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Capítulo 36

~Adrien~

Los días pasaron rápidamente desde las últimas noticias que tuvimos del maestro con Wayyz, las patrullas en la noche se hicieron más frecuentes para Mari y para mi, y al ser más activos en la ciudad el crimen disminuyó de sobremanera, al menos eso era algo bueno dentro de todo lo malo que pasaba.

Marinette estaba entrando en sus exámenes de mitad de semestre así que no nos habíamos visto mucho, yo por otro lado entraría el siguiente, con un que otro papel falso que mi padre consiguió.

Me reincorporé a la empresa como modelo, pero mi padre no quería hacerlo público aún... creo que sentía cierto temor de que la gente sospechara mi identidad secreta, aunque de todos modos la prensa y antiguos fans de mi trabajo ya me habían bombardeado en redes sociales, pidiendo entrevistas y todo ese tipo de cosas, lo cual claramente no acepté de ninguna manera.

Los investigadores que llevaban la pista sobre la desaparición del maestro no habían conseguido nada nuevo y cada vez todo era mas frustrante.

Estuve vigilando a Félix los dos últimos meses desde que recordé que Franco Bianchi era su amigo, intentaba mantenerme al margen para que no me descubriera. Hasta el momento todo era normal con él, se iba a la empresa por la mañana y llegaba a veces por la tarde o por la noche, aunque había momentos donde simplemente no sabía donde iba, pero no demoraba mucho en aparecer nuevamente.

Todo era normal en él e incluso habíamos compartido más junto a mi padre el tiempo libre que tenían.

-¿Por qué estás leyendo ha esta hora?.-preguntó Plagg sentando frente a mi en el escritorio a la vez que degustaba un trozo de su apestoso manjar.

-Sólo estoy estudiando, pronto entraré a la universidad y prefiero ser precavido.

-Pero si esta cosa la leíste cuando ibas en el instituto.- observó el libro leyéndolo vagamente.

-Lo sé, pero no recuerdo mucho de el.- respondí haciéndolo a un lado para proseguir con mi lectura.

-No seas aburrido, podríamos hacer una fiesta de quesos. Te aseguro que te encantará.- inevitablemente solté una carcajada por aquello y el me miró fijamente.- ¿de que te ries?, estoy hablando en serio.- me golpeó la nariz levemente.

-¿Para que quieres más queso?.- alcé una ceja.- hoy te has comido como siete y aun no te llenas.

-Imposible, mi estomago no tiene fondo.- sonrió con sus colmillos y rodé los ojos.

-Aún no logro entender como es que en un ser tan pequeño quepa tanta comida.- toqué su pansita levemente con mi dedo y me golpeó con su pata.

-¡Quita!, que no soy una mascota.- me sacó la lengua y me puse a reír.

-Es gracioso que lo digas, querido amigo felino.

-Mejor vamos a ver a mi princesa de los quesos y a Tikki.- voló hacia la ventana y me giré en mi silla en su dirección.

-Plagg, es tarde para ir a su casa. Quizás estén durmiendo, no quiero molestarla por más que quiera verla, ha tenido una semana muy atareada con sus clases y exámenes.

-Con mayor razón, estoy seguro que estará feliz de verte y por supuesto a mi también, ¿quien no lo estaría?.

-Siempre tan humilde, Plagga.- sonreí con travesura viendo como sus fracciones se desencajaban un poco volando hacia mi.

-Escúchame bien, "señor perfección", que seas mi portador y que tengamos una conexión no te permite decirme Plagga.- me apuntó con su pata frunciendo el ceño.- así que retractate.

-Déjame decirte, querido Plagga.- recalqué lo último.- que este portador es el que te da queso todos los días.

-Es tu deber como Chat Noir.- se cruzó de brazos.

-No seas un gruñón.- lo tomé en mis manos y giró su rostro evitando verme a los ojos.

-Ni siis in griñin.- repitió más agudo.

-Bien, no se que haré con el apestoso queso que está en mi cajón.- dramaticé y me miró de reojo.- pobre queso, seguro ha de sentirse solo en ese oscuro lugar.- puse una mano sobre mis ojos espiando con uno solo.

