XXXIII
Baekhyun se encontraba picando cebolla mientras Chanyeol estaba sentado frente a la mesa, mirándolo. Suspiró cuando vio las perlas brillantes cayendo desde los ojos de su esposo; últimamente Baekhyun cocinaba todo con mucha cebolla solo para querer ocultar el motivo de sus lágrimas.
La comida era más salada, pero el alfa nunca se quejaba, las almohadas estaban siempre empapadas al igual que sus camisas, pero tampoco decía nada. Simplemente abrazaba a Baekhyun hasta que volviera a mojar la tela de su ropa.
—Cariño, compre un velo para ti, es largo como te gustan —dijo Chanyeol mientras el omega asentía y cortaba lentamente las cebollas—, les puse oro en las orillas.
—Gracias, querido —susurró con la voz quebrada y el volumen bajo.
—¿Te gustaría ir a-
—No, yo no... no quiero salir —susurró de nuevo.
—Entiendo —asintió rindiéndose y simplemente empezó a jugar con una moneda.
Había pasado tres meses desde que había sucedido el incidente de la pérdida de sus bebés y Baekhyun no había querido salir a ninguna parte. Estaba mucho peor que cuando perdió a su primer bebé. Ahora, había hecho un nido en una de las habitaciones y se la pasaba todo el tiempo ahí, incluso lo había obligado a dormir con él en aquel lugar.
El dolor que se mantenía incrustado en sus pechos no podía sacarlo nadie, ambos estaban agonizando en vida. Chanyeol no sabía cómo procesar lo que había sucedido; perder a sus cachorros y haber quitado la vida al omega le hacía sentir como si no tuviera corazón.
Chanyeol sentía como si todos los días fueran iguales, nada cambiaba, todo era gris y salado. Él ya se había hecho a la idea de ver correr pequeñas patitas peludas corriendo alrededor de la sala, pero ahora solo había silencio, un escalofriante silencio.
—Ten —dijo Baekhyun mientras tendía el plato en la mesa.
—Gracias —susurró para luego tomar sus palillos y ver que Baekhyun también se sentaba a comer.
La estancia estaba levemente alumbrada por unas velas y la oscuridad de la noche era espesa, por lo que solo se podía ver lo necesario. Ya no eran usuales las conversaciones ni los besos repentinos, tampoco las miradas de cariño.
Cuando terminaron de comer, Chanyeol y Baekhyun fueron a tomar una ducha; era extraño para ambos, que, aunque estaban desnudos, realmente no tenían deseos. Solo querían estar uno a lado del otro dándose compañía y oliendo sus aromas.
Después de un buen rato, ambos ya estaban vestidos con sus pijamas dentro del nido. Baekhyun había llevado muchas mantas, almohadas y ropa del alfa; tenía una carpa de velos e hilos encima de todo.
—¿Estás nervioso? —susurró Chanyeol cuando Baekhyun comenzó a mover su pie.
—No, solo me cosquillean las piernas, es molesto —contestó en voz baja.
Chanyeol asintió y abrazó a su omega para luego empezar a esparcir su aroma por dentro de la carpa. Después, comenzó a repartir besos húmedos en su espalda hasta que sintió como Baekhyun empezó a relajarse.
—Tranquilo, yo estoy aquí contigo —murmuró detrás de su nuca—. Siempre estaré contigo.
—¿Cómo habrían sido sus ojos? ¿Grises como los míos o dorados como tú? —susurró sintiendo como su pecho volvía doler y el alfa lo apretaba contra su torso.
—Seguramente habrían sacado tus ojos, son hermosos —contestó con la voz rota.
—Gracias, Chan —una lágrima resbaló por su sien—, quizá habrían sido tan altos como tú.
—O lindos y pequeñitos como tú —susurró cerrando su ojo.
—Los extraño tanto —se rompió mientras tocaba su abdomen plano.
—Yo también —puso su mano grande sobre la de su omega y presionó el lugar.
Se quedaron en silencio y solo se podía escuchar los llantos bajos de ambos; no podían entender como alguien pudo haberles arrebatado la felicidad de sus hijos, niños que no pudieron permitirse conocer la luz del sol.
