EXTRA 1
|| O L V I D O ||
Respiré profundamente mientras miraba la gran pila de documentos sobre mi escritorio. Amo ser aurora... lo que no amo es tener que hacer documentación muy aburrida.
Kingsley se recargo en el marco de la puerta y me miró con una pequeña sonrisa, estoy casi segura de que aquella sonrisa era de burla.
-Veo que aún batallas con la documentación, Scamander.
Sonreí de lado.
-Ciertamente, lo mío es el trabajo de campo.
Él negó, aún con una ligera sonrisa adornando su rostro.
-El sábado es el cumpleaños de Addison, ¿no es cierto?- Lo miré fijamente mientras fruncía el ceño, él levantó las cejas ahogando una fuerte risa- Erine, el sábado es el cumpleaños de tu hija. En dos días.
Me llevé ambas manos a la cara y cerré los ojos con fuerza.
-Lo olvidé- murmuré sin cambiar de posición.
El hombre liberó un profundo suspiro.
-Tal vez debería recordarte que TU hija cumple cinco años- habló con sarcasmo pero sin dejar aquel tono de burla.
Quité las manos de mi rostro y miré a mi superior con cara de pocos amigos.
-Gracias, Ministro. Le recuerdo que está cordialmente invitado.
El moreno sonrió mientras asentía y dio media vuelta para salir de mi oficina. Una vez más miré con desagrado la cantidad de documentos que debía revisar.
Después de liberar un largo y profundo suspiro, me puse de pie ruidosamente
-¡Jacobs!- grité a mi subordinado.
El nombrado apareció de inmediato, ligeramente asustado.
-¿Jefa Scamander?
Lo miré con una pequeña sonrisa mientras ponía mis manos en mi cintura.
-Quiero que revises toda la documentación que está sobre mi escritorio. Más vale que esté listo para cuando regrese dentro de cuatro horas o no dejaré que salgas a campo en dos meses- hablé con gran seriedad y en tono autoritario.
Vi cómo sus ojos se abrían de más y luego comenzó a asentir repetidas veces.
-Lo tendré listo. No se preocupe.
-Perfecto- tomé mi gabardina y antes de salir, le di una palmada en la espalda al muchacho.
Ser la jefa de la oficina de aurores es sencillamente lo mejor que me ha pasado en la vida, sin embargo, consume todo mi tiempo y hace que esté menos atenta a mi familia.
Además, con lo distraído que es Charlie no dudo en que él también lo haya olvidado. El santuario necesita muchos cuidados y aún necesita más personal que le ayude.
Claro que es él quien se queda con los niños, el santuario es, de alguna manera, mil veces más seguro que el Ministerio de magia. Además Braham se encarga de ellos cuando Charlie debe hacerse cargo de otras cosas.
Acomode mi gabardina mientras caminaba a paso apresurado hasta la salida. Una vez fuera de las instalaciones, hice una aparición en el santuario.
Era increíble como Charlie había conseguido todo aquello. No pude evitar sonreír mientras avanzaba y miraba algunas criaturas a mi alrededor.
Llegué al centro del santuario, un campo abierto de pasto y flores. Alrededor hay un par de edificios donde está todo el personal.
Metí mis manos en los bolsillos de la gabardina mientras miraba con una gran sonrisa. Addison y Teddy corrían por todas partes, Charlie estaba junto a Braham, ambos cruzados de brazos mirando con felicidad a los menores.
De pronto me sentí terrible, me estaba perdiendo todo aquello por centrarme únicamente en mi trabajo.
-¡Mami!- gritó Addison mientras corría a mi.
-Hola, mi amor.
Me puse de cuclillas y estiré los brazos. Mi hija me abrazó con gran fuerza que casi caigo de espaldas. Me puse de pie con la niña aún en mis brazos.
Me acerqué a los demás, Charlie dio algunos pasos hacia mi y pasó su mano por mi cintura, luego besó mi mejilla.
-¿Está todo bien?- preguntó ligeramente preocupado.
Asentí un poco pero le dirigí una mirada que enseguida comprendió.
-Pero si es mi chica favorita- Braham se acercó con una gran sonrisa- al fin sales de la oficina para reunirte con los mortales.
-Tengo algo que hablar con Charlie, luego regresaré.
Braham asintió y se acercó un poco más para cargar a Addison. La niña se fue con él sin el mayor problema.
Charlie y yo nos dirigimos a uno de los edificios, se recargó en una mesa y se cruzó de brazos mientras me miraba preocupado.
-¿Qué pasa?
Baje la mirada mientras evitaba llorar.