-Eres odioso.- refunfuñó y me reí levemente.

-Mira quien lo dice.- me acerqué al cajón y saqué el queso que tenía guardado ahí.

-¡Hermoso queso!.- exclamó mi kwami olfateando su manjar.

-Creo que mi habitación terminará oliendo a queso de por vida.

-Por mi no hay problema.- agregó tragándose el queso.

-Bien, entonces como paga por eso ahora iremos a dar una vuelta.- le guiñé un ojo y me miró sin entender.

-Pero dijiste que Marinette y Tikki...

-Lo se, pero no está demás patrullar, así que... Plagga las garras.

-¡¿Qué?!, ¡espera!.- exclamó antes de ser absorbido por el anillo y solté una risa.

Extendí mi barra saliendo por la ventana de mi habitación, fijé rumbo hacia el departamento de mi princesa y me posé un momento en su balcón viendo por el ventanal su cama y... tenía razón, estaba dormida junto con Tikki sobre su almohada, se veían sumamente tiernas.

No quería despertarla, se que tuvo una semana pesada y por mas que quisiera ir a abrazarla mientras velaba su sueño, me conformé con verla descansar desde afuera unos minutos.

Me dispuse a patrullar un poco por las calles y todo estaba en tranquilidad, seguí desplazandome por los tejados hasta que vi la Torre Eiffel a lo lejos. Un nudo se formó en mi garganta al observar el iluminado monumento que fue testigo de una tragedia que marcó mi vida... literalmente.

Con algo de temor en mis movimientos me dirigí hacia aquel lugar, las veces que venía con Ladybug era distinto a estar solo, ya que no le prestaba atención a aquel recuerdo que a pesar de los años que habían pasado era como si lo hubiera vivido ayer.

Me paré en el lugar exacto donde mi vida tuvo fin la primera vez, los recuerdos de aquel día en mi mente aún perduran como si quisieran convencerme que el dolor no era malo.

Una fuerte punzada me golpeó en la espalda cortando mi respiración de golpe y los gritos de mi compañera los oía tan claros que el miedo acudió a mi como un viejo amigo.

-Veo que has venido nuevamente.- oí una voz detrás de mí que me hizo estremecer.

Me giré rápidamente en posición de ataque con mi arma y divisé una sombra frente a mi.

-¿Qué eres?.- cuestioné apuntandole y se mantuvo en su posición como si me observara.

-Eso es una pregunta muy interesante.- respondió.- y para que veas que vengo en paz la responderé, en realidad esta figura sólo es energía del poder del prodigio de la mariposa.

-Entonces tu...

-Si, soy yo.

-¿Qué es lo que quieres?.

-Hace unos meses hablé con tu compañera aquí mismo, supongo que te mencionó algo sobre eso.- lo observé fijamente sin responder.- tomaré eso como un si, bien... Sin mas rodeos, quiero que me des los miraculous por tu cuenta y así evitarnos tanta destrucción a París y a sus ciudadanos inocentes.

-¿Por qué?, ¿por qué quieres los miraculous?.

-Ya sabes la respuesta a esa interrogante, ayúdame a obtenerlos y traeré a tu madre devuelta.-presioné mi barra en mis manos.

-¿Qué ganarías tu con eso?, déjame decirte que no tiene mucho sentido tu proposición.- di un paso adelante y ni se inmutó por aquello.

-Yo tengo mis asuntos y al igual que tu, daría lo que fuera por alguien a quien amo. ¿o me equivoco?.

-No te daré mi prodigio y mucho menos el de Ladybug, si algo aprendí en la vida es que... A los muertos hay que dejarlos descansar por más que nos duela.

-Lástima.

Me mantuve en silencio unos minutos sin quitar mi vista de aquella energía oscura la cual no hacía nada.

-Se que vendrás tu mismo a dejarme tu prodigio.

-Eso jamás pasará.

-¿Qué tan seguro estás de eso?.

