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07



La segunda semana estaba por cumplirse y las cosas iban mejor que nunca.

JungKook había llevado a JiMin a muchas citas en este tiempo; al zoológico, al acuario, a museos, entre otros lugares que visitaban cuando aún eran novios. Cada una de esas historias marcaba una diferencia en su historia de amor que ahora parecía interminable. Se sentían cada vez más cómodos y a veces era como si el tiempo no hubiese transcurrido.

JiMin recibió muchos detalles por parte de su aún esposo; cosas como más flores de papel, cartas y una cajita llena de notitas y de sus dulces favoritos. Aunque de vez en cuando recibía regalos extravagantes, como ese gran ramo de quinientas rosas de colores que le llegó a su departamento y que en el interior sólo tenía una nota con una carita feliz. No hacía falta palabras porque esas rosas le transmitían todo, pero tampoco va a negar que necesitaba escucharlo.

Sus días habían cambiado completamente, incluso parecía que toda aquella tristeza que alguna vez sintió se estaba desvaneciendo. Cada vez que amanecía se despertaba impaciente de saber si tendría alguna cita con su esposo y, cuando ese era el caso, brincaba de emoción.

La lucha contra su guarda ropa siempre era interminable, sobre todo hoy que quería verse perfecto. La última vez que tuvo un picnic con JungKook fue poco antes de graduarse de la universidad. Ni siquiera cuando se casaron pudieron tener algo así de nuevo. Pero ese era el plan de hoy. Optó por vestirse casual, casi como aquella última vez; se puso un pantalón café claro y un suéter holgado de color verde. JiMin podía ser sensual, pero cuando se sentía relajado, optaba por un estilo que lo hiciese ver adorable. Eso mismo pensó JungKook cuando lo vio salir de su edificio caminando como si fuese incapaz de romper un plato. Sus labios brillaban intensamente como las cerezas recién cortadas y sus ojos eran adornados por sombra café clara. Un destello de brillo se asomaba en su piel y también en su sonrisa. JungKook se dio cuenta de que estaba feliz y eso lo hacía sentir satisfecho.

Cuando llegaron al parque no lo dejó mover ni un dedo. El punto de esto era consentirlo y hacerlo sentir especial. Se tomó gran parte de la mañana para preparar la comida que llevaba en la canasta y en el camino pasó a comprar una botella de soju, porque sabía que era el favorito de JiMin.

Se encargó de acomodar todo de forma minuciosa sobre una manta y después fue a buscarlo a la orilla del río Han donde estaba disfrutando del poco viento que había. Por fortuna no había mucha gente hoy y eso les daba completa privacidad a los dos para poder hablar y hacer lo que sea. Bueno, no todo.

Quiso abrazarlo por la espalda, pero se detuvo antes de siquiera colocar una mano sobre su cadera, mejor optó por tocarlo levemente del hombro y enseguida atrajo su atención. JiMin lo miró con una sonrisa encantadora y después su atención se desvió a donde estaba la manta con toda la comida y una botella de soju. Fue entonces que su sonrisa se amplió tomando a JungKook de su mano para ir hacia ese lugar.

En su interior tenía esa emoción por este picnic y por el hecho de considerar esta salida como una cita oficial. Estas eran las cosas que JiMin quería hacer cuando pedía de la atención de JungKook. Quería que la magia que existía entre ellos no se perdiera, al menos no tan pronto, o que por lo menos intentaran hacer cosas nuevas. Alguna vez pensó en que su familia debería crecer, pero al poco tiempo descartó la idea porque el azabache seguía trabajando en su empresa. Así que antes de lo sucedido, creía que estaban bien siendo sólo dos.

—Preparé tteokbkki y también traje papas fritas, porque sé que te encantan—le dijo mientras le extendía un plato con comida—Espero que lo disfrutes.

—Creo que todavía me conoces—le sonrió con timidez—Aunque en Inglaterra disfruté mucho de la pizza.

—La siguiente cita puede ser una noche de películas con una pizza, ¿no lo crees? —sonrió coqueto.

—Ni siquiera lo intentes, JungKook—lo señaló con el tenedor en modo de advertencia.

—No estoy intentando nada, sólo quiero que veamos películas—se hizo el inocente.

—Eso mismo decías cuando iba a tu dormitorio y terminábamos...—se detuvo y apretó los labios.

