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—🌥—



"...cuando nos besamos, algo pasó entre nosotros. Una chispa de electricidad, el choque del reconocimiento, de conocernos de otra vida. Fue como si de pronto encontrara una parte de mí que nunca supe que faltaba. Éramos dos almas perdidas que finalmente encontraron refugio en los brazos del otro"




             Bruce bajó la pluma para releer aquel pequeño párrafo. Una sonrisa apareció en su rostro al hacerlo, una que Alfred notó a lo lejos. Cerró el cuaderno para dejarlo de lado y continuar con el caso de tráfico de drop que investigaba desde hacía ya varias noches. Estaba por atrapar a la cabeza de la organización y con ella terminaría la distribución en el área norte...al menos por un tiempo.



Eran las nueve de la mañana cuando decidió subir a darse un baño y desayunar.



—¿Qué tal le fue ayer en su cita?—preguntó Alfred al verlo bajando las escaleras que daban al comedor donde leía el periódico.



—¿Qué cita?—dijo sentándose a su lado en la otra silla vacía.



—Si no quiere contarme está bien. No tocaré el tema entonces—volvió a su lectura. Sólo digo que pienso que es una joven muy dulce y agradable.




—Lo es—miró el plato de cereal enfrente suyo—Beth me gusta y creo que también le gusto. Nos entendemos a la perfección. Eso es bueno ¿no es así?



—Es más que excelente—el hombre le miró bajando el papel, no pudo evitar sonreír ante lo que escuchó—me alegra mucho. ¿Volverá a verla en estos días?



—Probablemente. No quiero fastidiarla.



Pero fastidio era lo que Beth sentía en aquel momento; el amigo más cercano a su padre estaba de visita y fue obligada a convivir con ellos en la sala. Michael estaba allí con su esposa e hija que tenía la misma edad que Beth lo que le hacía propensa a las comparaciones con ella.



"Liza ya tiene novio y están comprometidos", "Liza usa vestidos muy lindos", "Liza es la mejor en su curso", "Liza...". Estaba harta y no soportaba su presencia en la misma habitación, se comportaba de manera egocéntrica frente a Beth.



—Evan está por terminar el primer semestre de su ingeniería, incluso está en el cuadro de honor—dijo su madre mostrándole al par de mujeres fotos de su hijo en el campus—también entró al equipo de fútbol y le va de maravilla.



—Eso es genial, Faith—entonces la mujer vio a Beth—¿y qué hay de ti?



Las tres volvieron su atención a Beth, sentada en la otra orilla del sofá jugando en su celular. Su padre y Michael platicaban en el pórtico mientras ellas prefirieron quedarse dentro. Levantó la mirada algo confundida pues dejó de prestar atención desde la primera vez que mencionaron el nombre "Evan".



—Yo estoy bien, gracias—dijo sonriéndoles apretando los labios.



—¿Sigues trabajando en esa cafetería cerca del Iceberg Lounge?—asintió sabiendo que algo se aproximaba—oh...pues Liza acaba de ser aceptada en Wayne Enterprises como pasante.



—Wayne Enterprises—repitió.



—Si, departamento de inversiones—contestó con su sonrisa resplandeciente, esa que su madre tanto le mencionaba.



—Felicidades—sonrió pero no para ellas, no para su madre. Si no para sí misma. Fácilmente podría hablar de Bruce y su perfecta cita de hace unos días pero no lo hizo. Prefería mantenerlo como su pequeño secreto, egoísta o no, le gustaba que fuera así—ahora vuelvo.



Se levantó para caminar hacia la cocina por un vaso de agua y aprovechando, descansar de la plática tan competitiva que mantenían en la sala.



—Pobre de Beth—escuchó yendo de regreso, caminaba lentamente con la atención en el celular. Misma que cambió a los murmuros—debe ser difícil ¿no? Estar...



Llegó justo a tiempo para ver a Liza girando el dedo al lado de su cabeza, refiriéndose a estar loca. Pese a la competencia entre sus madres ellas fueron buenas amigas durante la infancia y aún se veían casualmente hasta la fecha, por eso Beth sintió una punzada en el pecho al verle hace ese gesto. Al escucharla expresarse con esa lástima de ella. Era su amiga ¿porqué hablaba así?



