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𝙉𝙤𝙩𝙤𝙧𝙞𝙚𝙩𝙮: Kissin' and hope they caught us


Al volante de su impresionante McLaren P1 del año, rugía por la Erwin St. mientras se dirigía hacia The Rabbit Hole. Su maquillaje estaba impecable, y su actitud desafiante sugería que no le importaba un carajo lo que pensara el mundo. Estaba vestida con elegancia, lista para la ocasión, y no tenía ni una gota de alcohol en su sistema, pero su adrenalina estaba a tope, ansiosa por reunirse con su rubia.

Al llegar a su destino, Jennie se detuvo en la Roscoe Boulevard y entregó las llaves de su lujoso automóvil al valet parking. Descendió del auto con una gracia y firmeza excepcionales, sus tacones Jimmy Choo dejando una impresión de poder y vanidad en cada paso que daba. Su vestido Chanel irradiaba una belleza deslumbrante, y al entrar en el lugar, las luces azules características del sitio resaltaban su piel, haciendo que pareciera una auténtica diosa en medio de la noche.

Mientras se adentraba rápidamente en la zona VIP, su corazón latía con anticipo. Había estado esperando este encuentro con Lisa durante semanas, y finalmente estaba a punto de verla. Sus pasos se volvieron más decididos mientras cruzaba la puerta, y su mirada se fijó en una figura espectacular.

Allí estaba ella, Lisa, la rubia despampanante que había estado ocupando sus pensamientos desde que acordaron encontrarse. Lisa llevaba puesto un pequeño top negro que resaltaba su delgada y esbelta figura, combinado con un elegante saco color beige que le confería un toque de sofisticación. Sus vaqueros holgados, aunque informales, se ajustaban de manera irresistible a sus curvas, dejando a la vista su estilo único y su enorme confianza.

El ambiente de la zona VIP se desvaneció en segundo plano mientras sus ojos se mantenían fijos en Lisa. Su belleza era deslumbrante, y la atracción que sentía era muy grande.

Jennie avanzó hacia ella con muchas confianza y firmeza. Sus pasos eran suaves y calculados, el movimiento de sus caderas era una invitación seductora. A medida que se acercaba, su mirada intensa y penetrante se encontró con la de Lisa, quien estaba inmersa en una conversación con uno de sus amigos.

Lisa notó de inmediato la presencia de Jennie. Sus ojos se desviaron de la charla mientras la observaba acercarse con un aire de misterio. Los dos intercambiaron una mirada caliente que dejó claro que algo eléctrico estaba ocurriendo entre ellas.

El amigo de Lisa, al darse cuenta de la creciente tensión en el aire, se retiró discretamente, dejando espacio para que Jennie y Lisa pudieran hablar en privado. La música suave de fondo y las luces tenues creaban un ambiente íntimo y sugerente a su alrededor.

Jennie finalmente llegó junto a Lisa, y su sonrisa pícara transmitía todo lo que no necesitaba ser dicho. Con una mirada traviesa, se inclinó hacia adelante y saludó a Lisa con un dulce beso en sus carnosos labios. Sus bocas se encontraron con suavidad, como si quisieran saborearse, hacerlo como si viera algo vital. Fue un beso tierno, pero, apasionado, un preludio de lo que estaba por venir.

Después de ese emotivo intercambio de labios, Jennie se deslizó con gracia para sentarse a un lado de Lisa en el cómodo sofá.

"Hola, mi amor", dijo Lisa con voz grave.

"Hola, mi bebé", se acercó para tomar los labios de la rubia nuevamente en los suyos, puso sus manos alrededor de su cuello.

La separación había sido un desafío constante para Jennie, quien había extrañado muchísimo a su chica mala. Además de las responsabilidades que tenía por su propia carrera, Lisa viajaba constantemente por motivos de trabajo, siendo la dueña de Harmony Entertainment, una empresa organizadora de eventos musicales de renombre.

A pesar de que Lisa solía tomar las separaciones con calma, sabiendo que eran una parte inevitable de sus ocupadas vidas, Jennie a veces se encontraba al borde de la desesperación. Extrañaba la presencia de Lisa a su lado, su risa contagiosa y sus dedicados cuidados. Eran dos mujeres que sentían tanto la una por la otra, que era muy difícil separase.

