Capítulo 4
~Luka~
Sentí un desagradable olor en mi nariz, abrí los ojos con lentitud encontrandome con... ¿Queso?.
Con una mano quité el oloroso trozo del ejemplar de mi rostro dejándolo en la mesita de noche de Marin... espera, ¿Marinette?. Volví la vista hacia abajo y ahí estaba esa hermosa azabache de ojos azulados durmiendo en mis brazos. Anoche nos quedamos dormidos de la nada, ni si quiera me dio tiempo de sacar mis zapatos, luego de haber conversado un largo rato.
Su respiración era apacible y profunda, se veía como una pequeña niña luego de haber comido dulces.
Daría lo que fuera por despertar de ésta forma por el resto de mis días. Acaricié su mejilla y ella frunció levemente el ceño abriendo sus ojos con lentitud.
-Buenos días.- susurré tocando su nariz.
Marinette abrió sus ojos rápidamente alzando su cabeza para verme.
-¡Luka!.- exclamó con las mejillas completamente enrojecidas.- t-tu... .- solté una risa.
-¿Qué pasó?.- pregunté viendo su reacción.
-Na-nada, o sea... .-se miró a sí misma, se cubrió con ambas manos y rodó por la cama cayendo al piso.
-¡Marinette!.- no la pude sujetar.- ¿Estás bien?.- me paré y la ayudé a levantarse.
-Estoy bien, no es nada.- se sobó la cabeza haciendo una cara graciosa.
-Ten más cuidado.- sonreí.
-Si...
-Creo que serán divertidas las mañanas contigo.- se me salió y me quedó mirando, aclaré mi garganta mirando hacia otro lado con algo de vergüenza.- oye Mari.- llamé su atención.- de casualidad ¿sabes porque tenía un trozo de queso en la nariz?.- me crucé de brazos enarcando una ceja.
-¿Un queso?.- arrugó levemente su pequeña la nariz y señalé el trozo que había dejado en su mesita de noche.
-Si, un queso. Está bien a veces hacerme bromas, pero esa cosa es apestosa.- solté una risa y ella murmuró algo que no logre oír.
-Bu-bueno, solo quería ver tu cara al despertar.- se soltó a reír.- Pero creo que ¡ya no habrá más queso en ésta casa!.- dijo más fuerte lo último.
-Claro.- acaricié su cabeza con algo de extrañeza por su actitud.- ¿Quieres desayunar?.- pregunté depositando un beso en su frente y abrazandola por la cintura.
-¿Desayunar?.- miró hacia arriba y asentí.
-Obvio, no puedes empezar el día sin la comida más importante.
-Entonces vamos a desayunar.- sonrió y tomó mi mano guiandome hacia el comedor.- toma asiento.
Le hice caso y comenzó a hacer el desayuno, el olor a tostadas con mantequilla derretida llegó a mi nariz.
-Señorita Dupain ¿con que nos deleitará esta mañana?.- pregunté desde mi lugar y la oí reír levemente.
-Con un desayuno de lo más común en todo el mundo.- respondió y apareció con una taza de café junto con tostadas.
-Lo que sea que hagas será estupendo.- agregué levantándome para ayudarle.
Marinette sonrió y se sentó a mi lado. Tomé la cuchara para echarle azúcar al café y sentí algo extraño en la base de éste, era un trozo de queso, olía horrible, ¿Qué tiene con el queso hoy?. Miré a Marinette algo extrañado y ella me devolvió la misma mirada.
-¿Por qué me miras así?.- pregunto frunciendo el ceño.
-Me gusta el queso, pero no en el café literalmente.- solté una risa y ella puso cara de confusión.
-¿A que te... .- le enseñé el trozo medio derretido sobre la cuchara y ella frunció el ceño volteandose a la cocina.- iré a traerte otro café.
-No sabía que hoy era el día de jugarle bromas a Luka, después no te quejes si yo te hago bromas.- la molesté y solo sonrió llevándose consigo la taza de café. Mordí unas tostadas mientras volvía, se demoró unos minutos.