—Beth—fue lo siguiente que salió de su boca.



Tanto Liza como Faith y Susan giraron la cabeza para verla parada detrás suyo, detrás del sofá.



—Es bueno saber lo que en verdad piensas de mí—respondió luchando con el nudo en su garganta.



Decidida, tomó su bolso que colgaba al lado de la puerta a un par de metros junto a las llaves del auto de su padre, el que usaba cuando él no estaba en la ciudad. Salió de la casa sin siquiera ser notada por los dos hombres que bromeaban afuera.



Por fin pudo respirar tranquila alejándose con prisa de casa. Conducía sin rumbo alguno bajo el cielo nublado hasta detenerse en una calle básicamente desierta en algún lado de la ciudad. Fue cuando decidió cambiar la estación de radio hasta encontrar algo mejor que el reporte de política; "About A Girl" de Nirvana estaba siendo transmitida en la última. Una de las canciones que Bruce había puesto en su mezcla.



Bruce. No había escuchado de él en más de una semana lo cual no tenía sentido. La última vez que se vieron todo salió bien: la plática, la conexión...el beso. Una ola de ansiedad se le vino encima pensando en lo que podía haber pasado ¿y si se arrepentía de lo qué pasó? ¿Y si se dio cuenta que en realidad no valía la pena exponerse con alguien como ella? Recargó la cabeza en el volante rindiéndose. Todo era tan abrumador.



"Creo que encajas con la descripción pero no puedo verte cada noche", cantó Kurt. Beth desvío la mirada a la radio. "Estoy esperando mi turno, espero tengas tiempo para mí" ¿La letra era una mera coincidencia o Bruce trataba de decirle algo al ser una de las doce canciones elegidas? Miró al asiento de copiloto donde yacía su bolso, su libreta se asomaba del cierre entre abierto llamándole a gritos. La canción podría ser una señal para hacer lo que mejor le salía. Escribir.



Bruce,
Quizá te preguntes qué haces con esta hoja de cuaderno garabateada. Y es que yo tengo la misma duda, espero sea resuelta antes de que se termine la tinta de mi pluma.

Toda mi vida he tratado de encajar porque soy consiente de que soy diferente a los demás. No de la manera cliché que muestran las protagonistas en las películas, si no de la que no entiendes los chistes que a los otros les hace reír a carcajadas. O cuando no captas las burlas crueles ni siquiera cuando son hacia ti. De la que te hace fingir ser otra persona para evitar que noten lo raro que eres, que tus amigos se alejen poco a poco hasta quedarte solo...pero cuando estoy contigo olvido todo eso. Tú me haces sentir como si fuera normal aunque sea sólo un par de horas al día, no tengo necesidad de reír falsamente de chistes porque bueno, apenas hablas y no es que los necesites hacer porque así eres, así te entiendo y tú entiendes todas mis pláticas que terminan siendo de un tema totalmente diferente con el que empezaron.

Es como si tuviéramos nuestro propio idioma, uno sólo nuestro. Siempre he sentido que no pertenezco a ningún lado y Bruce, sé que también te sientes así. Pero como dije antes, cuando estamos juntos desaparece ese malestar.

Lamento no haberte dicho todo esto en persona pero aparte de que tengo pésima memoria y lo arruinaría todo, he dejado ir oportunidades antes por miedo...para mi sorpresa, miedo es lo último que siento cuanto estoy contigo.

Y como escribir es lo único que me sale bien (creo) aquí está el resultado.

Sé que eres un hombre que ha pasado por demasiado, alguien que no merece cargar tanto en su corazón. Justo por eso entiendo totalmente que a veces soy demasiado y está bien si no sientes lo mismo, está bien si decides romper esta carta escrita en la comodidad del auto de mi papá o quemarla en la chimenea dramáticamente. Créeme que lo entiendo.

Beth.





Mordió la uña de su dedo pulgar leyendo mil y un veces su especie de confesión. Ya estaba escrita ¿pero debería ser entregada? Odiaría asustar a Bruce y hacerle pensar que es una obsesiva pero no podía evitarlo, no podía evitar desear estar con él. Levantó la mirada para darse cuenta dónde había terminado.



La torre Wayne estaba a una calle de distancia. Definitivamente era una señal, justo la que necesitaba.

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