Hubo noches en las que la necesidad de estar con Lisa se volvía insoportable para Jennie. En esas ocasiones, no dudaba en tomar vuelos de California a Nueva York a altas horas de la noche, solo para sorprender a Lisa y abrazarla en cuanto ponía un pie en el hotel que se quedaba. Las sonrisas y los abrazos de reencuentro hacían que todo el esfuerzo y la distancia valieran la pena, y las noches que pasaban juntas. A veces se sentía como una adolescente persiguiendo a su crush.

A pesar de los desafíos que enfrentaban, Jennie y Lisa estaban dispuestas a hacer lo que fuera necesario para mantener viva la chispa de su relación. Su amor resistía la distancia y las pruebas del tiempo.

"Nena, vamos a bailar", susurró Lisa en el oído de Jennie, sus palabras apenas audibles sobre el estruendo de la música que llenaba la discoteca.

Jennie sonrió, su rostro iluminado por la promesa de una noche de diversión. Asintió con entusiasmo, y ambas se pusieron de pie con la elegancia natural que las caracterizaba. A medida que avanzaban hacia la pista de baile, algunas miradas curiosas se posaron en ellas, porque ambas mujeres eran impactantemente atractivas.

Jennie irradiaba una belleza sofisticada con cada paso, su porte increíblemente elegante destacándose entre la multitud. Cada movimiento suyo tenía una gracia que hacía que todos los ojos convergieran en ella, como si fuera la personificación de la elegancia.

Por otro lado, Lisa tenía un estilo más relajado, pero no menos sexy. Su cabello corto y rubio irradiaba confianza, y su atuendo sugería audacia y desenfado. Su mirada pícara prometía una noche llena de diversión y coqueteo en la pista de baile.

El contraste entre ambas era una obra maestra de la atracción. Como dos polos opuestos, creaban una combinación que no podías dejar de mirar, y sus estilos únicos parecían mezclarse en una armonía que, a los ojos de cualquiera, parecía simplemente deliciosa.

The Rabbit Hole era un establecimiento exclusivo ubicado en la próspera localidad de Agoura Hills. Era un secreto a voces que solo un selecto grupo de personas, principalmente aquellos con cuentas bancarias bien abultadas, algunos políticos influyentes y figuras destacadas del mundo del entretenimiento, tenían el privilegio de cruzar sus puertas.

Lo que hacía que esa discoteca se destacara era su ambiente único, una especie de paraíso para los amantes de la música estridente y el desenfreno. Cuando cruzabas el umbral, te envolvía un torrente de sonidos, donde las notas de la música electrónica se mezclaban con los murmullos y risas de los afortunados asistentes. El lugar tenía un aire algo salvaje, como si fuera una zona prohibida donde las normas se dejaban en la entrada, y donde la diversión y la indulgencia reinaban.

Lisa había disfrutado de varios Vanilla Honey Martini, su bebida favorita en The Rabbit Hole, mientras Jennie optó por un solo Mojito, consciente de su responsabilidad de conducir de vuelta a casa. La noche continuaba con la misma energía vibrante, con la música estridente y las luces parpadeantes creando un ambiente electrizante en el exclusivo establecimiento.

Ya en la pista de baile, inmersas en la multitud que se movía al ritmo frenético de la música. Era como si el mundo entero desapareciera a su alrededor, y solo quedara el pulso de la música que las envolvía. Lisa, con una sonrisa juguetona en los labios y la mirada fija en Jennie, puso sus manos alrededor de la cintura de su amada, atrayéndola hacia sí en un abrazo cariñoso.

Las dos mujeres comenzaron a bailar, sus cuerpos moviéndose en perfecta armonía con la música. Jennie se dejaba llevar por el ritmo, sumergiendo su mente en la emoción y la presencia de Lisa a su lado. Bailaban pegaditas, cada movimiento con seguridad.

Sus cuerpos se rozaban de manera íntima.