-Perdón por lo del queso... torpeza mía.- susurró dejando el tazón frente a mi.- definitivamente ¡No habrá más queso en esta casa!.- alzó la voz de nuevo.
-Tienes un serio problema con los lácteos al parecer.- solté una carcajada.- iré por algo de mermelada.- me levanté de mi sitio y fui a la cocina.
Iba a abrir el refrigerador cuando veo una nota pegada en la puerta.
-"Vete cabeza de pavo real".- decía con una huella diminuta de un gato a un costado.- "o probarás mi cataclismo".
-¿Pero que que esto?.- pregunté tomando el papel en mis manos y abrí el refrigerador. Grande fue mi sorpresa al explotarme una caja de leche encima.- debe ser un broma.- bufé limpiando con mis manos el líquido derramado sobre mi torso y rostro. Fui hacia el comedor nuevamente y Marinette me miró asombrada.
-Pero, ¡¿Qué te pasó?!.- preguntó con los ojos muy abiertos.
-Créeme que yo también quisiera saberlo.- me sacudí un poco y tomé asiento en mi lugar.
-Iré por una toalla.- dijo pero la detuve.
-Descuida, de todas formas dicen que los baños de leche te rejuvenecen.- ella soltó una risa y se quedó en su lugar.- aunque de todas formas ¿Qué es esto?.- le mostré el papel y lo leyó con evidente molestia.
-No es nada.- arrugó el papel en su mano y lo dejo a una lado.- seguramente Nino lo puso cuando estuvo aquí la vez pasada.- hizo una fina línea en sus labios.
-Claro, ese idiota.- solté una carcajada, eso tenía bastante sentido.- ¿Pero a que se referira con cataclismo? .- musité y me encogí de hombros.- se las cobraré después.
-¡No!.- exclamó.- digo... Nino es bromista, pero no es para tanto.- la miré algo pasmado.
-Eso es porque a ti no te hace bromas.
-¡Claro que si!, con la diferencia que conmigo es mas tierno.- fruncí el ceño por su expresión.
-¿Qué tan tierno?.- pregunté alzando un ceja y ella me golpeó el hombro.
-Vamos Couffaine, no me digas que estas celoso.- rió levemente.
-Puede que un poco.- corrí su flequillo con mis dedos y se sonrojó.
Desayunamos con normalidad, después de mis incidentes con el queso, definitivamente hoy no quiero ver más queso, la leche y esa nota de Nino, me ha llamado de muchas formas menos pavo real.
La luz fue aumentando cada vez más tras el pasar de los minutos.
-¿Qué harás hoy?.- pregunté tomando su mano por sobre la mesa, se quedó un momento en silencio y luego habló.
-Iré a ver al señor Agreste.- respondió y sentí un poco de incomodidad.
-¿Un sábado?.- enarqué una ceja.
-Es que debo hablar unas cosas con él.- miró hacia otro lado.
-¿Todo bien?.- hice que volteara a verme.
-¡Claro!, ¿Por qué no lo estaría?.- me encogí de hombros.
-No lo sé, te ves algo preocupada.- aclaré mi garganta.- ¿Tendrás clases hoy con él?.- negó con la cabeza pero inmediatamente asintió.
-Si... o sea, no lo sé.- tomó aire.- algo así y a la vez no...
-Está bien.-dije no muy convencido.- ¿puedo pasar por ti después?.
-Oh, claro... Pero no estoy segura a que hora me desocupe.- sonrió levemente.
-Te llamaré para saber cuando estés lista, quería que fuéramos a dar una vuelta o quizás salir con Nino y Alya.- suspiró al oír lo último.
-Preferiría dar una vuelta sólo contigo o ir a ver a mis padres.
-Marinette.- la miré seriamente.- debes hablar con Alya, estoy seguro que ella se siente tan mal como tu.
