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04



Realmente lo único que se peleaba en ese juicio era la separación de bienes. JiMin escuchó el consejo de sus padres cuando le dijeron que sólo debía quedarse con su parte. Claramente ellos no estaban conscientes de la gran fortuna que JungKook hizo durante los años que trabajó como loco, pero tampoco les interesaba en lo absoluto. Lo que sí les importaba era no cederle ni un peso de la herencia que le correspondía a su hijo, porque si el juez se ponía a investigar que los bienes de JiMin ya incluían esa jugosa cantidad a parte de los ingresos que él ha generado con las ganancias de sus pinturas, le darían una parte de eso a JungKook.

Esa era la razón profunda del por qué se exigía la separación de bienes, pero para el rubio era otro asunto; era el simple hecho de que no quería nada de JungKook. Ni su casa ni el auto que le regaló en navidad, ni las joyas, ni la ropa, ni nada. Se iría con lo que le pertenece y lo dejaría a él con lo que le corresponde.

Estaba siendo impulsado por el mero orgullo de demostrarle que se valía por sí mismo, y que si quería lujos no necesitaba de alguien para que se los diera, pero que, por encima de eso, podía ser feliz sin la necesidad de tener cosas materiales a manos llenas. JiMin estaba cansado de tener que darle relevancia al dinero todo el tiempo. Con sus padres se crio en un mundo superficial, pero eligió tener su propio criterio. Toda su infancia la pasó con su nana, incluso en navidad y fechas importantes. Los señores Park siempre estaban trabajando y era muy mínimo el tiempo que le dedicaban. Su gran ausencia la compensaban con regalos costosos y muchas cosas materiales con las que, ellos pensaban, su hijo era feliz.

Con JungKook encontró un mundo nuevo donde debía ganarse las cosas con su trabajo y esfuerzo. Encontró un refugio con su familia, especialmente con su madre quien siempre lo recibía con buena comida y muchos mimos. Se ganó el cariño de ellos sin mucha complicación y lo mismo él sintió.

Cuando se casó con JungKook imaginó una vida tranquila y muy romántica a su lado. Estaba consciente de que tendrían peleas en algunos momentos, después de todo, su relación de tres años no fue color de rosa, sin embargo, los problemas eran mínimos. Ahora era diferente, porque nunca se distanciaron por tanto tiempo ni mucho menos alguno de los dos huyó de la situación.

JiMin siente que los lazos están rotos, porque incluso ahora no puede encontrar el pulso y su corazón ya no se acelera, o tal vez sólo lo mínimo, pero en definitiva, ya no es como antes.

Esa y otras cosas más pensaba mientras espera a que el juez llegue al estrado.

Han pasado dos semanas desde la primera audiencia en donde no se llegó a ningún acuerdo. Esta vez JiMin quiere ganar el voto del jurado para que pueda regresar a Londres y así continuar con su vida. Realmente ya no había nada en Seúl que lo detuviera, ni su familia. Decidió que, si quería iniciar desde cero, tenía que hacerlo desde un lugar diferente.

Cuando el juez entró y saludó nuevamente a todos, pidió a ambos abogados que se acercaran ante él para que cada uno entregara la lista de bienes y la cantidad de dinero que los implicados poseían. NamJoon le dedicó una mirada cómplice a SeokJin y éste sólo asintió sutilmente. Había un trato entre ellos, uno que quizá iba en contra de sus principios como profesionales, pero al menos tenían la certeza de que estaban haciendo lo correcto.

En completo silencio, el juez comenzó a revisar los documentos y se acercó con el jurado a platicar. La única forma en la que podían llegar a un acuerdo es donde JungKook firmara el acuerdo que JiMin ya había firmado. Pero en vista de que aún no podían resolver esa situación, el juez decidió continuar con el tema del divorcio. Él y el jurado llegaron a una sola conclusión.

—Bueno, pasaron los días suficientes para que ustedes pudiesen relajarse—comenzó y miró en dirección a JiMin—Yo quisiera saber, señor Park, ¿de verdad no hay nada que usted pueda arreglar con su aún esposo?