De repente, como si el universo hubiera conspirado a su favor, el ritmo frenético de la música dio paso a una canción lenta de R&B. La transición musical fue como un regalo divino para ambas, que instantáneamente ajustaron su baile a la nueva melodía. Lisa pasó sus manos con ternura por la cintura de Jennie, atrayéndola hacia ella con una delicadeza que desprendía pasión y deseo.

Con cada movimiento lento y sensual, Jennie se encontraba de espaldas al pecho de Lisa, sintiendo el calor de su cuerpo y la conexión profunda entre ellas. El aroma embriagador del perfume de Lisa llenaba sus sentidos, creando una atmósfera aún más intoxicante.

"Eres tan hermosa, mi vida", Susurros suaves y dulces en el oído de Jennie enviaban escalofríos por su espalda.

Pero lo que hizo que Jennie perdiera por completo la poca cordura que tenía fue cuando en un movimiento audaz, Lisa pegó su polla suavemente en sus nalgas, provocando un suave suspiro y una sensación de cosquilleo en su estómago. Ese gesto juguetón, combinado con la música y la sensualidad del baile, hizo que Jennie se sintiera completamente extasiada.

Lisa estaba más que dura.

Y la tailandesa hizo caso omiso a la reacción de sorpresa de Jennie, al compás de Hate The Club de Kehlani, continuó moviendo su cadera de manera sensual contra el culo de su muy encendida novia.

Lisa era muy consciente de la pequeña obsesión que Jennie tenía con su polla. Para Jennie era un aspecto peculiar, pero que la fascinaba de manera inexplicable. En ocasiones se había pasado horas chupando a Lisa hasta secarla. Ella simplemente amaba verla retorciéndose de placer mientras ella tragaba todo el semen que podía y hasta se obligaba a sí misma a tomar un poco más.

Desde el primer momento en que Lisa lo notó, se sintió intrigada por esta particular obsesión de su amada, pero nunca lo refutó o se quejó.

No solo era el hecho de que Jennie era una chica muy comprensiva acerca de la condición no tan común de Lisa, sino que también era algo que la ponía particularmente caliente, tanto que, en otras ocasiones, antes de practicarle sexo oral, se pasaba algunos minutos viéndole el pene con un nivel de detalle que parecía fuera de lo común. Lisa la observaba en silencio, maravillada por la forma en que Jennie exploraba con la mirada cada centímetro de su longitud como si fuera una obra de arte.

Lisa no tenía intención alguna de detenerse.

Continuó restregándose por todo su trasero al ritmo de la música.

Sus cuerpos se movían en perfecta sincronía, y su vínculo en la pista de baile se intensificaba con cada movimiento. Los brazos de Lisa se entrelazaban descaradamente con los de Jennie, abrazándola como si quisiera marcar territorio, pero tal vez era solo lo mucho que la extrañó.

Algunos ojos curiosos se habían posado en ellas, quizás por la belleza que las caracterizaba o simplemente por la presencia de una pareja del mismo sexo en el lugar. Aunque no le molestaba la atención, Jennie empezó a sentir un anhelo de algo más, algo que les permitiera disfrutar de un momento de privacidad.

En ese momento, Jennie, con un suspiro suave y sensual, susurró el nombre de su novia, "Lili, bebé", dijo sin aliento en el oído de Lisa. Esta pudo notar lo perdida que estaba Jennie, con los ojos cerrados y la respiración pesada mientras la sentía detrás de ella.

"Acompáñame al baño", se dio la vuelta para ver a la rubia a los ojos.

Jennie actuó con intrepidez y pasión, sin dar tiempo a que Lisa respondiera. Se dio la vuelta rápidamente y tomó la mano de Lisa con firmeza, arrastrándola a través de la multitud que seguía disfrutando de la música en la pista de baile. Mientras avanzaban hacia el baño del lugar, el contacto entre sus manos transmitía una sensación de urgencia. Parecían necesitarse tan mal, tan exageradamente.

A pesar de la sorpresa y la velocidad del movimiento, Lisa no se quejó en absoluto. Conocía a su novia lo suficiente como para entender sus deseos y necesidades en ese momento. Sabía que Jennie quería estar a solas, lejos de las miradas ajenas y las distracciones.

