23
—☁️—
Al día siguiente, Bruce había pasado toda la mañana en su "sótano", ni siquiera estuvo allí cuando Beth despertó. Por la tarde ella decidió bajar y pasar un rato con él, aunque fuese sólo a hacerle compañía mientras investigaba en la computadora y escribía cosas en su cuaderno.
Sentada en una silla a escasos centímetros de Bruce observaba el alto y oscuro techo. Los pequeños murciélagos revoloteaban de vez en vez manteniéndole atenta de sus movimientos.
—¿Qué te tiene tan entretenida?—le preguntó Bruce recargándose en el respaldo de su silla mirándole, tomándose un pequeño descanso.
—Tus miles de hijos.
—¿Mis...?—sonrió negando entendiendo su comentario—no son mis hijos.
—Tienes razón, son nuestros—la sonrisa de Bruce sólo se ensanchó ante esas dos simples palabras—¿cuántos crees que haya?
—No lo sé, creo que nunca lo había pensado. Más de cien, estoy seguro.
—Wow...¿te imaginas ponerle nombre a cada uno?—giraba un poco su silla, jugando—aunque muy difícil no sería, tengo varias ideas.
—¿Cómo podrías diferenciarlos?
—Pues...podríamos ponerles collares de diferentes colores con su nombre—respondió como si fuese lo más obvio del mundo.
—Y...¿cómo los bajarías para hacer eso? Ni siquiera alcanzas el cereal de la alacena.
Finalmente le devolvió la mirada al no tener nada qué responder.
—Haces muchas preguntas—él soltó una risita—mejor cuéntame qué sucede por acá. Luego continuamos con el tema.
—Bueno, hay un club dentro del club—Beth giró un poco la silla para tenerle de frente—uno a donde la próxima víctima puede acudir.
Usaba una de las camisas a cuadros de Bruce encima de su playera gris a causa del húmedo frío que hacia abajo. También vestía unos jeans azules y sus confiables converse negros. Su cabello descansaba sobre los hombros al estar suelto. Si su madre estuviera allí probablemente le regañaría al estar vestida tan simple enfrente de su novio, todo lo contrario a Bruce quien pensaba que era cuando más hermosa lucía.
—¿Del Iceberg Lounge?—asintió—dame diez minutos y estaré lista para conseguirte información. Eric conoce a un tipo que me dejaría entrar sin hacer preguntas.
—Beth, tardaste tres meses en hablarle a alguien que no fuera Iris en clase.
—Pero estoy progresando.
—Lo sé y me alegra como no tienes idea. Pero esto es algo en lo que no quiero involucrarte—desvío la mirada a las pantallas—es demasiado peligroso...
—¿Entonces cómo podrás entrar allí sin llamar la atención?—preguntó ladeando la cabeza.
—Conozco a alguien—volvió a encontrarse con sus ojos castaños—no te preocupes.
—Eso sólo me preocupa más—movía ligeramente la silla de lado a lado ansiosamente.
—Amor, ¿porqué no vas de compras con tus amigas hoy?
Beth frunció el ceño ante el repentino cambio de tema. La repentina proposición, en especial porque para hacer compras él era su acompañante, él con sus lentes oscuros siguiéndole por todo el centro comercial sin cansarse. Estaba actuando más raro de lo normal.
—¿Acaso te estás deshaciendo de mí dejándome gastar tu herencia familiar?—levantó una ceja.
—No—respondió, pero parecía más una pregunta—sólo quiero que pases un rato con Iris y Kayla. Así buscas algo que ponerte mañana, algo que no haya elegido tu mamá y te haga sentir incómoda.
—¿De verdad iremos al funeral del alcalde?
—Si, a los asesinos les gusta ver las consecuencias de sus actos en eventos de ese tipo—hizo una pequeña pausa—ve, de verdad te haría bien divertirte un poco.
—Definitivamente te quieres deshacer de mí.
—No, claro que no—se apresuró a decir notando el cambio en su voz—¿porqué piensas eso?
—Porque mis padres suelen hacer lo mismo todo el tiempo. Beth, ¿porqué no vas a ver televisión? Beth, ¿porqué no vas al supermercado por papel?—se levantó de la silla—sé que suelo ser mucho para los demás. Y si no me quieres cerca, sólo dilo.
Con los ojos cristalizados y un nudo en su garganta partió hacia el ascensor. Bruce suspiró bajando la cabeza; ¿porqué hizo eso? arruinar las cosas con quien más le ama y sólo quería ayudarle. Aún así, había logrado su propósito de alejarle por un momento. No porque quisiera, si no porque se veía en la necesidad de hacerlo.
Bruce se estaba autodestruyendo y no quería arrastrar a Beth consigo...pero no era eso lo que sentía ella.
Lo que pasaba por la mente de Beth Walker mientras regresaba a su casa bajo la tenue lluvia que caía sobre el taxi era mera culpa. Probablemente estaba siendo demasiado —como siempre— y Bruce comenzaba a cansarse, a fastidiarse de lo estorbosa que era. Mucho seguía pasando por su cabeza al llegar a su casa.
—Pensé que llegarías más tarde—dijo su madre acercándose a la puerta tras escucharla abrirse—¿qué pasó?
—Nada—mintió sosteniendo al mochila en un sólo hombro—es sólo que Iris vendrá en un rato para ir al centro comercial.
—¿Y ese milagro que no te acompañará Bruce?
—Está ocupado...iré a dejar esto a mi cuarto.
La mujer asintió para luego verle subir las escaleras con cierta pesadez. ¿Qué hizo para haber fastidiado a Bruce? ¿Era porque hablaba mucho? Eso nunca pareció ser un problema. ¿Era porque le gustaba usar su ropa? No, incluso le había regalado un par de camisas suyas.
Entonces se detuvo al tener ese pensamiento que trataba de evitar a toda cosa: ¿y si había encontrado a alguien más? Bruce era atractivo en todos los sentidos, incluso su torpeza al socializar era atractiva. Aparte, sabía que cualquier chica podía ser mejor que ella. Negó soltando la mochila en el piso. Él nunca le haría eso...¿o si?
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