Poco a poco fueron quedándose dormidos y en ningún momento Chanyeol soltó a Baekhyun de sus brazos. Asimismo, su lobo también estaba rodeando con su cuerpo al lobo de Baekhyun.
Los días eran iguales, todos opacos, y aún así Chanyeol salía a trabajar cada mañana, pero Baekhyun por su parte, solo se mantenía descargando su tristeza dentro de su nido cálido. Imaginando cómo hubieran sido sus cachorros, sonreía mientras miraba los almohadones de tela suave; seguramente los niños habrían sido felices de caminar y saltar encima de ellos.
Terminó en forma de un ovillo, con las rodillas pegadas al pecho y los brazos encima; odiaba mucho a aquel omega a pesar de que ya había muerto, nada podría quitarle aquel dolor del pecho.
Si cuando perdió a su primer niño había sentido su corazón destrozado, ahora ya solo era un cadáver caminante. A pesar de que su cuerpo no le había permitido concebir al principio, realmente pudo hacerlo y él... él se lo impidió, le impidió conocer la felicidad.
***
Chanyeol se encontraba puliendo una espada y probando su filo, pero nada, por más que limaba no funcionaba; aunque intentará muchas veces todo seguía igual. Tan igual como su paternidad, por más que intentara, el resultado era el mismo.
—¡Aagh! —gritó cuando no pudo cortar nada.
Tiró todas las cosas a su alrededor, escuchando como los metales chocaban contra el suelo y las piedras saltaban. Gritaba enfurecido sin poder evitar empujar su enojo en contra de sus cosas.
—Chanyeol, hijo, ¡Detente! —dijo la señora Park apenas entró al taller.
El alfa sintió dolor en sus rodillas y cayó al suelo, maldijo su cuerpo, maldijo su vida, maldijo a Mackenyu y maldijo a la Luna. Lloraba descontroladamente por el hueco en su pecho, se sentía ahogado. Sin embargo, cuando un par de brazos cálidos lo rodearon, pudo calmarse un poco.
—Los perdí, los perdí, yo solo quería tenerlos en mis brazos —sollozó mirando al suelo.
—Lo sé, cariño, lo sé —empezó la mujer mientras frotaba la espalda de su hijo.
—Mamá, por favor, que la Luna me los traiga de vuelta —apretó sus dientes y sus puños.
—Oh, mi cachorro —intentó consolar aunque ni ella misma sabía cómo.
Ambos se quedaron ahí mientras Chanyeol se desahogaba en el pecho de la omega y esta lo abrazaba. La herida aún era fresca como para simplemente dejarlo ir, realmente el sufrimiento era palpable.
.
Baekhyun se encontraba sentado en el borde de la cama mientras miraba los aretes que su amado alfa le había regalado, estos estaban mojados por sus lágrimas. Jamás pensó sufrir de esta manera, era algo horroroso y no se lo deseaba a nadie.
Solo quería cerrar sus ojos para poder despertar y descubrir que todo había sido una vil pesadilla, pero no, simplemente era su realidad y no podía hacer nada más.
Solo el frío de la noche le avisó cuántas horas habían pasado, así que con nada de fuerza, se levantó para ir hasta la cocina donde comenzó a preparar la cena, nada realmente elaborado debido a que no tenía un gramo de ganas.
No supo cómo, pero finalmente había terminado de preparar todo, en realidad había actuado más por inercia que por deseo propio. Su mente estaba en blanco la mayoría del tiempo y el frío del miedo recorría sus venas, aquel manto helado que calaba hasta sus huesos.
Su pecho se calentó un poco cuando se abrió la puerta y el aroma de su alfa llegó hasta su nariz, ahora él era la única calma que podía quitar aquella espina en su corazón.
—Chan —susurró para luego acercarse a él.
—Pequeño —cojeó hasta estar frente a su esposo y luego lo besó en los labios.
Cómo cada noche, ambos comieron en silencio y se bañaron juntos, Chanyeol limpiaba con la esponja de mar el cuerpo pequeño de Baekhyun. Los aromas de ambos se volvieron en lluvia cuando las manos grandes de Chanyeol llegaron hasta su abdomen.