—No, su señoría—enseguida se puso de pie y respondió sin titubear—Tomé esta decisión desde hace mucho tiempo y no quiero dar marcha atrás.

—En cuanto a la separación de bienes, ¿usted está de acuerdo con no recibir absolutamente nada de lo que le corresponde al haber sido esposo del señor Jeon durante tres años?

—Completamente de acuerdo, su señoría—asintió en completa seriedad.

—De acuerdo—asintió y miró a JungKook—Señor Jeon, ¿tiene algo más para decir antes de que el jurado tome una decisión?

NamJoon ya le había advertido que este podría ser el último juicio que tendrían para determinar el divorcio. Así que entró en pánico porque esperaba que esto fuese más largo y no que estuviesen a punto de terminar. Lo supo por la mirada del juez que esto ya estaba completamente perdido. Estaba seguro de que el jurado fallaría en favor de JiMin y, por ende, tendría que firmar el acuerdo de la separación de bienes. Claro que eso era lo de menos, pero era la única forma con la que podría retenerlo y en algún punto poder conquistarlo de nuevo.

Pero ya no era así.

Era evidente.

Estaba a punto de perder.

Se levantó de su silla con un poco de impaciencia mirando hacia donde se encontraba JiMin y luego miró a los que aún eran sus suegros, pero no los consideraba como tal, ellos sólo desviaron la mirada con completo desinterés y pudo divisar un par de sonrisas burlonas. Eso le hizo enfurecer, pero trató de mantener la calma.

—Creo que mi peor castigo ha sido pasar un año completo sin mi esposo—comenzó con la mirada perdida en algún punto—Las mañanas dejaron de tener sentido y yo... yo entendí que no me servía tener mucho dinero si no lo tenía a él—hizo una pausa y miró hacia donde estaba el rubio— No fui bueno contigo en los últimos meses y de verdad lo siento mucho. Quizá puedo tener muchas razones para no separarme de ti, pero la más importante es que te amo... te amo con todas mis fuerzas y para mí no hay nadie más que tú. Desde que te vi en esa fiesta en la universidad no ha pasado ni un minuto en el que no te piense, aun cuando ya estabas conmigo—intentó contener las lágrimas que amenazaban con salir de sus orbes— Esa es mi única razón... te amo... y nunca cambiará ese sentimiento.

JiMin quiso decirle algo, pero prefirió ya no hacerlo. Sólo lo ignoró completamente, también intentando contener las lágrimas que comenzaban a salir. Ya era demasiado tarde para recibir esas palabras. Lo único que quería era salir de ese lugar con su divorcio definitivo.

—Gracias, señor Jeon— asintió y nuevamente miró en dirección al rubio—Señor Park, ¿tiene algo para responder?

JiMin sólo suspiró y negó con la cabeza. Se podía sentir los latidos de su corazón en el aire y de pronto se sintió extraño. Las miradas del jurado lo decían todo en ese momento y sólo se armó de valor para el veredicto final. Por otro lado, JungKook también lo sabía y nuevamente fue víctima del pánico. Vio cómo el juez se acercaba de nueva cuenta hacia al jurado para platicar y fue entonces que decidió arriesgar todo, perder su dignidad ante todos los presentes y hacer lo que sea para convencer a JiMin.

Antes de que el juez terminara su plática con el jurado, se levantó abruptamente de su lugar y corrió hacia donde estaba su aún esposo; se hincó ante él con los ojos completamente cristalizados y llorando casi al instante tomándolo atrevidamente de una mano.

— ¿Qué haces, Jeon? —lo miró despectivamente e ignorando lo que el toque de su mano le provocaba.

—Por favor, JiMin— suplicó—No me dejes. Yo no soy nada sin ti.

—Suéltame, Jeon. Estás haciendo el ridículo— intentó zafarse sin mucho éxito.

— ¡No me importa! —alzó la voz— No me importa quedar como un tonto frente a todos. Yo dije que haría cualquier cosa por ti.

JiMin comenzó a llorar con su pecho subiendo y bajando sin saber si era por molestia o por tristeza, porque cuando JungKook lloraba, lograba debilitarlo tanto que lo ponía vulnerable. Siempre lo veía siendo un hombre fuerte y valiente, pero justo ahora parece un niño indefenso que necesita de protección y mucho cariño.

