EXTRA 3
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Sentí la cálida mano de Charlie recorriendo la piel de mi espalda con gran suavidad. Sus manos firmes y cálidas aún me hacía estremecer. Mi mejilla chocando contra su tonificado pecho era de las mejores sensaciones del mundo.
Hice círculos con mi dedo índice en su abdomen. Nuestras respiraciones eran suaves y uniformes. Mi perna derecha descansaba sobre las de él y las sábanas apenas cubrían nuestros cuerpos.
—Debo ir a preparar el desayuno— la ronca voz de Charlie rompió el silencio.
Reí un poco.
—Yo debo ir al trabajo.
El pelirrojo gruñó y me abrazó con gran fuerza.
—No quiero que vayas, es domingo y tú y yo deberíamos estar aquí todo el día. Los niños están con mis padres y tenemos la casa sólo para nosotros.
—Eso me encantaría, pero enserio tengo que ir.
Charlie cerró los ojos sin dejar de tomarme con gran fuerza. Levanté un poco la cabeza para mirarlo y sonreí por su actitud tan infantil.
—Charles— hablé en tono de advertencia— vendrán a buscarme si no llego a tiempo.
—Pues que vengan por ti, porque nada me hará soltarte.
Ambos reímos y logré separarme un poco del chico para besarlo fugazmente. En un rápido movimiento me puse a horcajadas sobre él y sus manos se posaron sobre mi cintura, las deslizó hacia arriba y hacia abajo con gran suavidad.
Me incliné para besarlo, y nuestros labios se movieron con gran agilidad cuando se encontraron.
—Te amo, Charlie— murmuré ligeramente separada de él.
—Te amo, Arissa.
Pasé mis manos por su pecho y volví a besarlo, cada vez con mayor intensidad. Mordí su labio inferior con ligera fuerza, de pronto, era yo la que quedó debajo de Charlie.
Sus ojos se oscurecieron y una gran sonrisa adornó su rostro. Lo tomé del cuello para acercarlo a mi.
Una mano estaba en la cama para evitar que todo su cuerpo cayera sobre mi y la otra se deslizaba por mi cuerpo. Comenzó a dejar besos en mi mejilla, luego en el borde de mi mandíbula y finalmente en mi cuello.
Charlie conocía los puntos indicados para hacerme temblar. Su mano se dirigió a uno de mis pechos y lo masajeo con ligera fuerza sin dejar de dejar besos en mi cuello y clavícula.
Todo mi cuerpo ardía, deseando más del hombre. Deslice mis manos por su cabello para acercarlo más a mi, si es que eso era posible.
Algunos rayos de luz se deslizaban por las cortinas entreabiertas, dando más ambiente a la situación.
La boca del pelirrojo se deslizó a mi pecho libre, su lengua hizo pequeños círculos en mi zona de mayor sensibilidad y mi espalda se arqueo un poco.
Los latidos de mi corazón eran cada vez más apresurados, mi pecho subía y bajaba con increíble rapidez.
Mis piernas abrazaron la cintura de mi contrario para acercarlo más a mi cuerpo. Charlie sonrió con malicia por mi actitud de desesperación.
Se separó un poco de mi, sus dos manos tomaron mis pechos con ligera fuerza y lentamente las deslizó hacia abajo. Nuestra falta de ropa, hacía todo más sencillo.
Acarició mis piernas y su recorrido llegó hasta mis rodillas cuando deslizó sus manos de regresó. Todo mi cuerpo tembló cuando sus pulgares rozaron mi entrada.
Comenzó a trazar círculos con su pulgar en las zonas indicadas.
—Charlie— mi voz salió temblorosa.
Él sonrió complacido y subió una de mis piernas a su hombro, dejando un beso en el proceso.
Su punta se alineó con mi entrada, donde la deslizó suavemente provocando espasmos en todo mi cuerpo. Lo necesitaba.
Cuando entró por completo, dejé salir un fuerte jadeo y pronto se comenzó a mover a un ritmo constante. Se inclinó para besarme y mis manos se dirigieron a su espalda, donde mis uñas dejaron algunas marcas.
Mi nombre salió de sus labios junto con algunos jadeos. El éxtasis recorría todo mi cuerpo, me sentía como en el cielo, aquella sensación era la mejor del universo.
Sus manos tomaron mi cadera con fuerza, su ritmo era más lento, pero sus embestidas más bruscas.
Dejé salir un pequeño grito cuando sentí la liberación, mis músculos se tensaron por un mento y todo mi cuerpo se llenó de una increíble sensación de placer.
