08
—Señor Park, le concedo la demanda de divorcio. Señor Jeon, debe firmar los papeles con carácter de urgente. ¡Caso cerrado!
El juez Jung dio por terminado el matrimonio Jeon Park después de que el abogado Kim NamJoon pidiera la palabra para decir que su cliente cedería a la petición de divorcio sin ningún tipo de condición. En este caso, el juez tuvo una plática con el jurado y después de eso todos fallaron a favor de JiMin. Éste se había quedado estático en su lugar después de oír cómo el mazo golpeaba la dura madera. Cuando miró a su costado sólo pudo ver un lugar vacío al igual que su corazón.
Todo pasó tan rápido después de que JungKook lo sorprendiera en su departamento en una situación engañosa con Jin; su abogado y amigo. Y aunque tuvo una plática con él, una donde se expuso la verdad y terminaron por quitarle la venda de los ojos, decidió que todavía quería divorciarse. No sabía si estaba siendo regido por su orgullo o por los pensamientos que todavía culpan a JungKook por lo sucedido, pero ya no puede ver a Corea como su hogar, ni con sus padres ni con él, por eso concluyó llegar a este punto.
Pero por qué su corazón se siente destruido mientras va en su auto hacia la firma de SeokJin para poder concluir con el divorcio definitivo. Incluso siente que no puede respirar bien, las manos le sudan y su mente no para de reproducir los recuerdos de los últimos días que vivió con JungKook.
Todo es una tortura para sus sentidos y para su alma que está gritando desconsolada por el inminente final. ¿Qué más necesita para cambiar de opinión? ¿A qué le tiene miedo? Esos y otros cuestionamientos se hace a sí mismo con un enorme nudo en su garganta. Su mirada está fija en la puerta mientras está sentado esperando a que JungKook y su abogado lleguen. Fue sólo cuestión de minutos para que aparecieran, ambos con un semblante melancólico que fue completamente palpable en el aire.
NamJoon se sentó frente a SeokJin y le dedicó una mirada rápida antes de abrir su portafolio donde contenía los papeles de divorcio y el acuerdo de bienes.
—Bien— inició NamJoon— A los veintidós días del mes de agosto del dos mil veinticuatro, se extiende el documento de divorcio que Jeon JiMin y Jeon JungKook deberán firmar por orden del juez Jung HoSeok. Así mismo deberán firmar el acuerdo de bienes para que ambos puedan quedarse con las pertenencias que les correspondan sin importar la cantidad que hayan generado en estos seis años de matrimonio. Cada cual se irá con lo que tiene sin necesidad de compartir. ¿Ambos están de acuerdo?
Se hizo un silencio donde JungKook asintió sin ser capaz de levantar la mirada, mientras que JiMin sólo se mantuvo quieto en su lugar pensando en cada una de las palabras que NamJoon había emitido.
SeokJin seguía pensando en la plática que tuvo con JiMin y cómo eso no funcionó para persuadirlo. Después de eso corrió a donde estaba NamJoon para contarle lo que había sucedido, pero no contaba con que le diría que JungKook había aceptado firmar el divorcio y que después de eso se había desaparecido. Nadie lo había visto hasta el día de hoy y aunque NamJoon intentó convencerlo de que aún podían hacer algo, simplemente se negó y no quiso escuchar la verdad de lo que había visto. Sólo se cerró y se determinó a concederle el divorcio al hombre que ama con todas sus fuerzas.
—Perfecto— asintió NamJoon— ¿Quién quiere firmar primero?
—Yo lo hago.
JungKook tomó la pluma y firmó todos los documentos sin un ápice de inseguridad. Su firma apareció determinada en cada uno de los espacios en blanco y en total espera de que el contrario hiciera lo mismo.
JiMin se quedó pasmado al ver cómo JungKook había firmado sin titubear y no supo cómo sentirse al respecto. Sus manos temblaron cuando SeokJin le entregó los papeles y el bolígrafo señalando los lugares donde debía firmar.
La punta tocó el papel y esa acción fue como apretar un botón de encendido en su mente donde comenzaron a reproducirse todos los recuerdos lindos que tenía con JungKook desde que se conocieron hasta el día de hoy. Su corazón latió con fuerza al pensar que todo eso quedaría en el olvido en cuanto la tinta quedara impregnada en esos papeles con su legítima firma. Él tenía la última palabra, estaba consciente de eso y su mano también porque no se había movido ni un solo centímetro de donde la tenía. Sintió un poderoso nudo en su garganta y una gran opresión en el pecho cuando imaginó a JungKook saliendo por esa puerta para no verlo nunca más.
