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3. Dudas.

Richy

Me aburro...

Un lunes por la mañana. De buena mañana. A las seis y media de la mañana. Los gemelos se tienen que ir a la universidad, por eso no van a estar aquí; Diyana tiene insti, por lo que tampoco va a venir. Estoy yo, solo totalmente.

En realidad, con veintidós años recién cumplidos, debería de ir a la Universidad también, pero como no he querido, pues ahora estoy aquí, encerrado en mi despacho, soportando la soledad. Creo que voy a ir a buscar a Dani, él estará ahora con algunos otros entrenadores de otros cursos.

Salgo de mi despacho y me encamino hacia algún gimnasio para ver si tengo suerte en encontrarle. En el trayecto, varios miembros oficiales me saludan o algunos de cursos inferiores que se han quedado sin hogar y les hemos acogido aquí a cambio de que ellos entreguen su fuerza y dedicación a eso de matar Demonios.

—Capitán Richy.

—Capitán Richy.

—Richy —me llama la voz de un hombre más autoritario.

—General —saludo y detengo mi paso para mirarle a la cara, aunque tengo que levantar bastante la cabeza.

Zven Lindermann —sí, es alemán—, hijo del mayor Cazador de Diablos. Después de la muerte de su padre, él ha tomado su título y, hace un año por allí, se ha convertido en el General de DS con tan solo treinta y dos años. El señor Alphonse Lindermann fue también nuestro entrenador y una de las personas más importantes para Diy.

—¿No tienes nada que hacer?

—Dime que tienes algo para mandarme.

—¿Por qué no llevas a algún grupo a algunas misiones en vez de estar aquí perdiendo el tiempo?

—¡Porque prefieren a la Diy!

Yo no soy un amargado, pero en las misiones soy incapaz de dejar que mis cadetes vayan a su bola para intervenir solo en caso de extrema emergencia; les tengo que tener vigilados pero, al parecer, eso no les gustan a ellos.

En realidad, Diy es muy fuerte, por eso mismo que se puede permitir liderar equipos de tal manera. No digo que yo sea un debilucho, pero si tengo que pelear contra ella, caigo fijo. Ella ha entrenado desde mucho más pequeña que el resto de capitanes.

Si tengo que poner un ranking de poder en esta agencia, sin duda sería: Zven el primero; Diy la segunda bastante pegada al anterior, la verdad, en un principio, cuando el anterior General murió, tenían pensado en poner a Diyana como la nueva al mando, pero al final no se pudo por dos razones:

1- Zven Lindermann está más capacitado al tener más experiencia además de que la edad de Diy es un tanto pequeña.

2- Ni ella misma quiso. No exagero que ha estado rogando a que no la pusieran a cargo; desde ponerse de rodillas hasta abrazar la pierna de la gente casi echando lágrimas.

Debí grabarlo, pero no me dejaron.

En fin, en tercer puesto estaría Alberto, su capacidad especial es bastante fuerte; si se hubiera entrenado desde la edad que comenzó Diy, ahora mismo en una pelea, aunque consideren a la asiática como un prodigio, no se sabría bien quién ganaría.

En el cuarto puesto estamos David y yo empatados; ganamos las mismas veces que perdemos, por lo que vamos totalmente igual y eso que he entrenado durante un año o dos más que él. En el quinto puesto ya estaría Dani, quien pertenece a una Familia y más vale no competir en fuerza contra él.

Así estaríamos los cinco primeros, después ya serían los miembros oficiales de alto rango, medio rango, bajo rango y miembros normales. No he contado a los cadetes que están en los cursos, pero, viendo los de primer año, si tengo que ponerles un ranking, la cosa sería muy interesante.

—Creo que ya tengo algo que hacer —le digo al General, un chico de cabello negro al igual que los ojos.

—Pues bien, ahora lárgate.

Él, siempre tan amable.

Me dirijo de nuevo hacia mi despacho y saco los documentos sobre los nuevos alumnos de primer año. A decir verdad, una de las chicas que ha recomendado Diyana, es bastante buena; en especial en eso de la pelea. Pero, si hay que hablar de las otras dos, bueno, Elainee Mot y Evelyn Sellers deben de esforzarse.