Ambas avanzaban a paso rápido por el local, con Jennie haciendo un esfuerzo adicional para mantener su equilibrio en sus tacones, lo cual no era tarea fácil en medio de la prisa y la emoción.

Al llegar al baño, ambas novias se miraron con mucho deseo antes de dirigirse hacia la puerta. Jennie tomó a Lisa de la mano y la arrastró suavemente hacia uno de los cubículos, donde rápidamente cerraron la puerta detrás de ellas. Dentro del cubículo, el susurro de risas nerviosas llenaba el aire, y el sonido de la música de la fiesta se filtraba a través de las delgadas paredes. El vestido de Jennie y el traje de Lisa se rozaban mientras compartían ese espacio íntimo, donde la emoción del momento se volvía palpable. Las luces tenues del baño creaban un ambiente romántico y misterioso, y ambas novias se miraban a los ojos.

"Me vuelves rematadamente loca", dijo Jennie sin aliento, con los ojos brillando de excitación. Jennie se sentía embriagada, pero no por el alcohol, sino por la intensidad de sus sentimientos por Lisa. Cada mirada, cada roce, parecía mantenerla en una especie de subespacio.

En un gesto de completa admiración, Jennie se puso de rodillas frente a Lisa. Lentamente, con manos temblorosas, le desató el cinturón, deslizó hacia abajo sus pantalones, su mirada fija en los ojos de su amada.

Lisa estaba expectante a los movimientos de Jennie, sin embargo, sabía muy bien que su chica solo quería tenerla a ella.

Sin perder tiempo, con movimientos suaves, deslizó las manos por los muslos de Lisa, sintiendo la calidez de su piel debajo de sus boxers. Poco a poco, comenzó a bajar lentamente la prenda, sus dedos rozando la piel de Lisa con delicadeza, como si estuviera explorando un tesoro precioso.

Al ver la polla de Lisa, dura, venosa y con un tono ligeramente enrojecido, Jennie se sintió hambrienta, deseosa de llevársela hasta el fondo. Sus ojos se clavaron en aquel falo tentador como si fuera la cosa más deliciosa que jamás hubiera visto, y sus labios se humedecieron involuntariamente mientras admiraba la perfección de la piel de Lisa.

Cada vena que se marcaba en aquella polla parecía una invitación a explorar, a desprenderse de este mundo completamente mientras su garganta era llenada, era usaba para el placer y la satisfacción de su mujer.

La tomó en sus manos haciendo jadear a Lisa por el contacto y al contrario de las otras ocasiones que se la quedaba viendo por algunos minutos, en esta ocasión quiso sorprenderla y lo hizo.

Tomó una pausa para respirar profundamente, preparándose para lo que venía a continuación. Luego, sin titubear, la deslizó completa en su garganta. Jennie hasta se sintió sorprendida por el desgarrador gemido que salió de la garganta de Lisa por la repentina sensación. Jennie quedó tan sorprendida que un escalofrío recorrió su espalda al escuchar aquello.

Por un fugaz instante, se sintió preocupada de que las voces de las personas que estaban afuera pudieran captar algún sonido o indicio de lo que estaba sucediendo en su interior. La idea de ser descubierta le hizo elevar una ceja con inquietud. Sin embargo, conforme las sensaciones que estaba experimentando se apoderaban de ella, esa preocupación se desvaneció en el fondo de su mente.

La garganta de Jennie siempre había sido el lugar favorito de su chica. Apretada, cálida y lo suficientemente lubricada para enviar fuertes espasmos por toda su polla. A pesar de la sorpresa, ambas se dispusieron a disfrutar del inigualable placer que las arropaba.

Jennie puso ambas manos en la base de la polla de Lisa para masturbar los pocos centímetros que no le cabían en su garganta. Con un entusiasmo hasta necesitado, estableció un ritmo constante mientras se entregaba a la sensación de tener esa gorda polla en lo más profundo.

"Eso, cariño. Ahh", gimió por lo bajo Lisa.

Jennie tenía los ojos cerrados y disfrutaba como si se tratase de una botella de agua fría en el desierto. Chupaba con esmero, ahuecando delicadamente una parte con sus mejillas para abrazar la dura carne.

