꒰ ͜͡➸ Capítulo 30
En la cima de un edificio se alzaban cuatro personas con uniforme rojo.
- ¡Izana! -lo llamó el chico de cicatriz- ¡Estoy en contra de esto! ¿¡Por qué estas cooperando con ellos?!
- Silencio, Kakucho -ordenó el peliblanco- Esta es nuestra única manera para derrotar a ToMan.
- Yo... no le veo alguna razón a matar ¿¡Hablas en serio?! -dijo entre dientes- Te dije que estaba en contra de dañar a tu hermana, pero no me refería a que cambiaras de objetivo, se supone que no tocaríamos a Raiden Seki si Serafine se unía a nosotros ¿por qué cambias de parecer ahora?
- Serafine -contestó sonriente- Tiene un hermoso encanto para atraer a las personas, persuade y brinda confianza a los demás, a todos les agrada Serafine ¿qué tiene de diferente a Mikey? Dañar a Mikey mediante Emma ya no me sirve, es por eso que si tomo la vida del hermano de Serafine, ella caerá en la oscuridad ya que no tiene a nadie más, perderá su más preciado tesoro -sonrió achinando sus ojos- Además, ella es más propensa a matar que Mikey, Serafine es mejor, ella me llevará a la cima de la delincuencia.
- Él tiene razón -intervino Hanma con una sonrisa divertida- Cuando se entere de que su hermanito murió, ella culpará a ToMan, provocando que la gran batalla se desate.
El peliblanco observaba a Kisaki sobre aquel tanque de agua, esperando a que hable.
- Realmente no necesitas "cerebro" para estar encima de todos, necesitas tener la "apariencia" -le dijo Kisaki- En caso de Serafine y Mikey, su apariencia es la forma de permanecer encima de todos, si ella sigue con la ToMan actual, desperdiciaría todo su potencial, por lo tanto, es necesario que yo arregle esto.
Izana solo se mantuvo en silencio y lo veía con una sonrisa vacía.
- Al igual que en mis otros planes, simplemente debía eliminar a todos los que se metan en mi camino -confesó.
- Entonces ¿el golpe de gracia es "Seki Raiden"? -cuestiono el ojivioleta- Lo que no entiendo es ¿por qué te mancharas tú las manos cuando podrías manipular a otros para hacerlo?
- ... Es algo personal -confesó luego de pensarlo- Pero ahora, Serafine está en la palma de nuestras manos, la victoria está en nuestras manos -sentenció dándose vuelta seguido con Hanma.
Los dos caminaron hasta una motocicleta donde se subió cada uno con un casco para ocultar su identidad, además de que Kisaki llevaba en sus manos un bate de madera. Sin dudar un segundo más, el dúo comenzó a conducir velozmente por las calles hasta el cementerio donde ubica el pelirrojo.
A lo lejos se vio la gran puerta del cementerio, en la calle se encontraba Emma siendo protegida por el dúo de mejores amigos, ellos debían cuidarla de todo vehículo hasta que termine el día.
Raiden oyó el sonido de ruedas sobre el asfalto y dirigió su mirada celeste a la motocicleta que venía a gran velocidad.
- ¡Takemichi! -lo llamó.
El rubio comprendió el llamado y se tiró adentro del cementerio junto a la rubia, mientras el de lentes lo miraba con rabia.
- ¿¡Kisaki?! -soltó sorprendido el pelirrojo a verlo con el bate.
Emma ya está a salvo, ni siquiera está en su rango de alcance -pensó con pánico- Pero ¿por qué no se detiene?
Los pensamientos del pelirrojo se vieron interrumpidos por el gran golpe en su rostro. Su mente daba vueltas, no sentía nada de su cuerpo, solo la sangre cayendo por su cabeza. No entendía nada ¿no se suponía que Emma era su objetivo? ¿las cosas cambiaron por los viajes en el tiempo de Takemichi? ¿por qué él?
- ¿R-raiden? -soltó la rubia al verlo en el suelo.
Takemichi vio con lágrimas en sus ojos a su mejor amigo en la calle, tampoco entendía, tenía las mismas preguntas que el ojiceleste.
- Este es el fin, Hanagaki Takemichi -dijo Kisaki antes de irse.
- Rai-raiden -tartamudeó el rubio agachando en el suelo y tomándolo con delicadeza- Raiden... contéstame.
- Ey -se acercó Emma llorando- Despierta, vamos, por favor -sollozó- Me debes una cita ¿no? Te golpearé si no despiertas...
- Vamos Raiden -imploró Takemichi- Si mueres en el pasado, no podré salvarte... ¡Raiden! -gritó desesperado al no verlo abrir sus ojos.
- ¿Emma? -habló Mikey a sus espaldas.
La mencionada no le prestaba atención, solo se encargaba de llorar mientras intentaba que el chico que amaba se despertara, no quería perderlo, ya había tenido mucho al sufrir la pérdida de su hermano.
- ¿Qué paso? -exigió Mikey viendo al pelirrojo, su sangre ni siquiera se distinguía de su pelo.
- Una moto vino de la nada y lo golpeó -respondió tembloroso- Fue Kisaki...
Izana veía la escena de lejos para luego alejarse de ahí, debía asegurarse que la noticia llegara hasta Serafine si quería que su plan funcionara.
- ¡Takemicchi! -lo llamó el comandante mientras se arrodillaba en el suelo- Súbelo aquí.
El rubio acató la orden recostando a su mejor amigo sobre la espalda del más bajo. En todo el camino, Emma no había soltado su mano, no quería separarse de él.
- No te preocupes Den-kun, pronto llegaremos al hospital -avisó Mikey.
- ¿Nee-san? -murmuró despertándose- No puedo... mover mi cuerpo...
- No hables -pidió Emma- Quédate así hasta que estés a salvo.
Raiden solo rió sin ganas y miro a la rubia con una sonrisa cansada.
- Emma, hoy estás muy hermosa, creo que no te lo dije...
La ojimiel no podía hablar, solo besó con cariño la mano del chico y le sonrió con más ganas de llorar.
- Díganle a nee-san que me perdone... yo tomé el videojuego que estaba sobre su mesa de noche... -volvió a hablar.
- Podrás decirle tú mismo -dijo Mikey caminando con más rapidez.
- Nee-san -la nombró con una sonrisa- Me gustaba seguirla a todos lados porque se veía genial en todas las cosas que ella hacía, pero siempre me lastimaba por intentar imitarla... Entonces me regañaba, pero luego me daba un beso en la frente y me llevaba en su espalda hasta casa para curarme las heridas.
- Raiden... -murmuró Takemichi.
- Díganle que la amo y que no cometa idioteces... o mamá la regañará... –pidió mirando a su mejor amigo- A Serafine no le gusta que le griten, pero no le digan que yo le dije... tampoco le toquen la espalda... cuando ella esté triste denle una paleta de piña, son sus favoritas –comentó recordándola- Ama los pantalones a cuadros, pero no los que son de color amarillo, dice que no combina con su pelo... Le gustan las películas de romance pero no lo admite... Ama escuchar música tomando una taza de chocolate caliente... también ama los días nublados y el invierno...
El pelirrojo sonrió con lágrimas en los ojos, la extrañaba con todo su corazón, y tenía tantas cosas para decir de su hermana, pero simplemente no tenía más fuerzas.
- ¿Raiden? -lo llamó Mikey cuando sintió que el cuerpo del pelirrojo estaba más pesado.
- ¡Por Poseidón! ¡Dejen de molestarme!
- ¡Vamos, Sera! -jugueteó Ran picando su mejilla- ¡Somos tus superiores, debes hacernos caso!
- ¡¿Hacerles caso?! ¡Tenemos el mismo rango! -gruñó pateándolo.
Hace dos días que ella estaba en la sede de Tenjiku, su humor era pésimo y quería golpear a esos Haitani hasta dejarlos durmiendo por varios días, porque desde que llegó no han dejado de molestarla.
- No seas gruñona -le dijo Rindou con una sonrisa divertida- Somos compañeros, debemos llevarnos bien.
Serafine los fulminó con la mirada, le molestaba que le repitan que debían llevarse bien, es decir, ella está ahí por obligación, le costaría agarrar confianza con otros, pero aun así, no se sentía mal alrededor de aquella pandilla. Menos con Mucho, a ella le caía mal.
Continuó caminando para buscar a Kakucho, tenía hambre y entre todos los altos mandos de Tenjiku, él era el que mejor le caía. La había tratado con amabilidad y se hizo cargo de que ella se sintiera cómoda.
- Izana ¿de verdad se lo dirás a Serafine? -la voz en el pasillo hizo que se escondiera- ¿Quién sabe cómo reaccionará? Es de su hermano de quien estamos hablando.
¿Kakucho? -pensó descifrando el dueño de la voz triste.
- Lo superará -seguido de eso, el peliblanco se alejó de ahí dejando al heterocromatico solo.
La mente de la chica se quedó en "es su hermano". Su corazón comenzó a bombear fuertemente, su respiración se aceleró y sus ojos comenzaron a aguarse ¿qué le ocurrió a Raiden?
Se tomó el pecho arrugando su uniforme colorado y comenzó a caminar en dirección de Kakucho, provocando que el chico se sorprendiera y comenzara a sudar nervioso.
- ¿Qué le pasó a Den-Den? -preguntó seria.
- Serafine -intentó acercarse, pero ella se alejó de su tacto- De verdad lo siento...
- Te pregunté ¿qué le pasó a Den-Den? -repitió mirándolo con sus ojos rosas fríamente.
- Él... -tomó aire- Ha fallecido.
Tras escuchar eso, la pelirroja se desplomó sobre el suelo, su mente quedó en blanco intentando procesar aquel hecho.
Su hermano, la persona que más ama en todo el mundo, se ha ido.
Se suponía que debía cuidarlo y protegerlo de todo, pero Raiden terminó en un estado peor ¿es su culpa? Claro que lo es, era su hermana mayor, tenía que estar a su lado y lo abandonó ¿cómo vería a la cara a sus padres? ¿la odiarán? Es lo seguro, y no los culpaba.
Kakucho palmeó su hombro intentando consolarla, pero ella se quedó quieta manteniendo su rostro serio mientras pequeñas lágrimas caían en silencio. No tenía fuerzas, el pelirrojo era su motor, gracias a él fue que salió adelante en esta nueva vida, pero ahora sin él ¿qué hará?
- Vamos -habló el chico luego de unos segundos- Izana nos llama.
La ojirosa de manera automática se puso de pie para seguirlo, tal y como lo haría Nava David, la soldado que seguía ordenes sin rechistar.
Sacudiendo su cabeza para despejar todo sentimiento o pensamiento, se preparó para la gran batalla.
Nota: ohh como lloré escribiendo este capítulo, y más porque me insipiré en la muerte de Emma para hacerlo.
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