A parte de ellas, la chica alta llamada Araia, esa también es bastante buena en eso de la pelea, solo que no la he visto competir con Marta, por eso no sabría decir quién va en cabeza. El chico, Jonás Lozano, también tiene sus cualidades en la lucha de cuerpo a cuerpo.

Mis manos sostiene el informe de Evelyn Sellers. Viendo la cara que tiene en la foto, su edad y su apellido; no cabe duda, es ella. La he investigado un poco por mi cuenta y ya lo tengo todo claro. Algunos sucesos de hace un par de años vuelve a mi memoria, no trato de reprimirlo, tengo que recordarme porqué debo proteger a esa niña.

Mis ojos viajan hacia una foto que hay encima de mi estudio. Sale dos pequeñajos: una chica de cara un tanto rechoncheta y los ojos negros que casi ni se ven, mientras que otro, un poco más mayor, la abraza por atrás. Los dos sonreían ante la cámara al mismo tiempo que, en el fondo, aparece un adolescente —casi adulto— rubio platino rodando sus ojos azules y sacando la lengua con la boca abierta, dándose cuenta de que se ha colado.

Cómo pasa el tiempo...

Hay dos chicas que debo de proteger con mi propia vida: Diyana Zhang y Evelyn Sellers. A una porque es una de las personas más importantes que tengo, y a la otra porque es mi deber.

Alguien entra a mi despacho y veo que Dani viene hacia mí mientras que la puerta se cierra automáticamente como siempre. En el trayecto, coge una silla que estaba cerca y lo arrastra para posarlo frente a mi escritorio. Él se sienta encima con las piernas abiertas y el respaldo del asiento pegado al pecho.

—¿No tienes misiones? —me pregunta cogiendo una otra foto que está encima de mi mesa.

En esa aparece cinco personas: dos chicos clavaditos; una asiática poniendo las manos en tijeras mientras sonríe con la boca cerrada y el cuerpo inclinado un tanto hacia delante; un castaño que mira fijamente la cámara sin expresión alguna en sus ojos azules; y un rubio guapo que pasa el brazo por el hombro del anterior.

Esa foto es de hace dos años. Dani lleva con nosotros desde que entramos a la Agencia, él tenía dieciocho en ese entonces y ahora ya tiene sus veintitrés. Cinco años aquí haciéndonos compañía y ejerciendo el deber de ser un entrenador.

—Si tuviera misión no estaría así —contesto en un suspiro.

Normalmente, cuando tenemos cosas que hacer, las misiones vienen sin dejarnos respirar, pero también hay momentos como estos: las que hay son simples y sencillos que los miembros oficiales se encargan.

—Por cierto —llamo su atención—, en el entrenamiento del fin de semana me he dado cuenta de algo... Dani, ¿podrías tratar de ser más amable con los nuevos? Te están pillando miedo.

—Son unos críos que no saben comportarse.

—Tienen más o menos la misma edad que Diy..., y Diy muchas veces es más inmadura que ellos. Eso sí consigues aguantarlo, ¿no?

No lo digo por decir, de verdad que ella no suele —por no decir siempre— tomar las cosas en serio. Casi todo a cachondeo.

—Es diferente. —Levanta la cabeza de la fotografía y lo deja de nuevo en su sitio para seguidamente mirarme—. A ella la he visto crecer, es como mi hermana pequeña; pero a esos no tengo porqué aguantarles, que han venido a entrenar, no jugar.

Suspiro.

Favoritismo es favoritismo, no hay excusas que valgan porque él ha tratado genial a Diy desde el primer momento, cosa que no hace con los nuevos reclutas. El fin de semana, si no fuera porque estábamos Alberto, David y yo allí, la mayoría se habrían cagado encima. Dani es así, suele mantener siempre esa cara de amargado delante de todo el mundo, pero bueno, no le podemos obligar a sonreír.

—Además, Diy es adorable, ellos no.