-¿Soy una mala madre?- pregunté sin mirarlo- Charlie... olvidé que el cumpleaños de Addi es el sábado.
El hombre se acercó a abrazarme. Acarició un poco mi cabello y luego tomó mis mejillas con ambas manos.
Lo miré directamente a los ojos, esos hermosos ojos que me trasmiten tanta paz.
-No eres una mala madre- dijo con suavidad- Ya me hice cargo de todo para el cumpleaños de Addison, así que no te preocupes. Entiendo que tu trabajo no es fácil y te satura.
Me sentí aún peor. Después de todo, Charlie no había olvidado el cumpleaños de nuestra hija, solo yo.
El pelirrojo volvió a rodearme entre sus brazos.
-Trataré de pasar más tiempo en casa- dije con el rostro aún en su pecho.
-Eso está bien. Todos te extrañamos.
Sonreí un poco y dirigí mi vista a los ojos de mi esposo. Mi esposo, esas dos palabras es lo más hermoso que existe para mi.
Sin poder controlarme más, besé los labios de mi contrario mientras mis dedos recorrían su nuca y se enlazaban por su cabello.
Las grandes y firmes manos de Charlie tomaron mi cintura con mayor fuerza y me apegó más a él. Nos separamos un poco y nos miramos a los ojos.
-Te amo, Charlie.
-Te amo, Arissa.
No pude evitar reír.
-Aún tengo un par de horas antes de regresar a trabajar.
El pelirrojo me miró con una sonrisa mientras alzaba y bajaba las cejas.
-Y tu y yo estamos aquí solos- su voz se hizo más grave y profunda provocando que mis piernas temblaran.
-Usaré ese tiempo para estar con Teddy y Addison.
Pero Charlie, en realidad ya no me escuchaba. Su miraba se había oscurecido y me miraba como si fuera su presa y él estuviera a punto de comerme.
El puso se me aceleró, debía controlarme o terminaríamos haciendo algo indebido en ese lugar.
Mi ojos comenzaron a recorrer el fuerte pecho de mi esposo y me detuve justo en el borde de su playera. Mis manos me traicionaron cuando comencé a levantar la prenda mientras acariciaba la piel del hombre.
Charlie seguía mis movimientos sin decir nada, disfrutando de mi toque. Aquella prenda terminó en el suelo y mi vista regresó a los ojos de mi contrario.
Lo besé con suavidad mientras profundizaba el beso con cada segundo que pasaba. Una mano de Charlie acarició el borde de mi mandíbula hasta quedar en mi nuca.
-¡Jefe!- alguien entró corriendo y se quedó pasmado al vernos. Miró a Charlie y luego a mi, sus mejillas se comenzaron a tornar de un intenso color carmesí- señor... lamento la interrupción.
Aquel joven estaba muy nervioso que no sabía a donde mirar y dudaba de si debía salir huyendo o no. No pude evitar reír.
-¿Qué pasa Mark?
El chico apenas pudo reaccionar cuando Charlie le habló. Su vista se dirigió a mi, tratando de averiguar si me conocía.
-¿Qué tal?- lo saludé- soy Erine Scamander, la esposa de Charlie.
El pobre liberó un suspiro de alivio, como si descubrir que yo era la esposa de su jefe le quitara un gran peso de los hombros. Tal vez pensó que era alguien más.
No pude evitar reír.
-Mucho gusto- saludó él, más reconfortado.
Miré a Charlie y dejé un beso en su mejilla.
-Iré con los niños- le dije.
Él parecía muy decepcionado y ligeramente frustrado pero asintió. No sin antes darme un profundo beso en los labios.
Salí de allí y rápidamente me acerqué a Braham quien pasó un brazo por mis hombros y sonrió ampliamente.
-Olvidaste el cumpleaños de Addison, ¿no es cierto?- preguntó sin mirarme.
-Sí. Kingsley me lo dijo esta mañana y casi rompo en llanto. Soy una terrible madre.
Él negó.
-Charlie sabe lo ocupada que estás con tu trabajo, sabe que es estresante e incluso peligroso cuando sales a misiones. No es tu culpa y él trata de ayudarte en todo lo que le sea posible para que tampoco te sientas estresada en casa- se quedó en silencio un momento- él ya se hizo cargo de casi todo. Le habló a sus hermanos, a los gemelos para que le ayudaran con todos los preparivos y esas cosas e incluso mandó las invitaciones.
-La verdad es que eso sólo me hace sentir peor.
-Erine... fuera de las fiestas o los regalos, lo único importante es que estés con tu hija. Ella te ama y te adora y tu solo tienes que demostrarle lo mismo.
Mis ojos dieron en la pequeña figura de Addison, su cabello rubio rojizo resplandecía bajo el sol. Dejé salir un gran suspiro.
-Supongo que tienes razón.
Le sonreí a mi contrario y luego volví a mirar a los niños. Un minuto más tarde, me encontraba junto a los menores, jugando y corriendo de un lado a otro.
-Es hora de irme- le dije a los niños. Debía regresar a cerciorarme de que Jacobs hubiera terminado todo el trabajo que yo no quise hacer.
Tanto Teddy como Addison liberaron un quejido, demostrando que no querían que me marchara.
-Lo siento, mis amores- dije mirando alternativamente a cada uno- debo regresar a trabajar, pero ¿qué les parece si esta noche vamos a cenar con la abuela Molly?
-¡Sí!- gritaron muy emocionados ambos niños.
Me dieron un fuerte abrazo y besé la frente de cada uno antes de volverme a poner de pie.
Me acerqué a Charlie y me colgué de su cuello en un abrazo.
-Esta noche iremos a ver a tu madre, sería bueno que le avises.
Él asintió.
-Tal vez podamos pedirle que se quede con los niños hasta mañana y tu yo tener la casa sólo para los dos.
Besé sus labios.
-Me parece buena idea- murmure apenas separada de él.
Cuando nos separamos miré todo a nuestro alrededor e hice una aparición.
Caminé a paso apresurado pero firme por el Ministerio hasta llegar a la oficina del Ministro.
Kingsley me miró confundido desde detrás de su escritorio.
-Scamander, ¿está todo bien?
Apreté mis labios, sentí que el corazón se me salía del pecho pero finalmente hablé.
-Vine a darte mi renuncia.
El moreno casi se queda sin aire, se puso de pie y se acercó cuidadosamente a mi.
-¿Erine?
Di un par de pasos atrás.
-Necesito estar con mi familia, Kingsley. Ellos son todo lo que me queda y estoy tan perdida en el trabajo que incluso olvido sus cumpleaños.
El hombre dejó salir un suspiro y me miró pensativo.
-¿No crees que renunciar es algo extremo?
Me encogi de hombros.
-No se qué más hacer.
-Erine, eres un miembro fundamental para nosotros. Eres la jefa de la oficina de Aurores y te puedo asegurar que ni yo había hecho un trabajo tan bueno como el que tu llevas- se quedó en silencio un momento- tal vez podamos ajustar tus horarios y reducir un poco tu trabajo. Pero por favor, no renuncies... no hay nadie más competente que tu.
Lo miré. Realmente no se de dónde había sacado el valor para renunciar, esto era mi vida entera, lo que siempre soñé.
-No haré papeleo, en lugar de entrar a las ocho, entraré a la nueve y saldré a las cinco. Por supuesto que siempre estaré disponible si me necesitan fuera de horario pero esas son mis condiciones para no renunciar.
El hombre sonrió mientras asentía.
-Trato hecho, pero tu te harás responsable del entrenamiento de Potter y Weasley. Esos dos tienen mucha energía y un viejo como yo ya no puede.
Reí.
-Trato hecho. Pero deberías advertirles que los haré llorar hasta que no puedan más.
Salí de la oficina y me dirigí a la mia. Sonreí un poco al notar que toda la documentación estaba hecha y ordenada. Definitivamente tengo que darle un ascenso a Jacobs.
Toda mi vida cambió desde el momento en que mi padre murió, perdí a muchas personas importantes y gané otras cuantas.
Mi familia es todo lo que tengo ahora y debo hacer lo posible por no echarlo a perder. Mi padre siempre estuvo presente cuando lo necesitaba y quiero que Teddy y Addison sepan que yo siempre estaré para ellos pase lo que pase.
-¡Roger Jacobs!- grité en tono furioso.
El nombrado apareció de inmediato con cara asustadiza temiendo lo peor.
-¿Si?- preguntó preocupado.
-Buen trabajo, deberías ir a casa y nos vemos mañana.
Él sonrió apenado.
-Gracias, jefa.
Lo miré alejarse mientras liberaba un suspiro de alivio.
Tomé asiento detrás de mi escritorio y miré a la nada bastante pensativa. Lo único que pasaba por mi mente era en qué le podía obsequiar a mi hija que estaba por cumplir cinco años.
Abrí el cajón de hasta abajo de mi escritorio, sonreí.
Addison es igual a su padre, amante de las criaturas mágicas. Tal vez sea el momento indica para darle uno de los primeros borradores de Newt, lleno de dibujos hechos por él mismo.
Dejé el cuaderno sobre el escritorio y suspiré profundamente mientras sonreía. Estoy segura de que le va a encantar.
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