-Lo se porque me fue otorgado por una razón y esa es proteger a los inocentes de personas como tú.

-Hay cosas más allá de tu comprensión, y puede sonar egoísta pero, cuando se trata de alguien a quien amas los demás pasan a segundo plano y lo mismo pasará contigo, Adrien.

-¿Cómo sabes mi...?

-Se mas cosas de las que crees, la ceguera no funciona conmigo en lo absoluto.

-Si sabes mi identidad... También sabes la de...

-Claro que la se.

-Si te atreves a ponerle un dedo encima juro que acabaré contigo y no tendré piedad alguna.- el enojo me envolvió y fruncí el ceño en su dirección.

-No me interesa matar gente y mucho menos superheroes, pero si no hay otra salida.-hizo una pausa.- tendrás que abstenerte a las consecuencias de no haberme ayudado.

-Estas mintiendo... .- solté en mi posición y se mantuvo en silencio.- dime para que quieres el poder absoluto.

-Si te lo digo todo esto no tendría sentido alguno y correrías tras lo que es mío para detenerme.

-El poder absoluto puede ocasionar caos y si se rompe el equilibrio será el fin de todo.

-Lo sé, el viejo no deja de repetirlo.

-¿El maestro está bien?.

-Por ahora lo está, desde su última jugada en comunicarse con ustedes no salio bien librado y deberían agradecerme por no dejarlo morir, aunque eso no quita que le quede poco tiempo.

-Entrégalo.

-¿Y crees que lo haré?, lo necesito como intercambio.

¿Sólo como intercambio?... pero el es el único que puede descifrar el libro.

-Se lo que te estas preguntando y déjame decirte que si, el maestro reveló el secreto y ahora solo necesito algunas cosas para cumplir mi cometido.

-¡El maestro jamás lo revelaría!.

-No, no por su cuenta y déjame decirte que duró mucho guardando silencio, pero todos tenemos una debilidad y el maestro no es la excepción.

-Hijo de...

-Cuida tu lenguaje.- me interrumpió.- creo que esta charla se alargó más de lo previsto y como no piensas darme los miraculous por las buenas... tendrá que ser por las malas.

-No dejaremos que ganes, recuperaremos al maestro, Wayzz y Nooroo.

-Pronto sabrán de mi y no de la mejor forma.- la sombra comenzó a desvanecerse lentamente.- hay amores más grandes que otros, jamás lo olvides.

-¡No te saldrás con la tuya!, ¡no dejaré que rompas el equilibrio!.

-No tendrás opción.- dijo eso último antes de desaparecer por completo.

Me quedé mirando el vacío sin comprender del todo, intentaba pensar en el motivo por el cual quiere los miraculous y no llegaba a nada en concreto. ¿Por qué Franco Bianchi apareció como un cliente si no está en el país?, ¿por qué el maestro reveló el secreto?, ¿por qué?... tantas preguntas sin respuestas claras y ahora una amenaza hacia Marinette, una amenaza que por ningún motivo pasaré por alto.

-¿Oíste Plagg?.- pregunté a mi kwami.

-Si el maestro reveló aquello no fue por querer, un motivo tuvo que tener para hacerlo.- respondió en mi mente.

-Independiente del motivo, el portador ya lo sabe y solo le queda obtener los miraculous para el poder absoluto.

-No puede obtenerlo del todo.

-¿A que te refieres?.- me senté en la Torre viendo la ciudad.

-Hay cosas de las cuales no podemos hablar y es mejor que ustedes no la sepan por su propia seguridad.

-Plagg, no es momento de callar. El maestro está en peligro y toda la ciudad también e incluso el mundo, lo sabes muy bien.

-Necesito hablar con Tikki primero.

-Bien.- solté con algo de molestia.

Me levanté y abrí mi barra saltando por los tejados hacia el departamento de Marinette, pero cuando me posé en su balcón choqué con algo o mejor dicho con alguien.

-Auch.- dijimos al mismo tiempo.

-¿Ladybug?.- cuestioné poniéndome de pie a la vez que me sobaba el impacto en mi frente.

