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22

Entrando al comedor, Jimin decidió tomar la mano del Alfa, hasta que ambos quedaran frente al otro.

Estaba nervioso y Jungkook podía percibirlo, lo sabía.

El primo de Jungkook, no se presentó y sus padres ofrecieron disculpas por ello, pues prometieron al matrimonio que aparecería en el baile y daría disculpas formales.

Jungkook sonrió y comentó que no tenía problema con ello y Jimin, temeroso de ser juzgado, simplemente decidió que su pareja hablara

Los padres de Jaehyun, el primo de su esposo, fueron respetuosos y no mencionaron su cuello cubierto por una pañoleta o el hecho de que su aroma estuviera distante al de Jungkook. Por supuesto que Jimin sabía de ello, pero en el palacio no tenía problema por ocultar aromas, era innecesario teniendo en cuenta que...Hablaba con pocas personas. Casi nadie le visitaba y aunque aquello fuera un problema para él, no lo era para encubrir su situación.

Jungkook era agradable y hacia aportes a la mesa, adulaba a Jimin y le dejaba unos cuantos sonrojos, que rápidamente detenía, tenía presente que era una fachada para quedar bien ante los reyes y simplemente, esperaba que los reyes dejarán de mirarle, para retomar una expresión triste, agachaba la cabeza.

El alfa, que no mantenía los ojos apartados de él, intentaba reconfortarlo con la mirada, pero no salía como esperaba. Jimin le hacía una sonrisa falsa —No de esas en las que sus ojos azules brillan y su sonrojo aparece— y Jungkook hacía una muñeca, sin comprender porqué su esposo reaccionaba de esa manera.

Probablemente estaba sensible o había algo más...Si él podía ayudarle, se encargaría de hacerlo. Después de todo, debía velar, no sólo por su protección física, sino por su cuidado.

Cuando la cena finalizó, fueron guiados por un pasillo y llegaron a una de las salas principales del lugar. Era enorme y había distintos cócteles y postres. La reina, les había comentado que aquello estaba hecho en el honor de los casados, quienes sonrieron y se tomaron de las manos.

Las personas dejaron de hablar y les observaron caminar hacia el centro. Era una tradición, ellos debían iniciar el baile, Jimin no pudo sentirse más que incómodo y extraño.

Con ironía y algo de dolor, tomó la mano del alfa que estaba extendida frente suyo, le susurró, mientras este tomaba su cintura y le acercaba más a él. Sintió un escalofrío, al no estar acostumbrado a aquella cercanía..."Supongo que es nuestro primer baile. No tuvimos uno en la boda". Está bien Jimin no podía pretender que aquel detalle no le había dolido.

Recordando el día de su matrimonio, era cierto. No tuvieron el evento, que en algún momento en su adolescencia deseó tener, un Alfa a su lado que le ame por completo, que sea capaz de cuidarle y tenga el deseo de casarse con él. En cambio, tuvo uno agridulce, en el que su falso alfa estaba con alguien más y al parecer siempre sería así.

Jimin piensa en lo rápido que se adaptó a la situación, pero no puede evitar el dolor que siente en ese preciso instante.

Jungkook intenta descifrar al Omega por unos segundos, le observa en silencio, mientras la multitud no aparta la mirada. El alfa que era un estratega excelente, un genio y un gran guerrero, estaba intentado descifrar lo que significaban esa clase de palabras para su esposo.

Las cosas estaban comenzando a complicarse. Jimin mueve la cabeza de un lado a otro, como si lo que había dicho segundos atrás, no debía ser escuchado.

El futuro heredero de la nación, acarició con sus nudillos una de sus mejillas, se inclinó para que le escuchara sólo él y le susurró como un secreto del que nadie más que él debía enterarse. "Lo siento, voy a recompensarte".

Y aunque Jimin no pudiera pensar en si aquellas palabras fueron reales o parte del acto o si eran promesas al aire, le creyó y comenzaron a bailar.

El Omega se movía como si estuviera preparado para el baile en el momento en que nació. Jungkook se dejaba llevar por él y le agradaba que le siguiera los pasos.

Cuando terminaron de bailar, se inclinaron ante ellos y como estaban agotados por hacerlo, decidieron apartarse un poco.

Estaban sentados en las sillas preparadas para ellos, riendo un poco.

"Eres un excelente bailarín". Jimin se aclaró la garganta.