Pero algo todavía no estaba bien.

—Jeon, por favor, suéltame—le advirtió.

—Sólo una oportunidad pido—prácticamente le imploró.

—Yo sólo pedía un poco de tu atención y me la negaste—reprochó con toda la intención.

—Dame un mes... sólo un mes para intentar conquistarte de nuevo.

En antelación, JungKook le había dicho a NamJoon que necesitaba sólo un mes para intentar remediar su error y que buscaría la forma de hablarlo con JiMin. Ambos esperaban que fuese en una conversación relajada donde no hubiese tanta gente ni mucha tensión de por medio. Pero este era el momento y NamJoon miró a SeokJin como si quisiera intentar decirle algo telepáticamente. Por fortuna, éste lo entendió, así que intervino rápidamente.

—JiMinie—le susurró— Escúchame... acepta su propuesta.

— ¿Cómo dices?

En ese momento los guardias se llevaron a JungKook con mucha dificultad y lo devolvieron a su lugar.

— ¡Orden en la sala! —gritó el juez HoSeok—Señor Jeon, otro episodio como ese y lo echaré al pasillo.

Devolvió su atención al jurado y Jin se dirigió nuevamente a JiMin.

—Acepta su propuesta.

—Pero no entiendo— lo miró molesto.

—Es sencillo; dile que si en un mes no puede reconquistarte, entonces debe firmarte el divorcio.

—Pero, Jin—bufó—Yo no quiero pasar tiempo con él.

—Estás seguro de lo que quieres ¿no? Entonces esta es la única forma que tienes para conseguir el divorcio—le dijo y miró de soslayo a NamJoon—El jurado no tomará una decisión en este momento. Lo más seguro es que aplacen el divorcio. Sólo es para ganar tiempo.

JiMin se detuvo a pensarlo y miró cómo el juez parecía no ponerse de acuerdo con el jurado, evidentemente, por el tema de los bienes separados. Así que la única forma de ganar el juicio era aceptar la propuesta de JungKook para que al final le firmara por voluntad propia todos los documentos. Jin tenía razón.

—Su atención por favor—habló el juez y miró a todos con seriedad—El jurado no ha llegado a una decisión aún. Necesito que ambas partes piensen en mejores argumentos con los que puedan convencer al jurado de lo que desean. Así que aplazo esta audiencia hasta dentro de tres semanas—golpeó con su mazo—Se levanta la sesión.

— ¿Ves? Te lo dije—Jin sonrió con suficiencia—Es la úni...

—De acuerdo—el rubio lo interrumpió—Dile que acepto.

Con una enorme sonrisa, SeokJin miró hacia donde NamJoon esperaba impaciente y tratando de relajar a JungKook. En cuanto sus miradas se encontraron, le sonrió con sinónimo de afirmación y fue correspondido enseguida.

—JiMin aceptó—le dijo NamJoon—Es tu oportunidad, JungKook. Así que no la cagues de nuevo...

El azabache ni siquiera lo miró porque en cuestión de segundos se levantó de su lugar para ir hacia donde JiMin tenía una plática con su abogado. Se quedó quieto a una distancia considerable en espera de poder atraer su atención. Era curioso como las manos le sudaban y sus pies temblaban. Su mente volvió en el tiempo a aquel recuerdo de cuando los dos estaban en la universidad, exactamente, cuando se acercó a él para invitarlo a una cita... su primera cita. Esa ocasión lo llevó a un pequeño puesto donde vendían distintos tipos de comida rápida y comieron hamburguesas con papas. Recuerda que JiMin estaba muy contento y brillaba como nadie en ese lugar. Tal vez se debía a que era un diamante en el lugar equivocado, pero estaba seguro de que incluso estando rodeado de otras joyas, sólo él tendría la capacidad de resplandecer.

Pero hoy era diferente. Hoy han pasado seis años y, definitivamente, ya no era ese JungKook que debía sobrevivir con su beca de estudios y con lo poco que ganaba trabajando en un restaurante. Hoy se encargaría de impresionarlo más que en esa primera cita.