—Haciendo el amor—completó JungKook mirándolo directamente a los ojos—No he olvidado ninguna de esas noches y jamás podré hacerlo.

El rubor de JiMin se acentuó en sus mejillas mientras que una ráfaga de calor le recorría el cuerpo, pues recordaba cada una de las muchas veces que JungKook lo folló encarecidamente en la cama de su dormitorio de universidad. Tampoco es algo que pueda olvidar, porque incluso en sus noches más tormentosas tenía esos recuerdos para sostenerse. Aunque ahora no le están ayudando mucho.

—Sí, eso mismo—respondió con un hilo de voz.

—No te pongas tímido—le dijo y sonrió juguetón—Ahora no voy a hacerte nada, estamos en público.

— ¿Y si no?

El lado descarado y atrevido que también conquistó a JungKook había salido a relucir en cuestión de segundos. Ese era el JiMin que siempre le coqueteaba cada vez que se lo encontraba "casualmente" por las calles o en las fraternidades. Era más que obvio que ambos provocaban esos encuentros, porque evidentemente querían verse y por lo menos hablarse.

—¿Quieres que lo diga en voz alta? —inquirió con voz aterciopelada.

Esa voz que tantos choques eléctricos le provocaban estaba ahí entrando por sus oídos y recorriendo cada parte de su ser. No sabe cómo es que pasaron tan rápido a esto si su plática era de comida y otras cosas. JiMin no puede evitar sentir todo ese calor ni mucho menos puede evitar que sus mejillas se sonrojen aún más. JungKook todavía tiene mucha influencia sobre él.

—No hace falta—respondió nervioso—Hay que comer.

Intentó desviar la atención mientras se metía un poco de comida a la boca y masticaba de forma nerviosa. Aunque JungKook observaba aquello como algo sensual y provocativo, sobre todo porque sus labios se abultaban en un piquito que era casi irresistible. Cualquier acción que ejecutara lo hacía enamorarse aún más de él. Podría incluso sólo estar mirando la televisión y lo vería como el acto más hermoso del mundo. Pero sin duda, lo que más le gustaba observar era cuando comía, porque sus gestos de satisfacción eran adorables y uno que otro era sexy.

Desde que lo vio por primera vez no pudo evitar caer rendido a sus pies. Desde el segundo uno supo que lo quería para toda la vida. Y así lo hizo. Y así lo sigue intentando en este momento donde ahora se encarga de alimentarlo dándole pequeños bocados con los palillos. También es como su bebé, por eso le gusta mimarlo y de vez en cuando tratarlo como un niño pequeño. Incluso disfruta de limpiar las comisuras de sus labios siendo inevitable no clavar su mirada justo ahí. Anteriormente ya lo estuviese comiendo a besos como solían hacer todas las mañanas cuando desayunaban. Hasta que todo se derrumbó.

Lo ama y ese sentimiento nunca cambiará.

—La comida estuvo deliciosa— dijo JiMin mientras se recostaba sobre la manta completamente satisfecho—Gracias, JungKookie...—carraspeó en vista de cómo lo llamó—JungKook—corrigió casi al instante.

El corazón del azabache se aceleró como nunca en la vida, incluso mucho más que la primera vez en que JiMin lo llamó de ese modo. Esperó mucho para esto y no le importa que haya sido algo muy fugaz. Él está feliz. Siente que de verdad están avanzando hacia el lugar correcto... hacia donde deben estar. Pese a que al inicio todo era incómodo entre los dos, ahora ya no podían decir lo mismo. JiMin, sobre todo, está disfrutando demasiado de estas citas y de la compañía de JungKook.

Hay sentimientos que no se pueden borrar.

—Los cuadros que pintaste en Londres ¿los traerás para Corea? —le preguntó el azabache al tiempo que se acostaba a su lado.

—Aún no lo sé—respondió tratando de concentrarse en el cielo y no en la fragancia tan exquisita que percibía a lado suyo—Estos días estuve pintando mucho y ya tengo una colección.

— ¿Y será que puedo ver esas pinturas? —giró su rostro para poder mirarlo.

— ¿De verdad quieres verlas? —también se giró.

