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06



JungKook confiaba ciegamente en su detective privado, Kim MinGyu. Era el único que podía conseguirle información sobre cada movimiento de JiMin en menos de veinticuatro horas. Para cuando estaba cerrando la puerta de su auto frente a su casa, recibió un archivo donde contenía toda la información que solicitó.

El departamento de JiMin estaba cerca del edificio de su empresa, pero justo ahora está en casa de sus padres. Al principio pensó que eso arruinaba sus planes de llegar sorpresivamente a su departamento con el lindo ramo de flores de papel que realizó durante casi todo el día en la oficina. Pero después tuvo un flash back de uno de los recuerdos más significativos que tenía con el rubio; aquella vez cuando su relación presentaba dificultades debido a la intromisión de los señores Park, corrió hasta su mansión para sacarlo de ahí y llevárselo consigo durante toda la noche y parte de la mañana.

La primera vez que se fugaron.

Esa noche fue mágica.

Esa noche lo definió todo.

Así que las cosas estaban en su favor y esta vez no le importaba absolutamente nada. Hablaba muy enserio cuando dijo que estaba muy dispuesto a todo con tal de recuperarlo y hacer las cosas bien.

Subió a su habitación donde también albergaba muchos de esos recuerdos de su matrimonio y donde la esencia fantasmal de JiMin aún perdura. Se dio una ducha rápida y luego buscó en su guarda ropa algo diferente a lo que siempre acostumbraba. Se despeinó el cabello, algo que le daba un aspecto más joven y relajado. Después de eso salió de su mansión, pero cambió de coche a uno más modesto.

Mientras conducía armaba en su mente cómo es que entraría a la mansión Park sin que los señores se dieran cuenta. Tenía que ser igual como aquella vez, aunque antes era bien recibido por los empleados, ¿será que sigue siendo así? En caso de que no funcione, se está mentalizando para escalar al segundo piso donde supone sigue siendo la habitación de JiMin.

Pasó mucho tiempo para que pudiera estar frente a la mansión Park. Incluso mucho antes de la huida de su esposo. Desde hace aproximadamente dos años atrás fue que dejó de venir a este lugar. Era más fácil esconderse que sincerarse con JiMin respecto a cómo los señores Park siempre lo humillaban, lo insultaban y sobre todo lo presionaban con sus comentarios mal intencionados.

Y seguía en la misma postura.

No hablará de ellos. Ni aunque sea necesario, porque está seguro de que JiMin aún lo ama y en cualquier momento va a ceder.

Pasó un buen rato dentro de su auto esperando a que llegara la hora correcta sólo porque seguía siendo dramático. Quería que todo saliera perfecto justo como hace varios años atrás. En cuanto vio que las luces del interior se apagaban, salió de su auto y caminó hacia la entrada donde enseguida salió un guardia.

—Buenas noches, señor. ¿Quién es usted?

—Buenas noches— le hizo una reverencia— Soy...

— ¿JungKook? —el guardia lo reconoció— ¡Ah! Pero qué tonto soy, sí es el mismo Jeon JungKook.

— ¿Cómo estás, Kai? Creí que ya no me recordabas— lo miró ofendido.

—Es que te ves diferente— sonrió amigable y enseguida reaccionó— JiMin salió un momento con sus padres, pero volverá pronto. ¿Gustas esperarlo dentro?

—Por supuesto— sonrió victorioso— Pero no dejes que nadie le diga que estoy aquí. Es una sorpresa.

—Claro, como tú digas— sonrió con picardía.

Se hizo a un lado para dejar que JungKook pasara a la gran mansión que por tantos años le causó temor e inseguridades. Ahora ya no se dejaría intimidar por algo tan simple como esto. Por fin entendía que su verdadero valor se medía en cuanto a su personalidad, más no con las grandes cantidades de dinero que genera día con día.

Entró y todos los empleados saludaron con evidente entusiasmo, porque lo conocían a la perfección y le guardaban cariño sólo por ser el esposo de JiMin. El ama de llaves lo guio a donde estaba la habitación en la que muchas veces se quedó a dormir ahí de contrabando, y se quedó en las penumbras a esperar a que su Mochi por fin apareciera.

Su padre lo volvió a hacer. Aunque esta vez tuvo la delicadeza de estar presente en esa cena tan incómoda.

El señor Park llevó a JiMin y a su esposa a una supuesta cena de negocios que tendría con su socio mayoritario. Y el rubio aceptó porque no le vio nada de malo y porque siempre hacían eso cuando vivían en familia. Sin embargo, esa fue una cena casual donde su padre intentó acercarlo al hijo de su socio.

