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C U M P L E A Ñ O S

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Luego de darme un corto baño y cambiarme de ropa, corrí a la cocina para ayudar a Molly.

Ya que éramos más personas de lo habitual, se sugirió colocar un par de mesas en el jardín ya que adentro no íbamos a caber todos.

Al rededor de las diez de la mañana, llegaron los gemelos y ayudaron a adornar todo el jardín, también colocaron dos grandes números que formaban el número 17.

Hermione sacaba unas serpentinas doradas de su varita y las colocaba sobre los árboles y arbustos que habían alrededor.

Se miraba realmente lindo.

Yo puse un mantel en cada mesa y algunos platos. También se me ocurrió que un lindo florero quedaría bien.

Charlie por su parte corría para no ser alcanzado por su madre quien quería cortarle el cabello. Al final lo consiguió y yo no perdí la oportunidad de burlarme de él.

El chico estaba frente al espejo mirando su nuevo corte. Toqué su cabeza y comencé a reír.

—No te ves tan mal— dije con burla.

Charlie me miró mal y volvió su vista al espejo. Realmente ama su cabello y no negaré que yo también. Esos lindos rizos pelirrojos me parecen de lo más lindo del mundo.

Al menos, conservó su barba.

Más tarde todos nos encontrábamos reunidos. Habían venido Remus y Tonks al igual que Hagrid.

Remus no parecía muy contento de estar allí, pero Tonks se veía más radiante que nunca aunque triste.

Harry había comenzado a abrir algunos de sus regalos. Yo le di una pluma que escribía sola. No estaba muy al tanto de sus gustos, por lo que era bastante complicado elegir el regalo adecuado.

Y debo mencionar, que Harry se notó bastante satisfecho con el obsequio.

Más tarde, la señora Weasley sacó un pastel en forma de snitch dorada del tamaño de un balón de volleyball. Era increíble.

De pronto un destello blanco apareció frente a nosotros y se transformó en una comadreja.

—El ministro viene conmigo— dijo la comadreja con la voz del señor Weasley.

Remus tomó a Tonks de la muñeca y se fueron rápidamente.

No sé si el ministro sabe lo de mi baja temporal, pero es mejor que no se entere que estoy aquí. Me escondí debajo de la mesa y gracias al mantel no se notaba que estaba allí.

Al momento apareció el señor Weasley acompañado del ministro. Y sólo escuché que necesitaba hablar con Harry, Ron y Hermione.

En cuanto los cuatro entraron a la casa, yo salí de mi escondite mirando a todos lados por si a caso.

Charlie se fue a hablar con Hagrid y ya que no había mucho que pudiera hacer, me acerqué a escuchar su conversación.

Abracé a Charlie del brazo y Hagrid nos miró fijamente.

—Sabía que ustedes dos terminarían juntos— dijo Hagrid con una gran sonrisa.

—No estamos juntos— dijimos Charlie y yo a la vez.

El semi gigante soltó una carcajada.

—Ya lo veremos...

Charlie y yo nos miramos. Sólo somos amigos, muy buenos amigos. Pero eso es todo.