De repente, con el ceño fruncido, intentó meter la parte que acariciaba con sus manos dentro de su boca, causándole algunas arcadas que no pasaron desapercibido para una muy atónita Lisa.

"Calma, nena, llévame suave. Disfrútalo", acarició su cabeza con cariño. Jennie asintió como pudo y volvió a lo suyo.

Ahora posó sus manos en las ignoradas bolas y las manoseó. Tan pesadas y llenas de semen como a ella le gustaba, les gustaba que Lisa usara su boca y la llenara de su leche como se lo merecía.

"Ahh", Lisa puso la palma de su mano derecha en la nuca de la castaña para ayudarla a impulsarse. "Así me gusta, obediente", Jennie la sacó un momento para tomar un poco más de aire y de inmediato la volvió a tragar.

"Qué perra eres, mi amor", la sacó y le dio algunas palmadas en la cara, Jennie reclamó con un gemido ante el abandono de la sensación en su garganta. "Apuesto que estuviste pensando en chuparme desde que me viste, ¿hmmm?"

"Dámela de nuevo", sollozó abriendo la boca y sacando la lengua. Era como si necesitara todo el tiempo que fueran una sola, que estuvieran unidas.

"Tan puta por esta polla, eso es lo que eres", azotó las mejillas de Jennie nuevamente, ignorando su pedido.

"La quiero de vuelta", hizo un puchero. Lisa la miraba divertida. Jennie se aseguraba de hacer el mejor trabajo que ella pudiese solo para complacerla.

"Una chica tan desesperada, mamando en un baño público porque no puede esperar a llegar a casa", se burló nuevamente azotando su polla, ahora contra su lengua.

"Tú ya estabas dura, quería aprovecharlo".

"Entonces aprovecha".

Y la usó.

Jennie sabía que Lisa no iba a durar mucho y mucho menos después de que ella misma deslizara su longitud nueva vez dentro de su garganta y sin más, ella lo recibió como si fuese un regalo de los Dioses.

Lisa prácticamente empezó a usar la boca y garganta de su chica de una manera dura y rápida. La saliva se desprendía de los enrojecidos labios de Jennie mientras entraba y salía.

"Esa maldita boca tan buena, Nini", gimió.

Lo siguiente tomó completamente por sorpresa a Lisa. No había anticipado en absoluto lo que estaba a punto de suceder, y esa sensación de desconcierto la envolvió como un manto.

Jennie retiró sus manos de los testículos, aun recibiendo estocadas salvajes dentro de su boca, deslizó sus dedos por las descubiertas nalgas de la tailandesa para finalizar posicionándolos en el ano de su amada.

Lisa lo pudo sentir.

Esa experiencia la hizo sentir como si estuviera viviendo un momento único en su vida, como si fuera la primera vez que alcanzaba un estado de éxtasis absoluto. En ese instante, perdió por completo la noción de la realidad y sus sentidos se desvanecieron en un remolino de sensaciones abrumadoras.

Por su puesto. Jennie le metió un dedo dentro de su cavidad anal y le empezó a penetrar al mismo ritmo que entraba la polla en su garganta. Los gemidos desesperados y absolutamente calientes que salían de la boca de la rubia eran lo suficientemente satisfactorios como para dejar que Lisa metiera su larga y gorda longitud en su culo esa noche.

Tal vez.

Lisa continuó golpeando de manera salvaje, con una ansiedad creciente mientras sentía a Jennie invadir en su culo. La saliva y el roce resonaban en la habitación como un eco de su determinación. Era un sonido tan sucio, pero tan delicioso a la vez. Sus caderas se movían con una ferocidad que denotaba su deseo ferviente.

Entonces Jennie metió un segundo dedo como pudo y pasó. Lisa gimió frenéticamente mientras derramaba su semen en la boca de la coreana. Se la sacó de la boca, la tomó por la base y bombeó con su propia mano para que Jennie pudiera saborearla en su boca y no tragarla directamente.

"Mmm ahh, ah, aah. ¡Joder!", la lengua de su dulce chica afuera recibiendo toda su esperma y los dedos aun en su culo, era un embelesamiento inigualable. "Te amo tanto, Nini, tómala toda, bebé", Jennie gimió al recibirla, pero en vez de tragarla como Lisa hubiese esperado, la mantuvo dentro de su boca, acumulándola.