Decían tantas cosas con la mirada que tal vez en algún punto sería imposible contener todo lo que había en sus corazones. De pronto un año separados dejaba de pesar y sentían que todos los momentos buenos eran los que lideraban sus sentimientos. Hay tantos recuerdos que rememorar y mucho que desear, así que era difícil quebrar los lazos que se crearon desde que sus miradas se cruzaron. Aunque existan inseguridades, dudas e incluso miedos, quizá, eso dejará de importar.

—Yo siempre voy a querer ver todo lo que tú haces—le respondió sin dejar de mirarlo a los ojos—Para mí tú eres la obra de arte más hermosa jamás creada... para mí eres perfecto.

Esa simple oración era lo que escuchaba casi todos los días desde que inició su relación con JungKook, incluso cuando se casaron. No recuerda cuando fue la última vez que la escuchó, pero está consciente de que ha pasado mucho tiempo. Se siente tan bien sentir esas palabras, tanto, que está poniendo en duda cada uno de sus pasos dados el último año en Londres. Cuando tomó ese avión que lo traería de vuelta estaba completamente seguro de lo que quería, incluso ahora su cerebro le dice que siguen en la misma postura, pero su corazón no... su corazón parece haberse recuperado con estos días maravillosos que ha vivido. Ha recordado por qué se enamoró de Jeon JungKook.

—Siempre te dejo sin palabras—se burló el azabache y sonrió con suficiencia.

—JungKook... yo...

Ahí estaba el sentimiento que tenía atorado en la garganta. Pero se siente tan cobarde en este momento que ninguna palabra que se está reproduciendo en su mente puede decirla ahora. Incluso tiene ganas de llorar.

— ¿Qué pasa? —lo miró con esperanza—Dímelo—prácticamente suplicó.

—Yo, y-yo... yo t-todavía...

Su celular sonó avisando que tenía una nueva llamada. Cuando vio que eran sus padres, fue como sufrir un golpe de realidad en ese momento y calló en la cuenta de lo que estuvo a punto de hacer.

JungKook se dio cuenta de quiénes estaban interrumpiendo su momento valioso y maldijo para sus adentros. Aunque se sintió frustrado y refunfuñaba mientras recogía las cosas del picnic, conservaba la esperanza de que lo mejor estaba por venir. JiMin estuvo a punto de decirle algo sumamente importante y sería sólo cuestión de tiempo para que lo haga. Aún tienen tiempo antes de que llegue la tercera audiencia o se cumpla el mes. Todavía cree que puede logarlo.

JiMin es suyo. Nunca dejará de serlo.

Cuando se estacionó frente a la mansión Park se permitió observarlo unos segundos; se había quedado dormido durante el camino y sin duda disfrutaba mucho de verlo en ese estado de completa calma y quietud. Acarició con la yema de sus dedos la suavidad de su mejilla izquierda y luego le dio un beso volado, porque aún no se sentía capaz de invadir su espacio de esa forma.

—Mochi—le susurró al oído—Despierta, mi Mochi precioso. Ya llegamos a tu casa.

—¡Agh! —se quejó—Déjame dormir, JungKookie—hizo berrinche como si fuese un niño pequeño.

Y ese apodo cariñoso hizo eco en todo el interior del azabache dejándolo completamente hipnotizado y perdido en la bella imagen de JiMin de ese momento. No les haría daño quedarse un rato más mientras él duerme, así como también no le hará daño si continúa observándolo. En ese momento era como una droga visual.

—Voy a recuperarte, Mochi—le dijo y tomó su mano con suavidad—Y voy a hacerte feliz, te lo juro.

La tercera semana estaba por cumplirse. Y las cosas iban mejor que bien. Se vieron todos los días, incluso sólo para hacer cosas casuales como caminar por el parque. JiMin nuevamente encontraba sentido en los pequeños detalles como ese y lograba ver al mismo JungKook del que se enamoró. Últimamente sólo piensa en él, como aquella vez cuando lo conoció. Su estómago siente mariposas de nuevo y sonríe todos los días. Su ser volvió a ser encandilado por su esposo, algo que, aunque no lo aceptara en voz alta, esperó mucho para que sucediera.

JungKook estaba feliz con todo el avance que han tenido en este tiempo. En ningún momento bajó la guardia, ni mucho menos se desanimó lo suficiente como para rendirse y dejar ir a su esposo. Eso nunca estuvo en sus planes, incluso ya consideraba la idea de ir con él a Londres en caso de que el divorcio se llevara a cabo. Contempló todas sus opciones posibles y en ninguna salía perdiendo.