—Ji-JiMin—le habló con timidez.

El corazón del rubio latió con fuerza y apretó los ojos porque de pronto se sentía muy nervioso. Jin le asintió para incitarlo y se retiró de ahí para darles privacidad. En ese momento, JiMin sentía que era una mala idea, porque aún había emociones en su interior que no podía controlar. Después de todo, JungKook fue su primer amor.

— ¿Qué necesitas? —se giró y lo miró con dureza.

No pudo evitar inspeccionar su aspecto, porque en todo este tiempo desde que volvió no se tomó el tiempo de hacerlo; traía su típico traje elegante que se le amolda a la perfección, pero notó que su rostro se veía un poco delgado, incluso tenía unas sutiles ojeras que intentaba cubrir con maquillaje. Pero ni con eso podía engañarlo, porque incluso su cuerpo había perdido volumen. Se notaba que no la estaba pasando bien. Y aun con todo eso se veía demasiado guapo para ser real, como la primera vez que lo vio, pero con ropa casual que lo hacía resaltar.

—Es que y-yo... hmm... y-yo—titubeaba, porque definitivamente se sentía tan nervioso como la primera vez—Yo quiero...

—JiMin, tenemos que irnos.

La voz del señor Park llegó para interrumpirlos. En cuanto JungKook lo miró, cambió su postura a una demandante y a la defensiva. Ante él no podía mostrarse vulnerable porque ahora no le iba a permitir que continuara metiéndose con él. Y aun así nuevamente hacía de las suyas al aparecerse así de repente cuando era más que obvio que intentaba convencer a JiMin. No podía esperar menos de su suegro ni mucho menos de su suegra que había tomado al rubio de un brazo.

—Ya lo sé, esperen un momento—les respondió y luego miró a JungKook—Rápido, Jeon, ¿qué es lo que necesitas?

—Quería invitarte a cenar—le dijo sin más, esta vez mostrándose más seguro de sí mismo.

—Imposible. Irá con nosotros a una cena—habló la señora Park.

—Le pregunté a JiMin—respondió el azabache.

El rubio se sintió un poco desubicado en ese momento por la tensión que se sentía en el aire. Estaba consciente de que JungKook nunca fue del agrado de sus padres por la estúpida razón de las clases sociales, sin embargo, había detalles que aún desconocía.

Trató de pensarlo rápidamente con las palabras de Jin como apoyo. Anteriormente le dijo que si JungKook lo invitaba a salir, aceptara sin más y que en las citas se mantuviera rígido y que después buscara algún pretexto para huir. Pero le dijo todo eso a sabiendas de que, en algún punto, se iba a sentir tan cómodo con la presencia del azabache que terminaría por quedarse con él. Claro que esa parte JiMin la desconocía y pensaba que sería bueno sólo aceptar para ganar en esas tres semanas que debían de pasar. Así que ya no tuvo que pensarlo más, porque sólo tenía una opción.

—Mamá—le llamó JiMin—Podemos cenar mañana, ¿te parece bien? —le ofreció.

—Pero, JiMin-ah...

—Por favor— se acercó a su oído para susurrarle—Necesito hacer esto para que me dé el divorcio.

Sin estar muy convencida, la mujer asintió y se retiró con su esposo quien se encargó de dedicarle una mirada despectiva y de amenaza a JungKook para intentar intimidarlo, pero eso no sucedió, porque él le sostuvo la mirada y le mostró una media sonrisa de triunfo. Esta vez había ganado un punto.

—Bien—el rubio le devolvió la atención— ¿A dónde iremos?

—Ya lo verás—le sonrió contento—Tú sólo sígueme.

Le dio el paso para que saliera primero y lo condujo por los pasillos hasta que llegaron a la salida donde había dejado estacionado su auto. En cuanto JiMin vio ese Mercedez Benz, su mente le trajo muchos recuerdos de la vez que JungKook compró ese auto y de las muchas veces que viajaron juntos ahí por todo Seúl. Y mientras lo miraba a hurtadillas conducir, recordó las múltiples veces en las que le tomaba la mano mientras con la otra controlaba el volante. Ahora eso era diferente, pero incluso la calidez de estar ahí a su lado era casi la misma. Eso le asustó, porque juraba que ya no encontraba el pulso que lo hacía perder por él. Sin embargo, ahí estaba, sintiéndose como aquellos años en universidad cuando apenas empezaban a salir y su primer año de matrimonio cuando todo era perfecto entre los dos.

