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Estado: En una relación

     Soltó un pequeño suspiro al despertar. El sol ya estaba entrando por su ventana... al darse cuenta de eso, abrió los ojos levantándose de golpe. Corrió hasta el escritorio en donde se encontraba su celular, la alarma había sonado una vez a las seis de la mañana y no había vuelto a sonar, lo cual era muy extraño. El reloj marcaba las 9:06 a.m. se le había hecho tarde para seguir a Ferdinand; ahora le sería muy difícil encontrarlo en aquella ciudad. Al ver la cama se dio cuenta de que ésta estaba vacía.

     ¿Y si Herman había huido cuando ella estaba dormida?, ¿y si lo único que él quería era acostarse con ella y no volver a contactarla?, ¿y si cometió el error de precipitarse la noche anterior y acababa de arruinar la misión?

     Se puso unos jeans rápidamente, en cuanto se los iba a abrochar escuchó que alguien giraba la perilla de la puerta, rápidamente sacó el arma que estaba escondida en su mochila y apuntó hacia la entrada. Por suerte, Hermann entró mirando al piso, lo que le dio tiempo a la chica de ponerse el arma detrás del cuerpo y meterla discretamente de nuevo en su mochila.

     — ¡Oh, estás despierta! —Exclamó sonriente antes de fruncir el entrecejo—. ¿Ibas a algún lado? —Levantó una ceja—. Te recuerdo que éste es tu departamento; tú no tienes que huir, en todo caso tendría que hacerlo yo, claro, si quisiera hacerlo —dijo en broma entrando por completo a la habitación—. Traje el desayuno, ¿estás hambrienta? —Le extendió una bolsa de plástico con dos contenedores de poliestireno.

     —Yo... —Quería decirle que no, que tenía prisa, que estaría ocupada pero no lo hizo—. Claro. —Se sentaron en la cama porque la mesa que había en la habitación sólo tenía una silla y no iban a poder estar ambos ahí.

     —Quisiera decirte algo —habló Hermann mientras sacaba los contenedores de la bolsa—. Sé que no hemos salido lo suficiente como para conocernos bien, pero desde el primer momento en el que te vi (aunque hayas sido grosera) —sonrió—, supe que serías alguien especial. Me agrada mucho pasar tiempo contigo, me divierto, eres hermosa... Realmente me gustas. —Abrió el contenedor. Al bajar la vista vio tres hot cakes, uno encima del otro, y el de hasta arriba tenía escrito:

  ¿Quieres ser mi novia?

     La chica lo miró sin saber qué decir. Aquello era bastante cursi para su gusto; si estuviera en cualquier otra situación, probablemente se habría reído y dicho que no.

     —Sé —continuó el castaño— que ya no somos unos adolescentes para ir por la calle llamándonos novio y novia. Pero me gustaría algo en serio contigo y no sólo pasar el rato... ¿Tú que dices? —Por un segundo se sintió mal de haber pensado que Hermann sería la clase de hombre que se acostaría una vez con ella y luego desaparecería de su vida.

     —Sí. —Respondió dejando que una sonrisa apareciera en su rostro. Se dieron un rápido beso antes de empezar a desayunar.

     Con aquel hombre probablemente subiría de peso; cada que comía con él, se veía involucrado algo con altas cantidades de azúcar y calorías, cosa a lo que no estaba acostumbrada, pero no quería decir nada. En realidad lo disfrutaba; nunca comía nada de lo que se permitía estando con Hermann.

     Le dijo que ese día lo tenía libre esperando que Ferdinand no decidiera llevar a cabo su plan mientras ella estaba distraída con su "novio". Abigail deseaba pasar un poco más de tiempo con Hermann, se convenció a sí misma de que lo hacía para que él confiara en ella y así dejar que se acercara a su vida para filtrar información.

     El resto del día lo pasaron juntos, paseando, tomados de la mano, conociendo los alrededores. De vez en cuando le pasaba por la mente Ferdinand y lo que podría estar haciendo, pero se recordaba que estar con Hermann le permitiría lograr acercarse más a su grupo, que simplemente seguirlos de lejos y tomarles fotografías sin conocimiento de lo que hablaban no la iba a llevar a nada. También le molestaba el hecho de que la DIA no le hubiese dado el equipo necesario, como micrófonos, para poder plantarlos en zonas estratégicas. Ella tenía que arreglárselas prácticamente sola.

     Hermann le había informado que al día siguiente los chicos y él irían al restaurante y, aunque le dijo la hora en la que llegarían, ella decidió estar ahí en su horario normal, por cualquier cosa.

     En cuanto se sentaron en una mesa, Abigail se acercó a la ellos sin importar que alguna otra mesera debía haberlo hecho, debido a que esa no era su área.

     —Buenos días, ¿cómo están? —Les sonrió de oreja a oreja viendo a los cuatro hombres sentados frente a ella.

     —Hola. —Hermann le tocó la pierna. Ella dio un paso atrás, sorprendida.

     —No debes hacer eso aquí, estoy trabajando. —Lo regañó con disimulo.

     — ¡No es cierto! —Exclamó Johann soltando una carcajada—. ¿Sí te la tiraste cuando salimos?

     —No "me la tiré" —respondió Hermann, se notaba que no le agradaba en lo absoluto el hijo de Ferdinand—. Estamos en una relación.

     —Vaya, ¿quién diría que el que persevera alcanza? —Esa vez habló Ritter sonriéndole a Abigail—, pero... —Miró a Hermann—. ¿No han tenido sólo un par de citas? ¿Cómo es que...?

     — ¿Pueden dejar de estar perdiendo el tiempo? Interrumpió Ferdinand molesto—. La mesera lleva parada media hora como idiota esperando que ordenen.

     — ¿Idiota? —Abigail pudo notar que Hermann apretaba los dientes y cerraba los puños debajo de la mesa.

     —No deberías salir con ella lo regañó—. Estás aquí por trabajo, no por placer.

     —Eh... —Abigail llamó la atención de todos—. ¿Gustan que vuelva en otro momento?

     —No. —Hermann se tranquilizó al pensar que ella no había entendido nada lo que acababa de pasar. Ordenaron como si la conversación de hacía diez segundos nunca hubiese sucedido.

     De nuevo empezaron a hablar sobre un ataque futuro, usaban palabras claves que a Abigail le costaba bastante descifrar.

     En cuanto los hombres se fueron, ella hizo lo mismo. Llegando a su apartamento abrió la computadora y marcó para hacer video-llamada con la agencia.

     —Señorita María, ¿cómo está? —Saludó un hombre de piel morena que al parecer estaba al tanto de la misión.

     —El lugar está limpio. —Dijo notando que él se había referido a ella por su nombre clave en caso de que alguien la estuviese escuchando. El hombre asintió.

     — ¿Tiene noticias sobre el ataque?

     —Aún no están seguros si será aéreo o si pondrán bombas, dijeron que tenían a un infiltrado que podía facilitarles el acceso, pero de repente hablan sobre aviones y cómo evitarlos por lo cual...

     — ¿De dónde estamos hablando? —Interrumpió el hombre.

     —Aún no lo sé exactamente. —Tragó saliva.

     — ¡Pues averígualo! —El hombre colgó. Abigail pestañeó un par de segundos asimilando la conducta de aquel sujeto. Un gracias habría sido amable de su parte. Decidió ignorarlo dejando de pensar en él y darse un baño.

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