que pudiera residir en los músculos de Jennie. Lisa se sumergió por completo en el ritual del masaje, dejando que su amor y dedicación se manifestaran a través de cada movimiento y cada toque.


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Una hora completa había pasado desde que Lisa colocó sus hábiles manos en la esculpida espalda de su chica. Se había dedicado a cumplir cada promesa que le había hecho, sin dejar detalle sin atender. Desde el masaje reconfortante hasta la ardiente sesión de sexo que le debía a Jennie.

En lo que respectaba al masaje, Lisa se aseguró de que fuera prolongado y completo, liberando cada rastro de tensión acumulada en el cuerpo de Jennie y proporcionándole la comodidad y relajación que tanto se merecía. Porque Jennie lo merecía, cada pulgada de su cuerpo merecía ser mimada y cuidada, especialmente después de otra exitosa premiere.

Lisa no se limitó a masajear únicamente la espalda de Jennie; también se ocupó de sus piernas y pies con la misma devoción y cuidado. Con cada movimiento, buscaba la relajación absoluta de su amada, quien solo murmuraba en aprobación y se dejaba llevar por las sensaciones embriagadoras que inundaban su cuerpo.

Con cada toque, Lisa reafirmaba su compromiso con el placer y el bienestar de Jennie, entregándose por completo a la tarea de hacerla sentir amada, cuidada y valorada. Para Lisa, no había mayor satisfacción que ver a su chica completamente relajada y feliz bajo sus manos, sabiendo que había cumplido su promesa de darle todo y más después de una semana tan agotadora y exitosa.

Su hermoso culo quedó fuera de las intenciones de Lisa por el momento. No pensaba tocarlo hasta que llegara el momento de atacarlo con su boca o con la punta de su polla, la cual, por cierto, se encontraba durísima dentro de sus bóxers. ¿Cómo no iba a estarlo? Con la vista fija en la figura preciosa de su chica, perfecta y deseable en cada detalle.

Una vez que el famoso masaje había llegado a su fin, Jennie solicitó un momento para dirigirse a la ducha y quitarse el aceite de masaje. A pesar de lo bien que olía, detestaba esa sensación resbaladiza mientras disfrutaba de la follada con Lisa.

Sin perder tiempo, Lisa se puso en acción, preparando el escenario para ambas mientras Jennie se duchaba. Acomodó las sábanas, encendió unas velas para crear un ambiente más íntimo y sensual, y aseguró que todo estuviera listo para recibir a su chica con calidez y comodidad cuando regresara.

También se deshizo de su bóxer, dejando al descubierto su polla dura y ansiosa, que quedó al aire, orgullosa y con un tono rojizo en la punta. Lisa se tomó un momento para contemplarla mientras esperaba a que Jennie regresara de la ducha, admirando la belleza y la excitación que emanaba de su miembro erecto.

Con movimientos precisos, Lisa buscó un frasco de lubricante, como solía hacer, y bañó su falo con él, asegurándose de cubrirlo completamente hasta las bolas. Recordó brevemente los momentos en que los jugos de su chica llenaban su polla hasta la base, creando una sensación deliciosa y resbaladiza.

La actriz regresó a la habitación, ya seca y desnuda, su piel resplandeciente bajo la luz tenue. Pensó que podía estar ansiosa por comenzar, aunque también consideró que quizás solo quería evitar hacer desastres de agua por todo el piso. Sea cual fuera el motivo, no le importaba en absoluto.

Lisa se acomodó en el centro de la cama, con su falo húmedo con el lubricante, descansando en su vientre, ansioso. Colocó sus brazos encima de su cabeza y dirigió su mirada hacia la diosa desnuda que se aproximaba lentamente.

Jennie se detuvo frente a la cama y bajó la mirada desde el rostro de Lisa hasta su polla, dando una fuerte palmada que hizo gemir a la rubia con un sonido que resonó en la habitación. "Veo que estás ansiosa", comentó, mientras comenzaba a masturbarla con habilidad.

"Todo esto es para ti", bromeó, "puedes sentarte si quieres" sugirió.