-Lo se, pero... estoy molesta con ella.
-Entiendo, pero prometeme que arreglarás las cosas con ella.- hizo un puchero.- Marinette.- recriminé y asintió.
-Está bien, está bien. Tu ganas.- alzó sus manos.
-Excelente, entonces iré a mi departamento para cambiarme de ropa y todo eso, además, tengo que ver unas cosas de la banda junto a Juleka, aprovecharé de ver a mi madre.
-Dale saludos de mi parte.- dijo feliz.
-Lo haré.- tomé mi celular y vi la hora.- bueno, creo que ya me iré.- asintió.
-Claro, nos veremos después entonces.
Tomé mi chaqueta y las llaves de mi moto para emprender camino a mi departamento.
-Nos vemos después, hermosa.- acaricié su mejilla y besé su cabeza.
-No vemos.- abrí la puerta y salí.
No me demoré mucho en llegar a mi departamento, tomé una ducha rápida y, luego de vestirme claramente, puse mi guitarra en la espalda para ir a la casa de mi madre donde viví prácticamente toda mi vida junto a mi hermana.
Había hablado hace poco con Juleka y me comentó que estaba viendo departamentos para vivir sola, le ofrecí el mío mientras encontraba un lugar, pero no quería dejar a mamá sola antes de tiempo.
Mi pequeña hermana era de las personas más importantes en mi vida, daría todo por ella, siempre se esfuerza en los estudios, a pesar de no ser muy buena en ello, y aunque llegue tarde a los ensayos, es impecable en las presentaciones y eso me hacía sentir orgulloso.
Estacioné mi moto a un costado del río y entré en la casa-bote.
-¿Mamá?.- llamé bajando por las escaleras y adentrandome en la sala.- ¿Estás en casa?.
-¡Luka! ¡hijo mío!.- oí derrepente detrás de mí y me sobre salté.
-¡Mamá! No me asustes así.- di la vuelta para abrazarla.- Hola.- murmuré y ella me estrujó con fuerza.
-Te extrañé mucho mi pequeño hermoso.- apretó mis mejillas y me observó detenidamente.- estas más delgado, ¿Estás comiendo bien?.- preguntó y asentí.
-Si mamá.- solté una risa.- sabes que si.
-No, no lo sé. -frunció el ceño.- si no te tengo aquí no tengo como saberlo.- hizo un puchero.
-Ay mamá.- suspiré y le sonreí.- no te preocupes, sabes que se cuidarme perfectamente.
-Lo sé, pero eres mi bebé.- tomó aire.- bueno, bueno. En algún momento los marineros se van del barco para vivir en la tierra.-negué con la cabeza soltando una carcajada, sin duda mi madre era una mujer única, a veces extrañaba sus metáforas de alta mar.
-Jul, ¿Está aquí?.- pregunté quitándome la guitarra.- se supone que veríamos unas cosas de la banda y el disco.- mi madre se encogió de hombros.
-Debería estar en su habitación o quizás salió y no lo recuerdo.- puso cara de pensar.
-Iré a ver.- caminé hacia su habitación y golpeé la puerta.- Juleka ¿estás?.- esperé un momento y la puerta se abrió dejando el semblante completamente adormilado de mi hermana menor.
-Luka~ .- dijo entre un bostezo.- ¿Qué haces aquí?.- preguntó pasado un puño por uno de sus ojos.
-Que maneras de saludar a tu hermano.- solté ofendido y ella soltó una leve risa.
-Lo siento, hola.- sonrió y abrió la puerta por completo para brindarme un abrazo de lo más cálido.- pasa, hay mucha luz aquí afuera.
Fue nuevamente a la cama y se cubrió con las frazadas, las cortinas estaban cerradas. Cerré la puerta y me senté a sus pies.
-Quedamos de ver las nuevas canciones y las fechas de grabación del disco.- platiqué y ella abrió sus ojos.