Al igual que lo hacían últimamente, ambos durmieron abrazados y con los sentimientos decaídos. Se acurrucaron en su nido para poder escapar de manera momentánea de la realidad; como era usual, Chanyeol colocaba su mano en el pecho de Baekhyun para sentir sus latidos.
Después de una semana, Chanyeol estaba bastante cansado, se sentía estresado por todo y solo quería bañarse en agua tibia. Estaba molesto por sentirse de la misma manera en que lo hacía cada día, incluso le dolía la cabeza.
Baekhyun a veces se pasaba horas en el sofá del cuarto con las paredes de cristal, solo mirando el exterior, sin querer salir en realidad, a los pequeños animales y las ramas moviéndose por el viento cruel mientras que el brillo del sol se metía entre las hojas grandes.
Se había recluido en su casa y aquel cuarto era su única conexión con el exterior; tenía miedo de todo, se ponía mal y temblaba por los nervios. Afortunadamente Chanyeol jamás le obligó a salir, a diferencia de su familia quienes si quisieron hacerlo. Baekhyun tenía a su casa como su lugar seguro.
Había querido tanto visitar a Junmyeon, pero sabía que no podría hacerlo, no podría soportar el dolor de ver a sus hijos, porque sabía que ya habían nacido. Se sentía como el peor amigo del mundo en ese momento y eso también lo hundía más en aquel agujero negro depresivo.
Día a día aquella pared de cristal reflejaba su rostro lúgubre que con el paso del tiempo solo iba decayendo más y más, las mejillas de Baekhyun eran huecas, sus ojos tan opacos como el polvo, sus labios resecos y con pequeñas cicatrices de mordidas constantes, su cabello sin vida y su piel seca, seca y enrojecida, debido a que Baekhyun se rascaba constantemente por los nervios.
Nada lo alegraba, sus labios no volvieron a curvarse en una sonrisa y sus mejillas ya tenían un camino hecho por cada vez que lloraba.
Desvío su mirada cuando escuchó como la puerta era golpeada así que suspiró quedándose quieto, estaba mentalizándose para ir a abrir; en el cuarto golpeteo, fue a ver quién era. Aunque lo adivinaba.
—Hola, cariño —se escuchó la voz suave de una mujer.
—Hola, mamá —dijo con la voz ronca y sin emoción.
—Te traje compras de comida y algunas cosas para la casa —muestra las fundas de papel.
—Gracias —susurró y se hizo a un lado para dejarla pasar.
—Hijo ¿Estás comiendo? —preguntó ella mientras caminaba hacia él, luego de dejar las compras en la cocina.
—Lo hago —asintió con pereza.
—Estás muy delgado, me preocupas —levantó una mano para acariciar su mejilla—. Siento mucho lo que sucedió, si quieres hablar yo-
—No quiero hablar, estoy bien así —cerró sus ojos y se apartó, dejando caer la mano de su madre—. Quiero estar solo.
Ella se quedó en silencio por un momento y luego asintió, pero por sorpresa tomo a su hijo en un abrazo fuerte; Baekhyun se tensó por un momento, pero luego accedió y sin poder detenerse, se derrumbó otra vez sobre ella.
No era la primera vez que se quebraba en los brazos de su madre, pero seguía doliendo como la primera vez; aunque siempre quería demostrar fortaleza, cada vez terminaba llorando sobre su pecho como un cachorro.
—Mamá, esto es horrible, me duele todo y siento desesperación cada vez que pienso mucho en ellos —dijo tembloroso y araño su propio rostro.
—Cariño, yo no puedo entender tu dolor, pero siempre estaré para ti —susurró y detuvo las manos de su hijo mientras miraba sus ojos húmedos.
—¿Cuándo se acabará este dolor? —dijo en un hilo de voz— Siento que moriré en cualquier momento.
—Baekkie, no puedo darte la respuesta, pero como cada herida, se necesita tiempo —ella acarició su rostro—. Me quedaré hoy contigo ¿Sí?