Aunque se notaban los cambios en JiMin, sabía que debía continuar como iban hasta ahora, también en dado caso de que vuelvan a la vida de matrimonio que tenían. Está seguro de que la monotonía y la rutina los consumió, por culpa suya, claro está, así que es su deber mantener la chispa de los sentimientos que tienen el uno por el otro, porque el rubio ya hizo suficiente en los primeros años.

Decidió pasar a una florería y ocupar su hora de almuerzo para darle a JiMin una visita sorpresa en su departamento donde supuestamente le dijo que estaba. Escogió los tulipanes más hermosos que encontró y pasó al supermercado para comprar sus golosinas favoritas. Le había dicho también que estaba pintando, y JungKook sabía perfectamente que le gustaba comer dulces mientras hacía eso.

Se sentía feliz y emocionado, como si ahora fuesen cinco años atrás y fuese hacia el dormitorio de JiMin para visitarlo. Incluso las manos le sudaban y se sentía ansioso. No han pasado veinticuatro horas y ya quiere verlo... de verdad quiere verlo. Quiere estrujarlo en sus brazos y llenar su rostro de besos cariñosos, y quizá... puedan consumarse en este momento. Le hace falta también, no va a negarlo. Desea a JiMin incluso más que esa primera vez y que todas las demás. Ese tipo de sentimientos lascivos nunca los tuvo con nadie, ni aun cuando se fue durante un año. No se siente capaz de tocar a nadie más que no sea su esposo.

Su corazón se acelera sólo por él mientras sube por el elevador de su edificio y sólo puede pensar en la linda reacción que tendrá cuando lo vea. Sus ojos sólo pueden mirarlo a él, pero nunca se imaginó que lo vería con otro y que ese mismo otro le besaría la frente tan cariñosamente como suele hacer él todos los días.

Su mano empuña con fuerza el ramo de flores mientras que la otra lucha por no soltar la bolsa de golosinas. Sus lágrimas han comenzado a caer por sus mejillas porque no puede creer lo que está viendo en este momento y tampoco puede creer con quién está JiMin...

... es el abogado SeokJin quien lo ha abrazado con fuerza y le ha besado la frente y ahora le acaricia una mejilla. ¿Qué es esto? ¿De verdad está sucediendo? Su mente se ha vuelto un lío dejándolo sin la posibilidad de concretar una sola idea clara. Y puede escuchar como su corazón se rompe poco a poco.

No pudo más y bajó la mirada mientras siente que respira con dificultad. Tal vez en cualquier momento comenzará a sollozar, no lo sabe, pero de lo que sí está seguro es que es más que evidente que JiMin tiene algo con su abogado. Ahora entiende su renuencia y de por qué se tratan tan cómodamente. Ahora entiende por qué siempre se están sonriendo cuando están cerca. Pero hay algo que no está bien; NamJoon le dijo que había logrado negociar con él, entonces ¿qué pasó? ¿A caso los engañó? ¿Los han engañado a los dos? ¿De verdad JiMin ha sido capaz de jugar con él todo este tiempo?

Duele pensar qué es así, pero ¿qué otra explicación tendría esta escena tan comprometedora? Sólo hay una respuesta... una que no desea escuchar.

De pronto sus manos se han debilitado y deja caer la bolsa de dulces junto con el hermoso ramo de tulipanes, y es ese sonido que logra atraer la atención de JiMin y SeokJin quienes están sorprendidos por la repentina llegada de JungKook. El rubio está confundido, pero su abogado no, él sabe lo que pasa por la mente del azabache.

—Jung-JungKook—le llama JiMin y se acerca unos cuantos pasos a él— ¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunta con un sentimiento inusual en su pecho.

Un terrorífico silencio se implanta en el espacio donde ellos están. El rubio no entiende mucho, pero cuando logra divisar las lágrimas del azabache después de que éste alzó la mirada, entonces puede entenderlo todo, sin embargo, su boca se ha quedado muda por alguna razón.

—Te daré el divorcio—le dice JungKook mientras se limpia las lágrimas con brusquedad—Y firmaré el papel del acuerdo de bienes para que estés contento—hizo una pequeña pausa para mirar el ramo de tulipanes—Después de todo lo único que quiero es tu felicidad.

