Cap 12; girl on fire
Los recuerdos de SeongHwa sobre aquella noche se sucedían en su memoria como una película de serie B, y aún no sabía muy bien si quería recordar toda aquella bochornosa noche una vez más o no. No obstante, si había algo que lo perturbaba era que aún recordaba con relativa claridad lo que había ocurrido en la que había sido una de sus peores noches de borrachera en años. Que San sacara el tema del video semanalmente y comenzara a descojonarse con YeoSang sobre el fantástico espectáculo, por supuesto, tampoco era de mucha ayuda para desarchivar aquella noche de su memoria.
Obviamente, no es como si fuera a contarle nada de lo ocurrido a alguien, menos a alguien como HongJoong. Bastante tenía ya con que el vídeo (EL vídeo, como lo llamaba San) de él creyéndose el rey del pole estuviera dando vueltas por los confines de internet por toda la eternidad. En el fondo le era un poco indiferente, a menos que ese vídeo acabara en las manos de HongJoong por algún motivo.
— ¡Ey! — Espetó SeongHwa al notar cómo un alfiler atravesaba momentáneamente su piel.
— Perdón — Le contestó HongJoong, alargando la última sílaba con desdén.
SeongHwa no se había dado ni cuenta de que estaba intentando ajustar lo que parecía un patrón que había confeccionado con anterioridad. Tampoco quiso hacer ninguna pregunta al respecto, no fuera a ser que a HongJoong le diera por retomar la conversación que él había dejado en stand by.
El diseñador dejó escapar un suspiro, apartó a un lado sus utensilios para intentar ajustar el patrón y se incorporó casi de un salto.
— Creo que ya se ha hecho demasiado tarde, no quiero otra denuncia por explotación laboral — Seonghwa intentó hacer caso omiso a la palabra "otra" por la cuenta que le traía y se limitó a dedicarle una mirada desconfiada — Venga, que te invito a tortitas con sirope de arce. Ojo, mi preciosa madre me envió el sirope el otro día, recién importado desde las llanuras de Montreal. Luego ni se te ocurra decir que no te he cuidado. Dame unos minutos.
SeongHwa bufó, subió una ceja y resopló, en ese preciso orden. Pero HongJoong no pudo ser testigo ya que se había esfumado en cero coma bajo el umbral de la puerta en dirección a la cocina. Lo único que quedó de él fue el tarareo de una canción que SeongHwa no pudo identificar (porque a SeongHwa, Britney Spears no le hacía mucha gracia) que se iba alejando. Agradeció la repentina pausa ya que si tenía que escuchar un segundo más la estridente voz del diseñador probablemente perdería los papeles.
¿Y qué mejor manera para contrarrestar el estrés que echarse un cigarro? SeongHwa sabía que no había otra.
Así que se repantigó en el diminuto sofá de terciopelo blanco que había en el centro del vestidor, subió las patas sin tener ninguna consideración con la tapicería y se encendió el cigarrillo. Dio una profunda calada, inclinó la cabeza hacia atrás y dejó salir el humo hacia arriba mientras que se quedaba mirando el techo ensimismado, sintiendo poco a poco como comenzaba a relajarse. Pronto reparó en que había una pequeña luz intermitente justo encima de él: el detector de humo. Era hipnótico verla parpadear intermitente cada dos segundos. Hasta que el intervalo comenzó a reducirse poco a poco a poco...
Bastó un parpadeo para que saltara la alarma de incendios y se pusieran en funcionamiento todos los aspersores ubicados por todo el vestidor y, en su defecto, por toda la casa. Como resultado, toda la tapicería, alfombras y sobre todo, las carísimas colecciones de ropa de HongJoong al igual que el cuerpo y la ropa de SeongHwa, quedaron completamente empapadas.
Como si se tratara de un rayo, Hongjoong irrumpió corriendo en el vestidor de nuevo (él también calado hasta los huesos), tan pronto como escuchó la alarma de incendios y tan pronto como sus esponjosas tortitas con sirope importado habían quedado catastróficamente arruinadas.
— EXCUSEZ-MOI QUOI DE LA FUCK !? ¡PARK, QUÉ COÑO! — Vociferó HongJoong, sacando toda la ira que su pequeño cuerpo podía albergar — ¡MI ROPA!
— No, HongJoong. Yo no he hecho nada — le respondió con toda la calma que pudo fingir al ver a HongJoong, siempre tan amable y tan de buen humor, ahora con los papeles completamente perdidos.
— ¿¡QUÉ NO!?