Baekhyun asintió y luego ambos fueron al sofá de la sala donde Baekhyun se recostó y descansó su cabeza encima de las piernas de su madre. Ella acariciaba su cabello reseco mientras el omega lloraba amargamente sobre su falda.
.
Una semana después, Baekhyun estaba algo irritado; se había roto dos platos por su culpa, quemó el desayuno y arrancó su cabello cuando quiso desenredarlo. Estaba con la respiración pesada, mirando uno de los floreros en la esquina del sofá. No entendía el motivo de su ira, de su torpeza y de sus ganas de romper algo.
Lanzó un grito de enojo puro y luego tiro los adornos que estaban cerca de él; después de un momento cayó sentado en el sofá, respirando con fuerza mientras intentaba calmarse, esto era agobiante.
Ni siquiera comió, porque no tenía un poco de ganas. Desde hace un tiempo era la madre de Chanyeol quien le llevaba el almuerzo al alfa por petición de él mismo, dijo que no quería molestarlo. Baekhyun lo agradecía, ya que salir le hacía sentir como un condenado.
En la noche si tuvo que cocinar, había limpiado el desastre que hizo y se cortó la mano en el proceso, había vuelto a maldecir al mundo entero luego de eso. Sin embargo, solo hizo sus cosas para luego esperar al alfa.
Sentado en la mesa esperó varios minutos y comenzó a preocuparse cuando el alfa no venía; ya había pasado un buen rato desde el momento en que solía estar en casa, pero su lazo no estaba perturbado por lo que significaba que estaba bien.
Cuando la comida se puso fría, fue que Chanyeol apareció y Baekhyun solo miraba todos sus movimientos cual felino esperando a su presa, la irritación volvió a su ser, estaba empezando a sentir como su sangre ebullia.
—¿Dónde diablos estabas? —masculló en voz baja mientras apretaba su mandíbula.
—Oh, Chen vino al taller y estábamos hablando —se encogió de hombros.
—¿Con el borracho de tu hermano? —pronunció burlón mientras se levantaba, golpeando la mesa con las palmas de sus manos— ¿Hablaban sobre las betas de los burdeles o que tema importante por el cual no venías?
—No te permito que hables así de mi hermano y simplemente se me pasó la hora —rodó su ojo para luego entrar al comedor.
—Oh, se te pasó la maldita hora —apretó sus labios y empezó a asentir mientras miraba a otra parte—. Ya veo, bien.
—Baekhyun ¿Qué sucede? No entiendo tu comportamiento —frunció su ceño.
—Que parece que el único que tiene que vivir con todo el maldito peso soy yo —se señaló a sí mismo—. Tú conversas y la pasas bueno afuera —apretó sus dientes mientras las lágrimas de frustración se formaban en sus ojos.
—Yo no lo paso bueno, es horrible a cada maldito segundo, pero tengo derecho a estar con mi familia —levantó un poco la voz también sintiéndose irritado.
—Ya veo, entonces ¡Lárgate con tu maldita familia! —sin pensarlo, barrió la mesa con su mano provocando que su plato con comida cayera al suelo—. Te odio —gruñó por último antes de correr a su nido.
Chanyeol se quedó impávido, no sabía bien que hacer, era cierto que su omega había estado algo irritable desde hace unos días, pero no creyó que a ese nivel. Nunca antes le había molestado que llegara tarde a casa.
Chanyeol comió su comida y levantó los platos rotos con la que iba a ser la comida de Baekhyun. Después de limpiar todo, se lavó las manos y fue hasta la habitación del omega. Golpeó la puerta por un momento y cuando pensó que Baekhyun no iba a abrirle, la puerta dio paso a un pequeño omega lloroso.
—Perdón —susurró Baekhyun, mirando al suelo—, no sé qué me pasa.
—No te preocupes —aceptó y luego abrazó al chico—, solo trata de no romper cosas, podrías lastimarte.
—Ya lo hice —levantó su mano para enseñar sus heridas.
—Baek... —respiró profundo y luego acercó la palma a su boca para empezar a lamer.
—Quiero dormir contigo —dijo en voz baja, algo tímido.
—Siempre —tomó su mejilla y besó sus labios.