Jennie le dedicó una sonrisa cínica a Lisa. "Sabes perfectamente lo mucho que me enloqueces y te aprovechas de eso", comentó con picardía, mientras continuaba acariciando el miembro de Lisa con destreza.

Lisa gemía ante el toque experto de Jennie, quien la miraba de reojo mientras movía su mano de arriba abajo, aumentando la excitación de la rubia con cada movimiento.

"¿Qué planeas hacerme?", preguntó a Lisa con genuina curiosidad, deseosa de saber cuáles eran las intenciones de su amante en ese momento de intimidad compartida.

Jennie mantuvo su mirada fija en Lisa mientras respondía con calma: "Estoy a tu entera disposición. Haré lo que digas, lo que desees". Su tono era sereno pero cargado de promesas de placer y satisfacción.

"¿Sigues compensando lo de anoche?", inquirió Jennie, observando cómo un chorrito de semen brotaba por la punta.

"Solo estoy cumpliendo tus deseos", respondió Lisa con sinceridad, dejando en claro que su único objetivo era satisfacer a Jennie de la manera que ella lo deseara, compensando cualquier deseo no cumplido.

Jennie detuvo el toque, alejándose momentáneamente de Lisa y dirigiéndose hacia su copa de vino, tomando un sorbo con paciencia. Si follar a Lisa estaba en sus planes, tendría que esperar su momento. Mientras tanto, escuchó a Lisa murmurar algunas palabras que no pudo distinguir claramente, pero decidió no prestarle atención hasta que volvió a su lado.

"¿Qué es lo que quieres, Nini?", preguntó Lisa con un tono ansioso, esperando la respuesta de Jennie. La actriz simplemente hizo lo que Lisa esperaba que hiciera: tomó el lubricante, aplicó un poco en sus dedos y lo esparció cuidadosamente por su coño, preparándose para lo que estaba por venir.

Desde su posición en la cama, Lisa observaba con atención cómo Jennie llenaba su coñito con el líquido lubricante, provocando un brillo húmedo que aumentaba su excitación. Sabía que cada movimiento de Jennie estaba calculado para aumentar el placer compartido entre ambas, y no podía esperar a sentir el cálido abrazo de su coño a su alrededor.

Lisa se puso de pie frente a Jennie, quien obedeció la indicación y se recostó en el centro de la cama, adoptando una posición abierta y receptiva, con las piernas extendidas y ligeramente separadas. Su gesto era una invitación clara y tentadora para Lisa, quien se acercó con pasos decididos, sintiendo la emoción y el deseo quemar cada fibra de su ser.

Lisa pudo derramarse justo ahí por la vista.

El abdomen de la diva estaba ligeramente contraído debido a la posición, lo que dejaba cada centímetro de su intimidad expuesta y vulnerable ante Lisa. La rubia se acercó ansiosamente para besarla, devorando su boca con hambre mientras sus manos exploraban su esculpido cuerpo, alternando entre la ternura y la lascivia en cada caricia.

Con suavidad, Lisa acarició el cuello de Jennie, descendiendo luego hacia sus senos, su abdomen, explorando cada curva con devoción. Pero Jennie no se quedó atrás; sus manos se aferraron con firmeza a los senos de Lisa, llevando su boca hacia ellos y entregándose a la tarea de chupar y lamer con avidez.

Lisa suspiró de placer ante la sensación, sintiendo cómo las uñas de Jennie rasgaban su abdomen, enviando escalofríos de excitación por su espalda.

"Eres tan hermosa, mi Nini", murmuró Lisa entre jadeos, sus palabras impregnadas de admiración y deseo. Jennie respondió con un murmullo de aprobación mientras dejaba caer su mano desde el tonificado abdomen de Lisa hasta su erección, sintiendo el pulso palpitante de la excitación bajo su tacto.

La mirada de Jennie se desvió hacia la polla de Lisa, y un destello de nostalgia y pasión brilló en sus ojos. "Me siento como cuando la vi por primera vez, me obsesioné", confesó con sinceridad, recordando el momento en que esa misma polla la había cautivado por completo.

"Obsesiónate con ella dentro", la instó Lisa con un beso mojado.

