T R E I N T A Y D O S
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G U E R R A
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Charlie y yo habíamos discutido fuertemente, es por algo realmente tonto, pero que en parte aún no se había resuelto.
El problema: yo sólo estaba en Rumania por órdenes de Kingsley y en mis planes no estaba quedarme para siempre. Yo soy una aurora, trabajo para el ministerio de Londres y por nada del mundo podría dejar mi trabajo. Ni siquiera por Charlie.
Y era lo mismo para Charlie, su vida eran los dragones y por nada podría dejarlos. Ni siquiera por mi.
La verdad es que si lo entiendo, pues estamos en situaciones parecidas, lamentablemente aún no hemos llegado a ningún acuerdo y estamos en medio de una ley del hielo.
Y como ambos tenemos un orgullo terrible, ninguno da el primer paso para solucionar los problemas. Aunque en realidad, no se me ocurre ninguna solución.
Se supone que soy de ravenclaw y debería buscar la forma de arreglar todo esto, pero es que Charlie se cierra a las ideas y no ayuda para nada.
Tonks había mandado una foto de su bebé, Teddy, era realmente precioso y moría de ganas por conocerlo.
Y así lo haría, las cosas entre Charlie y yo estaban muy tensas y decidí que era mejor que yo regresara a Londres y él se ocupara de sus propios asuntos. Además, le había dejado una lista con los magos y brujas que había reclutado, no eran muchos, pero incluso si fuera uno sólo, era de mucha ayuda.
Ya había empacado mis cosas, Charlie miraba por la ventana. Podía notar cómo sus músculos estaban tensos.
Dejé mi maleta sobre la cama y me acerqué un poco a Charlie. Puse mi mano en su espalda baja y pareció relajarse ante mi toque. Moría por abrazarlo, pero ambos estábamos tan molestos que no cedí.
—Es momento de que me vaya— le dije.
No me miró. Simplemente asintió con la cabeza y eso me dolió mucho, que no me mirara.
Besé su hombro y aspire por última vez su aroma.
—Te amo, Charlie. Nunca lo olvides.
No esperé su respuesta y salí de la habitación con mi maleta en la mano. Tampoco miré atrás una vez que salí de la casa.
♧♧♧
No podía dejar de cargar y mirar al pequeño Teddy, el bebé me hacía sentir verdaderamente feliz.
Lo único que lamentaba, es que estuviera en medio de un momento tan crítico en la historia de la magia. Sus padres también estaban preocupados por su bienestar, pero yo estaba preocupada por el bienestar de mi amiga y su esposo. Sabía que ellos estaban dispuestos a dar sus vidas por salvar al mundo, se preocupaban por su hijo, pero para darle una buena vida debían pelear hasta el final.
El primero de mayo de 1998 dieron el llamado. Todo estaba a punto de comenzar y la sangre se me helaba de sólo pensarlo.
Charlie inundaba mis pensamientos y era él quien más me preocupaba en este momento. Me arrepentía de no haber dejado el orgullo de lado.
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