-¿Chat?.- preguntó desde el piso y le extendí mi mano.

-¿Dónde ibas?.- se puso de pie viéndome a los ojos y luego tomando mi rostro entre sus manos.

-Iba a buscarte, me desperté con Tikki y... no lo sé, sentí mucha angustia y quería saber si estabas bien.

-Mi princesa.- la envolví en muchas brazos besando sus cabeza.- estoy bien... no te preocupes.

-Pero sentí un me necesitabas y y-yo...

-Tengo que hablar contigo algo muy importante y Plagg quiere hablar con Tikki.- nos separamos un momento.

-Bien... motas fuera.- musitó y la luz roja apareció dejando al descubierto a Marinette y Tikki a su lado.

-Garras fuera.

-Hola Adrien.- saludó la carmesí y le sonreí levemente.

-Hola pequeña Lady.

-Princesa de los quesos.- saludó Plagg y Mari le sonrió en respuesta.

-Mi pequeño Plagg.- lo tomó entre sus manos restregandolo contra su mejilla a lo cual el ronroneó como respuesta.

-Creo que fue suficiente muestras de afecto.- alcé una ceja quitandole a mi kwami a lo cual él me mordió la mano.- ¡Ah!, ¡Plagg!.

-Plagg, no debes morder a la gente.

-Es su castigo por haberme llamado Plagga en su casa y por quitarme a mi princesa de los quesos.- me sacó la lengua y lo miré mal.

-Mira que eres rencoroso.- entrecerré mis ojos viéndolo fijamente.

-¿No que querían hablar con nosotras?.- se interpuso mi princesa y asentí en su dirección.

-Tikki, el maestro lo reveló.- Habló mi kwami.

-Marinette.- llamó Tikki levemente.- necesito hablar con Plagg... a solas.

-¿Qué sucede?. - cuestionamos al mismo tiempo avergonzandonos un poco.

-Por favor... necesitamos hablar un momento, ¿pueden dejarnos a solas?.- no muy convencidos asentimos y miré a Plagg antes de salir de la habitación junto con mi bichito.

-Adrien, ¿qué sucede?.

Nos sentamos en el sofá de la sala y tomé sus manos con las mías.

-Marinette... el portador de las mariposa habló conmigo de las misma forma en la que habló contigo.

-¿Qué?, ¡¿te hizo algo?!.- negué con la cabeza tomando sus mejillas viendo el miedo reflejado en sus ojos.

-Tranquila, estoy bien... pero me dijo muchas cosas.

-¿Qué te dijo?.

-El maestro...

-Adrien... me estas asustando, ¿el maestro está bien?.- su voz se quebró un momento.

-Está bien... o sea está vivo, pero él.-tomé una gran bocanada de aire en mis pulmones formando una fina línea en mis labios.- él maestro relevó el secreto para obtener el poder absoluto.

-Él jamás haría eso, es imposible.

-Lo hizo... y solo es cuestión de tiempo para que el portador de Nooroo ataque nuevamente París.

-P-pero... El maestro no puede hacer eso, no es posible.

-Lo es si el portador ponía en peligro a Wayzz o Nooroo.- apareció Tikki junto con mi felino compañero a su lado.

-¿Cómo?.

-Si el portador amenazaba la vida de alguno de los kwamis, el maestro daría su brazo a torcer... El maestro es nuestro protector y guía de los poseedores de los miraculous, o sea ustedes, y está en su deber protegernos a toda costa.- respondió Plagg.

-Si encontró una forma de poner en peligro la vida de algún kwami, el maestro haría todo lo posible para que eso no ocurriera por ningún motivo e incluso sacrificaría el mayor secreto de los miraculous... pero, el maestro es astuto y sabe perfectamente que el portador de Nooroo no puede obtener el poder absoluto sin lo primordial.- Tikki voló frente algo nosotros.

-¿Lo primordial?.- cuestioné sin comprender del todo.

-¿Qué cosa?.- preguntó Marinette.

Plagg y Tikki se miraron mutuamente y luego a nosotros por igual.

-Ustedes.

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