— ¡Te juro que no es lo que parece! — Intentó justificarse sin éxito, aunque era un poco difícil con el cigarrillo a mitad, empapado los dedos.
— ¡Pues yo te juro que te voy a hacer pagar hasta el último won, dólar, o lo que coño haga falta por los desperfectos!
El diseñador caminó decidido hacia SeongHwa dispuesto a engancharlo del cuello del jersey sin pensárselo dos veces. Pero para sorpresa de este, se detuvo en seco en cuanto se posicionó cara a cara con él y su mandíbula descendió por inercia.
Quedarse estático no fue voluntario, por supuesto. Pero tener un primer plano de SeongHwa, todo mojado, con el pelo completamente lacio pegado a la frente y el eyeliner diluído deslizándose por sus mejillas, contrastando con la blanca piel de sus mofletes y enmarcando sus atrapantes ojos violetas que brillaban por la confusión, la molesta humedad y el inevitable pánico que aparece cuando uno hace enfadar a su jefe, fue suficiente para que toda la charla y todas las amenazas que se habían arremolinado en su mente quedaran disueltas ante el implacable pensamiento que invadió de golpe su uso de razón: ¡Oh my god, SeongHwa ya es atractivo de por sí, pero así estaba guapísimo! SeongHwa era brillante: costaba mirarlo, pero aún así no podía dejar de hacerlo y si seguía así acabaría perdiendo toda su credibilidad como superior.
Así que HongJoong tragó saliva y trató de enderezarse para no perder completamente la poca postura que le quedaba después de haberse pasado treinta sólidos segundos escrutando la cara de su modelo sin ser del todo capaz de ocultar su fascinación. Sabía que perdonar a un cachorro solo porque era adorable era algo ridículo cuando se aplicaba a seres humanos, pero tampoco era como si le fuera posible ponerse hecho un energúmeno con SeongHwa, quien le representaba tantas, tantas debilidades. Desde luego aquello era un problema.
De hecho, en aquel momento tenía un pequeño percance, y ocuparse de él tenía más prioridad que ponerse a echar una charla de mamá patito y a llorar dramáticamente por sus trapitos perdidos (para lo cual siempre habría un hueco en su apretada agenda).
Respirando hondo, HongJoong volvió a clavar su mirada en los ojos de SeongHwa, quien hasta ahora había permanecido estático, no teniendo muy claro qué era lo que estaba pasando por la turbulenta mente de su jefe y suplicando, oh por favor, que todo aquello no le costara el despido.
— Cher SeongHwa — dijo HongJoong con cierta dulzura en su voz, como si tratara de recuperar la confianza de un pequeño animal al que había asustado — No lo has hecho bien, eh. Aunque deslices tiene todo el mundo. Esto se va a solucionar, claro que sí. Cuento contigo para poner de tu parte, ¿sí? Pero ahora, si me disculpas, me retiro un momento al baño, necesito echarme agua en la cara y despejarme un momento. A solas, por favor.
¿Había escuchado la palabra "despido"? Oh, claro que no lo había hecho. Eso era una victoria.
SeongHwa no tenía la más remota idea de qué clase de proceso extraño acababa de ocurrir en la mente de HongJoong pero de cierta forma, fuera lo que fuera, se lo agradecía. Al menos por ahora.
⎈⎈⎈
Todo estaba dispuesto en la inmensa mesa del comedor para dar inicio a la hora de la cena, incluidos los candelabros de importación europea que una de las sirvientas se encargaba de iluminar cuidadosamente con una cerilla.
A JongHo le encantaba su trabajo, claro que sí, pero eso no quería decir que no disfrutara de esos momentos de lujo y soledad en la privacidad de su comedor donde podía dejar de gritarle a los empleados lo inútiles que eran durante un tiempo limitado (que al final del día, era agotador). Procedió entonces a ordenarle a otra de las criadas que encendiera la enorme pantalla de televisión que ocupaba prácticamente toda la pared mientras se acomodaba en un sillón tapizado. Era hora de ver cómo le iba a los fracasados por el mundo, y quizás el tiempo más tarde para saber qué traje ponerse mañana y cual enviar a la tintorería.
Sin embargo, las noticias que JongHo presenció tan pronto como se encendió la televisión no eran ni de por asomo lo que esperaba: los bomberos, periodistas, la policía y quién sabe si la interpol también se encontraban rodeando el edificio donde HongJoong tenía su vivienda en el ático. Al parecer el edificio había sido completamente evacuado por un aviso de la alarma de incendios.
— Kim HongJoong, ¿está todo bien en su vivienda? — Preguntaba uno de los periodistas.