¿Lo ven? Favoritismo. "Diy is idiribli, illis ni". Dani es el típico hermano mayor sobreprotector que piensa que su hermanita es lo mejor y la más bonita del mundo. Obvio, yo adoro también a YeXia, pero lo suyo es a otro nivel.

YeXia es Diyana; si fuera en el mundo del arte, uno sería su nombre real y el otro, el artístico.

Ahora que lo pienso... Dani sabe quién y cómo es el ex de la asiática, me pregunto si en algún momento le amargará la vida o algo. No sé yo, pero si llega ese momento, no voy a intervenir, me quedaré a un lado mirando el espectáculo con un cubo de palomitas en brazo.

—Por cierto —habla de nuevo y yo le miro—, ¿acaso pensabas que te librarías de mí? Esta noche, ¿en tu casa o en la mía?

Ya decía yo que venía por algo. Ruedo los ojos.

—La tuya está tu familia; no creo que debamos montar escándalo allí... La mía está vacía...

Siempre ha estado vacía.

—Si te viene mejor —interviene al darse cuenta que el tema de mi casa no es muy agradable para mí—, en este mismo despacho.

—De una.

Paula

—¿Vamos a comer todas juntas esta tarde? —propone YeXia.

Me saco un auricular de la oreja para contestarle. No tengo la música muy alta, por lo que la he oído a la perfección. Primero pienso en si tengo algo que hacer esta tarde o no, y la respuesta es que no; estamos ya casi en verano, al final terminando las clases y el comienzo de las vacaciones, no hay mucho que estudiar ahora.

Obvio, otra cosa sería que DS nos mandara algo que hacer. Al ser ya cadetes de tercer año e Yinna de cuarto, tenemos un poco más de libertad en eso de asistir a los entrenamientos; es más, entrenamos un tanto por nuestra cuenta. Y, teniendo en cuenta que Marta y Elainee —quienes no se encuentran ahora mismo con nosotras— aún no están ni en el primer año sino todavía a prueba, solo tienen que asistir el fin de semana.

—De una, baby —responde Yinna, ella jamás rechazaría algo así, o sea, es comida.

—Por mí vale, ¿a dónde iríamos?

—Bueno, habrá que esperar a que Marta y Elainee lo confirmen y ya después decidimos dónde.

Ellas dos no coinciden con nosotras en el camino. O sea, YeXia, Yinna y yo somos casi vecinas y Marta junto a Elainee están más lejos. Me pongo de nuevo los auriculares y me pierdo en mi música volviendo a mi cara sin expresión de no enterarme de nada mientras monto historias en mi cabeza.

De un momento para otro, mi mente vuelve a la escena del otro día en donde estábamos en la misión del espionaje. Había algo extraño en un sanatorio privado y pequeño que no llamaba mucho la atención. Hemos tenido que infiltrarnos allí para buscar las pruebas de que ese lugar está tramando algo con los demonios y, así, sacar la información que debemos ocultar y entregar las que podemos usar en contra de ellos.

O sea, no podemos denunciarles así porque sí, descubrirían la existencia de esas cosas malignas; por eso mismo, primero nos encargamos de lo que debemos ocultar y después sacamos algunas pruebas dejándolo a la vista y que la policía se encargue del resto.

En fin, la misión ha sido todo un éxito. Éramos un equipo de cuatro personas y dos de ellas eran miembros oficiales sin rango. En realidad, el número de miembros por equipo, sin importar que sean oficiales o momentual, debería de ser seis personas, pero nuestra buena capitana, la señorita que ahora mismo está caminando a mi lado; no le gusta llevar a tanta gente.

Le da pereza. Pe-re-za.

La miro de reojo y murmuro:

—Vaga.

—¿Eh? —cuestiona sin entender pero no digo nada.

No lo niego, sin duda viene más fácil controlar a un grupo de cuatro que de seis, pero la dificultad sube para nosotros que somos los que realizamos la misión. En un principio solo quería llevar a Yinna y a mí, pero con nuestro nivel, si nos encontramos con algún demonio que esté allí sin importar el nivel, ella tendrá que intervenir en seguida.

