T R E C E
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C E R C A N Í A
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Me sentía extrañamente contenta aquella mañana, después de tantas cosas malas, una boda era un evento que emocionaba a muchos.
Cuando desperté, las otras dos chicas también comenzaban a despertar.
Ginny fue la primera en entrar al baño, luego Hermione y al final yo. Mientras la castaña se bañaba, yo ayudaba a la pelirroja a cepillar su cabello y peinarlo.
—Entonces, ¿Harry?— dije con una sonrisa.
La menor se sonrojó ante mis palabras y deje salir una corta risa.
—No sé de qué hablas.
—Puedo ver cómo lo miras y cómo te mira, sé que te gusta y que a él le gustas.
—¿Qué hay entre tu y mi hermano?
—Sólo somos buenos amigos. En el colegio éramos inseparables.
Ginny me miró a través del espejo con una sonrisa.
—Charlie sólo ama a los dragones, pero es obvio que se olvida de ellos cuando está contigo.
—Listo— dije cuando terminé de hacer un peinado simple.
Hermione entró a la habitación, por lo que esta vez yo me dirigí al baño. Desde donde estaba, podía escuchar los gritos y pasos apresurados de Molly. Sonreí al imaginar su rostro de molestia, ya que ella deseaba que todo estuviera perfecto para la boda de su hijo mayor.
Fue rápido mi baño, por lo que en diez minutos ya estaba en la habitación mirando el vestido que había escogido.
Era color gris claro, con detalles en la parte superior y me quedaba por arriba de las rodillas.
Las otras dos chicas ya estaban vestidas y peinadas por lo que esta vez, ambas me ayudaron a mi.
Las dos salieron de la habitación quedando yo sola. Dejé salir un largo suspiro y sonreí.
Tomé mi varita y la puse en mi pierna con ayuda de un elástico, es bueno estar prevenido y no tenía dónde guardarla.
Salí de la habitación y busqué en qué podía ayudar, aunque ya estaba básicamente todo, era cuestión de no arruinar nada.
Los gemelos ya habían llegado y estaban ayudando a poner algunos adornos.
Bill era un manojo de nervios y a Fleur la seguían arreglando en una de las habitaciones.
Salí al jardín, el sol estaba en su punto pero las nubes evitaban que hiciera mucho calor.
Una mano recorrió mi cintura, me di la vuelta para encontrarme con Charlie.
—Luces preciosa— me dijo.
—Gracias— lo miré de pies a cabeza— tu no estás nada mal.
Estoy consiente de que ha habido mucho coqueteo entre ambos desde la misión de extracción de Potter.
No estoy segura de lo que siento ahora por Charlie, es mi amigo después de todo y yo no sé lo que él sienta por mi.
—Te queda muy bien ese azul. Hace resaltar tu cabello— dije en un susurro.
Nos miramos fijamente a los ojos y poco a poco su rostro se acercaba al mío.
Sus labios estaban muy cerca de los míos. Sus dos manos tomaba con firmeza mi cintura.
Con mis manos recorrí sus musculosos brazos. Siempre me han gustado los chicos con brazos grandes.
Sentía su respiración sobre mi labio superior. Cerré mis ojos y sentí su roce.
—¡Charlie!— abrí los ojos de golpe y lo separé de mi con un empujón.
—¡Oh, vamos!— escuché a uno de los gemelos quejarse.
Los mire, estaban a unos cuantos metros con una gran sonrisa pero a la vez muy decepcionados.
Charlie me miró como si pidiera disculpas y se fue corriendo con su hermano mayor.
Yo me acerqué a los gemelos.
—¿Qué apostaron esta vez?— pregunté mientras ponía mis manos en mi cintura.
Los dos se miraron.
—George apostó un galeón a que tu y Charlie se besaban antes de la boda.
—Y Fred dice que se besaban después de la boda— soltó un gruñido— si no fuera por el tonto de Bill hubiera ganado.
Reí mientras me marchaba.
Charlie y Bill estaban en la cocina. Charlie intentaba ayudar a su hermano a hacer el nudo de su corbata.
Me acerqué.
—Yo lo hago— le dije. Charlie se hizo a un lado y le anudé a Bill su corbata— listo.
—Gracias, Erine— sonrió.
—No es nada.
Bill se fue y quedamos Charlie y yo solos, de nuevo.
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