Pero antes de dejarse llevar por el momento, Jennie detuvo el ímpetu de Lisa, retirando su otra mano del abdomen de la rubia y tomando su rostro entre las manos para asegurarse de que la mirara directamente. "Lisa, necesito que me escuches", dijo con seriedad, sus ojos buscando los de su amante con determinación. "Te pedí que me follaras, y es lo que quiero que hagas, pero también quiero... quiero, de verdad quiero sentir cómo me llenas el coño", confesó con un tono urgente.

Pudo sentir la verga de Lisa moverse con esas palabras, la anticipación vibrando entre ellas. "No he sentido algo así desde la vez que me llenaste el culo de tu leche y quiero repetirlo", agregó con vehemencia.

Lisa asintió con audacia ante las palabras de Jennie y la besó duramente una vez más, dejando claro su compromiso de satisfacer los deseos de su amante.

Jennie se acomodó nuevamente en la cama, con su coño expuesto y listo para recibir a Lisa. La rubia alineó la punta de su polla en la entrada empapada, preparada para sumergirse en el cálido abrazo de su intimidad.

Sin embargo, los ojos de Lisa se desviaron momentáneamente hacia la entrada arrugada de su culo, una visión tentadora que despertó su fetiche más salvaje. A pesar de la tentación, la rubia entendió que sus acciones no debían ir en esa dirección.

Los ojos de Lisa vagaban por toda la entrepierna de la actriz, explorando cada centímetro con una mezcla de hambre y admiración. Jennie la observaba con curiosidad, intrigada por los movimientos de su amante.

Lisa podía llegar a actuar de maneras extrañas cuando tenían sexo. Parecía que toda el aura sexual y lasciva la ponía errática. 

Lo que hizo a continuación bien pudo haber sido el cielo o el mismo infierno en la tierra. La punta de su verga, esa maldita punta que parecía tener vida propia, trazó un viaje de arriba abajo desde la entrada del coño de Jennie hasta la de su culo, ejerciendo una leve presión en su perineo.

Jennie no pudo contener un gemido ante el roce, sintiendo cómo cada movimiento de Lisa la llenaba de un placer indescriptible. Desde lo más mínimo hasta lo más intenso, cada caricia, cada roce, enviaba oleadas de placer a través de su cuerpo.

Iba y venía la punta de la polla de Lisa, trazando un camino de arriba abajo en la entrepierna de Jennie, provocando sensaciones deliciosas que la dejaban ansiosa por más. En un momento, Lisa detuvo sus movimientos y comenzó a simular el movimiento de la penetración, deslizando su polla de adelante hacia atrás en el perineo de Jennie.

La sensación era más que deliciosa, era una combinación de morbosidad y dedicación que la hacía temblar de deseo. Sin embargo, lo que Jennie no esperaba era lo que sucedió a continuación. En una de esas idas y venidas, la punta de la polla de Lisa apuntó hacia su coño finalmente y se enterró de golpe en su interior.

Cada maldito centímetro de esa polla entró en Jennie, llenándola por completo y desatando una sensación que la dejó sin aliento. El dolor inicial se desvaneció rápidamente, reemplazado por una sensación abrumadora de plenitud.

"Mueve esa maldita verga, no me hagas esperar más", rogó con los ojos cerrados.

Lisa iba a ser su maldita perdición, pensó Jennie, incapaz de explicar por qué el glande de Lisa se sentía tan caliente dentro de ella, como si estuviera ardiendo con un fuego tan, pero tan alto, que sentía que la quemaba. Pero en ese momento, no necesitaba explicaciones, solo se dejaba llevar por las sensaciones abrumadoras que la embargaban.

Lisa comenzó a entrar y salir de su coño con un ritmo moderado, provocando gemidos sonoros que escapaban de los labios de Jennie sin control alguno. Cada embestida de Lisa la llevaba más cerca del borde del éxtasis, sumergiéndola en un mar de placer del que no quería salir nunca.

Por otro lado, Lisa se sentía agradecida a todos los cielos, las nubes y el planeta entero por la deliciosa sensación de tener el coñito de su novia envolviendo su polla. Era tan esponjoso, tan mojado, tan apretado que la hacía gemir de placer con cada embestida. Para Lisa, ese lugar era su hogar, su refugio en el mundo, donde encontraba el mayor placer y la mayor felicidad que podía imaginar.