No es que Yinna y yo seamos débiles, pero, aunque sea del nivel más bajo, o sea, la Z; no es fácil de derrotar. La cosa de aquí no es como los libros o películas en donde, con tan solo de entrenar por dos o tres años, automáticamente, los enemigos de nivel bajo se debilitan y podrás con ellos de una patada.

—YeXia, tengo una pregunta —habla Yinna y las dos la miramos—. Nos habías dicho de ocultar tu identidad a Marta, Elainee y los demás antes de ir de misión. ¿Por qué esa chica de nuestra clase, Evelyn, lo sabe?

Eso es verdad, la chica llamada Evelyn lo sabe. Yo, personalmente, estoy en un gran dilema de si contarlo a Marta y Elainee; ellas son nuestras mejores amigas también y me parece injusto que no lo sepan. Pero bueno, luego está la normativa de la agencia en donde se prohíbe a todos los miembros revelar la identidad de los demás, por eso no puedo decir nada.

Esa norma no se aplica a los altos mandos como capitanes y entrenadores, solo a los miembros oficiales y cadetes. ¿Qué quiere decir? Pues que los que están arriba pueden decir nuestra identidad a quienes crean necesario, pero nosotros no.

Pero sigo sintiéndome mal por haber tenido que engañar a ellas dos.

—En mi defensa, solo diré que ella solita lo descubrió.

—Si preguntan, has estado de viaje familiar el fin de semana, por eso el viernes tampoco quisiste ir a clase —le doy a saber por si ellas quieren detalles.

—No es mentira, sois de la familia y estábamos de viaje —comenta ella encogiendo los hombros.

La misión era en Madrid y nos hemos entretenido un poco después de realizarla con éxito, ya sea por ir a comer o de paseo. En fin, un día fabuloso en realidad.

—Pero, ¿por qué no se lo decimos a Marta y Elainee? —pregunto. Quiero contarles las cosas de una vez ya.

—A eso voy —contesta ella—. Os voy a mandar una misión bien improvisada.

Eso sí me interesa. Apago la música del móvil para escuchar mejor y atentamente. Es una de las primeras cosas que me han enseñado allí; cuando un capitán habla o mandan misiones, no puede haber distracciones porque quizás surja un fallo al no comprender y todo se vaya a morir.

—Voy a haceros una prueba de análisis y captación —explica mientras seguimos caminando—. Muchos de los candidatos están en nuestro instituto y algunos también en nuestra clase. Tenemos que asegurarnos de que no digan nada de lo que ha pasado el viernes.

Cabrona, nos está mandando su trabajo seguramente, la hija de su padre.

—O sea, tenemos que borrar la memoria de las personas que digan algo, ¿no? —asegura Yinna y ella asiente.

Se percata de cómo la mira con los ojos achinados y me manda un beso al aire.

En fin, qué se nos va a hacer. Estoy que quiero borrar la memoria a todos los que me caen mal, pero tampoco está permitido porque tenemos que separar nuestras vidas y rencores del "trabajo". Por eso, solo me queda esperar a que cometan algún error. Y estaré muy atenta.

—¿Algo con que debamos tener cuidado o debamos estar enterados? ¿Alguna excepción?

YeXia me mira sonriente y, del bolsillo del short oscuro saca dos cositas ovaladas color gris con un botón rojo en forma de rombo pequeño. Nos lo entrega y yo lo observo con detalle: no es grande, tal vez como el mando de la llave del coche.

—Esto en la frente y dadle al botón.

Hay dos tipos diferentes de estos Borradores: Una se trata de los microchips como los que estaban incrustados en las cartas, son más complejos ya que se maneja a larga distancia; y la otra es la que tenemos en la mano, que no deja dormido al objetivo, sino solo que desorientado, pero se debe usar a corta distancia y el mecanismo no es muy complicado.

—Entendido, Capitana —acatamos la orden Yinna y yo sin alzar mucho la voz.

Seguimos caminando y yo vuelvo a mi música. Rezo seriamente a que Elainee y Marta no digan nada, o sea, si lo hablan con nosotras sin la presencia de nadie más es una cosa porque saben que Yinna y yo estamos dentro, pero no sé si podrán ocultarlo a YeXia. Se sentirán que la están excluyendo al ser la única que no está enterada...