***
—¡No me importa, no irás! —gritó Baekhyun una mañana soleada.
—Baekhyun, es el cumpleaños de mi mamá —trató de razonar con él.
—Que bien ¿No? —se cruzó de brazos—. Ve a divertirte entonces, festeja la muerte de nuestros hijos —dijo enervado.
—¡Te prohíbo que digas ese tipo de tonterías! —levantó un dedo, haciendo énfasis en su enojo— Podemos ir los dos, no entiendo porque actúas así.
—Claro ¡Vamos a una fiesta después de que murieron-
—Lo sé, sé lo que pasó, ¡No tienes que recordármelo todos los malditos días! —golpeó la mesa con sus manos.
—¡¿Entonces?! —levantó sus cejas mientras se aproximaba rápidamente al alfa— Te recuerdo que por culpa de tu maldito amante yo perdí a mis hijos —levantó su mirada gris hacia él.
—También son mis hijos, lo son, y no tuve nada que ver con eso —puso sus manos sobre los hombros del otro—. No era mi amante, solo un loco que se obsesionó conmigo.
—Me da igual, si tú no lo hubieras metido en nuestras vidas ¡Yo tendría a mis cachorros conmigo! —se alejó, dejando caer las manos del otro—. Lárgate a tu maldita fiesta, si quieres ya no vuelvas —dijo mientras apretaba sus dientes y lo veía con furia.
Chanyeol quiso replicar, pero Baekhyun ya estaba rumbo a su habitación; el alfa gritó enfurecido y con sus manos volcó la mesa con todos los adornos encima, luego se dejó caer sentado en una silla mientras tapaba su rostro con sus manos.
El alfa solo fue a felicitar a su madre, le dio un collar de oro con rubíes y luego volvió a la casa, ni siquiera sabía porque lo hacía. Baekhyun solo le gritaba, se enojaba con él, lo culpaba y luego de horas, se disculpaba solo para repetir el ciclo.
—Estoy tan cansado —le había dicho un día a su madre.
—Dale tiempo, es normal, crecían dentro de su vientre —le contesto aquel día.
Pero él no entendía porque solo el dolor de Baekhyun era aceptado, a él también le dolía, pero todo parecía girar en torno al omega. Todos entendían a la madre, pero nadie se compadecía de la agonía del padre. No era como si por ser alfa, ya no tuviera sentimientos.
Sin embargo, sabía que nada cambiaria, que tenía que seguir soportando los arrebatos de ira de Baekhyun hasta que se le pasará. Por eso, con un suspiro, abrió la puerta para dar cara otro día de su agonizante vida.
Pasaron los meses, los días eran iguales, incluso las personas que pasaban cerca de la casa podían escuchar los constantes gritos dentro del lugar. Era una zona de guerra donde Baekhyun era el principal atacante y no dudaba en culpar a Chanyeol cada vez que podía.
Fue una noche cuando los nervios de Baekhyun se tranquilizaron un poco, en una pelea repetible como las demás.
—Te juro que sí, solo quiero irme y dejarte de ver la maldita cara —dijo Chanyeol al borde de las lágrimas.
—¡Entonces hazlo! ¡Maldita sea, hazlo! —respondió para luego lanzar un florero cerca del alfa.
—¡Te odio! ¡Odio pasar cada segundo contigo! —replicó cuando el omega se fue.
Al igual que toda pelea entre ellos, Baekhyun se arrepintió luego de unas horas y sentado en su nido espero a que Chanyeol tocará la puerta para poderlo abrazar, pero nada paso. La puerta no fue tocada y la única que se escuchó fue la de entrada lo que sorprendió al pequeño omega.
Chanyeol nunca lo había dejado solo.
—Channie... —susurró al vacío mientras sus mejillas volvían a mojarse.
Después de esa noche, Baekhyun no vio al alfa, Chanyeol no llegó a la mañana siguiente, ni a la que le seguía, tampoco a la próxima. Ahora estaba aún más nervioso que antes, su alfa lo había abandonado, fue lo primero que pensó.
—No, no, no —se repitió una y otra vez. —¡Chanyeol! —sollozó herido mientras caía en su nido para luego hundir su nariz en una de las camisas del alfa.