Y se fue, mucho más rápido que el agua en la palma de una mano, tal vez más rápido que un rayo. JungKook se fue y dejó a JiMin con un sentimiento de intranquilidad en su interior. Quiere correr, pero sus pies no responden y en su lugar sólo puede derramar una lágrima y otras más, porque no puede creer que de verdad se va a divorciar.

—JiMinie.

SeokJin lo sacó de sus tumultuosos pensamientos cunado le llamó y le tocó el hombro. Se sentía preocupado por lo repentino de este suceso y estaba un poco ansioso de poder llegar a NamJoon para hablarlo con él, pero antes necesitaba hablar con JiMin.

—¿Por qué no vas detrás de él? —le preguntó.

—No voy a hacer eso—le responde contaminado de renuencia.

—Pero...

— ¡Él no fue detrás de mí cuando me fui! —reprochó—¿Por qué yo sí tengo que ir?

Pese a los buenos momentos, pese a los lindos detalles, JiMin aún está conflictuado en su interior. Esas palabras tan hirientes todavía no desaparecen de su mente y por alguna razón ver a JungKook suponiendo cosas que no son ciertas es algo que le molesta demasiado, sobre todo porque prefirió huir antes que pedir una explicación.

—Yo sé que no, JiMinie, pero esto es diferente— le insiste—Está malinterpretando las cosas y creo que merece una explicación después de cómo han vivido estos días.

— ¿Qué caso tendría? —lo miró con ojos cristalinos—Dijo que va a firmarme el maldito divorcio así nada más. Ni siquiera se ha cumplido el mes y...

—Como sea— nuevamente negó Jin—Él debe de saber que tú y yo somos sólo amigos y que nos conocimos en Londres.

Cuando JiMin llegó a ese pueblito desconocido pensó que estaría solo durante toda su estancia. Pero un día mientras hacía compras en un minisúper, su carrito chocó con el del abogado Kim SeokJin. Para ambos fue reconfortante encontrarse con alguien de su misma nacionalidad, así que se hicieron cercanos en poco tiempo. JiMin le contó lo que había sucedido en su matrimonio y la razón por la cual llegó hasta ahí. Jin, por otro lado, le contó que estaba en un proyecto individual en la búsqueda de casos de abuso en ese pueblo para llevarlos a la corte. Su intención era ayudar a las personas, así que se ofreció a llevar el caso del rubio cuando por fin decidió que quería divorciarse, sin embrago, cuando vio a JungKook y luego platicó con NamJoon, se dio cuenta de que JiMin estaba por cometer el error más grande de su vida.

—Aunque se lo diga no importa—respondió con desánimo—Aun así quiero divorciarme y volver a Londres lo antes posible.

Quiso volver al interior de su departamento, pero Jin no se lo permitió. Lo sujetó de las manos para evitar que se le escapara y volvió a hablarle mirándolo directamente a los ojos.

—De acuerdo, tienes que escucharme—le pidió con tono serio y a la vez demandante—Hay cosas que sucedieron a tus espaldas, aunque me imagino que lo has supuesto al menos una sola vez.

— ¿De qué estás hablando? —lo miró confundido.

—Se supone que yo no debía decirte esto, pero en vista de que te empeñas en hacer esta locura, te lo contaré todo— esperó a que JiMin dijera algo, pero en vista de que no lo hizo, sólo continuó—JungKook no ha querido decirte esto porque no quiere causarte problemas, pero...

—Dime sobre qué es—prácticamente ordenó.

SeokJin quería hacer lo correcto, no importaba si esto iba en contra de su profesionalismo como abogado y si se estaba dejando influenciar por los sentimientos amistosos que tenía por JiMin y por otra persona en particular. Sólo quería hacerlo y ya.

—Es sobre tus padres—le dijo con cautela.

Aunque podría decepcionarse, era justo que supiera la verdad sobre ciertas cosas.


Mi intención era publicar desde anteayer, pero ahora no me consumió el trabajo, si no el festjo jsjsjs

Pero aquí está, ya saben que yo no demoro demasiado. Y bueno, también saben que a mí me gusta el drama. Desde que imaginé esta historia, pensé en este momento dramático. Y bueno, así lo requiere la trama jajaja

Estamos en el clímax de esta historia. Si logro publicarles un capítulo diario, entonces terminamos este fin de semana. 

Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.

Las tkm!!!!

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