꒰ ͜͡➸ Capítulo 1
- ¡Buenos días capitana! –la saludó sonriente un novato mientras la seguía.
La rubia volvía de una misión cerca de los límites de Israel y se dirigía hacia la oficina de su superior para reportar su llegada.
- Buenos días Joshua –respondió seria sin dejar caminar- No te olvides de avisar a tus compañeros que hoy me esperen luego del almuerzo, no dejaré pasar el mal comportamiento que tuvieron en la misión de la otra semana.
- Pero capitana –refunfuñó- Fue culpa de José que lanzó al niño por los aires para que yo lo atrape ¿Por qué nos castiga a todos?
- Son un equipo, se supone que deben corregirse mutuamente –respondió y se frenó en la puerta de la oficina- No se les ocurra escapar o les irá peor.
Dicho esto, el novato se despidió y Nava tocó tres veces la puerta esperando la orden para poder ingresar.
- Adelante.
Suspiró y se adentró a la gran habitación, cerrando la puerta tras de sí para luego hincarse una rodilla y cabeza gacha en forma de respeto hacia Samael David, su superior. Una costumbre que se le estableció para enseñarle disciplina.
- Misión N° 216 completada exitosamente –habló sin levantar la mirada esperando a que él le permitiera verlo.
- Levanta la cabeza –ordenó fríamente y ella la acató inmediatamente- Repórtame los detalles de la misión, luego quiero un informe de los mismos antes de la cena.
- Se confirmó a cuatro individuos extranjeros que intentaban pasar armas ilegales por la frontera, se intentó solucionar la disputa mediante la plática, sin embargo, alzaron fuego y tuve que erradicarlos antes de que causen disturbios. Las armas fueron incautadas, así como los documentos, confirmando posteriormente que no tienen relación alguna con Israel o alguna organización criminal, por lo que no hay riesgo de represalia ya que solo eran comerciantes del mercado negro.
- De acuerdo –antes de retirase, él la retuvo para darle una última orden- Ah... como sabes, hoy es Noche Vieja, te quiero todo el puto día dentro del cuartel, olvídate de toda la festividad por tu negligencia liderando al escuadrón ¡¿Me puedes explicar cómo demonios no fuiste capaz de atrapar al hijo de puta de Ali?! –le gritó lanzándole un lapicero en la cabeza, ella no se inmutó.
- No tengo palabras, fallé mi misión y fui una incompetente –respondió.
- Claro que si –rió sin gracia su padre- Eres una puta inútil, no pudiste cumplir con algo tan simple. Retírate, no quiero ver tu asquerosa cara en todo el día.
Sin emitir ni una sola palabra, la rubia se levantó y salió de la oficina. No le importó, sabía a la perfección la forma en la que reaccionaria su padre. Y eso que fue extremadamente delicado, un lapicero en la cabeza fue lo menos agresivo que ha recibido.
A paso lento se encaminó hacia la sala comedor del cuartel donde la esperaba sus siete subordinados sentados una gran mesada.
- ¡Capitana! –la llamó su segundo al mando, Iam.
Sonrió inconscientemente al verlos y fue a sentarse en la punta de la mesa.
- ¿No almorzará capitana? –preguntó Joshua.
- Comí en el camino –mintió.
Los soldados asintieron convencidos, la palabra de su capitana era sagrada. Luego de unos minutos comiendo y riendo entre anécdotas donde ella se mantuvo en silencio todo el tiempo, se levantaron y fueron al campo de entrenamiento número tres.
- ¡Firmes! –ordenó Nava.
Los soldados acataron su orden rápidamente, sus cuerpos firmes con los brazos a sus laterales y la mirada al frente sin cruzar mirada con la rubia.
- ¡José Golda, al frente! –el pelinegro dio dos pasos delante suya- Refrésqueme la memoria con respecto a la última misión con el escuadrón.
- ¡Si, señor! ¡La misión consistía en rescatar a trece personas de un robo a mano armada en un banco!
- ¿Qué hizo usted?
- ¡Me infiltre a través de la ventana superior del lateral derecho del edificio con el fin de rescatar a los rehenes en silencio sin que los secuestradores se enteraran!
- ¿Qué ocurrió con el rehén número once?
- ¡Cuando lo llevaba en brazos resbalé y lo lancé accidentalmente por la ventana!
- ¿Tiene idea de lo que hubiera ocurrido si tu compañero no lo atrapaba? –Nava se plantó frente a José y lo miró a los ojos para intimidarlo, lográndolo exitosamente.
- ¡Podía morir! -respondió mientras sus manos temblaba.
- José Golda –llamó con voz fría que heló a todos los presentes- Tu puto deber, al igual que el de los demás que están aquí, es salvar vidas a costa de la tuya. Si te resbalaste, sujeta bien a la persona y pon tu asqueroso cuerpo como escudo, si alguien tiene que desembrazarse en el suelo será el soldado y nunca el civil ¿Entendieron? ¿O tengo que hacerlo en una puta cartulina con dibujitos y brillantina para que les entre en su diminuto cerebro?
- ¡Si, señor, lo entendimos! –respondieron al unísono.
- Su castigo será...
- ¡Capitana Nava David! –la interrumpieron a lo lejos.
Una chica con una coleta alta se acercaba corriendo hacia la posición de la rubia.
- Habla cadete.
- ¡Es una orden del comandante Samael David! ¡Se la solicita de urgencia en la sala de conferencia!
- Vete –le respondió seria y se volteó a sus subordinados para hablarles rápidamente- Luego hablaremos, estén atentos a futuras órdenes.
Dicho esto, corrió lo más rápido posible a su destino y con un mal presentimiento. Si su padre la llamaba luego de decirle que no quiere verla, debe ser grave.
Nota: Espero les haya gustado el capítulo ¡no se olviden de comentar y votar! ¡besitos, mil besitos!
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