Lisa dio unos últimos bombeos con su mano, sacando lo último de su corrida cuando se percató de que Jennie tenía la boca llena con su semen.

"No te atrevas a botarla, trágala", dijo tomándola de la barbilla hacia arriba para que la mirase a los ojos.

Jennie la miró con ojos de amor, como si Lisa fuera el ser más bello y, al mismo tiempo, el más malvado que habitara en la tierra.

No emitió ni el más mínimo asomo de objeción, aceptando la indicación con una obediencia que recordaba a una orden militar. Con determinación, lo bebió de un solo trago. El líquido espeso, y a su parecer delicioso descendió por su garganta, y cerró los ojos en un gesto de puro placer mientras saboreaba cada matiz de sabor que se desplegaba en su paladar.

Luego, Lisa la miraba con una sonrisa traviesa y genuina que iluminaba su rostro. Era una sonrisa que parecía irradiar felicidad y complicidad. Jennie, al notar esa expresión en el rostro de Lisa, respondió de inmediato con una sonrisa igual de sincera.

"Vamos a casa, mi vida", susurró dulcemente, mientras acariciaba con ternura la mejilla de Jennie. Su voz llevaba consigo un tono de cariño. Jennie le devolvió la sonrisa mientras sacaba sus dedos de allí con delicadeza, aun así, haciéndola gemir.


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Salen del lugar, sus manos entrelazadas, como si fueran dos almas completamente satisfechas. El ambiente a su alrededor se siente ligero y cargado de una energía positiva que fluye entre ellas. Sus dedos entrelazados transmiten una sensación de unión, como si fueran dos piezas de un rompecabezas que encajan perfectamente.

El lugar del que salen parece haber quedado atrás, y ahora están en el camino hacia el auto en el estacionamiento. Cada paso que dan es firme y seguro, como si estuvieran caminando sobre nubes. La noche las rodea con su manto estrellado, y el suave susurro del viento complementa la escena. Las luces del estacionamiento se reflejan en el pavimento, creando destellos en sus miradas que ya brillan con una sensación de realización y satisfacción.

Jennie y Lisa caminan en silencio, pero no necesitan palabras para expresar lo que sienten.

En el estacionamiento, con la emoción aún palpable en el aire, Jennie siente un impulso irresistible. Se acerca a Lisa con determinación y le planta un beso apasionado. Sus labios se encuentran en un encuentro cargado de cariño, y ella quiso que se grabara ese momento en su memoria para siempre. Los flashes de lo que parecen ser cámaras de lejos iluminan su beso, y Jennie tiene la intuición de que podrían ser paparazzi. La idea de que los fotógrafos estén captando ese instante no le preocupa, más bien, lo desea profundamente. Quiere que el mundo vea su amor, que sea testigo de la satisfacción y la felicidad que comparten.

El beso se prolonga un poco más, como una declaración silenciosa de su amor, y luego, con sonrisas brillantes, ambas se separan. Se suben al auto, un refugio en medio del despliegue de flashes y curiosos que podrían estar presentes. La puerta se cierra con un sonido sólido, y el motor ronronea a la vida. Emprenden su camino hacia la casa de Lisa, que está más cerca, como si estuvieran escapando del mundo exterior y encontrando un rincón de privacidad en el interior del vehículo.

No importa lo que los demás puedan decir o pensar, porque dentro de ese vehículo, su mundo es perfecto. Los ruidos de la ciudad se desvanecen a medida que el auto se desliza suavemente por las calles iluminadas por farolas. Pueden sentir la paz y la intimidad que su amor les brinda, es un refugio seguro en medio de un mundo caótico.

El tiempo parece detenerse mientras avanzan hacia la belleza de la noche que les espera en casa. Todo lo que importa es la presencia de la otra, la conexión que comparten y la promesa de que su amor las acompañará en cada paso del camino. Juntas, continúan su viaje hacia la felicidad y la calidez de su hogar, donde podrán disfrutar de la tranquilidad y el amor que han construido juntas.



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