Lisa comenzó a follarla en serio, entrando y saliendo de ella con rapidez y determinación. Jennie respondía con gemidos de placer, instándola a seguir con sus sucias intenciones. "Tan bueno, más, más, más, bebé", susurraba entre jadeos.

"Jodido coño, tan bueno", gruñía Lisa entre dientes, su voz cargada de lujuria y pasión mientras agarraba las piernas de Jennie para darle apoyo con cada embestida. El sonido de sus pelotas chocando de manera sucia y descuidada agregaba un ritmo salvaje y primal a su unión carnal, como si estuvieran destinadas a encontrarse de esa manera desde el principio de los tiempos.

Jennie se sentía agobiada por las sensaciones que la embargaban, pero nada la preparó para el gran chorro de semen que la llenó por completo. Pensó que Lisa se había corrido, pero se sorprendió al sentir que seguía empujando dentro de ella, sus tetas rebotando con fuerza con cada embestida.

"Joder, te sientes tan bien, mi amor", gruñó Lisa con voz animal, su dominio sobre Jennie evidente en cada palabra. "Este coño es tan jodidamente mío. Si alguien más toca este coño, me voy a encargar de arrancarle la puta cabeza, es mío", declaró con determinación, su posesividad haciendo delirar a la actriz.

Parecía que esa punta era una punta de fuego, quemándola por dentro, cada pulgada machacándola.

Aferró sus brazos al cuello de la rubia y la miró a los ojos. Un beso descuidado se desenvolvió en ellas.

Verga y leche era lo que Jennie estaba obteniendo en ese momento, mientras Lisa seguía soltando semen sin cesar, sin haberse corrido aún, sus gemidos continuaban siendo bajos y pausados, como si estuviera conteniendo una explosión de placer que amenazaba con desatar en cualquier momento. Todo era tan intenso entre ellas, que parecía una escena que no se podía plasmar de ninguna forma en una película, algo tan único.

Se miraron mutuamente, sus ojos conectando en un nivel profundo y visceral. La mirada de Jennie era puramente lastimera, como si necesitara de Lisa para vivir, como si todo lo que pasaba entre ellas fuera la esencia misma de su existencia. Y en ese instante, en medio del éxtasis compartido, Lisa susurró un simple: "¿Te gusta?".

Ambas continuaron con la mirada puesta en el rostro de la otra, como si pudieran leer en sus ojos todo lo que no se decía con palabras. Jennie asintió frenéticamente, su respuesta inundada por la embriaguez y la inhibición que padecían. Sin decir una palabra, Lisa soltó las piernas de Jennie, permitiéndole envolverlas alrededor de su cintura, buscando una conexión aún más profunda y física entre ellas.

Jennie no había dejado de asentir, sintiéndose tan perdida, tan abrumada por el placer que experimentaba en ese momento. Pero a pesar de todo, sabía que era un placer tan espectacular que no podía resistirse, una experiencia tan real y auténtica que la dejaba sin aliento y la hacía desear más y más de la mujer que tenía frente a ella.

"Vas a recibir todo el semen que tengo para ti, mi vida, te dejaré tan llena", murmuró Lisa con voz ronca, sus palabras cargadas de amor, tan puro y sincero. Jennie soltó un fuerte gemido ante la declaración, su cuerpo temblando de forma muy sensual.

"Lléname, hazlo... Oh, tan adentro, daddy", Jennie pronunció las palabras con fervor, sorprendiendo incluso a Lisa con el elogio inesperado. Otro chorro de semen llenó a Jennie mientras sus ojos se ponían en blanco de puro éxtasis.

"Eres una zorra por mi semen, por esta verga, ¿no es así?", preguntó Lisa con una mezcla de desafío y lujuria, buscando confirmación en la sumisión y el placer de Jennie.

"Oh, sí, ¡Daddy!", gritó Jennie, su voz ahogada por el esfuerzo. Su coño estaba tan sensible en ese momento, empapado en los fluidos de ambas y ansioso por más.

