|22|
COBARDE.
CAPITULO 22:
Caminaba sin prisa por los pasillos de la escuela. Pronto seria la hora del receso y como yo había terminado las actividades de matemáticas sumamente rápido, me habías dejado salir antes.
-¡Moon! –me llamo Elliot, mientras corría tras de mi-. ¡Al fin te encuentro! Necesito un consejo –voltee a verlo, suspire pesadamente. Había estado evitándolo toda la mañana. Ignore su comentario y seguí caminando. Me jalo, de modo que quedamos frente a frente, sin embargo, yo lo miraba a los ojos, no, mi mirada vagaba por los casilleros.
-Moon... ¿Qué paso? ¿Por qué no contestas? ¿Alguien te hizo algo? Sabes que somos amigos, me puedes contar. Si algún imbécil te hizo algo, te juro que lo mato, porque...
-Nadie me hizo nada Hamillton, ahora tengo prisa, con tu permiso –lo interrumpí y seguidamente me solté de su agarre. Seguí mi camino y me senté en una mesa de la cafetería.
Anoche le había dado mil vueltas al tema de Elliot, una, dos, hasta tres horas estuve pensando en eso y, me di cuenta, que no podía seguir jugando con él. Yo un día me tendría que ir y se quedaría aquí, no podía sentir nada por él, así que opte por alejarlo. Esta mañana volví a pensar en todo eso y al final decidí intentar pasarlo por alto. Pero el condenado me la ponía difícil.
-¡Danielle! –me llamaron y voltee hacia la portadora de esa voz, era Rachele. No me había dado cuenta que ya había sonado la campana, indicando el primer receso.
-Ah, hola Rachele –sonreí saliendo de mis pensamientos.
-Hola despistada, ¿Cómo estás? No te ves muy bien.
-Mira quien habla de despistadas. Estoy bien, solo tengo sueño.
-Tu siempre tienes sueño –dijo llegando por detrás Emily.
-Bueno, algunas veces –sonreí.
-Oh Danielle, que raro que te hayas sentado acá, como últimamente solo estas con Elliot –una sorprendida Haley se sentó a mi lado. ¿Acaso todo el mundo quería recordármelo?
-No siempre estoy con Elliot...
-¡Claro que sí! Todo el mundo lo comenta. Hasta el grupo de las plásticas lo saben y por eso no dejan en paz a Elliot, ni a sol ni a sombra –afirmo April, que venía llegando con una bandeja de comida.
-Eso es cierto, hasta Alan me dijo que Elliot había estado distanciado del grupo esta semana, porque estaba todo el tiempo contigo –se nos unió Charlotte.
-Elliot y yo solo somos amigos... -dije apoyando mi cabeza en mi mano-. O eso creo –esto último lo susurre, siendo imperceptible para las demás.
-Sí, eso lo sé, Elliot me conto de su chica especial. Pero no me dio muchos detalles –dijo April, mientras le pegaba en la mano a Rachele porque trataba de robar su comida-. Cambiando de tema, ¿Están listas para la excursión?
-¡Yo sí! Ya empaque todo –exclamo contenta Rachele.
-Yo empaque desde que lo avisaron –rio Haley y todas la vieron fijamente-. ¿Qué? Me gusta estar preparada.
-Cierto que es mañana, todavía me quedan muchos atuendos por escoger –murmuro pensativa Charlotte, ideando que ropa llevaría.
-Charlotte, solo son tres días, no hay mucho que empacar –la reprocho Emily y Charlotte le saco la lengua-. ¿Y tú Danielle?
-Sí, ya empaque –mentí, no me acodaba de la excursión, no tenía nada listo, no sabía que tipo cámaras llevaría, ni que armas, en caso de que apareciera la secuestradora y se pusiera violenta.
Excursión, Elliot, misión, Elliot, Aischa, Elliot, doble identidad, Elliot, mentiras, Elliot. Demasiadas cosas para mi pobre mente.
***
Luego de un verdaderamente pesado jueves, llegue a mi casa. Había comido, me había bañado, había escuchado música, ¡Hasta había limpiado! Y eso que yo nunca limpio. Pero no importaba lo que hiciera, una persona seguía en mi cabeza y, aparentemente, le había gustado el lugar, porque no pensaba irse. Suspire derrotada y me dispuse a empacar para la excursión.
-Ropa, listo. Cámaras, listo –repasaba la lista de las cosas que llevaría-. Protector para mosquitos, listos. Tienda de acampar, listo. Sleeping back para dormir, listo. Almohada... me falta la almohada –me recordé a mí misma, mientras tomaba a mi almohada. Apenas la levante, algo cayo de ella, así que la ubique encima de mi maleta y me agache para buscar que se había caído. Y como si dios no quisiera que me olvidara de Elliot, ahí estaba, impregnado en dos fotos. Es cierto, había bajado las fotos de Elliot debajo de mi almohada.