Charlie se movió dentro de mi un par de veces más cuando sentí su caliente líquido escurrir por mis muslos. Reguló su respiración antes de salir y finalmente se dejó caer en la cama, junto a mi, dejando un beso en mi hombro.
—En serio te amo— su nariz acarició mi hombro y luego mi cuello.
Sonreí con los ojos cerrados mientras acariciaba su cabello.
—Te amo, Charlie.
Nos miramos a los ojos, con una sonrisa cómplice. Y por más que deseaba quedarme allí, junto a mi esposo, debía pararme. Ya era muy tarde y seguramente ya me esperaban en la oficina.
Charlie no era de mucha ayuda, dejando pequeñas caricias y besos ocasionales.
—¡Charles!— le reclamé con una risa— llegaré tarde al trabajo.
El nombrado se dejó caer de espaldas a la cama y dejó salir un profundo suspiro, sospecho que de satisfacción.
Me levanté de la cama y lo miré. Sus manos detrás de su cabeza, despeinado, completamente desnudo bajo las ligeras sábanas que lo cubrían sólo hasta la cintura y sólo para mi. Mordí mi labio inferior luchando contra el deseo y me dirigí a tomar un rápido baño.
Al salir, Charlie estaba sentado en el borde de la cama usando un pantalón de chándal y una playera blanca de manga corta.
El pelirrojo se dedicó a mirarme desde su lugar con una gran sonrisa mientras me vestía y sólo se puso de pie cuando sonó el timbre de la casa.
Estaba segura de que ya habían mandado a alguien a buscarme. Terminé de ponerme los botines y tomé mi varita para salir corriendo de la habitación.
Logré ver a Charlie en la entrada, hablando con alguien. Rápidamente me acerqué y quedé muda, ¿por qué lo habían mandado justamente a él?
Charlie miraba con el ceño fruncido al recién llegado, aquel hombre me miró y me dirigió una radiante sonrisa.
—Arissa, lo siento. Te esperábamos hace poco más de una hora y nos preocupó que no llegaras.
Maldición. Maldición. MALDICIÓN.
—Erine— la voz de Charlie resonó fuertemente— su nombre es Erine y sólo yo la puedo llamar Arissa.
Puse una mano sobre el pecho de mi esposo, no le quitaba la vista al recién llegado y ahora parecía que lo quería ofrecer como alimento a los dragones.
—Charlie, él es Nathan. Llegó hace una semana, viene de la MACUSA, necesitabamos un poco de ayuda para resolver un caso que inició en Estados Unidos y... y llegó a Londres— miré alternativamente a ambos hombres— Nathan, él es Charlie, mi esposo.
El chico sonrió y se quitó el sobrero para, enseguida, extender su mano. Charlie la tomó de mala gana.
—No me habías hablado de tu nuevo amigo— dijo sin dejar de mirarlo.
—Como dije, llegó hace una semana y no había tenido la oportunidad.
Pude ver cómo ambos hacían mucha presión y lastimaban al otro. El ambiente se había tornado realmente tenso.
—Es un gusto poder conocer al fin al esposo de la grandiosa jefa de la oficina de aurores. Tu esposa es espectacular y bastante divertida, a decir verdad— soltaron sus manos— trabajamos muy bien juntos.
—Lo sé— habló con hostilidad— es mi esposa, después de todo.
Hizo un especial énfasis en las palabras "mi esposa", ignorando la segunda parte de sus palabras.
Se tornaba todo muy incómodo y el hecho de que Nathan usara un muy elegante traje no parecía ayudar mucho para el ataque de celos que estaba teniendo mi esposo.
Admitiré que Nathan es atractivo, pero sólo eso. Es un compañero y no me gusta ni nada por el estilo. Yo amo a Charlie y nada ni nadie, me haría cambiar de opinión.
Se siguieron retando con la mirada un largo momento.
—¿Nos vamos, Arissa?— Nathan me miró con una sonrisa ladina. Quería arrancarle la cabeza yo misma.
Charlie realmente ponía todo su esfuerzo para no golpearlo en ese momento, podía verlo por la forma en que regulaba su respiración.
—Sí, vamos.
Miré a Charlie, este rápidamente me tomó de la cintura y me besó con fuerza. Reí un poco cuando nos separamos y negué.
—Nos vemos más tarde, ¿bien?— susurré cerca de sus labios.
—Bien— contestó de la misma manera y dejó un rápido beso.
Nos separamos, Nathan le dirigió una mirada al pelirrojo junto con una sonrisa y luego puso una mano en mi espalda para comenzar a caminar. Avanzamos unos metros cuando hicimos una aparición.
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