-Oh, si. Lo siento, se me olvidó por completo.- bostezó nuevamente, se veía cansada.
-¿Te encuentras bien?.- pregunté algo preocupado.
-Si, sólo... La universidad me tiene un poco agotada.- eso lo explicaba, como bien dije antes, su fuerte no eran los estudios, pero se esforzaba.
-Ya veo, pero recuerda que igual debes dejar a tu cuerpo descansar.- me acerqué y acaricié su cabeza.- descansa, podemos ver lo del disco y las canciones otro día.- asintió cerrando un poco sus ojos.
-Está bien... Por cierto.- se estiró un poco.- estuve hablando con Rosita sobre lo que me dijiste de hacer una reunión.- cierto, la reunión.- ya sabes, con los viejos compañeros de la escuela.- sonrió.
-Si, si. ¿Y que te dijo?.- pregunté mirándola atento.
-Se puso a gritar de la emoción.- soltó una risa.- y cuando se pudo calmar me dijo que ella se encargaba de contactar con todos y fijar el día, aunque por como estaba de entusiasmada creo que será este otro fin de semana.
-Genial, la diré a Mari. Se pondrá contenta.
-Oh si, ¿Cómo ha estado?.
-Bien, algo atareada con la universidad también y a veces tropezando.- reí un poco.- ya sabes.
-Claro, muy Marinette.- sonrió.- te diría que le enviaras saludos, pero como la veré dentro de poco mejor no lo hagas.
-Está bien, sigue descansando.- la arropé y asintió.
-Te he echado de menos hermano.- susurró antes de dejarse llevar por el sueño.
-Yo también.
Como no tenía nada mas que hacer, me despedí de mi madre y tomé mi guitarra para ir a dar una vuelta al parque.
Estacioné la moto y me recosté en el pasto junto a mi guitarra disfrutando de lo hermoso que estaba el día.
~Marinette~
-¡Plagg!.- llamé luego de que Luka se fuera y como por arte de magia el kwami negro apareció frente a mi cruzado de patas.
-He oído mi nombre.- dijo con el ego brotando por sus bigotes.- diga que se le ofrece.
-¿Me puedes explicar lo del queso en el café?.- fruncí el ceño.
-Oh, eso. Pues fui yo.- soltó como si nada.- me dolió en mi corazón gatuno sacrificar un queso, pero valió la pena.- dijo dramáticamente limpiando una lágrima imaginaria.
-Pero Plagg...
-¿Qué?.
-No puedes hacer eso, además ¡esa nota! ¿Cómo es eso del cataclismo?.- lo miré con desaprobación.
-Sólo dije la verdad, ese cabeza de pavo real si vuelve por aquí lo haré desaparecer.- miró el techo restandole importancia, apareció Tikki detrás de él y le propinó un golpe en la cabeza.
-Cállate, calcetín apestoso.- lo apuntó con su manita mientras el se sobaba la cabeza.- ¿te das cuenta que podría haberte visto?.
-Jamás podría ver a éste kwami, mi segundo nombre es prudencia.- frunció el ceño.-¡se lo merece por llamar a Marinette princesa!.- lo miré con pesar.
-Plagg.- musité y él se volteó a verme molesto.
-¡No puede decirte así, no puede ser tu novio y no puede reemplazar a Adrien!.- exclamó y se fue volando a mi habitación cerrando de un portazo.
Miré a Tikki y ella no dijo nada, observó la puerta de mi habitación por varios segundos.
-Él... me odia.- me sentí mal y lágrimas cayeron de mis ojos.
-No Marientte, sabes que no es así.- se acercó y limpió mis lágrimas con sus manitos depositando un beso en mi nariz.- dale tiempo... estuvo dos años en el miraculous. Es como si hubiera perdido a Adrien ayer.- la miré con sorpresa.
-¿Te refieres a que... .- asintió.
-Cuando estamos en los miraculous el tiempo para nosotros no pasa, nos quedamos con lo último vivido y Plagg... acaba de perder a su portador.