JiMin, aunque era amable, en todo momento estuvo rígido y un poco a la defensiva. Desaprobaba completamente esta situación, porque si bien su matrimonio con JungKook se estaba terminando, eso no significaba que su corazón estaba abierto a conocer otros chicos, porque evidentemente aún estaba enamorado de su esposo. Pero eso era algo que su padre aún no quería entender y se sentía sumamente molesto.

—No te costaba nada ser amable con él— le recriminó su padre.

— ¿Por qué te empeñas en hacer esto? Lo único que quiero es vivir mi duelo como merezco. No necesito otro hombre en mi vida— reprochó y se cruzó de brazos.

—JiMin, cariño— intervino su madre— Ese chico está completamente a tu altura. Además, su padre nos dijo que le gustas.

—Madre, ya basta con eso— la miró aburrido— Entiendan de una vez, por favor. No escogeré una pareja de acuerdo a sus estándares. Para mí las clases sociales no existen.

—Es una completa insensatez que le hayas dado un mes para intentar acercarse a ti— le reprochó su padre— ¿Qué pasa si lo consigue? Nunca te vas a divorciar de ese muerto de hambre.

JiMin levantó la vista completamente sorprendido del término que su padre usó para referirse a JungKook. Siempre escuchó a sus padres decir que él no estaba a su altura, que no pertenecían a la misma clase social, que merecía a alguien mejor, que él sólo era un interesado, que nunca le daría una vida digna. Pero jamás lo escuchó decir un insulto como ese y estaba anonadado y también decepcionado. Después de pensar en aquello fue consciente de que ya estaban frente a su casa, así que decidió que ya no quería estar ahí, pero antes de eso necesitaba decir algo más.

—No quiero que vuelvas a llamarle de ese modo— ordenó sumamente molesto.

—Hijo— lo miró aburrido— JungKook nunca podrá cambiar lo que es.

—Sigue siendo una persona y tú no sabes todo lo que luchó para hacer crecer su empresa— se bajó del auto— Yo lo vi iniciar desde cero. Pasó muchas noches sin dormir, incluso yo terminé siendo un daño colateral. Así que no voy a permitir que te expreses así de él.

—JiMin...

—Jeon JungKook es un hombre maravilloso y se merece respeto como cualquier persona de nuestra clase social, como dices tú.

—Escucha, JiMin...

—Es mi última palabra.

Cerró la puerta del auto y caminó rápidamente hacia la casa sin mirar a nadie ni tampoco escuchando los gritos de su padre. Mientras subía a su habitación pensaba una y otra vez en las palabras que escuchó por parte de su progenitor y se pregunta si quizá alguna vez le dijo algo así directamente a JungKook. Quiere creer que no, eso sería demasiado. Es decir, se supone que son personas educadas y con clase, siempre se regodean de eso. Si por alguna razón se llega a enterar que sus padres le hicieron comentarios de ese tipo a su aún esposo, sin duda, se sentirá muy decepcionado.

Entró a su habitación dando un fuerte portazo y aventó su sacó en cualquier lugar. Estuvo a punto de quitarse su camisa cuando divisó una silueta a través del espejo. Cuando se giró pegó un grito que en enseguida fue callado por una mano que casi le cubre el rostro. Sus ojos se encontraron con los oscuros de una persona con la cual, pese a lo sucedido, jamás se sentiría en peligro. Y odia tener ese sentimiento de calidez ahora que puede ver su rostro así de cerca bajo las penumbras de su habitación. La poca luz que entra de fuera logra iluminar la perfecta simetría de sus facciones y eso le hizo hiperventilar, pero más que eso le hizo recordar. Parecía que aquellos sentimientos estaban volviendo sólo con este encuentro inesperado.

— ¿Qué haces aquí, JungKook?

JiMin no pudo evitar sonreír y el azabache casi grita de la emoción después de no haber sido llamado por su apellido. Esto de verdad era un gran avance. Ambos experimentaban las miles de mariposas en su estómago que en su momento los hizo volar... cuando eran jóvenes... cuando apenas se conocían. Esto era como un viaje en el tiempo.

—Vine a raptarte—le dijo con una enorme sonrisa.

—Estás loco—dijo entre risitas tontas.

—Estoy loco por ti.

El sonrojo de JiMin apareció en demasía mientras que JungKook intentaba observar cómo se veía así de tímido. La luz era tenue, pero fue suficiente para detallar la hermosura de sus facciones perfectas y delicadas. Le recordó exactamente a ese momento que vivieron cuando eran novios.

—Y... y ¿a-a donde v-vas a llevarme? —preguntó con timidez.