—¿Cuánto durará esto? —pregunto—. O sea, ¿cuándo podremos contarles toda la verdad?

—Estaría genial ir todas juntas de misiones, ¡qué emoción! —exclama la castaña que está a mi lado.

YeXia se queda callada pensando.

—Bueno..., es que no me he querido ofrecer para ayudar en esto, por lo que tampoco estoy muy informada. En realidad, no hay problema alguna que descubran que soy de DS, o sea, solo hago esto para comprobar y asegurarme.

—Entonces..., ¿después de esta prueba se lo decimos? —cuestiona Yinna.

—No, dejemos que intenten adivinar; sería un reto para ellas. Además, tampoco será muy difícil teniendo en cuenta que casi vivo en DS.

Entramos por la puerta principal del instituto —que muy grande no es, tenemos que pasar de dos en dos si no queremos apretujarnos— para dirigirnos directamente a clase. Entramos y vemos que Marta y Elainee ya están en sus respectivos sitios. Nosotras nos acercamos y saludamos como siempre.

—Hola, guapas —saluda YeXia sentándose en su sitio correspondiente.

—¡Hola!, ¿qué tal el viaje? —pregunta Elainee con normalidad.

—Agotador, pero fue divertido.

Los asientos de las clases se distribuyen en tres filas indias: la de los costados son de dos mesas y la del centro de tres. Nosotras nos sentamos en las del centro detrás de la segunda hilera, las cuales lo ocupan Yinna y Elainee. YeXia se sienta en la del medio con Marta y conmigo cada una en un costado.

—¿Quedamos esta tarde? Para comer por allí —habla la asiática pelinegra sacando el carpesano y el libro de texto.

—¿A dónde? —pregunta Marta poniendo un mechón de su largo cabello castaño de tonos rubios y rizado detrás de la oreja.

—Telepizza me parece perfecto —sugiero haciendo que las dos chicas, Yinna y Elainee, se giren hacia nosotras.

—Confirmo —me apoya YeXia sonriente.

—Entonces, ¿vamos justo después de que terminen las clases? —habla Elainee, la más bajita del grupo.

Hoy es lunes, por lo que las clases terminan a las tres y diez de la tarde. Normalmente terminamos a las dos, pero los lunes y martes son excepción.

La estancia comienza a llenarse de alumnos. Cierta pelinegra de apariencia frágil y piel clara pasa a nuestro lado, sus ojos chocolate se posa en YeXia y ésta la sonríe. Sin decir nada más, se dirige hacia su puesto en el lado de la ventana.

Evelyn Sellers, la calladita de la clase. Literalmente porque no dice ni pío a nadie a excepción de YeXia.

—Lo del finde fue otra demostración de que YeXia no sirve para nada —ríe la voz insoportable de una pelirroja asquerosa, Alicia, quien entra a clase con el resto de su pandilla.

Ojalá y en algún momento se tope conmigo a solas para que a la mínima que suelte, le borro la memoria.

—¿Ha pasado algo el finde acaso? —pregunta Yinna, incitando a que hable.

Uhh, dale, dale. Que lo diga, por favor.

Alicia pasa su mirada de Yinna a mí y de nuevo a Yinna.

—No, nada —responde con una sonrisa de asco y sin ganas, con la boca cerrada.

Habrá que esperar, por lo visto.

—¿Me he perdido de algo el finde? —cuestiona YeXia con una expresión de no comprender mucho.

Marta mira a Elainee y ésta a YeXia.

—Yo veo que se han metido algo, se han drogado y ahora siguen sin ubicarse —suelta Yinna—, se estarán imaginando cosas.

Las caras de Elainee y Marta se deben trabajar mejor, pero bueno, cuando comiencen de verdad los entrenamientos ya les enseñarán a no mostrar tan fácilmente dudas y cosas por el estilo. YeXia hace como si no se hubiera dado cuenta de la expresión de indecisión de las dos chicas y se acomoda bien en su sitio soltando un suspiro.