JungKook se había dado cuenta de cómo lo miraba y de cómo sus mejillas se sonrojaban de vez en cuando, eso le hizo sonreír con suficiencia y sintió que la llama de la esperanza comenzaba a crecer en su interior. Manteniendo esa hermosa sonrisa en su rostro, accionó el auxiliar de voz para hacer una llamada importante.

— ¿Qué tal EunWoo? ¿Cómo estás? —saludó.

JiMin recordaba perfectamente ese nombre; era un amigo de JungKook al que le construyó un restaurante en una zona residencial del centro de Seúl. Y su mente se encargó de recordarle aquel momento cuando el azabache llegó emocionado por hacer ese proyecto para su amigo.

—Sé que tal vez tienes todo ocupado, pero de verdad necesito que me hagas una reservación en una zona privada—pidió.

Se escuchó un silencio donde JungKook soltó una risa de satisfacción con toda la clase que ya poseía. JiMin lo miró de soslayo sólo para ver sus facciones que por un momento olvidó cómo lucían, sin embargo, supo que no había cambiado nada.

—Hazlo por mí—el azabache continuó con su llamada—Te pagaré lo que sea. Ya sabes que para mí eso no es problema.

Aquel comentario representó mucho para JiMin en ese momento cuando comenzaba a sentirse cálido de nueva cuenta a lado de su aún esposo. Cuando le mencionó que lo invitaría a cenar, él pensó que sería algo como lo que solían hacer en su época de universidad; algo sencillo y romántico. Por un momento su corazón se aceleró con la idea de tener una cita con JungKook después de haber pasado todo un año sin él. Pero el comentario que hizo en esa llamada sólo demostraba que aún se sentía el rey del mundo y que esperaba solucionar todo con dinero.

Se quedó tan inmerso en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de cuando colgó la llamada ni cuando se estacionó frente al restaurante de lujo al que planeó llevarlo. JungKook quiso abrirle la puerta, pero se adelantó en el proceso. El ballet parking se llevó el costoso Mercedez y un mozo los guiaba a la zona exclusiva que le correspondía, mismo que EunWoo envió para que atendiera a su amigo y su pareja en esta ocasión especial.

Entraron a un pequeño cuarto que tenía varias decoraciones elegantes y llamativas, aunque sólo para JungKook, porque JiMin no estaba para nada impresionado, al contrario, comenzaba a sentirse fastidiado. Si aceptó la invitación del azabache antes que la de sus padres fue porque pensó que lo sacaría por un momento de su mundo y lo llevaría a un viaje en el tiempo. Pero se equivocó.

Dos meseros que EunWoo puso a disposición de JungKook llegaron para entregarles la carta y ofrecerles los mejores platillos que tenían. JiMin sólo pidió una sopa caliente y un vaso de agua. El azabache, por otro lado, pidió otros platillos, los más costosos de la carta.

—Y también tráigame su mejor vino. No importa el costo—dijo y sonrió engreído.

Lo cierto era que estaba emocionado por tener a JiMin ahí que ni siquiera se detenía a pensar en si sus comentarios y sus acciones lo hacían sentir incómodo. Por alguna razón quería impresionarlo y demostrarle de esa manera que no estaría mejor en otro logar, sólo ahí, con él. Pero su emoción no le dejaba observar correctamente lo que sucedía con el hermoso rubio que tenía enfrente.

— ¿No te apetece nada más? ¿Estás seguro? —JungKook le preguntó.

—Sí, sólo eso—respondió sin mirarle.

Cuando los meseros se retiraron, JungKook se tomó un momento para observarlo; lucía hermoso con su traje negro y su camisa blanca desabotonada de los primeros botones. Traía puesta una gargantilla de plata que lo hacía lucir muy sensual. Su maquillaje era ligero como siempre, mientras sus manos lucían unos cuantos anillos, pero ninguno era el de bodas o el de compromiso. Sabía que tenía que hacer un arduo trabajo para conseguir que sus dedos únicamente lleven los anillos que él le dio y estaba dispuesto a hacer todo lo necesario con tal de lograrlo.