"¡Usted también lo es!, sólo debería practicar un poco más...Ya sabe, puede favorecerle saber algo más de esto, por su pareja". La intención fue positiva, luego cayó en cuenta y apartó la mirada de los ojos que, o le estaban juzgando, o le observaban con una chispa extraña que le hacía dudar.

"De hecho..."

Se presentó un Alfa ante ellos. "Jeon Jaehyun".

Rápidamente, Jungkook entró en estado de alerta y apretó la mano de Jimin en la suya. Jaehyun no lo dejó pasar desapercibido y les sonrió con gracia. "Veo que dejaste a Taehyung...Aunque lo dudo mucho, porque al parecer el Omega no tiene tu marca, primito".

Jimin tomó la bufanda y la apretó entre sus dedos. Estaba ajustada a su cuello, imposible de notar. No podía creer en la manera en que estaba cambiando el ambiente.

"...Todo el mundo habla sobre el matrimonio oculto, porque el príncipe de Agatha está marcado y no puede marcar a su esposo, que sólo sirve para estorbar y encubrir su relación". Miró a Jimin, quien ahora tenía la mirada agachada, era territorio ajeno, no podía hacer nada más que callar, un invitado que no podía ser irrespetuoso.

"¿No te molesta que tu Alfita no pueda marcarte?, no puedes tener hijos de nadie más...Y no le darás herederos porque se ha convertido en un inútil Delta. Eres su juguete para cubrir lo podrida que está su situación". Jimin no apartaba la mano del Alfa, debía dejar de llorar, últimamente estaba siendo muy sensible. No podían verlo de esa manera...No un extraño que le humillaba  (o decía la verdad de la situación y él lo sabía).

Jungkook intentó levantarse, pero la mano de Jimin temblando a su lado, no le permitió dejarlo a un lado para discutir. "No te preocupes, primo, estarán un buen tiempo, puede haber otra ocasión para esto, no hay que ser irrespetuoso con el próximo rey de este reino". El alfa gruñó, el rubio se encogió entre su cuerpo.

"Vayamos a la habitación". Le dice y él asiente.

Se despiden de algunos invitados, de los reyes, e ignoran al príncipe y se encuentran caminando por el pasillo, Jungkook abre la boca. "No le escuches, no eres un juguete. Nada de lo que dice sobre ti es cierto, no debería ofenderte, no me importa que hable de mí, pero no tienes nada que ver con esto...Mañana en persona hablaré con él y con mis tíos. Ellos entenderán".

Sus aromas estaban fuertes, Jungkook estaba notablemente enojado y aún así, se veía atractivo a los ojos de Jimin, que si tuviera más tiempo para pensar en ello y no en su tristeza acumulándose en su corazón, lo haría.

Abrieron la puerta de la habitación y mientras Jimin comenzaba a cambiar su vestimenta, por el camisón, el alfa hace una inspección final y al no encontrar nada, comienza a despojarse de sus botas.

Rápido y con temor a ser visto con una prenda tan íntima para él, lava su rostro, pero es tarde, sale del baño y se encuentra con el Alfa semidesnudo, buscando algunas prendas. Jimin aparta la mirada, Jungkook le hace una de esas sonrisas que podrían desmayar personas y le dice con suavidad. "Te ves precioso". Sale por instinto o quizás algo más que aún no tiene razón de ser. "Si deseas, puedo hacerlo en el baño".

Jimin niega. "Está bien para mí. Ya entraré a la cama, si deseas dormir conmigo, no hay problema".

Jungkook asiente y en cinco minutos, con prendas distintas, entra a la otra esquina de la noche, sonríe al ver a su esposo próximo a dormir. Ambos se sonríen y aunque la cama sea espaciosa y estén a otro rincón, Jimin comenta. "También es la primera vez que comparto cama contigo". Anota al aire.

El pelinegro ríe. "Así es".

Bosteza. "Gracias, muchas gracias, a veces si me hace falta ese tipo de compañía".

Jungkook se acerca un poco más a su lado y toma su mano para que pueda dormir, pasa la noche en vela, pensando en Jimin, en lo que vivieron juntos esas horas y en protegerlo por si alguien más decidía hacerles el mismo mal que el licor alterado.

Por suerte su fuerte aroma se ha ido, después de relajar su enojo.

Aunque Jimin sigue percibiendo una pizca de él, que le permite descansar de una manera en la que no había podido hace un tiempo.

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