— ¿A dónde crees? —inquirió coqueto y se aproximó a donde estaba el guarda ropa del rubio para buscar un abrigo. Después salió y se lo puso—Iremos al parque de diversiones a recordar viejos tiempos.

— ¿Qué pretendes? —coqueteó también mientras se dejaba poner el abrigo.

—Creí que ya estaba claro—lo miró por unos cuantos segundos y depositó un beso en su frente sorpresivamente—Pretendo recuperarte y recordarte por qué te enamoraste de mí.

JiMin no lo dijo en voz alta, pero le respondió que iría con él a donde sea. Se dejó hacer por su mano mientras bajaban por las escaleras sin importar que sus padres estaban en la estancia, pero ni siquiera los notaron. A estas alturas JungKook ya no pensaba actuar con cautela, ya no le importaba si los padres de JiMin intervenían o lo insultaban, ya no permitirá que ellos tengan ese grado de influencia sobre ellos. Por esa razón salió con su esposo por la puerta principal mientras se despedía de todos los empleados de la enorme casa. Para cuando estaban subiendo a su auto, los señores Park notaron que su hijo se estaba fugando con JungKook.

Se fueron a toda velocidad rumbo a aquel lugar donde su amor se fortaleció y tomó otro rumbo distinto al que todas las personas de su alrededor esperaban. Durante el trayecto JiMin miraba de soslayo el perfil de su aún esposo; fue hasta ese momento donde se percató de que usaba ropa casual, aunque con toque elegante. Un pantalón negro rasgado, botas militares, camisa y chaqueta de cuero del mismo color. Era ese JungKook que lo enamoró cuando estaban en la universidad. Ese mismo que siempre lo hizo feliz con cada acción ejecutada y con cada palabra dicha. Él de verdad estaba de vuelta, incluso esbozaba la misma sonrisa traviesa de aquel momento cuando lo raptó para pasar la noche con él.

Cuando llegaron al parque de diversiones, JiMin sintió en mayor medida las mariposas en su estómago, más aun cuando JungKook le entregó el ramo de flores de papel que él mismo hizo. Sus ojos se cristalizaron un poco y luchó con todas sus fuerzas para no llorar. No ahora. Todavía no cedía, aunque estaba muy feliz de estar aquí con él.

—Son muy lindas, JungKook—le sonrió emocionado—Gracias— hizo una pausa mientras detallaba su ramo de flores— ¿Tú las hiciste? —inquirió sorprendido.

—Claro—sonrió con suficiencia—Hoy mientras estaba en la oficina.

El Jeon JungKook que dejó cuando se fue, seguramente, no habría ocupado tiempo de oficina para hacer este detalle, pero el viejo JungKook de la universidad, sin duda, lo habría hecho sin chistar. No sabía cómo sentirse al respecto y es que de pronto estaba muy confundido. ¿Se podría lograr un cambio de la noche a la mañana? ¿Un cambio así de radical? No estaba seguro, evidentemente, aún tenía sus dudas.

Pensaba en eso y en otras cosas mientras sigue a JungKook por todo el parque de diversiones sin saber a dónde se dirigen exactamente. Pronto se detuvieron justamente donde fue el primer juego al que se subieron cuando se fugaron por primera vez.

— ¿Estás seguro de querer subirte ahí? —le preguntó JiMin con preocupación. No quería recibir una respuesta negativa.

—No olvido que a ti no te gustan los juegos extremos— se acercó a él con una sonrisa coqueta—Por mí no hay ningún problema. Además ya estoy viejo como para dar vueltas en el aire.

—Estás mintiendo—lo señaló con un dedo juguetón—Tú siempre necesitas descargas de adrenalina para sentirte satisfecho. A mí no puedes engañarme.

—La única descarga de adrenalina que necesito, es la que tú me haces sentir cuando me tomas de la mano—se acercó aún más a él y miró directamente a sus labios pomposos—Sólo te necesito a ti para estar satisfecho.

JiMin se perdió en lo guapo que se veía JungKook con ese estilo jovial y relajado. Su cabello quebrado cayendo por su frente y ese toque de maquillaje sutil que hay en su rostro, sin duda, lo hacen verse como el hombre más perfecto del mundo. Su corazón no tiene dudas de que está frente al mismo Jeon JungKook del que se enamoró, pero su cerebro todavía está renuente.

—Entonces hay que subirnos—el rubio desvió la vista y se acercó al carrusel para esperar a que se detuviera.

—Haremos todo lo que tú quieras—se acercó a él y le susurró al oído—Estoy a tus pies, Mochi.

Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de JiMin en ese instante después de escuchar ese apodo cariñoso con el que JungKook lo bautizó cuando apenas iniciaban su relación. Todo un cúmulo de recuerdos y de emociones se removió en su interior, tanto, que casi su corazón explota. No supo cómo comportarse después de eso, sólo estaba tímido y mirando a cualquier lado que no fuesen los ojos de su esposo. Sintió cómo una mano lo tomaba de la suya con mucha suavidad y lo llevaba hacia el carrusel donde lo ayudó a subir a un caballo blanco de cabello dorado. Justo eso representaba JiMin para JungKook; la pureza y la realeza que combinaban a la perfección.

El azabache le susurró un cumplido en su oído antes de subir al caballo que estaba a un costado del contrario, justamente, uno de color negro como la noche. JiMin sonrió divertido, porque no podía creer que hacía una hora estaba en una cena aburrida soportando las miradas coquetas de un desconocido y de cómo su padre charlaba con su socio como si ya fuesen una familia, y ahora estaba con su esposo en un parque de diversiones recordando viejos momentos. Se sentía como si el tiempo no hubiese transcurrido. Podía sentir la libertad y la emoción de haberse fugado de su casa.

El cálido viento nocturno golpeó su rostro cuando el carrusel se puso en marcha. Al principio se sentía un poco cohibido, pero conforme avanzaban los minutos se soltaba cada vez más. Pronto comenzó a disfrutar del momento que JungKook le estaba regalando después de haber tenido una cena estúpida y una discusión inusual con su padre. Olvidó todo lo malo, incluso que estuvo separado de su esposo durante un año completo. Eso dejó de importar después de que subieron al segundo juego.

Simplemente se dejó llevar.

Probaron las tazas giratorias y un paseo en tren. JiMin sentía que poco a poco volvía de nuevo a la vida y aquella incomodidad del principio se había esfumado por completo. No lo ha admitido en voz alta, pero está disfrutando en demasía estar en esta cita especial con su aún esposo. Realmente está cumpliendo su palabra; le está regalando una de las mejores noches de su vida.

Habían subido a tres juegos más. Del último bajaron entre risas y bromas debido a que JungKook casi vomita por el mareo. Aunque era extremista y le gustaba probar adrenalina, hoy tuvo demasiado de dar tantas vueltas.

—No lo puedo creer—JiMin reía—Debiste ver tu cara pálida y de miedo. Eres un grandulón y te lanzas del bongee sólo por placer. No entiendo por qué te mareaste.

JungKook ni siquiera podía articular alguna palabra debido a que se había perdido en la hermosa sonrisa del rubio; sus ojos desaparecieron completamente y su perfecta sonrisa relucía como un resplandor en medio de la oscuridad. Era el ser más perfecto del mundo y seguía siendo su esposo. Se encargará de que eso nunca cambie.

—En mi defensa diré que ya estoy viejo— habló después de varios segundos.

— ¿De qué hablas? —se burló y golpeó su brazo con ligereza—Sólo tienes veintiséis.

—Si aún tuviera veinticinco, te respondería "¿cómo ibas a saberlo?"

Fue sólo cuestión de segundos para que JiMin entendiera la referencia a esa canción que ambos adoptaron como la suya... la de su historia. Era especial y ahora que lo analiza, sigue siendo de ese mismo modo.

Mi amor se había congelado—dijo JiMin mirándolo directamente a los ojos.

Azul profundo, pero tú me pintaste dorado—completó el azabache.

¿Cómo podrían olvidar su canción? Nunca. Todos los días de ese año caótico la escucharon hasta el cansancio. Repitieron cada estrofa, entonaron cada verso y percibieron cada sentimiento que Taylor Swift transmitía a través de Dancing With Our Hands Tied. Estar aquí era la prueba de que sus manos aún estaban atadas y continuaban bailando el uno con el otro. No importa qué tanto pueda pasar, quiénes estén en contra o si un juez dice que deben divorciarse, ellos se aman y pueden sentirlo justo en ese momento donde se miran directamente a los ojos con todas las palabras reflejadas en su iris, mismas que no pueden articular.

JiMin aún no puede con el miedo y con los recuerdos de esas palabras tan hirientes, pero aun así se deja llevar. Se acerca lentamente al que sigue siendo su esposo y único amor de su vida. Éste también hace lo mismo. Sus ojos se han clavado en sus labios mutuamente. Detallan cada centímetro de lo que desean besar con devoción y mucha desesperación. Un año fue demasiado para los dos. No podrían soportar uno más si se vuelven a separar. JungKook, principalmente, siente que se volverá loco en cualquier momento si no recupera a JiMin de una vez por todas. Hoy puede ser, quizá, la noche en que todo se solucione y entonces puedan volver a casa para dormir juntos o para hacer el amor... definitivamente para hacerle el amor durante toda la noche.