"Mierda"
"Mierda"
"No puedo"
— ¿Podemos posponerlo por unos cuantos días más? —el rubio preguntó de la nada.
NamJoon frunció los labios y miró en dirección a SeokJin quien lo miraba con esperanza. Ambos miraron en dirección a JungKook que mantenía una expresión neutra mientras tenía debates internos.
—Sólo tres días más— dijo con voz completamente cansada, rota y funesta.
Se levantó muy dispuesto a salir de ese lugar para volver a su escondite por los próximos tres días. Su corazón estaba tan apagado al igual que sus sentidos que no se dio cuenta de cómo alguien más había abandonado la habitación hasta que escuchó su voz.
—Espera— JiMin le habló con necesidad.
Cuando vio al azabache salir, se vio invadido de un impulso motivado por los gritos desesperados de su interior. Había una parte que le decía que él no lo persiguió cuando se fue, pero la otra insistía con que, si no hacía algo, se lamentaría el resto de su vida.
— ¿Por qué? —preguntó JungKook con un hilo de voz.
—Es que y-yo— titubeó completamente nervioso.
El azabache se mantenía de espaldas a su aún esposo. No era capaz de mirarlo de frente sin quebrarse en un llanto doloroso que evidenciara el tremendo desasosiego que sentía en su interior. Estaba seguro de que si lo miraba a los ojos terminaría por hincarse frente a él y rogarle nuevamente para que se quedara a su lado, y no debía hacer eso, porque en su mente todavía está esa imagen de él siendo estrechado por otros brazos. Lo mejor era aceptar y asumir la realidad que él mismo provocó.
—Si ya estabas con alguien más, ¿por qué me diste esperanza? —volvió a preguntar con voz tenue.
—Escucha, JungKook— dio unos cuantos pasos hacia él— Eso que viste...
—Sé que cometí un error— lo interrumpió porque no era capaz de escuchar que había encontrado la felicidad en otro hombre— No sé si ya pagué mis cuentas por las palabras tan hirientes que te dije aquel día, pero no era necesario que jugaras conmigo de esa manera.
—Pero, JungKook...
— ¡Ya no más! —sollozó y rendido se giró para mirarlo— Estás clavado en lo más profundo de mi corazón y este mismo late sólo por ti como no te puedes imaginar— decía con voz completamente rota— Yo te amo... te amo demasiado y me duele saber que has encontrado a alguien más. Pero, JiMin, estoy seguro de que soy el único que puede hacerte feliz...— se recargó en la pared más cercana como si eso le pudiese funcionar de soporte emocional y luego cubrió su rostro con el antebrazo al sentirse demasiado vulnerable— ¡Dime que es mentira! —sollozó— ¡Por favor dime que no has dejado de amarme!
Completamente rendido se dejó desvanecer hacia el suelo sin poder parar de sollozar desconsoladamente. JiMin se quedó parado observándolo como poco a poco se consumía en su dolor, algo que nunca vio porque nunca lo había visto tan herido, tan destrozado. ¿Qué más quería? Esa vívida y devastadora imagen de su aún esposo le estaba partiendo el corazón en mil pedazos. ¿Por qué aún contempló divorciarse cuando ya sabía la verdad? Porque tenía miedo... miedo a aceptar que sigue locamente enamorado de él y que pese a todo quiere estar a su lado. Miedo a que eso se vuelva a repetir y que estos lindos momentos sólo sean producto de la necesidad de JungKook por impedir el matrimonio. Pero aun con miedo decidió olvidar todo lo malo y sólo sostenerse de los momentos buenos, sobre todo los que recientemente vivieron. Fue entonces que se aventuró a acercarse a él descendiendo hacia el suelo para quedar a su altura y lo estrechó en sus brazos con mucha fuerza y con mucho amor, ese inagotable sentimiento que nunca se fue, al contrario, se intensificó. Y lloró con él. Dejó que sus lágrimas se deslizaran por sus mejillas mientras se permitía soltar ese acontecimiento del pasado que lo ha tenido estancado y arraigado durante mucho tiempo. Ahora sólo quería ser feliz a lado de la persona que más ama en su vida; el único hombre que le ha dado cariño puro y sincero sin pedir nada a cambio.
—Ya no llores—pidió el rubio—Sabes que no me gusta verte llorar—depositó un beso en su cabellera oscura.
—N-no me pidas eso—habló aún con voz quebrada—Te he perdido y siento que me estoy muriendo.