En una mañana donde Baekhyun estaba comiendo una lechuga, porque no tenía ganas de cocinar, pudo escuchar como la puerta se abría así que se levantó de golpe y corrió hasta la entrada.
—¡Chan! —saltó a sus brazos.
—Baek —susurró y lo estrechó en su pecho.
—Lo siento, lo siento, no se volverá a repetir, no me dejes, te lo suplico —dijo rápidamente.
—No lo haré —fue lo único que respondió.
***
Sin embargo, como todo, las palabras se las lleva el viento y fue lo que sucedió con las promesas del omega. Fue a la mitad de un año que el enlace estaba débil, habían pasado seis meses desde la muerte de sus pequeños y Baekhyun se había encontrado peor que nunca.
Se supone que para esta fecha sus hijos ya habrían nacido y estarían cómodamente acurrucados en sus brazos, pero no. El dolor solo los embargaba hasta el punto de martirizarlos.
Esa noche Chanyeol se estaba acomodando junto a Baekhyun quien estaba recostado sobre su costado, mirando una de las paredes de tela. En ese momento, el alfa comenzó a besar la espalda del omega, ya que su piel con aroma a cerezas lo estaba llamando.
—¿Qué haces? Hay que dormir —susurró Baekhyun.
—Pensaba que quizá podríamos hacerlo —dijo despacio para luego poner su mano en la cadera del omega—, ha pasado un tiempo.
—No puedo creerlo, nuestros cachorros... se fueron hace poco —jadeó—, y tú solo piensas en eso —se dio la vuelta, mirándolo incrédulo.
—Baek... —mordió su labio inferior— no creí que hacerlo era algo malo —dijo bajando la mirada.
—Eres un imbécil —se sentó solo para mirarlo de mala manera—. ¿Crees que tengo ganas de hacer eso ahora?
—Solo pudiste decirme que no, es todo —frunció su ceño y rodó su ojo.
—Es que es algo que debes de saber —chillo enojado y luego se acostó, pero más lejos del otro—, pareciera que ya no te importará —susurró cuando estuvo debajo de las mantas.
—No seas injusto, no entiendo porqué me tratas así ¡Ya estoy más que harto! —gritó Chanyeol.
—¡Harto! ¡Yo estoy harto de verte! ¡Por tu culpa ellos están muertos! —levantó su mano para golpear la mejilla del alfa.
Todo se quedó en silencio y Chanyeol puso una mano en la zona afectada para luego girar lentamente su cuello hacia el omega quien tenía sus ojos rojos y la respiración acelerada.
—Si me odias tanto y me culpas entonces eres libre de volver con tus padres —susurró en un tono sombrío.
La razón volvió a la cabeza de Baekhyun cuando el alfa se levantó y con fuerza jaló las piernas del alfa, provocando que este caiga sobre las mantas. Chanyeol seguía con el rostro molesto y ahora Baekhyun se encontraba nervioso, mordiendo su labio.
—No, no, lo siento, lo siento-
—¡Ya! Estoy al borde de la paciencia contigo ¡A mí también me duele! ¿Crees que no? —jadeó y respiró profundo—. Solo quiero que nuestro enlace no se vaya al infierno.
—Lo sé, lo sé, —asintió y tomó las mejillas de su alfa mientras acercaba su cabeza a él—. Lo siento, lo siento —dijo una y otra vez para luego tomar los labios del alfa entre los suyos.
—¿Baek? —susurró incrédulo.
A veces le asustaba los cambios de humor del omega, ya que no parecía ser el mismo.
—Te amo, Yeol, lo siento tanto —susurró contra sus labios para luego volver a tomarlos.
Antes de que el alfa pudiera decir algo más, se halló siendo desvestido con desesperación por el omega. Simplemente cerró su ojo, dejándose llevar hasta que el finalmente el placer los embargo a volverse uno solo.
Solo esperaba que todo pudiera mejorar.
***
Hola, personitas.
Solo vengo a decir que se va a alargar un poco este fic, no tanto, quizá unos cinco caps más.
No deje botados mis otros fics, solo quiero terminar este.
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