Bé nois, seguirem fent classe fins que sigui l'últim dia, així que no baixeu el ritme —anuncia la voz de Quico, el profesor de la asignatura de valenciano, un idioma obligatorio en la Comunidad Valenciana.

Un señor de tan solo unos pelitos blancos en la cabeza, teniendo una calva brillante, entra por la puerta. Todos nos sentamos en nuestros respectivos lugares y sin mucha gana con algunas quejas, esperamos a que comience las clases.

Valenciano no es mi idioma preferida, es más, domino mejor el euskera que este juego de palabras casi idéntico al catalán. Tengo familia vasca, allí la razón.

—Que alguien me saque de aquí, Dios —murmura YeXia en un suspiro, posando sus brazos tendidos en la mesa y su cabeza recostada entre ello.

Al tumbarse ella, miro a la derecha encontrándome con la mirada de Marta, se ve claramente que quiere contarle las cosas a YeXia, pero obviamente sabe que no puede. Niego disimuladamente la cabeza haciéndole saber que lo mejor es no hacerlo y callárselo. Veo que la castaña suspira para finalmente posar sus ojos marrones hacia la pizarra.

Dejo salir el aire por la nariz y mi mano automáticamente se dirige para darle un pequeño pellizco a la azabache que está a mi lado con el fin de que se despierte y no duerma en clase. Antes de que la alcance a tocar, ella agarra mi muñeca sin moverse de su posición.

—Déjame, plox.

Su tono de voz está bien adormilada... Qué velocidad la suya, ni cinco minutos ha pasado, pero bueno. Deshago su agarre quitando la mano, pero ni en broma la dejo dormir, me siento con la obligación de que se mantenga despierta, sino me sabe mal.

No es justo que ella pueda dormir y yo no. Se tenía que decir y se dijo.

La sacudo un poco para ver si colabora un poco, pero hace caso omiso de mi intento de que atienda a clase. Un tanto rendida, ruedo los ojos soltando un suspiro casi imperceptible para después girarme un poco con la intención de quedarme cara a la pizarra y así atender.

—¿Está bien que la dejemos morir así? —pregunta en voz baja Marta mirando a la asiática.

—Intenta resucitarla entonces, yo hice mi esfuerzo.

—¡Yacha! —grita el profesor y nuestro querido grupito se ríe.

A este profesor le faltan neuronas. Un curso entero que lleva YeXia repitiéndole su nombre y aún así lo pronuncia mal. Eso ya no es normal. A veces siento que lo hace apropósito para dar "gracia" —entrecomillas porque no lo da—, pero es que el señor también se ofende cuando se ríen de su fallo de boca.

Mi compañera levanta la cabeza y mira a Quico:

—Es..., bueno, da igual.

Llig la pàgina 209.

☆*: .。. 🌹🌹🌹 .。.:*☆

—Madre mía el Quico, ¿nunca se va a aprender tu nombre o qué? —habla Yinna sentada en una silla del Telepizza.

Ya estamos fuera de clase esperando a que nuestro pedido esté listo. El día ha sido normalito, teniendo en cuenta que casi todos están en sus propios grupitos y hoy en día no les cuestan nada excluir a alguien por el simple hecho de no tener algo en común; nadie ha soltado nada indebido. Al menos no bajo nuestra vigilancia.

Eso sí, he visto grupitos que han dejado de lado a algunas personas al ver que no estaban en la prueba inicial. Me da penita, pero para esos supuestos amigos mejor ni tengan que estarán más a gusto.

—Yo ya me he cansado de repetir mi propio nombre, así que voy a ir rezando a que el año que viene no me toque con él.

—Nah, en segundo de bachiller es muy improbable que nos toque él como profesor de valenciano, así que tranquila —suelto con intención de calmarla. Está claro que el profesor de E.F (Educación Física) y Quico son su peor pesadilla.

La pelinegra suspira.

—Oye, ¿después de comer vais a hacer al-?

Una llamada interrumpe la pregunta de Marta. YeXia coge su móvil y lo atiende.

