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32

—☁️—




               Bruce solía decirle a Beth cuando tenía un episodio de ansiedad que por más complicada que haya estado la situación, siempre salía algo bueno. Esa mañana del 6 de noviembre fue capaz de entender con más profundidad su frase.



No sólo había terminado de una vez por todas con el terror que el Acertijo había presionado sobre la ciudad si no que logró descubrir cosas de sí mismo, detalles que de alguna manera le hicieron sentirse más ligero. La venganza no ayudaba a nadie y menos a alguien como él quien sólo buscaba el bien de los demás, era más bien la esperanza lo que se necesitaba. La esperanza de la que tanto hablaba Beth y finalmente pudo entender a lo que se refería.



El sol bañaba a Gótica con su luz dorada mientras las personas eran auxiliadas por las autoridades y él mismo. Era curiosamente el mismo punto de iluminación que le acompañaba durante esos momentos especiales junto a la chica que tanto quería. Observaba cómo uno de los helicópteros elevaba con cuidado a alguien cuando pudo verla; Beth se encontraba al fondo con un grupo de niños a su alrededor quienes tenían toda su atención en ella, sabía que les estaba contando una de sus tantas historias. Pero no que era sobre él. Sobre Batman.



Al sentir su característica mirada encima suyo, levantó la cabeza topándoselo a lo lejos. Le sonrió deteniendo su anécdota; ese simple gesto le hizo darse cuenta de que Beth era como el sol. Le levantaba pero también solía agotarle si obtenía mucho de ella...de todas maneras, le necesitaba. Los reclamos infantiles le obligaron a continuar entre risas, rompiendo el contacto entre ambos. Esa fue la última vez que vio a Bruce durante un buen tiempo.



Él se aseguró de que volviera a casa en cuanto abrieran de nuevo los accesos a la otra parte de la ciudad. También de hacerle saber que Leta estaba bien...lo que no estaba nada bien era su trabajo sobre la noche de la elección y no se dio cuenta de ello hasta el día siguiente.



Suspiró jugando con la silla de su escritorio dando pequeñas vueltas. La pantalla estaba en blanco y no recordaba nada de lo que escribió en su libreta que perdió, quizá debía darse por vencida y dejar ir los puntos extra.



—Llegó algo para ti—habló su mamá entrando a la habitación sin avisar.



—No he pedido nada—miró la caja que dejó en su cama.



La mujer se encogió de hombros escondiendo una sonrisa y salió cerrando la puerta otra vez. Eso fue suficientemente sospechoso como para levantarse de la silla e ir directo al paquete. No tenía nombre, tampoco estaba sellada por lo que la abrió con algo de miedo. Un papel doblado en dos fue lo primero que se encontró encima de más hojas, era algo así como una recopilación de notas.



"Esto fue todo lo que pude descifrar de las hojas mojadas. Espero sean útiles. Suerte.
—B."



Apretó los labios entendiéndolo. Había encontrado su cuaderno y se tomó el tiempo de transcribir el trabajo. Agradeció el gesto mil veces en su mente, pero no servirían de mucho pues ya sabía qué nuevo enfoque tomaría. Duró menos de dos horas escribiéndolo y corrigiendo los últimos detalles antes de enviarlo por correo a su profesor. El título fue lo más difícil, pero se decidió una vez que las palabras vinieron a ella...



La esperanza en Gótica tiene forma de murciélago, rezaba el encabezado bajo la capa de plástico que sostenía Beth entrando al ascensor. Su pequeño ensayo había sido el elegido para ser publicado por el periódico más importante de Gótica al día siguiente, una semana después de lo sucedido.



—¡Espera!—dijo un hombre no mucho mayor a ella caminando con prisa a las puertas que comenzaban a cerrarse. Las detuvo para que pudiera entrar—gracias. Odiaría tener que esperar de nuevo.



—No es nada—respondió sonriendo.



—¿Trabajas aquí?



—¿En el Gotham Gazzette? Oh, no—negó abrazando sus papeles—sólo vengo a entregar mi trabajo para que sea publicado.



—Ya veo. Tenía la esperanza de hacer una amiga mientras estuviera aquí—Beth ladeó la cabeza con curiosidad—vengo del Daily Planet a cubrir la rueda de prensa de hoy. Clark Kent, para servirte.



Le ofreció su mano con una sonrisa, fue donde ella notó con más detenimiento sus rasgos; usaba lentes sobre esos ojos azul claro, su cabello oscuro estaba peinado cuidadosamente y tenía sonrisa de modelo. Era atractivo pero no su tipo, probablemente le encantaría a su madre.



—Beth Walker—el ascensor se detuvo—y este es mi piso. Hasta luego, Clark. Suerte en mi humilde ciudad.



Estando del otro lado de las puertas corredizas se despidió llevando la mano a su cabeza, obteniendo otra sonrisa tímida como respuesta. Continuó su camino hacia la oficina principal del editor que su profesor le indicó. En menos de media hora ya estaba saliendo del edificio con las manos vacías, teniendo únicamente su pequeña mochila negra colgando en su espalda.



El aire con olor a tierra mojada le hizo detenerse un momento para admirar el cielo nublado encima suyo mientras subía el cierre del impermeable amarillo que usaba ese día. El mismo que le hacía sentir personaje de su libro favorito de Stephen King: It.



Las personas pasaban a su alrededor sin siquiera mirarle, como si fuera un obstáculo más en la acera, por lo que sintió al instante ese cambio de atención en ella. Miró al otro lado de la calle en búsqueda de quien le causaba esa sensación pero nada. Miró a su derecha, a su izquierda más allá de los límites del edificio donde pareció reconocer la chaqueta negra escabulléndose por el callejón. Entrecerró los ojos decidida a seguirle.



—Hola de nuevo—se detuvo ante la presencia de Clark en su camino.



—Hey—respondió sin mirarle.



—Pensaba en ir por un café, vi qué hay uno a la vuelta y ahora que te encuentro...¿te gustaría venir?



Finalmente levantó la cabeza para verle pues era casi igual de alto que Bruce.



—Es muy amable de tu parte pero...—suspiró jugando con el cordón de su mochila—estos últimos días han sido una total locura y no tengo ánimos para ese tipo de cosas. Lo siento.



—Lo entiendo—sonrió sin mostrar los dientes, irradiaba confianza—otro día.



Quizá fue para no sentirse culpable por no aceptar su invitación o por el confort que le hacía sentir su presencia pero aceptó intercambiar números en caso de que necesitara algo. En eso era lo que pensaba durante la madrugada al no poder reconciliar el sueño bajo las cálidas sábanas.



Una ventisca fría le hizo saber que la ventana había sido abierta. No había necesidad en darse media vuelta para darse cuenta de quien se trataba, al instante el ambiente cambió a uno exactamente igual al que sintió por la tarde.



Él sabía que estaba despierta por la manera en que respiraba y ella esperaba a que dijera algo. Lo que sea, extrañaba su voz tras más de una semana lejos suyo. Pero no salió ninguna palabra de su boca, igual que las veces pasadas.



Beth cerró los ojos con fuerza luchando con el impulso de mirarle, permaneciendo en la misma posición aún al escuchar el "click" del cristal volviendo a su lugar anterior. Al día siguiente será.

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