-Pe-pero... .- Me sentía culpable, debí ser mas considerada con él.
-Puede hacerse el fuerte, pero realmente ahora la está pasando mal. Formó un lazo muy fuerte con Adrien, uno que hace muchos años no había forjado con un portador.- me vió con tristeza.
-Hablaré con él. Por favor come algo, en la cocina hay galletas.- acaricié su cabeza y asintió.
Caminé hacia mi habitación y golpeé la puerta, Plagg no respondió así que sólo entré.
-Plagg.- llamé.- se que estas enojado... Y triste.- suspiré bajando el rostro viendo mis manos.- lamento haberte gritado y lamento que estés pasando por esto... yo...
-No sólo estoy molesto, sino que estoy decepcionado.- apareció con los brazos cruzados frente a mi.- te olvidaste de Adrien y yo confié en que lo amabas de verdad.
-Yo no me olvidé de Adrien.- fruncí el ceño.- no entiendes.
-Claro que entiendo, estas con esa imitación barata del genio de Aladín.- me apuntó.
-Luka es un buen chico, Plagg.
-¡Pero no es Adrien!.
-¡Adrien no está! ¡Él ya no está!.- no sabía el dolor que sentía de tan solo pronunciar su nombre.- él... él se fue y y-yo no pude hacer nada... .- me senté en la cama ya no pudiendo aguantar las lágrimas.- Adrien me dijo que fuera feliz... lo que no sabía es que él era mi felicidad.- apreté mis labios.- yo solo estoy intentando seguir con mi vida.
El silencio se hizo presente, ninguno decía nada, no me atrevía a verlo a los ojos. Nunca había tenido una conversación tan seria con Plagg y me asustaba el solo hecho de desconocer este lado de su personalidad.
-Mi vida está unida a la de Tikki.- habló por lo bajo.- fuimos creados para estar juntos y ser el equilibrio del mundo.- alcé la vista para verlo.- Muchas veces me cuestioné el por qué yo... Por qué debía ser uno de los kwamis centrales.- me miro fijamente.- con el pasar del tiempo me dije que no lo cambiaría por nada del mundo, porque Tikki es lo que me complementa, sin ella yo sería la nada misma, y se que aunque uno de los dos pereciera no me engañaría buscando la felicidad en otro ser que no fuera mi destino.
Analicé sus palabras y lo entendía del todo, porque yo antes me sentía así. Y de por si yo no niego el amor que aún siento por Adrien.
-Yo le seré fiel a mi portador y si tengo que sacrificar todos los quesos que me des en tu novio, lo haré.- suspiré.
-Dale una oportunidad, Luka es una buena persona y él no sabe nada sobre Adrien o ustedes.
-Lo tendré vigilado.- suspiró. - ¿podrías darme queso?.- preguntó mirando hacia arriba.- el que había encontrado no me lo comí.
-Claro.-sonreí, pero él se hacía el difícil.- por cierto lo de la leche fue un poco excesivo, ¿No crees?.- enarqué una ceja yendo hacia la cocina.
-¿Qué leche?.- preguntó el felino que me seguía detrás y me volteé a verlo.
-A Luka le explotó la leche encima cuando abrió la nevera.- lo miré extrañada.
-Yo no tomé la leche.- miré a mi kwami que estaba en el mesón de la cocina comiendo una galleta y ésta no me miró.
-Tikki.- llamé y detuvo su acción.
-¿Qué?, se lo merecía.- se encogió de hombros.- además, admite que fue gracioso.- se soltó a reír.
-¿Fuiste tú?.- preguntó Plagg carcajeando.- no lo vi.
-Porque estabas buscando queso.
-Ay, ¿Qué haré con ustedes?.- sonreí a ambos.
-¡Alimentarnos!.- alegó Plagg.
-Tendré que comprar más queso.- suspiré buscando el apestoso alimento.