Lisa bajó la mirada a su propia polla, envuelta en los fluidos de Jennie y en su propio semen, entrando y saliendo salvajemente, sintiendo una mezcla de satisfacción y orgullo al ver el efecto que tenía en su amante. Era una semental al aguantar no derramarse dentro de una vez por todas, pero su chica quería leche, quería semen, la había llamado su "daddy". Eran tan suyas, tan pertenecientes una a la otra que no pudo resistirse.

"Córrete para mí, bonita", murmuró Lisa entre besos mojados, sus embestidas volviéndose más intensas y descontroladas, haciendo que Jennie perdiera la cabeza de una maldita vez por todas.

Parecía ida, como si Lisa la hubiese envenenado, hechizado con su enorme verga y la leche que estaba por venir.

Por supuesto que Jennie estaba loca de pasión. Lisa la estaba llevando al borde de la locura con sus caricias expertas y con esa polla que la llenaba y la satisfacía de formas que nunca había imaginado.

Jennie arañó el cuello de Lisa con intensidad mientras alcanzaba el clímax, aferrándose a ella con una fuerza que la dejó sin aliento, aprisionando la polla de Lisa hasta que apenas podía moverse.

"Joder, me estás asfixiando, Nini", gimió Lisa entre jadeos, sintiendo la presión de Jennie sobre su cuerpo.

"Oh, joder, joder, bebé", respondió Jennie con los ojos cerrados, perdida en el éxtasis del momento. Sin embargo, los abrió de golpe cuando sintió la familiar carga de Lisa llenándola. Un fuerte gemido escapó de sus labios mientras se contraía aún más, llevando a Lisa al borde del abismo junto con ella.

La sensación era abrumadora. Lisa se maravillaba de la cantidad de semen que su polla liberaba.

"Tómala toda, toda tuya esta polla, amor", gemía Lisa.

Ambas parecían estar perdidas en las sensaciones que las envolvían. Lisa continuaba vaciándose mientras retiraba su miembro de Jennie, pero se conmovió al ver la expresión de dolor en el rostro de su amante al sentir que se retiraba.

Había tanto semen, se derramaba por el culo de Jennie hasta la cama. La actriz tomó la polla de Lisa y la dirección adentro de nuevo. "No la saques", sonó como si quisiera llorar ante la pérdida.

Con ternura, Lisa obedeció y volvió a introducirse en ella, permitiendo que sus orgasmos se fusionaran. Sus respiraciones se entrelazaron, al igual que sus bocas, en un beso delicioso.

Jennie miró a Lisa con una expresión necesitada, y Lisa comprendió intuitivamente lo que su amante deseaba. Jennie anhelaba la cercanía de Lisa, su presencia reconfortante y su amor incondicional.

Con delicadeza, Lisa se retiró de Jennie y esta se volteó en la cama, acomodándose en las almohadas y esperando que se la metiera de nuevo.

Lisa se posicionó detrás de ella, también acostada de lado, y Jennie le hizo una solicitud clara y sencilla: "Métela y déjala adentro". Con atención y ternura, Lisa obedeció, elevando una de las piernas de Jennie para facilitar la penetración y luego deslizándose hacia ella con suavidad.

Jennie parecía exhausta, pero su deseo por la presencia de Lisa no disminuía. Lisa la abrazó con cariño, acurrucándose junto a ella en un gesto de amor y conexión profunda.

Ambas se acomodaron en la cama, envueltas en una atmósfera de intimidad y complicidad, listas para descansar y, quizás, dejarse llevar por el sueño que las esperaba. Una dentro de la otra, pero realmente cada una estaba dentro de sus almas. Lisa llamaba hogar a ese coño, Jennie se sentía completa con esa polla, y todo eso no era más que sus almas vibrando en la misma sintonía, como lo habían hecho desde el principio. Era una conexión más allá de lo físico, una fusión de energías y emociones que las unía de manera indisoluble, como dos mitades de un todo que se complementaban en perfecta armonía. En ese momento de paz y plenitud, sabían que estaban exactamente donde debían estar: juntas, compartiendo cada parte de sí mismas en un vínculo que trascendía el tiempo y el espacio.

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