—¿Sí, diga?... Aish, ¿en serio? No quiero... Vale... ok, nos vemos. —Y cuelga—. Chicas, me tengo que ir que me han llamada para ayudar una cosa en casa —explica ella levantándose.

—Pero no has comido nada aún —interviene la chica de pelo largo marrón chocolate, Elainee.

Ella es la más tímida del grupo, cuando la conocimos era demasiado introvertida, pero poco a poco nos fue cogiendo confianza. Una chica bajita con gafas y acné. Si siempre tiene que haber una mamá, yo sería la mamá estricta y ella la mamá bondadosa que se preocupa siempre por sus hijos. Marta la hija madura y obediente, Yinna la rebelde y YeXia... ¿la inmadura?, ¿independiente?, ¿la que le vale madres todo?

—No puedo, me tengo que ir ya de ya, es una emergencia —excusa ella cogiendo sus cosas para marcharse.

Yinna y yo nos miramos. Captado, una emergencia de D.S.

—Vale YeXia, ves tranquila y ya nos cuentas qué te sucedió —intervengo para dejarle una salida a la pobre. Sabe apañárselas, pero no viene mal un empujoncito.

—Con cuidado, baby —añade Yinna.

—Adiós chiquis, se os quiere —se despide ella y nosotras agitamos la mano a modo de decir bye bye.

No sé qué emergencia habrá sucedido, pero solo rezo a que no sea nada grave ni peligroso. Pero bueno, si han tenido que recurrir a ella, lo más probable es que sea alguna de esas dos razones o directamente las dos.

Ella, al ser capitana, mucha información o cosas que sucede no nos lo puede revelar y lo tiene que cargar ella misma. Nosotras —Yinna y yo en este caso— nos quedamos con la preocupación y la curiosidad mientras que ella se queda con todo el peso. Si bien tiene a los otros capitanes con quien puede desahogarse, sé que en el fondo le gustaría poder contar con todas nosotras.

La azabache sale del local y se aleja hasta que ya no la podemos ver a través de los cristales de la pizzería. Creo que ahora sí, ha llegado el momento de preguntas y respuestas, sin embargo, este no es el lugar adecuado para todas las dudas que nos tienen Marta y Elainee.

—Paula —comienza a hablar la castaña de pelo muy rizado, tiene tonos rubios naturales y me parecen muy bonitos. La callo con un gesto poniendo el dedo índice sobre mis labios con el fin de que no suelte nada.

No podemos hablar aquí como si fuera en una película en donde parecen que charlen en una cafetería todos los planes. Además, ya no se trata de que la gente normal nos oigan, es más por el temor a que los diablos nos escuchen y que nos descubran.

Me acerco a la caja en donde nos habían atendido y le digo a la señora:

—Perdone, el pedido 372 lo queremos para llevar, gracias.

—Vale, ya está listo, en seguida lo tendrán —responde con una sonrisa aunque sé que en el fondo no le gustó ya que el cambio de idea supone más trabajo para ellos.

—Vamos a mi casa y resolvemos todas las dudas, ¿os parece? —sugiero y ellas asienten.

Hay que hacer un mapa mental de lo que podemos decir y lo que no. Yinna, espero que me leas telepáticamente aunque no puedas.

🌹🌹🌹🌹🌹🌹🌹🌹🌹

PALABRAS: 4666

¡Hola, hola!

Capítulo para la señorita: 

Sí, después de tanto tiempo vengo a actualizar esta historia jsjsjjsjs perdón :(( Pero que sepáis lo hice con toda la dedicación del mundo poniéndole muchas ganas.

¿Os gustó el capítulo? Creo que hay unas cuantas dudas sin resolver y varias ya se verán en el siguiente uwu. No sé, tal vez salga antes del 2023 o tal vez medio siglo después :') OS QUIEROOOO JJAJAJAJAJ

En fin, ahora son las 00:30 de la noche y pues, mañana tengo que levantarme a las 7. Si es que la vida es tan bella, juer.

Aquí os dejo el capítulo 3, si tenéis cositas que decir ponerlo en los comentarios y así lo compartimos entre todos, lo amo uwu

¡Se os quiere!

¡Saluditos!

Dyiiana~

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