-¡Montañas de queso!.- exclamó sonriendo con sus afilados colmillos y volando en círculos, ese si era mi pequeño.
Luego de arreglar algunas cosas en el departamento, una ducha y alimentar a los kwamis, era hora de ir a ver al señor Agreste.
Tikki y Plagg se ocultaron en mi bolso, mi kwami me sugirió transformarme, pero para no llamar la atención preferí ir en un taxi.
No me demoré mucho en llegar a la mansión Agreste, toqué el timbre y habló Nathalie por el parlante.
-¿Si?.- preguntó.
-Hola Nathalie, vine a ver al señor Agreste.
-Señorita Dupain, claro. Pase.- abrió el gran portón y me adentré en el lugar, abrí la gran puerta.
Jamás dejaba de sorprenderme lo enorme que era esta casa. Miré el retrato de Adrien colgado en el vestíbulo, estaba pequeño. Sonreí.
-Está en su despacho, ya conoces el camino.- apareció la azabache con una tablet y asentí sonriendo.
-Gracias.- ella sonrió y asintió también.- ¿Señor Agreste?.- golpeé la puerta dos veces y no la abrí hasta que oí un "Adelante".
-Marinette.- oí mi nombre apenas entré al lugar.- ¿sucede algo?, hoy no teníamos clases.- sonrió poniéndose de pie y me saludó de beso en la mejilla.
-Lamento venir sin avisar, pero surgió algo importante.- me miró con preocupación y acomodó su corbata manteniendo una postura firme.
-Cuéntame, ¿Qué sucede?.- tomó mi hombro viéndome hacia abajo y sonreí con pesar.
No solíamos hablar sobre el maestro o los kwamis, sobretodo no habíamos vuelto a mencionar a Adrien o esa noche en la Torre Eiffel.
-Y-yo... .- tomé aire.- el maestro desapareció.- solté y él contuvo un momento el aire.
-No deberías preocuparte tanto, Fu seguramente fue a algún sitio chino o algo así.- negué con la cabeza.
-Wayyz le envío una alerta a Tikki, me puse los aretes y fui a su casa, todo estaba destrozado. No hay rastros del maestro, ni de Wayyz y... Se llevaron a Nooroo.- su rostro mostró completa congoja al oír lo último y abrió sus ojos se sobremanera.
-¿Nooroo?.- preguntó y asentí.- no... pequeño Nooroo.- miró hacia otro lado y me tomó por lo hombros alzando un poco lado voz.- y ¡¿el anillo de la mala suerte?! ¡¿los demás miraculous?!.
-Están bien, están en mi casa... Y Plagg lo tengo conmigo.- le enseñé el anillo en mi dedo y Tikki junto a Plagg salieron de mi bolso.
-Gracias al cielo.- suspiró viendo a los dos kwamis a mi lado.- ¿Cómo fue que ocurrió?.
-No lo sé.- lo miré con pesar.- también se llevaron el libro de los miraculous.
-Esto no es nada bueno.- se dió la vuelta y se sentó en su escritorio llamando a su asistente por teléfono.- Nathalie, necesito que llames a tu ya sabes, quiero que me de toda la información posible sobre la desaparición de un anciano que tenía una tienda de masajes chinos.-colgó la llamada.- encontraremos a Fu y al que sea que hizo esto.- miró a Plagg.- es bueno... .- aclaró su garganta.- verte de nuevo.
-Quisiera decir lo mismo.- gruñó el felino.- pero si me da un queso de esos que tiene en su cocina lo diré con gusto.- el señor Agreste soltó una risa y Tikki rodó los ojos.
-Veré que puedo hacer.- sonrió y tomó el teléfono nuevamente.- Nathalie, por favor has que traigan el mejor queso camembert y... .- miró a mi kwami y susurré.
-Galletas con chispas de chocolate.