— No os preocupéis, de verdad, se me había quemado algo que estaba cocinando y eso es lo que ha provocado que saltara la alarma de incendios. Que hoy en día esas cosas son super sensibles; a la mínima que se te ahuma un poco algo, POP, todo empieza a pitar — Explicaba HongJoong con la mayor calidez y tranquilidad que pudo — Por suerte, no hay que lamentar heridos, ha sido solo un susto.
— Seguiremos informando acerca de la situación en este prestigioso edificio del distrito de Gangnam.
Todos los adjetivos despectivos que JongHo pudiera dedicarle a HongJoong eran insuficientes en aquellos momentos. No solo acababa de hacer el ridículo en la televisión nacional y había ensuciado el nombre de la empresa, sino que también le había fastidiado su momento inexpugnable de descanso diario.
Al CEO se le cerró el estómago y decidió llamar de inmediato a HongJoong antes de cenar, o si no, probablemente le acabaría sentando mal la comida por su culpa.
En la pantalla de la tele, tras el periodista que continuaba dando detalles sobre el incidente e indicando que calles habían sido cortadas, vio con perfecta claridad como HongJoong se llevaba su blackberry a la oreja.
— ¡Ooooh JongHo! Que sorpresa recibir una llamada tuya fuera del horario de trabajo ¿Está todo bien? — Contestó HongJoong al otro lado de la línea.
— ¿Cómo tienes la cara de preguntar si todo va bien? ¡Acabo de ver las noticias! Eres peor que un niño de parvulario, si no tienes a alguien supervisándote en todo momento poco más y quemas el ático. ¿Eres consciente de que acabas de salir en todos los medios de este país y acabas de movilizar a la mitad de las fuerzas de seguridad de Seúl?
— JongHo, querido, ¿acaso eres mi madre?
JongHo apretó el teléfono entre sus dedos hasta escucharlo crujir. No iba a gastar ni un solo segundo más de su tiempo libre con cuestiones del trabajo. Terminó colgando y finalmente respiró para retomar el control y no estrellas el teléfono contra la pantalla de la televisión en un acto impulsivo.
Mañana será un nuevo día.
⎈⎈⎈
Los violetas ojos de SeongHwa se paseaban por una sucesión interminable de todos aquellos objetos que habían resultado dañados en casa de HongJoong después del incidente del vestidor. En la última hoja, al final del todo, estaba la suma global del precio de todos los artículos que se habían echado a perder resaltado en negrita. Probablemente no había visto tantos ceros juntos seguidos del símbolo de won en su vida. Prefería no leer absolutamente nada por el bien de su salud mental y su estabilidad económica.
HongJoong lo había convocado en su despacho al día siguiente del desastre. Fue muy iluso por su parte pensar que iba a hacerle la vista gorda solo porque lo dejara tumbarse en el sofá del despacho. Lo siguiente que vio fue un archivo del seguro más grueso que el montón de apuntes de metafísica de YeoSang frente a sus ojos
Si ya de por sí su cuenta bancaria pendía de un hilo, ahora ya había caído en el fondo del abismo. Realmente iba a estar trabajando hasta el día de su muerte para pagar todo aquel desastre.
— Tienes mucha suerte de que el seguro me cubra la mayoría de los daños — Comentó HongJoong como quien no quiere la cosa. Su tono cantarín había sido transformado en uno realmente serio.
— ¿Y se supone que yo tengo que pagar todo esto? — Replicó SeongHwa, incrédulo. Suerte, decía el otro. Aún así, intentó controlar su mal humor. Quién sabía si la cara de corderito degollado le podría salvar de parte de la deuda.
— No esperarás que no sea así, ¿no? Las acciones tienen consecuencias, Park SeongHwa. Tu mayor castigo es haberte quedado sin tortitas. De más es que no te vaya a despedir.
Despido. Esa palabra temida por SeongHwa. Pero se encontraba en una frase negativa, así que tampoco tenía que preocuparse en exceso, ¿no?
— Yo si fuera tú me emplearía a fondo para que tu contrato pasara de temporal a fijo, o si no ya puedes ir hipotecando tu futura vivienda de hombre casado. ¡Oh! Otra cosa, te estoy haciendo un favor, pero no creo que el CEO JongHo pueda ser tan flexible con este tipo de errores, así que trata de ser discreto con el tema. ¿Bien? Te recuerdo que él piensa que el casi incendio fue culpa mía por dejar la sartén sin supervisar.
HongJoong finalizó su serie de amenazas azucaradas con una gran sonrisa.
Realmente había subestimado al diseñador y su capacidad de endeudarlo hasta el último de sus días.
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