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T R I S T E Z A 

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A lo lejos vi a Tonks que venía corriendo hacia mi, cuando Charlie y yo estuvimos un poco más cerca Kingsley detuvo a mi amiga y me apuntó con su varita. Dejé a la vista mis dos manos y trague saliva ruidosamente.

—¿Qué fue lo que te dije en tu primer entrenamiento?

Lo miré temerosa y sin comprender, pero luego entendí que era para asegurarse de que era yo.

—Perfección, Scamander. Perfección es lo que necesitas si deseas ser una verdadera aurora— Kingsley bajó su varita.

Tonks se acercó rápidamente para abrazarme y luego abrazó al pelirrojo junto a mi.

—¿Qué ha pasado?— preguntó.

Miré a Charlie.

—Una emboscada, cuando creímos que no había ningún otro, un mortífago nos tomó por sorpresa y le dio a la escoba de Erine, maté al mortífago y comenzamos a caminar hasta estar seguros de que era seguro hacer una aparición— contó el pelirrojo.

Llegamos hasta la entrada de la casa donde Molly abrazó a su hijo y luego entramos.

Los últimos en llegar fueron Bill y Fleur, dando la noticia de que Moody había muerto. Un golpe muy duro para todos sobretodo para Tonks pues ella era la alumna del recién fallecido.

Kingsley se fue con el primer ministro muggle y yo me quedé junto a Tonks tratando de consolarla pues lloraba en silencio.

—¿Cuándo se lo dirás?— me preguntó cuando ya estaba más tranquila.

Estábamos en el salón de la madriguera esperando a que la cena estuviera lista.

Reí por lo bajo.

—Eso ha quedado en el pasado, lo sabes.

Sonreí con tristeza. Tonks puso una mano en mi hombro.

—Deberías...—

—¿Todo bien, chicas?— nos preguntó Arthur Weasley.

Bill y Remus habían ido en busca del cuerpo de Moody y esperábamos a que regresaran. 

—Sí, sólo hablábamos— dije.

—Bueno, ya está la cena.

Asentimos agradecidas y fuimos a la cocina.

Después de la muerte de Dumbledore, no era seguro utilizar la casa de Sirius como refugio. Ahora era la madriguera.

—¿Cómo está George?— pregunté en cuanto entré a la cocina.

Se escucharon unas fuertes carcajadas y Molly nos miró con una pequeña sonrisa.

—Ya está mejor.

En la cocina sólo estábamos Molly, Arthur, Tonks, Charlie, Fleur y yo. Esperando a que Remus y Bill regresaran pero ya era muy tarde.

—Tengo que regresar a casa— dije mientras me ponía de pie. Los presentes me miraron— Es tarde y mañana tengo que ver a Kingsley a primera hora.

Molly se acercó a abrazarme.

—Gracias por todo, Charlie nos dijo que lo protegiste de una maldición— me dijo Arthur.

Miré a Charlie quien no parecía muy cómodo con aquella confesión. Sonreí de lado.

—No fue nada, además él también me salvó— miré a Arthur— Si necesitan algo, mi casa está a su disposición siempre que quieran.

—Gracias, cariño— me sonrió Molly.

Miré a Tonks quien me miraba burlona, rodé los ojos y con un ademán de mano salí de la casa.

Afuera hacía mucho frío, dejé que el viento corriera sobre mis mejillas. No había sido una buena noche.

Dejé salir un poco de aire. Muchas emociones encontradas en muy poco tiempo.

—¿Estás bien?— la voz de Charlie me asustó y lo primero que hice fue apuntarle con mi varita.

Charlie sonrió levantando ambas manos. Bajé mi varita.

—Lo siento— me disculpé— Estoy... sigo sin creer lo de Moody y sólo quiero ir a casa, darme un baño y dormir como un tronco— reí.

—Te entiendo— dirigió su vista al cielo— Sólo quería decirte que si necesitas algo, siempre estaré aquí.

—No es verdad— le dije— regresarás a Rumania, ¿no?

Charlie abría y cerraba la boca sin saber qué decir.

—Yo...—

—No digas nada. Nos vemos luego, Charlie.

Desaparecí y aparecí de nuevo frente a mi casa.

Algo no andaba bien.