-Y galletas con chispas de chocolate, por favor.- puso el teléfono a un lado.- ¿Quieres algo Marinette?.- me preguntó y negué con la cabeza, pero frunció levemente el ceño acomodando sus gafas.- también pide un pastel de chocolate con fresas y una taza de té para mi.- lo miré cruzandome de brazos y dejó el teléfono.
-No tenía que molestarse.- me acerqué a su escritorio.
-¿Para que tener un chef personal si no lo harás trabajar?.- solté una risa.
-Bueno, bueno.- alcé las manos y me senté en la silla frente a él.
-Cambiando de tema, ¿Cómo te ha ido en la universidad?.- su pregunta me apenó un poco.
-Pu-pues digamos que... .- jugué un poco con mis manos.- bien, pero el último examen que tuve no mucho.- no se sorprendió mucho por mi respuesta.
-Ya lo sabía, no te preocupes. Sabes que estoy al pendiente de tus calificaciones y avances.- asintió.-se que te has esforzado mucho, realmente lo admiro, eres de las mejores estudiantes en tu carrera, sin mencionar que tus trabajos han sido excepcionales y originales.- sentí el rubor en mis mejillas, pero de orgullo y vergüenza.
-Gracias.- dije por lo bajo.
-Sin duda serás mi más preciada diseñadora, si es que aceptas el puesto que te ofrecí en la empresa.- alzó sus cejas viéndome fijamente.
-Ya lo discutimos, me conformo con algo pequeño mientras pueda de a poco ir surgiendo independiente.
-Admiro que quieras empezar de abajo, pero quiero que sepas que siempre tendrás mi apoyo en lo que necesites.- sonreí.
-Se lo agradezco, realmente lo aprecio mucho. Es como un segundo padre para mi.- sonrió con pesar pero sincero.
-Y tu como una hija.- respondió y la puerta del despacho sonó.- Adelante.
Nathalie apareció con un pequeño carro con la comida pedida para los kwamis y nosotros.
-¡Mi precioso!.- exclamó Plagg acercándose rápidamente a la bandeja con camembert.- ¡te extrañé!.- Nathalie soltó una risa al ver al felino y se acercó con la taza de té al señor Agreste dejándola en su escritorio.
-¿Algo más señor?.-preguntó parándose frente a él.
-No, gracias Nathalie. Puedes retirarte.- ella asintió y salió.
Tikki voló hacia mi costado y me miró como queriéndome decir algo.
-¿Qué sucede pequeña?.- preguntó Gabriel, ella lo miró y luego a mi.
-Es solo que... La alerta que me envió Wayyz, sólo es para emergencias y solo la puede hacer si el guardián se lo permite.- podía notar la preocupación en sus palabras.
-Dices que se llevaron también el libro ¿no?.- preguntó el empresario y asentí.
-Pero no se porque, está cifrado y... .- ahí caí en cuenta.- ¡y el maestro es el único capaz de descifrarlo!.- exclamé.
-Debemos encontrar al maestro lo antes posible o ésto se pondrá feo.- agregó la carmesí.
Estuvimos unas horas discutiendo sobre el posible paradero del maestro y de como intentar rastrear a los kwamis. Quedamos en que el señor Agreste recolectará información con algunos conocidos en la policía y detectives privados.
Tikki y Plagg se metieron a mi bolso y él señor Agreste me acompañó hasta la salida de la mansión en la reja principal.
-Descuida, me encargaré de investigar todo.- dijo deteniéndose en la puerta e imité su acción.
-Gracias, espero podamos resolver ésto.- respondí.- estoy segura que juntos encontraremos al maestro.
Gabriel me abrazó tomándome por sorpresa.
-Te pareces mucho a él.- susurró con la voz quebrada y le devolví el abrazo. Por un momento sentí que era Adrien quien lo hacía ya que usaba su mismo perfume.
Un carraspeo nos hizo saltar y me volteé encontrandome con el semblante molesto de Luka.
-¿Interrumpo algo?.- preguntó sujetando firmemente la correa de su guitarra.
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