—JiMin—le habló con cautela—Gracias por aceptar venir—le sonrió.

—Claro—respondió y alzó la mirada—Si en un mes no logras conquistarme de nuevo, ¿firmarás el divorcio y el acuerdo de bienes? —le preguntó con un ápice de fastidio.

—Sí—habló en un hilo de voz— Y de verdad te agradezco que estés aquí. Prometo que no voy a fallarte.

JiMin rio ligeramente y sin gracia. Después lo miró con una sonrisa que a JungKook le causó escalofríos.

—Ahora sí vas a esmerarte, pero cuando yo necesité de esto ni siquiera me mirabas—reprochó.

—Lo sé. Cometí un error y no volverá a suceder...

—Pero sí ya lo hiciste de nuevo—volvió a reír.

JungKook lo observó sin saber a lo qué se refería y sintió pánico de eso, porque se suponía que estaba calculando sus pasos, pero ahora parecía que hubo un fallo. Y uno muy simple de hecho.

— ¿Qué hice mal? Dime y lo corrijo—lo miró con preocupación.

—Me trajiste a un restaurante lujoso y usaste tu dinero para conseguir esta zona exclusiva. Por encima de eso te atreves a pedir el vino y haces énfasis en que tienes mucho dinero para pagar lo que sea— habló despectivamente y como si sintiera asco— ¿A esto le llamas una cita, Jeon? Porque es todo menos eso.

El azabache se detuvo un momento a pensarlo y miró a su alrededor; sí, el lugar era lindo, lujoso y costoso, pero no tenía nada de romántico. Se pasó una mano por el rostro en sinónimo de frustración y luego soltó un bufido de cansancio. JiMin tenía razón; esto era patético.

—De acuerdo— asintió— Haremos otra cosa...

—Olvídalo— lo interrumpió y se puso de pie—Ya no tengo apetito.

—Espera, ¿a dónde vas? —se apresuró a levantarse para tomarlo de un brazo.

—A otro lugar donde no estés tú.

Se zafó del agarre al tiempo que salía de la habitación rumbo a la salida del restaurante. JungKook tardó unos cuantos segundos en reaccionar hasta que por fin salió detrás del amor de su vida para detenerlo antes de que se le escapara, sin embargo, en cuanto estuvo en la acera, lo vio tomar un taxi que se alejó rápidamente del lugar. Quiso apresurarse a recoger su auto, pero ya era demasiado tarde, además, no sabía si se quedaba en casa de sus padres o en algún otro lugar. Había pasado tan poco tiempo que ni siquiera se detuvo a investigar sobre él.

Tuvo que conducir de vuelta a casa con ese sentimiento de vacío en su interior que no se ha disipado desde hacía un año entero. Mientras que JiMin llegaba a su departamento para encerarse a pensar con una taza de té. No va a negar que, aunque esto sólo era una táctica para conseguir el divorcio, sintió emoción por estar cerca de JungKook. Después de que se le hincara en el juzgado frente a todos los que estaban ahí, sintió cosas que durante un año creyó perdidas. Nunca esperó eso de él y sin embargo lo recibió, pero sin duda le hizo enfadar el hecho de que pensara que un restaurante sería una buena idea.

Es demasiado patético y sigue comportándose como alguien superficial.

Al menos no requirió de un pretexto para salir corriendo, porque realmente se sintió incómodo cuando llegaron a ese restaurante.

Logró sobrevivir al primer día. Ahora sólo restaban veintinueve.

Sin embargo, nada estaba definido. Ni siquiera los sentimientos. 

Holiii

Aquí de nuevo con esta su novela jsjs

Seguimos en la parte del drama, pero al menos ya hubo un avance. Pese a que la historia es corta, trato de darle seguimiento al proceso, espero lo esté logrando. 

No tengo mucho que decir con respecto a esto, pero ustedes estuvieran en la situacipon de JiMin, ¿qué harían?

Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar. 

Las tkm!!!


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