Mordí mi labio, guarde la foto debajo de mi almohada. No sabía porque, pero quería tenerla cerca de mí. La coloque junto a la foto de nos habías tomado antes. Ahora, tenía dos fotos de Elliot muy cerca de mí.
Sonreí levemente recordando perfectamente ese día, contemple por un tiempo esa foto y la pegue a mi pecho. Luego mi atención paso a la siguiente, era una de Elliot en el baile de primavera, la había robado de las fotos del baile.
Me tumbe en el piso. Tome la foto en mis manos y antes de ponerla en la carpeta, la observe. Esa sonrisa, esos ojos. Elliot estaba en la foto. Salía riendo alocadamente, se la habían tomado desprevenido, pero aun así salía bello.
Tome las dos fotos y las guarde en mi carpeta personal. Me levante del suelo y decidí despejarme, así que me dirigí a un parque, el mismo donde Elliot y yo nos habíamos conocido. Un sentimiento me atraviesa. La nostalgia de haber dejado a Elliot ahí y luego no haber respondido sus llamadas, seguía en mi pecho. Toda mi vida había estado acostumbrada a seguir a mi cabeza. Mi trabajo lo había sido todo. No estaba acostumbrada a que alguien me diera amor, cariño o tan solo afecto, el único sentimiento que conocía era el "respeto" comenzando que eso no es un sentimiento. Desde que mis padres fallecieron eso era todo lo que conocía.
Cuando Elliot me dijo eso, me asuste, sí, me asuste, no porque no me agradara, ni nada de eso, sino porque era la primera vez que alguien me quería. No estoy acostumbrada al cariño. Me asustan esas cosquillas que siento cada vez que lo veo, me asusta pensar todo el tiempo en él, me asusta que me quiera. Pero lo que más me asustaba de todo el caso, era que un día me iría, y no volvería más. Y entonces entendí, que era una cobarde. Podía salvar vidas, podía usar una pistola tan grande que casi no podía sostenerla en mis manos, podía emplear un cuchillo tan filoso que podía matar a alguien con una sola cortada, pero... ¿No podía encarar al chico que me gusta? Yo tenía miedo... miedo del amor.
Mi trabajo era mucho, en mi vida en realidad, pero uno no puede controlar lo que siente. Yo no podía controlar lo que sentía. Mis se enfocaron el silueta de un chico, que caminaba un poco más adelante que yo, dándome a espalda. ¡Conocía esa silueta! Él estaba en el mismo parque que yo. El destino jugaba con nosotros y os quería hacer encontrar. Un impulso me hizo correr hacia donde estaba y abrazarlo por detrás, fuerte, muy fuerte. Con solo pensar en no hablarle nunca más, mi corazón soltaba una descarga de dolor por todo el cuerpo. Él se sobresaltó, pero yo me pude de puntitas, apoye mi cabeza en su hombro y susurre una simples palabras.
-Yo también te quiero... -al instante él se giró, haciendo que hiciéramos contacto visual.
-Te tardaste un poco.
- Mejor tarde que nunca.
.Tienes razón –sonrió, para luego presionar sus labios con los míos. Su boca empezó a jugar con mi labio inferior. Mis manos se posicionaron en su cuello y sus manos en mi cintura. Nos separamos lentamente, con una sonrisa. ¿Había dicho que amaba que el sonriera solo para mí? Si no lo había dicho, ahora lo digo, amaba que sonriera solo para mí.
-Lo siento por lo de ayer, pero...
-Ya no importa. Danielle, yo te quiero, de verdad te quiero y mucho, pero te lo dije ayer por mensaje, no puedo seguir en este misterio. Siento que yo me abro completamente a ti, pero yo de ti no sé nada.
-Elliot te conté lo de mis padres...
-Si Danielle, pero eso es parte de tu pasado y me encanta que me lo hayas contado, pero quiero saber de tu presente. ¿Dónde estudios? ¿Trabajas? ¿Dónde vives? De vez en cuando me gustaría pasarme por tu casa y no tener que llamarte para ver en donde nos encontramos. A veces me gustaría llegar de sorpresa y no tener que planear cada paso.
-Elliot, yo...
-Te quiero, pero necesito que dejes de ser un misterio.
-Yo... yo no puedo lo siento –bese su mejilla y me di media vuelta, destinada a irme.
-Si te vas ahora, no te llamara, no te mandare mensajes, ni siquiera me acercare a ti si nos encontramos, Danielle.
Voltee a verlo y asentí, para luego seguir mi camino en dirección contraria. Pero, ¡Danielle! ¿Lo dejaras de nuevo ahí? ¡Cuéntale todo! ¡Dile la verdad! ¡Anímate! Decía mi voz interna.
No, no podía, no puedo...
Cobarde, cobarde, cobarde.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro