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13 (Final)



JiMin tiene recuerdos muy vívidos de cuando su matrimonio inició. En su memoria quedaron grabadas las palabras de JungKook cuando tocaron el tema de tener bebés y de poder solidificar una familia.

"Tener hijos no es algo que esté en mis planes a corto plazo"

Después de ese día jamás se volvió a tocar el tema y ambos acudieron a un médico para saber cuál método anticonceptivo sería el correcto. Desde entonces JiMin ha hecho uso de inyecciones que impiden un embarazo, sin embrago, desde su pelea con JungKook no volvió a usarlas. Y con todo esto del casi divorcio y de su reconciliación, se olvidó por completo de los cuidados.

Desde días atrás se dio cuenta de que sus mareos repentinos y sus nauseas no eran algo normal. Pero tenía miedo de ir al médico para descubrir que tiene dos meses de embarazo, porque está completamente seguro de que quedó en cinta desde el primer día en que hizo el amor con JungKook. Ahora no puede hacer mucho y tiene pánico de la reacción que él pueda tener.

Han pasado los cinco minutos que se supone tarda la prueba en dar los resultados. Pero lleva casi diez minutos encerrado en el baño porque no quiere ver a su esposo a los ojos y decirle que serán padres y que éste no se emocione por eso.

— ¡Mochi! —habló el azabache al otro lado de la puerta— ¿Ya tienes los resultados? ¿Está todo bien?

— ¡Aún no, JungKookie! —mintió— ¡Dame unos minutos más!

"Vamos, JiMin, no seas cobarde" pensó para sus adentros.

Dejó salir un suspiro para intentar darse valor y caminó hacia la encimera para ver los resultados de la prueba.

Dos rayas.

Positivo.

Estaba en cinta.

Se tomó otros minutos para darse valor y salir del baño hacia donde su esposo lo esperaba impaciente. Cuando lo vio sentado sobre la cama, no fue capaz de decir algo y en su lugar caminó pasando por su costado e hizo a un lado las mantas para meterse dentro de ellas y enrollarse como un ovillo.

JungKook lo miró por cortos segundos sin saber qué sucedía exactamente para que actuara de ese modo. Lo único que podía hacer en ese momento era abrazarlo cariñosamente para darle apoyo si es que lo necesitaba, así que se deslizó sobre la cama para meterse debajo de las mantas también y se acostó a su lado abrazándolo con fuerza. Comenzó a darle besos cariñosos en su cabellera esperando a que decidiera decirle algo.

—JungKookie— le llamó con un hilo de voz— tú... tú me dijiste que no querías tener hijos en poco tiempo.

— ¿Yo dije eso? —preguntó confundido— ¿En qué momento?

—Cuando volvimos de nuestra luna de miel— se giró lentamente hasta que quedó frente a su esposo— Te pregunté sobre cuándo sería prudente tener un bebé y tú respondiste... dijiste que aún no querías tenerlo.

JungKook guardó silencio para buscar entre sus recuerdos el momento exacto en el que le dio esa respuesta a JiMin. Fue hasta ese momento en el que se dio cuenta de lo mucho que le afectó recibir algo como eso de parte suya y que no debió ser tan drástico con ello sabiendo que él sí quería y esperaba tener un bebé.

—JungKookie, estoy embarazado— le confesó sin más en vista de que no decía nada— Lo más probable es que haya sido desde que nos reconciliamos. Yo no recordé los anticonceptivos, yo... lo siento.

— ¿Por qué te disculpas? —lo tomó de la barbilla para alzar su mirada— Esto no sólo es cuestión tuya. Lo hicimos los dos y lamento mucho, de verdad, que mis palabras del pasado te hayan afectado tanto como para que ahora me tengas miedo— hizo una pausa para besar sus labios con suavidad y luego sonrió emocionado— Vamos a ser papás, mi Mochi precioso. Y no te puedes imaginar cuán feliz me siento.

Volvieron a besarse y esta vez derramaron lágrimas de alegría mientras ejecutaban ese acto de amor y felicidad. Segundos después, JungKook abandonó los labios de su esposo para centrar su atención en su vientre aun plano. Levantó con delicadeza su camisa y comenzó a sobarlo con mucho cariño.

—Mi bebé, te amo— le dijo y luego miró en dirección a su esposo— Los amo a los dos y mucho. Gracias por esto, Mochi.

Se miraron con amor profundo y después JungKook descendió para dejar pequeños besos cariñosos sobre el vientre de su esposo. Éste suspiró contento por la sensación y capturó en su mente ese bello momento para que lo acompañe durante toda la vida.

Al cabo de un rato se acostaron nuevamente en la cama abrazados en posición de cucharita y por último JungKook observó cómo su esposo dormía con una media sonrisa dibujada en su rostro. Contemplarlo en ese estado de quietud era, sin duda, su pasatiempo favorito.

—Te juro que voy a protegerlos y nada va a faltarles mientras yo tenga vida— besó delicadamente la punta de su nariz teniendo mucho cuidado de no despertarlo— Seré un buen padre y un buen esposo, Mochi. Te lo juro.

Poco después decidió que lo seguiría en ese sueño profundo y tranquilo que tanto le hacía falta.



Siete meses después...



Las últimas dos semanas han sido todo un reto para JiMin. Realmente desde mucho antes. Naturalmente su cuerpo comenzó a cambiar drásticamente, algo que afectó a su autoestima y seguridad. Cuando notó que las estrías aparecían debajo de su vientre e incluso en sus piernas y trasero, se sintió un poco desanimado. Estar embarazado lo había llevado a ser más sensible de lo común. Había días en los que lloraba simplemente porque se sentía solo. Y aunque intentó ocultar su estado de ánimo ante su esposo, éste lo notó sin mucha dificultad. Fue entonces que redujo sus días en la oficina y se llevó un poco de trabajo a la casa. Su Mochi era su mayor prioridad.

Se encargó de decirle frecuentemente que lucía hermoso e incluso sexy. No mentía cuando se lo decía, él más que nadie notaba los cambios que su cuerpo tenía, empezando por su trasero. Fueron varias noches en las que no aguantaba la calentura y terminaba follando a su esposo y luego pasaba a darle mimos exagerados para hacerlo sentir especial.

Ahora que estaba en su etapa terminal del embarazo se tomó vacaciones por tiempo indefinido, aunque de vez en cuando iba a la oficina para ayudar a YoonGi. Realmente pasaba la mayor parte del tiempo con JiMin, siempre cuidándolo y estando pendiente de todo lo que necesitara. Por las noches cumplía sus antojos y platicaba con él cuando dolores repentinos le invadían. Y claro que estaba tenso porque no sabía exactamente en qué momento JiMin entraría en labor de parto, por eso todo el tiempo estaba en alerta de cualquier movimiento que realizara.

Fue hasta esa tarde tranquila de películas en que los dolores empezaron y ya no pararon. Ahora estaba sentado en la sala de espera del hospital sintiendo que el corazón se le saldría en cualquier momento. Su madre le acompañaba e intentaba tranquilizarlo, al igual que YoonGi y TaeHyung. NamJoon y Jin estaban por llegar, mientras que los señores Park se mantenían alejados en uno de los sillones. Nadie hablaba, sólo contaban los segundos que pasaban sin saber nada del bebé o de JiMin.

JungKook comenzaba a atravesar una pequeña crisis de nervios cuando por fin apareció la doctora que estaba a cargo del control prenatal y parto de su esposo. No le dio oportunidad a nadie de poder acercarse a ella, porque corrió en cuanto la vio salir de las puertas. Y tampoco fue necesario preguntar por el estado en el que se encontraba el rubio, porque enseguida recibió respuesta.

—El señor Jeon está en perfectas condiciones, al igual que su bebé, una sana y hermosa niña que pesó tres quilos y medio. Lo felicito con gusto. Ya es padre.

A JungKook se le salieron las lágrimas de emoción y se giró para abrazar a su madre. Todos festejaron la llegada de la nueva integrante de la familia Jeon Park, incluso los padres de JiMin estaban emocionados por su nieta.

—En unos minutos vendrá una enfermera por usted para que pase a conocer a su hija y pueda ver a su esposo.

En este punto parecía casi irreal el hecho de que se convirtió en padre cuando hacía casi un año atrás estaba a punto de divorciarse del amor de su vida. Gracias a Dios y al Universo eso nunca sucedió y ahora podía gozar de este momento tan maravilloso que no planeó, pero que sí deseó mucho durante los meses de embarazo del rubio. No cabía duda que ese gran bache que tuvieron que atravesar les sirvió de mucho, pero sobre todo a JungKook. Ahora era capaz de valorar al hermoso esposo que tenía a su lado y a su hija que, está seguro, debe ser preciosa.

—Felicidades, Jeon—inesperadamente se acercó el señor Park con una mirada ligeramente avergonzada—No tengo dudas de que serás un gran padre para mi nieta y te agradezco por darle lo mejor a mi hijo durante este tiempo que llevan casados.

No sólo JungKook boqueó por las palabras del señor Park que parecían sinceras, también los demás que tuvieron la oportunidad de escucharlo. TaeHyung, muy discretamente, sacó su celular para grabar este momento y así poder enseñárselo a JiMin después.

—Esto no me lo esperaba—el azabache sonrió nervioso—Yo... mmm, p-pues yo hago esto porque lo amo... JiMin es mi vida entera, al igual que mi hija. Y aunque no me hubiese sentido intimidado por... la posición que tiene, sin duda también hubiese hecho hasta lo imposible por darle una vida digna.

—Lo más importante es que JiMin es feliz—habló señora Park— y espero que sea así para toda la vida. Ahora debes velar por el bienestar de mi nieta.

—Así será, eso téngalo por seguro—le mostró una media sonrisa.

Pese a que fue un momento agradable e inesperado, no dejaba de ser incómodo. Ni JungKook ni los señores Park estaban contentos del todo con la situación, pero al menos estaban avanzando. Después de todo, JiMin era importante en sus vidas y ahora debían cuidar también de una pequeña bebé. Lo mejor sería que los problemas innecesarios comenzaran a resolverse.

Pocos minutos después una enfermera llegó para salvarlos de la situación; JungKook sería el primero en pasar para conocer a su hija y para abrazar a su esposo por el gran trabajo que hizo. En cuanto pudo verlos en esa camilla de hospital mientras él cargaba a una bebé envuelta en una sabanita rosada, sus lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Ese momento era el que estuvo soñando en repetidas ocasiones durante las noches donde arrullaba a JiMin mientras le acariciaba su pancita. Sin duda va a extrañar hacer eso, pero por fortuna su bebé llenaría cualquier espacio vacío que pudiese encontrarse en su interior.

—Mi Mochi—se acercó a él y depositó un beso lleno de amor sobre su frente—No tienes idea de lo hermoso que te ves cargando a nuestra hija. Y ella...—la miró y luego agregó—Es tan bonita... tan pequeñita... tan parecida a ti.

—No se parece a mí—sonrió mientras también la veía—Tiene el cabello oscuro, así como tú. Y presiento que tendrá tus ojos.

—Pero sólo mi cabello—contradijo— ¿Me la prestas? —lo miró con ojos de cachorro.

—Por supuesto que sí, JungKookie. También es tu hija.

Con mucho cuidado y sintiéndose más inseguro que nunca, tomó a la pequeña en sus brazos de forma sobreprotectora. Ahora mismo experimentaba un sentimiento inimaginable, uno que desconocía por completo, pero que pronto se volvería más fuerte de lo que piensa.

—Bienvenida, Jeon JiHyo—le dijo sin poder dejar de mirarla—A partir de este momento serás mi princesa para toda la vida.

Se encargó de detallar cada facción de su bonito rostro quedando más seguro de que era el vivo retrato de JiMin con la única diferencia del cabello; su nariz era pequeñita como de un botón. Sus labios rellenitos y sus mejillas abultadas. Era mejor de lo que soñó, más hermosa de lo que imaginó y el sentimiento que le invadía le revolvía el estómago de manera incontenible. La amó desde el primer momento en que supo que venía en camino y justo ahora ese sentimiento se intensifica con cada segundo que pasa.

Esa linda escena era observada por JiMin quien tenía una enorme sonrisa y ligeramente cansada en su rostro. Todavía recuerda ese día en el que supo sobre su embarazo; aunque fue presa del pánico durante un momento, al final se vio reconfortado por las palabras cariñosas de su esposo. Recuerda que durmieron durante un par de horas hasta que JungKook despertó y salió como loco a gritar por toda la casa que sería papá. Y ese mismo día llegaron sus suegros y también sus padres para recibir la gran noticia.

No puede creer que de verdad pasaron siete meses desde aquel día y ahora están con su hija después de largas horas de incertidumbre y de dolores de parto. Por fortuna todo había salido perfecto y estaban seguros de que sucedía en el momento correcto. La pequeña JiHyo llegó para reforzar el amor que se tenían justo después de interrumpir un divorcio indeseado. Llegó para solidificar el matrimonio de sus padres y quizá para mantenerlos unidos durante toda su vida.

—Insisto en que se parece demasiado a ti—JungKook volvió a hablar—Es igual de hermosa que tú—lo miró y le sonrió enamorado.

—Tienes razón. La belleza sólo podía heredarla de mí—se burló y se recostó sobre la camilla.

— ¿Necesitas dormir, mi Mochi? —se sentó a su lado y lo miró con ternura—Debes estar muy cansado, ¿o necesitas que te traiga algo? Pídeme lo que quieras.

—Está todo bien, JungKookie—respondió sonriente—Fue cansado, pero me siento bien. No quiero dormir ahora. Quiero estar contigo y con nuestra hija.

—No voy a regresártela. Ahora es mía—enarcó una ceja mientras se ponía de pie en sinónimo de juego.

—Veremos si dices lo mismo cuando llore y no puedas calmarla—lo retó del mismo modo.

Y podría ser que JiMin tenga la razón, pero JungKook estaba dispuesto a hacer todo lo que fuese necesario para calmar a su bebé con tal de tenerla siempre contenta y feliz. Estaban conscientes de que esto era un trabajo de dos, ninguno cargaría con más responsabilidad de la que debían. Los dos estaban dispuestos a pasar noches de desvelo, a cambiar pañales y a pasar tiempo de calidad con la pequeña JiHyo, porque eso es lo que hacían unos verdaderos padres. JiMin, sin duda, no estaba dispuesto a cometer los mismos errores que sus padres.

Jeon JiHyo será una niña feliz.

Pasaron un par de horas hablando sobre cómo JiMin llevó la situación del parto y también haciendo planes a futuro; como la escuela donde estudiaría su pequeña, salir de compras para comprarle más ropa e incluso sobre su fiesta de cumpleaños de primer año. Las horas pasaron volando hasta que el rubio se durmió, y de ahí los días corrieron rápido hasta que por fin pudieron estar solos en su casa intentando ser los mejores padres del mundo.

Si JungKook era atento, cariñoso, responsable y muy amoroso, se volvió el doble después del nacimiento de su primogénita. Sus vacaciones se prolongaron y ahora pasaba todo el tiempo con su esposo ayudándole con los cuidados de la bebé y también bridándole apoyo ahora que luchaba nuevamente con los cambios que tuvo su cuerpo.

Sus días empezaban por decirle que era el rubio más hermoso del mundo y que le excitaba ese enorme trasero que tenía para después follarlo con mucho amor y deseo, asegurándose de que se sintiera especial.

Cambió los planos y maquetas de construcciones por biberones y muchos pañales. Fue complicado para él limpiar a su pequeña cuando se hacía de la popo o incluso despertar por las noches para prepararle el biberón, pero con el tiempo se acostumbró y tal vez para cuando no tenga que hacer esas cosas, seguramente, va a extrañar las desveladas.

Por fortuna, no sólo se habían solidificado como matrimonio, también como un equipo. A veces JiMin se encargaba de cuidar a JiHyo mientras JungKook ordenaba la habitación y trataba asuntos de la empresa en su despacho. Después de un rato subía de nueva cuenta para relevar a su esposo y así pudiera descansar o relajarse un rato.

Para cuando la bebé cumplió tres meses, JungKook le dio la sorpresa a JiMin de que viajarían de nueva cuenta a la isla privada para tener sus primeras vacaciones familiares. Mandó a acondicionar la casa con cosas que necesitaban para los cuidados de JiHyo, como comida, su cuarto especial de juegos y la cuna enorme donde debía dormir. Pusieron una gran foto en la estancia donde ahora aparecían los tres como una familia feliz y alrededor más fotos de la bebé, porque nunca serán suficientes para ellos.

El primer día en la isla lo iniciaron desempacando y acomodando todo lo que llevaban para el viaje. Después salieron a la playa para observar la puesta de sol que estaba por caer; JiMin se encontraba sentado en la arena mientras observaba cómo JungKook caminaba con su pequeña en los brazos hablándole sobre la primera vez que estuvieron aquí antes de que ella llegara. Y prácticamente le dijo que esta era su isla para cuando quisiera volver, aunque no podría traer a ningún chico con ella. Eso prácticamente se lo prohibió.

JiMin rio por lo adorable que eso sonó y continuó observando esa imagen que parecía sacada de una postal; de su esposo cargando a su primogénita frente al resplandor del sol al atardecer. Era una imagen que recordaría por el resto de su vida y una de la que se sostendría en momentos difíciles. A veces no puede creer que estuvo a punto de divorciarse del único amor de su vida. Si ese hubiese sido el caso, el hecho de tener ahora esta hermosa familia no habría sido posible.

Motivado por ese sentimiento, se levantó de su lugar y alcanzó a su par favorito para contemplar a lado de ellos el hermoso atardecer que aún persistía en el horizonte. Enseguida JungKook lo recibió con un abrazo y lo pegó a su cuerpo porque adoraba esa sensación de tenerlo cerca.

— ¿No es hermoso el resplandor anaranjado del sol? —inquirió JungKook sin dejar de mirar.

—Lo es... muy precioso. Me transmite mucha paz—respondió.

—Me pregunto en dónde estaríamos ahora si nos hubiésemos divorciado—lo miró.

—Tal vez arrepintiéndome por el resto de mi vida—también lo miró—Pelear con mi amor verdadero fue como boxear sin guantes. Ahora ni siquiera recuerdo el sentimiento que me motivaba a pedirte el divorcio.

—Fui yo quien te metió en la cárcel por algo que no hiciste— se giró completamente y lo tomó de la cintura. La pequeña JiHyo se quedó dormida, así que la sostenía con un brazo— ¿Por qué tenía que romper lo que amo tanto? Pensé que tenía motivos para atacar, pero no. Yo me equivoqué.

—Ya está todo bien JungKookie—le sonrió conmovido—Todo quedó en el pasado. Ahora estoy seguro de que no harás nada para lastimarme y que aquello no era cien por ciento tu culpa—tomó a la bebé en sus brazos y se dejó abrazar por su esposo—Eres mi lugar seguro y sé que nos cuidarás bien.

—Fui yo quien nos quemó. Y te agradezco que me hayas perdonado—besó la coronilla de su cabeza mientras lo abrazaba y luego sintió le necesidad de decir algo más— Dime que sigues siendo mío. Dime que estaremos bien incluso cuando pierdo la cabeza. Dime que no es mi culpa. Dime que soy todo lo que quieres incluso cuando rompo tu corazón. Porque tú sí eres todo mi universo... tú y nuestra hija.

JiMin alzó lentamente la vista para mirar a los ojos hermosamente oscuros que su esposo poseía y le sonrió con mucha convicción, tal vez siendo suficiente respuesta a sus pedidos desesperados.

—Tú eres mi vida, Jeon JungKook. Y te amo a pesar de que crees que no eres fácil de controlar, pero en mi caso puedo manejarlo, porque como te dije; yo te amo demasiado—se estiró para darle un piquito en los labios y luego continuó— Soy tuyo, y te juro que estaremos bien cuando sientas que pierdes la cabeza. Y nada será completamente tu culpa, porque somos dos en este matrimonio. Tú eres todo lo que quiero y confío en que no volverás a romper mi corazón, porque tú también eres todo mi universo... tú y nuestra hija.

Para JungKook no había mejor respuesta que esa, pero sobre todo, la mirada y la sonrisa de su esposo. Si lo miraba de ese modo era suficiente para sentirse seguro de que aquel momento desafortunado de sus vidas no se volverá a repetir.

Ahora tenían una hija y lo darán todo para que ella tenga lo mejor, pero sobre todo, para que tenga una familia llena de amor y mucho apoyo. Y no importa qué edad tenga, ella siempre será su princesa... la princesa de la casa.

































Al final se encontraron bajo el resplandor, uno que iluminó el interior de ambos cuando pudieron dejar atrás el pasado y decidieron continuar mirando hacia adelante, o como ahora hacen observando el horizonte donde el sol ha comenzado a ocultarse. Ahora no están solos; una pequeña llegó para cambiarles los planes y toda una vida. Ahora eran una hermosa familia feliz.





































El resplandor no sólo pueden verlo en ese hermoso atardecer. Lo llevan en sus corazones y en sus miradas cada vez que sus ojos se encuentran. O en sus sonrisas cada vez que se tienen cerca. El verdadero resplandor es saber que están a lado del amor de su vida y que ese matrimonio se había convertido en una fuerza inagotable. Era un lazo que ni la muerte podrá romper.

El divorcio falló y, en su lugar, el amor ganó.



🧡F I N🧡



Este ha sido el final de esta su novela.

Y bueno, desde que me imaginé la historia yo pensé que ellos tendrían una niña, por eso se quedó así. Luego encontre la imagen de multimedia y pues me emocioné porque siento que son ellos completamente. 

Muchas gracias por su apoyo. Estamos cerrando con quince mil vistas y espero siga creciendo. 

Todavía me falta agregar el epílogo y en cuanto los extras, tal vez sólo sea el de navidad, pero hasta el 25 de diciembre jsjsjs. Tengo suficiente timepo para pensar jsjs.

Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar. 

Las tkm siempre!!!!!!



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