Aún con todas esas emociones en su interior. Con todos esos recuerdos yendo y viniendo como pantallazos en su mente. Sintiendo el aliento de JungKook en su nariz y en sus labios. Teniendo su rostro cerca del suyo a punto de conciliar el maldito deseo de poder besarlo después de haber estado un año entero sin él. Aún... no puede ceder.

Se alejó de él bruscamente y dio varios pasos hacia atrás obligándose a volver a la realidad que debía vivir; se divorciaría de JungKook en dos semanas, porque la audiencia no les alcanzaba para el mes que le pidió. Sin embargo, quiere continuar aquí, a su lado. No quiere que esta noche se acabe.

JungKook suspiró con derrota y sacó su celular para revisar la hora. Casi era la una de la mañana y todavía le faltaba algo por hacer. Así que, sin pedir el consentimiento de JiMin, lo tomó de su mano para llevarlo a la última parada de la noche antes de tener que volver a la realidad.

— ¿A dónde me llevas? —le preguntó sin ninguna intención de oponerse.

—Debo ganar un oso para ti—le sonrió como si fuese un niño pequeño.

Y así lo hizo.

El azabache siempre fue de tiros perfectos con cualquier tipo de arma. Además, le gustaba lucirse frente a su esposo sólo para impresionarlo y que se enamorara más de él. Claramente lo conseguía porque JiMin no pudo apartar su mirada de él mientras tiraba hacia los blancos. Ni siquiera se dio cuenta cuando derribó todos, volvió a la realidad cuando le entregó un lindo peluche de un osito blanco.

—Le llamaremos Mochi, ¿qué dices? —le sonrió coqueto.

"Mochi"

JiMin sentía que se desbarataba cada vez que JungKook lo llamaba de esa manera. Fue difícil despegar su atención de ese osito y de su ramo de flores de papel mientras volvían a su casa. Sus padres le habían estado llamando, pero claramente no quiso contestarles. Algo en su interior le decía que no volviera ahí, que su lugar era con su esposo y que debían volver a casa. Sin embargo, su renuencia seguía siendo asquerosamente fuerte.

—Llegamos.

La voz de JungKook nuevamente lo sacó de sus pensamientos y sintió un hueco en el estómago cuando vio la gran puerta de la casa de sus padres. No quería entrar, pero tenía que hacerlo. Abrazó su osito y su lindo ramo de flores y miró a su esposo con un poco de melancolía.

—Gracias por esta cita. Me encantó—le habló con sinceridad y sonrió conmovido.

—JiMin, yo...—suspiró para disipar sus nervios—Yo de verdad quiero hacer las cosas bien. No estoy haciendo esto por compromiso. Esto es algo que quiero hacer siempre para que seas feliz. Sé que esos últimos meses fui todo un desconsiderado, pero te juro que ya entendí mi lección. Un año sin ti fue... como un maldito infierno.

El rubio bajó la mirada porque sus lágrimas amenazaron con salir de nuevo. Se obligó y se repitió a sí mismo que no podía bajar la guardia sólo porque JungKook le hizo revivir uno de los mejores recuerdos de su vida. Las cosas no han cambiado aunque ahora parezca contento.

Sorpresivamente se acercó a JungKook para depositar un cálido beso en su mejilla, algo que lo tomó por sorpresa.

—Descansa—le susurró.

Y salió del auto rápidamente antes de arrepentirse de lo que hizo y de cómo se permitió dejarse llevar por todo lo de hoy. Cuando entró a su casa fue consciente de que JungKook no traía el mismo auto extravagante de siempre. Y entonces se puso a pensar en todo, principalmente, en los ayeres que tanta calidez le transmiten.

El Jeon JungKook de hoy fue él que siempre amó y al que extrañó cuando estuvo en Londres.

Es el mismo por él que está dispuesto a arriesgarse de nuevo.

Es el mismo que quiere ver todos los días por el resto de su vida.

Pero, ¿de verdad habrá cambiado? ¿De verdad se arrepintió de lo que sucedió?


Bueeenooo

Este cap no estaba dentro de la programación que hice. Fue una petición especial de una seguidora y yo no me pude egar a plasmar lo que ella en confianza me contó y pidió. Creo que fue un momento bastante cute entre el kookmin, uno donde pudieron avanzar un poco. 

Estamos en el climax de la historia y se viene lo bueno. 

La semana que viene estén pendientes porque les estaré presentando mi primer omegaverse. Nuevo año, nueva historia que contarles jsjsjs.

Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar. 

Las tkm!!!!!






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