—Pero no me has perdido. Aquí estoy, JungKookie—insistió y lo abrazó con más fuerza.
—Detente, por favor—suplicó—Me duele verte con alguien más, sólo déjame aquí y vete.
— ¡Jeon JungKook! ¡Escúchame! —le habló con desesperación—Mi corazón sólo tiene lugar para un hombre y ese eres tú—aseguró con mucha convicción, como nunca en su vida—Lo de Jin ha sido un error. Él y yo sólo somos amigos... es como el hermano que nunca tuve. Eso que viste no es nada más que un gesto de amistad—hizo una pausa para bajar el tono de su voz—JungKookie, mis sentimientos no han cambiado y nunca lo harán. No quiero que este matrimonio se disuelva.
Se hizo un silencio en ese pequeño rincón donde, afortunadamente, se les había dado absoluta privacidad. JungKook había parado de sollozar desde que escuchó a su esposo decir que su corazón sólo tiene lugar para él, lo demás sólo fue un complemento para hacerlo sentir seguro. JiMin, por otro lado, espera a que puedan ponerse de pie para abrazarse con fuerza y empezar desde cero a partir de ahora. Ya no puede pasar por alto lo que vivieron en estos días ni mucho menos todos los sentimientos que tiene por él, por su hombre, por su esposo, su único y verdadero amor. Está siendo completamente sincero cuando dice que no quiere separarse de él y está muy dispuesto a darle las oportunidades que considere necesarias.
—Ahora me siento patético—expresó JungKook con un hilo de voz.
— ¿Por qué? —preguntó JiMin aun sosteniéndolo con sus brazos.
JungKook no respondió y en lugar de eso se liberó de los cálidos brazos del rubio para ponerse de pie ayudándolo a él también en el proceso. Cuando lo tuvo de frente le sonrió con timidez y con sus ojos aún cristalizados por las lágrimas derramadas.
—Por pensar que tú y el abogado...
—Tranquilo—le dijo y puso un dedo índice sobre los labios contrarios—Entiendo que era una situación comprometedora, pero te juro que no hay nada más entre él y yo. Sólo amistad—sonrió con sinceridad.
—Pero no entiendo—hizo un gesto de confusión— ¿Lo conoces desde antes?
JiMin asintió aun manteniendo su sonrisa y después dirigió su vista hacia la mano tatuada del azabache para entrelazarla con la suya. El tacto les provocó a ambos un sentimiento nuevo, uno que nunca experimentaron en todo este tiempo porque no fue necesario; el sentimiento de la reconciliación. Aunque ambos sabían que aún había muchas cosas por hablar.
—Todavía nos queda una semana antes de que se cumpla el mes que pediste—le dijo y luego alzó la vista—Tengamos una cita—le pidió mirándolo con mucha ilusión.
Era increíble el grado de influencia que JiMin ejercía inconscientemente sobre JungKook, porque con esas palabras que le dijo logró reconfortarlo casi por completo, claro que aún falta que dijera las palabras mágicas que lograrían devolverlo a la vida; cinco letras, dos palabras. Pero ya esperó un año entero para esto, un día más es cosa de nada.
—Conozco el lugar perfecto para una cita— dijo el azabache y terminó por secar los rastros de humedad en sus ojos— ¿Vas conmigo?
—Contigo a dónde sea—respondió con una sonrisa enamorada.
Una exposición de arte que era conformada por varios pintores nuevos se estaba llevando a cabo en el centro de Seúl. Desde antes de que sucediera este suceso desagradable, JungKook había planeado traer a JiMin aquí para una cita, por fortuna, no desechó los boletos que compró en antelación. Sabía perfectamente que el rubio era adicto a estos eventos porque le encantaba apreciar el arte de otros y también disfrutaba de platicar con otros artistas para compartir ideas. Por esa razón lo trajo aquí y ahora lo observaba caminar de un lado a otro observando cada pintura con sumo detalle para capturar todo lo que fuese posible.
Dentro de esa exposición había muchas obras de arte, pero JungKook sólo podía apreciar una; JiMin. Sus ojos sólo lo observaban a él y sólo podían apreciar sus detalles. Las demás personas que caminan a su alrededor, incluso las atrevidas y atrevidos que le lanzan miradas coquetas, pasan completamente desapercibidos para él. JiMin sigue siendo ese diamante que logra encandilarlo con su resplandor propio.
— ¿Estás contento? —le habló JungKook muy cerca de su oído.
