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              Una mañana gris más en Gótica, una mañana más en la que Beth se encargaba de las heridas en Bruce sin importarle lo mucho que se negara. Él miraba atento cómo vendaba sus nudillos tras haber limpiado y revisado las marcas rojizas, consecuencia de los golpes que daba noche tras noche. Antes de eso, había checado el moretón que se formaba alrededor de su ojo izquierdo.



Beth estaba sentada a su lado en el comedor tras haber desayunado —o casi comido, si se lo preguntaban a Alfred— teniendo al inglés enfrente suyo leyendo el periódico con sus lentes puestos. Era un ambiente tranquilo y cotidiano.



—¿Tienes algún plan para hoy?—preguntó rompiendo el silencio, ganándose la mirada de su novia.



—No, creo que no—tomó el pequeño metal cuyo trabajo era mantener la venda en su lugar—¿porqué?



—Bueno...creo que tengo ganas de salir un rato.



—¿De verdad?—dijo sorprendida, incluso Alfred bajó el periódico para verle frunciendo el ceño—¿a dónde?



—Me gustaría ir a la tienda de música del centro.



—¡Excelente!—se levantó de la silla—voy por mi chamarra. ¿O crees que llueva? Mejor llevo mi impermeable.



—¿Y si llevas ambos?



—Bruce Wayne—tomó su rostro entre ambas manos—eres un genio.



Besó sus labios de manera fugaz antes de dirigirse a las escaleras con prisa. Era raro que Bruce quisiera salir por el día, detalle que tanto ella como Alfred sabían mejor que nadie. Este último le miró luego de doblar el periódico dejándolo de lado.




—¿Puedo preguntar?—él le miró—¿a qué se debe la repentina salida? ¿Acaso es una fecha especial que olvidé?




—No—soltó una risita negando—sólo quiero caminar un rato con mi novia, comprar nuevos vinilos y quizá un helado. Aparte, creo que no es justo que permanezca encerrada todo el día por mí.



—Tiene sentido—respondió con una sonrisa.



Bruce por fin se estaba dando la oportunidad de tener una vida fuera de sus actividades nocturnas, de ser feliz. Aunque todo era a pasos pequeños pues todavía tenía ese miedo a salir en público y acaparar las miradas de todo aquel que le rodeaba. Mantenía el gorro de su sudadera negra puesto y Beth sostenía su mano prácticamente guiándole a través del pavimento húmedo por la lluvia de unas horas antes.



Ella tampoco se desenvolvía bien en espacios con más personas pero lo intentaba, lo intentaba por Bruce. Él era la motivación perfecta para lidiar con su ansiedad —y todos sus problemas, en realidad—.



Habían aparcado relativamente cerca de la tienda donde recogieron el pedido que Bruce hizo unos días antes. Aún así, eligieron pasear un rato para ver los demás locales a lo largo del bulevar; ropa, juguetes, zapatos...los ojos cafés de Beth paseaban de un artículo a otro a través de los ventanales. Sin embargo, su atención fue robada por un conjunto en tonos grises oscuros. Una playera de manga larga de dos colores y jeans manchados con un cinto de detalles plateados.



—¿Lo quieres?—preguntó deteniéndose a su lado.



—No, no. Está bien.



—Vamos—antes de que pudiera negarse, le hizo caminar dentro.



Beth entró un par de veces a lo largo de los años pero rara vez logró encontrar algo de su gusto, acompañaba a sus amigas más que nada.   Los colores neutros predominaban en la mercancía y no era tan mala como ella creía.



—Bruce, Bruce—le llamó corriendo hacia uno de los muros para señalar una chaqueta negra decorada con argollas—¿no te gusta? Es totalmente tu estilo.



—Si, es linda—respondió una vez que la alcanzó.



Él nunca había ido de compras, no realmente. Por lo general ordenaba todo por internet. Pero esa tarde descubrió que era divertido, bromear y platicar con su mejor amiga mientras elegían lo que más les gustaba. Empezó a entender porqué las chicas hacían eso tan a menudo. El tiempo pasaba sin que se dieran cuenta así como el montón de ropa que traían en brazos.



—¿Qué hay de esta?—Beth sacó una playera con diseño simple del aparador.



—¿No hay en negro?—ella soltó una risita devolviéndola para buscarla en ese tono.



Él sonreía estando frente a ella. No obstante, el gesto desapareció cuando miró detrás suyo; a lo lejos logró reconocer al hombre que en compañía de una pelirroja que colgaba de su brazo. Era Paul. Al levantar la vista, su expresión cambió de un segundo a otro.



—Aquí está—dijo sacándola para mostrársela, hasta que notó que lo prestaba atención—¿Qué pasa?



—Creo que deberíamos pagar esto—llevó una mano a su mejilla impidiéndole girar, aún así, Beth le miró atenta—e ir por un helado.



—¿A esa heladería al final de la calle donde hay de algodón de azúcar?—asintió, una sonrisa apareció en el rostro de su novia—solían llevarme de pequeña todo el tiempo. Una vez Evan casi se traga la cuchara de plástico pensando que era una galleta.



Bruce sintió esa punzada en su pecho al escucharla. Más no dijo nada, sólo le devolvió la sonrisa y tomando ahora su mano caminaron en dirección contraria a la pareja del fondo, directo a la caja. No sin antes fulminarles con la mirada.



Con el atardecer detrás suyo y media docena de bolsas volvían a la Torre. Como de costumbre, dejó que Beth conectara su celular al moderno estéreo del Corvette. Entonces la melodía de "Emo Boy" de Ayesha Erotica tomó control de las bocinas, esto pudo ser pasado por desapercibido para ella pero no para Bruce quien le puso atención a la letra al no haberla escuchado antes.



—Qué canción tan...interesante—dijo sin saber cómo reaccionar.



—¿De qué...?—giró la cabeza en su dirección juntando las cejas. Entonces cayó en cuenta de lo que escuchaba—AY NO. TE JURO QUE NO SÉ CÓMO LLEGÓ ESO A MI PLAYLIST.



Tomó el celular del espacio entre los asientos con las manos temblorosas, estaba tan nerviosa y avergonzada que se le cayó un par de veces. Sus mejillas ardían, su rostro completo ardía. Oprimió el par de triángulos para cambiar de canción pero no servía, seguía la misma. Bruce sonrió de ¿diversión? ¿pena?, viendo de reojo a  Beth entrando en pánico.



La única solución que vio en ese momento fue apagar el estéreo por completo, quedando en silencio. Acto seguido volvió a su lugar con la mirada fija en el parabrisas y ojos muy abiertos.



—Hay formas más sutiles de pedírmelo ¿sabes?



Parpadeó lentamente dos veces antes de mirarle. Si, había encontrado la canción por accidente haciendo una de sus tantas playlists y le apenaba admitir que pensó en él desde el primer instante. Pensaba enseñársela a manera de broma, reír y hasta allí.



—No era para nada la reacción que esperaba—Bruce sonrío mirándole por un segundo—pero la tomo.



Encendió de nuevo el estéreo continuando con el resto de la canción, ahora que la incomodidad se había ido. La siguiente canción fue más tranquila y pese a la divertida situación no dejaba de pensar en lo que vio minutos antes. ¿Qué Paul no se cansaba de herir a quienes se supone que amaba? Quitó la mano del volante para descansarla sobre su pierna donde entrelazó sus dedos con los de Beth, acto seguido besó el dorso de su mano con dulzura. La destrozaría saberlo, pero era algo de la que no podía protegerla.

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