—Mucho—le sonrió emocionado—Acabo de comprar cinco cuadros—hizo un gesto de cachorro consentido.
—Me alegra saber eso—le sonrió enternecido y lo tomó de una mano—Y dime, ¿dónde piensas ponerlos?
—Donde siempre—le sonrió coqueto y retador.
A JungKook le tomó alrededor de cinco segundos entender esa respuesta de JiMin y su corazón se llenó de más esperanza porque prácticamente todo era un hecho. El lugar de siempre era el salón principal de la casa donde antes vivían juntos y era imposible que existiera otro lugar donde JiMin quisiera colgar los cuadros que compra, ni siquiera en casa de sus padres.
—Yo mismo lo colocaré por ti—le sonrió del mismo modo.
—Espero que lo hagas, JungKookie.
Hasta ese momento fueron conscientes de que eran escasos los centímetros que separaban a sus rostros. Incluso ya podían sentir sus alientos chocando y golpeando ligeramente la punta de sus narices. JiMin se perdió en esos ojos oscuros tan bonitos que su esposo poseía, esos mismos de los que se enamoró en cuanto los vio. Y pudieron besarse de no haber sido por un chico que les avisó que habían envuelto los cuadros que compró. Entonces tuvieron que volver a la realidad.
Cuando el sol comenzó a descender y cuando JungKook había gastado una fortuna comprando los cuadros que a JiMin le gustaban, decidieron terminar esta cita y volver para descansar. Conducía tranquilamente rumbo a su departamento mientras de vez en cuando le brindaba caricias en su mano. Platicaron sobre el arte que vieron ahí e incluso de los nuevos proyectos de la empresa constructora. Se sentían como verdaderos esposos quienes platican sobre sus días y se reúnen en la noche para descansar. Pero no era como tal y JiMin lo supo en cuanto el auto de JungKook se detuvo en el estacionamiento subterráneo de su edificio.
Tuvo muchos sentimientos encontrados mientras subían por elevador hacia el octavo piso donde se encontraba su casa temporal, porque claramente no quería terminar este día así, pero al menos la mano de JungKook que estaba entrelazada con la suya le reconfortaba en demasía.
Cuando estuvo frente a la puerta de su departamento, dudó de sus próximos movimientos y se giró para mirar nuevamente al azabache quien tenía una expresión melancólica, porque evidentemente tampoco quería acabar este día.
—Vendré por ti mañana para que vayamos a desayunar ¿de acuerdo? —habló JungKook.
—Bien—le sonrió forzado.
JiMin sabía perfectamente que su esposo no daría los primeros pasos por el simple hecho de que le profesaba mucho respeto, por esa razón se acercó a él para colgarse de su cuello y así abrazarlo con fuerza, siendo recibido al instante y de la misma forma encarecida. Se fundieron en ese gesto tan significativo que casi sellaba esta reconciliación definitiva, pero parecía que el tiempo aún les jugaba en contra, porque estaban muy conscientes de que debían despedirse por hoy. Al menos estaban seguros de que ya no iban a divorciarse.
—Gracias por lo de hoy—susurró JiMin en el oído de JungKook—Aunque no era necesario que compraras todas esas pinturas—le habló entre risas.
—No me sirve tener tanto dinero si no puedo gastarlo, sobre todo si no lo hago contigo—le dijo y lo abrazó con más fuerza porque no quería separarse de él.
—Lo mejor es que estuviste conmigo—habló en un hilo de voz.
Poco a poco se desprendió de ese abrazo, aunque no por completo. Su rostro quedó a escasos centímetro del de JungKook con evidentes deseos reflejándose en sus ojos. Esta vez no había nadie alrededor que pudiera interrumpirlos. Estaban completamente solos en ese pasillo silencioso libre de gente indeseada. Ambos lo sabían y ambos lo necesitaban. No podían despedirse sin conciliar el deseo más grande que han tenido durante este año separados. No podían siquiera volver a dormir lejos el uno del otro.
Los segundos pasaron.
Sus corazones latín con fuerza.
Se sostenían encarecidamente.
Y se besaron.
Colisionaron sus labios en un beso lento y emocional que por fin acreditaba la reconciliación definitiva y la salvación de su matrimonio, pero sobre todo de ese amor tan puro que se profesan el uno al otro. Lentamente sus lenguas se acariciaron y afianzaron el agarre que tenían. Curiosamente se sentían como cuando iniciaron su relación hace seis años en la universidad, justamente afuera del dormitorio de JiMin, aunque esa ocasión sí era necesario separarse, pero ¿y esta?
Conectaron sus emociones para fundirla en una sola y cuando la lentitud y el cariño no fueron suficientes, JungKook empujó delicadamente el cuerpo de JiMin para pegarlo contra la puerta de su departamento. Sus cuerpos se pegaron como imanes y el beso se intensificó deseosamente. Las manos del rubio acariciaban el cabello del contrario mientras que éste apretaba esas caderas que muchas veces tocó para imponer un poco de posesividad, pero también para evidenciar deseo, como lo que ahora siente por él.
—Espero no estar soñando—habló el azabache sin haber deshecho el beso—Extrañé tus labios, mi Mochi. No sabes cuánto moría por esto—se le escapó un gruñido.
—Tus besos también me hicieron falta, JungKookie—confesó necesitadamente—Sobre todo en las mañanas al despertar.
Se detuvieron después de haber disminuido la velocidad y fuerza del beso. Unieron sus frentes para emanar un aura cariñosa y amorosa a su alrededor, situación que los haría conectar aún más.
—No soy nada sin ti, JungKookie—le dijo y deslizó sus manos a las mejillas contrarias—No hay nadie más para mí que tú, así que no te atrevas a pensar lo contrario.
—Discúlpame por eso—sonrió con timidez—Es sólo que, cuando vi que tu abogado te abrazaba de ese modo y que besaba tu frente, yo... me sentí destrozado y sólo pude pensar en una cosa.
—Pues ya te aclaré que sólo somos amigos y cómo fue que nos conocimos— le sonrió enternecido y luego agregó—Además, Jin se está acostando con NamJoon.
Ahora JungKook se sentía aún más patético que al inicio. No estaba al tanto de que NamJoon se involucraba sexualmente con el abogado SeokJin porque no se lo contó y porque él era muy reservado con su vida sexual y tampoco se imaginó que esa era la táctica que estaba ejerciendo para conseguir su ayuda. Como sea, no cuestiona el método, porque le dio buenos resultados.
—No sé qué tipo de relación tengan, pero ese par se han encontrado más de una ocasión—retomó JiMin en vista de que JungKook se quedó sin palabras—Se podría decir que tú y yo funcionamos como cupido—sonrió divertido.
—Al menos ellos se divertían—rodó los ojos y luego retomó—Y bien, ya que esto está claro, entonces podré dormir en paz hoy—suspiró aliviado.
— ¿Estás seguro de que podrás dormir en paz sabiendo que no estoy ahí a tu lado? —coqueteó descaradamente.
JiMin suele hacer peticiones de manera indirecta simplemente porque le gusta jugar, sobre todo si se trata de JungKook, pero éste disfruta aún más cuando le dice las cosas con palabras exactas y contundentes para alimentar a su ego debilitado. Sabe lo que quiere, pero necesita que se lo diga.
—Sólo pídemelo—le dijo el azabache con voz aterciopelada.
—Vamos a casa, JungKookie—acudió sin más y con voz suplicante—Quiero ir contigo a nuestra casa... porque sigue siendo nuestra ¿cierto? —ladeó la cabeza con inocencia.
—Mi Mochi precioso— lo rodeó por completo de la espalda con sus fuertes brazos para pegarlo más a su cuerpo y lo beso rápidamente con mucha intensidad y deseo—Tú eres el rey y dueño total de esa casa... es tuya—aseguró con una sonrisa socarrona.
JiMin sonrió con lasciva y repitió la misma acción que su esposo, sólo que esta vez el beso fue más largo. Cuando estuvo satisfecho volvió a mirarlo a los ojos con un ápice de necesidad.
—Llévame a mi casa—prácticamente ordenó.
—Lo que mi esposo desee—consintió con su suficiencia.
Sus manos volvieron a entrelazarse para salir rumbo al único logar que han podido llamar "hogar" durante su matrimonio. El lugar que fue testigo de muchas noches de pasión y un amor desmedido que se profesaban día con día. El lugar que también albergaba el recuerdo de una ausencia sofocante y que en algún momento pareció interminable.
Era la casa de los dos. La casa que JungKook compró para JiMin.
Su casa que los espera para recibirlos de nuevo como un feliz matrimonio inquebrantable.
Lamento mucho la tardanza. Ya saben que soy lenta pero segura jsjsjs
Ya sé que pudo ser demasiado dramático, pero yo de verdad quería hacer esta historia así. Un proceso lento pero que daría buenos resultados.
Y agarrénse, que se nos viene el momento hot que tanto me han estado pidiendo.
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
Las tkm!!!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro