Capítulo 25 (segunda parte)
~Marinette~
Habían tantas formas de expresarse de este hombre y realmente no encontraba las palabras que lo describieran por completo.
Nos mirábamos fijamente y solo podía perderme en la sensación de su piel, todo él era maravilloso.
-Y tu princesa... ¿eres mía?.- musitó sobre mis labios, su aliento cálido chocaba con el mío y no sabía si podría resistir más el tortuoso deseo de besarlo.
-Siempre he sido tuya... .- sonrió y de imprevisto besó mi nariz alejándose. Abrí un poco mis ojos algo confusa y tomó mi cintura levantándome haciendo que lo rodeara con mis piernas.
Comenzó a salir del lago y una sensación familiar se concentró en mi pecho.
-¿Adrien?.- cuestioné sujetandome de su cuello, pero no me respondió.
Cuando llegamos a la orilla me ayudó a bajar lentamente, sentí el piso en mis pies. Me quedó mirando en silencio alzando su mano para acariciar mi mejilla con suavidad, tomó mi mano y jaló de mi soltando una risa comenzando a caminar por la orilla primero rápidamente, pero después pausado.
La verdad no sabía que decir, solo disfrutaba de su compañía y del hermoso lugar al que me había traído. Un lugar especial para ambos.
Seguimos caminando por la orilla y al poco tiempo nos adentramos en el bosque. Nuestros dedos estaban entrelazados y solo me dejaba guiar por él.
A los pocos minutos se detuvo y soltó mi mano para recostarse en el pasto, imité su acción recostadome a su costado, mirando como lentamente el cielo se iba oscureciendo dejando ver algunas estrellas.
-Cuando era niño y veníamos aquí con mis padres.- soltó derrepente y me volteé para verlo.- me subía a los árboles porque me encantaba ver todo desde arriba, pensaba que mientras más alto subiera un árbol... mas cerca estaría de alcanzar el cielo.- suspiró mirando hacia arriba y extendiendo una de sus manos.- tuve ese pensamiento hasta incluso más adolescente.- soltó una pequeña risa.- hubo un tiempo en que sólo no lo volví a pensar.- se giró apoyando su codo en el suelo y sosteniendo su cabeza con la mano viéndome con una expresión inexplicable.- pero cuando te vi... dios, las ganas de tocar el cielo volvieron a mi y pude verlo tan cerca en tus ojos... estabas ahí... eras el cielo que siempre quise alcanzar, Marinette.- mi corazón no podía con tanta dicha, con tantas palabras lindas que me decía y con cada tierna mirada que me daba, me tenía al borde de un colapso de amor.
-Adrien... .- no podía dejar de mirarlo, no podía simplemente seguir callando todo lo que me hacía sentir.- eres todo y más de lo que alguna vez soñé... y no tienes idea de lo agradecida que estoy de que Chloe pegara ese chicle en mi asiento.- no pude contener más las lágrimas y salté sobre él abrazandolo con fuerza mientras reía de la inmensa felicidad que causaba en mi.- soy la mujer mas afortunada al tenerte conmigo y de poder amar todo de ti.- quedé sobre él y tenía una expresión de sorpresa en su rostro, lo tomé de ambas mejillas escudriñando cada milímetro de sus facciones, guardando en mi memoria muy minuciosamente su rostro.- eres increíble, eres... lo mejor que pudo pasarme en la vida y él único con quien quiero compartirla.
-Marinette... .- musitó y las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos mojando sus mejillas.
-Te amo, Adrien... te amo mas que nada en este mundo y no quiero perderte otra vez.- mi voz se quebró y él se reincorporó abrazandome con fuerza.
-Mi pequeña bichito.- lo sentí sonreír mientras hacia un leve balanceo conmigo entre sus brazos.- no tienes idea de lo mucho que me hacen feliz tus palabras.- besó mi cabeza respirando profundamente.- me separó tomando mi rostro, limpiando mis lágrimas con sus pulgares.
-No quiero que esto sea un sueño.- solté viendo sus ojos fijamente.-por favor dime que esto no es un sueño, dime que no despertaré en mi habitación y que estarás a mi lado... Te lo suplico... .- lloré nuevamente.- no podría soportarlo otra vez... No podría. Dime que no estoy soñando.
-Oye, no... Eso no pasará, esto no es un sueño.- besó mi rostro varias veces.- estoy aquí y no despertarás sin mi a tu lado otra vez. Lo prometo.
-Por favor no vuelvas a irte, no me dejes de nuevo.- lo abracé con fuerza desde el cuello sintiendo la piel descubierta sobre su hombro. Su aroma era tan delicioso y embriagador, no quería soltarlo, no quería que fuera un sueño otra vez.
Me aterraba el solo hecho de que todo estuviera en mi mente. No podría volver a vivir si eso fuera así.
Sentí como sus cálidas manos acariciaban mi espalda con lentitud. Sus dedos eran tan suaves que producían una completa calma y un cosquilleo sobre mi piel. Depositó un beso sobre mi hombro descubierto y la saliva que dejó en el se mezcló con el aire causando un poco de frío en la zona, frío que fue rápidamente reemplazado por otro beso, otro cálido beso y más caricias, más caricias que me hacían más adicta a ellas...
-A-adrien... .- jadeé hundiendo mis dedos en su cabello y besó mi cuello lentamente apegandome más a él.
-Daría lo que fuera por poder tenerte para siempre a mi lado.- susurró apoyando su mejilla en mi hombro suspirando lentamente, haciéndome estremecer al sentir su aliento chocar contra mi piel.
-Yo también.- acaricié su cabello suavemente con mis dedos.
Nos quedamos así por mucho tiempo... dándonos calor, sintiendo nuestras respiraciones, nuestros anhelos de no separarnos más y oyendo todo el ruido del silencio al rededor.
El sol se ocultó y las estrellas se asomaron junto a la luna, los arboles desprendían un olor a pino completamente puro al igual que el frío aire que nos rodeaba con recato.
Adrien me tenía rodeada con sus fuertes brazos y soltó una pequeña risa de la nada.
-¿Por qué te ries?.- pregunté en un susurro y alzó la vista rozando su nariz con la mía.
-¿Estas lista para tu siguiente sorpresa?.
-¿Hay más?.- cuestioné perdiéndome en sus hermosos ojos que me veían con un brillo magnífico y peculiar.
-Vamos, princesa.- se puso de pie y ayudó a levantarme con delicadeza.
-Está oscuro.- agregué viendo el bosque sin ninguna pizca de luz alrededor más que el brillo de la luna.- nos vamos a perder.
-Tranquila, conozco este lugar mejor que mi propia casa.- tomó mi mano y comenzamos a caminar entre los árboles.
-Adrien, ¿estás seguro que sabes donde estamos?.- se detuvo un momento y me siseo los labios con su índice.- ¿Qué ocurre?.- susurré apretando su mano.
-Creo que escuché algo.-respondió por lo bajo.
-¿Qué?.- agregué en un hilo de voz apretando su brazo.
-Auch... Marinette, eso duele.- se quejó en bajo volumen.
-Lo siento, p-pero es que... no tenemos a los kwamis y hay algo.- respondí asustada.- y mi celular no lo tengo tampoco.
-Aquí no hay señal de todas formas.- respondió casual.
-Esto no me gusta.
-¿De verdad?.- hizo un puchero.- que mal porque esto es parte de tu sorpresa.
Adrien se alejó de mi extendiendo los brazos a los lados y todo se iluminó de golpe. Habían luces en los árboles formando un camino en el cual estábamos en medio los dos.
Vi con asombro cada luz que había en el lugar, girando sobre mi eje para apreciar todo lo que estaba ante mis ojos.
-¡¿Te gusta, bugaboo?!.- preguntó Adrien en voz alta y enfoqué la vista en él.
Ahora podía ver su radiante sonrisa más claramente y fui corriendo a abrazarlo con toda la emoción que sentía.
-Esto... Adrien, ¿Cómo lo hiciste?, ¿Cómo sabías?.- pregunté aún sin creerlo.
-Tuve un poco de ayuda kwami se podría decir.- sonrió soltando una risa de lo más armoniosa para mis oídos.- y estuve un año junto a ti siendo invisible, eso tuvo sus ventajas se podía decir.
-Leíste mi diario.- me cruce de brazos frunciendo el ceño.
-No, no... solo te vi escribir esto en él.- corrió mi flequillo con sus dedos.- discúlpame por eso.
-No tengo nada que perdonarte, ¡esto es hermoso!, ¡me encanta!.- comencé a saltar mientras giraba, perdiéndome en el sendero que había hecho para mi, el sendero de luces que había soñado una vez y que lo escribí en mi diario.
Volví junto a él viéndolo hacia arriba por la diferencia de estatura.
-Te ves hermosa con esa sonrisa.- agregó acariciando mi mejilla.
-Esta sonrisa es gracias a ti.- tomé su mano y deposité un beso en ella.
-Marinette... mi Marinette.- juntó su frente con la mía y cerré mis ojos para poder sentirlo aún más.- no se que hice para merecerte.
-Eso debería decirlo yo.- respiré profundamente y luego abrí mis ojos, él hizo lo mismo.- ¿dónde lleva el sendero?.- pregunté viendo detrás de él.
-¿Te gustaría averiguarlo?.- preguntó sonriendo muy al estilo de Chat Noir y tomé su mano haciendo que caminara conmigo.
-Realmente esto es bellísimo.- dije observando a mis costados mientras caminabamos.- gracias por esto... .- le sonreí y acarició el dorso de mi mano con su pulgar.
-No me des las gracias, esto es un regalo que pensé que te gustaría.
¿Había algo más lindo que él?, ¿Cómo es posible que merezca alguien así?. Adrien era lo que me daba vida a mi existencia y la felicidad que me provocaba el solo hecho de verlo frente a mi era completamente inexplicable.
Caminamos unos minutos por aquel camino, empujandonos, corriendo, riendo y disfrutandonos. Hasta que llegamos...
-¡Oh por dios!.- exclamé corriendo rápidamente hacia el frente.- ¡Adrien!.
Llegamos nuevamente al lago y en la orilla había un pequeño muelle con una mesa, velas, comida, pétalos de rosas y luces.
Mi corazón latía desenfrenado y una sonrisa enorme surco mis labios, me giré y ahí estaba, detrás mío con una rosa blanca en sus manos y un brillo hipnótico en sus preciosas esmeraldas, sonriendo, con su cabello peinado hacia el lado como de costumbre y las mangas de su camisa arremangadas.
Me acerqué en silencio con las mejillas enrojecidas y mis piernas fallandome ante su presencia tan perfecta... Tan hermosa para mi. Extendió la rosa blanca hacia mi y la tomé hundiendo mi nariz en esta para ocultar un poco mis mejillas.
-No es por despreciar a la rosa... pero tu belleza no se compara con ella ni en un millón de años.- pasó su dedo por mi brazo dejando una caricia hacia arriba lentamente, provocandome un cosquilleo por todo el cuerpo.
Derrepente hizo una reverencia haciéndome soltar una risa.
-Disculpe my Lady, pero la cena está servida.- me guiñó el ojo indicándo que tomara asiento en la hermosa velada a mi costado.- por favor si me hace el honor de compartir esta cena con su servidor.
-Ce que tu veux, mon chaton.- me acerqué a la silla y ayudó a sentarme con una elegancia bastante graciosa a mi parecer, pero muy tierna y característica de mi compañero de batallas.
-Espero la cena sea de tu agrado.- de sentó frente a mi y descubrió la charola.
Compartimos amenamente durante toda la comida y solo podía perder mi cabeza en cada gesto que hacía, en cada risa que emitía, en cada pestañeo que daba y en cada palabra que salían de sus labios.
-¿Cómo hiciste todo esto?.- pregunté comiendo un bocado del postre, acercó su pulgar para limpiar la comisura de mis labios y después llevarselo a la boca.
-Un Agreste jamás revela sus secretos.- respondió de lo más divertido.- además si te dijera ya no tendría sentido.- se cruzó de brazos y me solté a reír.
-Supongo que la curiosidad me la pegaste un poco gatito.
-Que te puedo decir, son una de las muchas cualidades de este minino.-impostó la voz haciendo que sonara a la de mi compañero de batallas e hizo una pose con sus brazos.
-Tonto.-solté en medio de una risa.
-Miauch, me ofendes my Lady.- hizo una seña con sus manos de un corazón partido y por inercia uní la mitad de su mano con la mía haciendo la misma forma.
Adrien abrió un poco mas sus ojos y noté como sus mejillas se adornaban con un tenue color rojo. Aclaró su garganta levemente y ahí lo supe, estaba nervioso aunque no lo demostrara en lo absoluto y pensar que también podía provocar esos nervios en él me hacía sentir bien, me hacía sentir especial y querida.
Le sonreí y tomé un trozo de postre extendiendolo hacia él para que lo degustara. Parpadeó un par de veces y lo comió tomando mi mano para quitar la cuchara después de hacerlo.
-Delicioso.- soltó con una sonrisa ladina.
-¿Verdad que si?.- asintió varias veces y miró hacia el lago.
-Sabes... Una vez casi me ahogo aquí.- bajó un poco la voz y sentí rápidamente una presión en mi pecho.
-¿Cómo fue que pasó?.- lo miré con preocupación y no despegaba su vista del lugar.
-Era muy pequeño y no sabía nadar, estaba convencido de que podría hacerlo por algún motivo.- soltó una risa.- bueno, era un niño muy fantasioso.- sus ojos estaban llenos de nostalgia.
-¿Y cómo te...
-Fue Félix... .- se volteó a verme y abrí un poco mas los ojos.- habíamos venido con mis padres y mis tíos. Félix me vio en el lago y me sacó rápidamente... Le debo la vida.- musitó.- aunque morí dos veces así que no estoy seguro de como cambia todo eso.- fruncí el ceño y lo golpeé con una marraqueta.
-Lo siento, lo siento.- se soltó a reír.
-No es gracioso, Agreste.
-Sólo intento que no sea tan incómodo ese tema.- me quedé en silencio, realmente eso era muy incómodo y difícil para él.
Se puso de pie y me extendió la mano viéndome hacia abajo. Mi vista viajó de sus ojos a su acción una y otra vez.
-¿Quieres... bailar?.- acepté su mano y el la contempló subiendola un poco.- ¿sabes por qué nuestras manos encajan perfectamente?.- negué en silencio.- porque fueron hechas la una para la otra.- me atrajo hacia él desde mi cintura y puse mis manos sobre sus hombros.
Su aliento chocaba con el mío y los nervios se hacían presente en mi estómago. La música comenzó a sonar de la nada y era como estar otra vez en aquel lugar.
-Nuestra canción, Bugaboo.- susurró juntando su frente con la mía.
Nos desplazamos lentamente y me subí a sus pies dejando que nos guiara en cada nota.
Me apegó más a él acariciando sutilmente mi espalda descubierta y mi cintura. Respiró con profundidad a la vez que yo lo hacía para sentir todo su aroma que cada vez más sentía que era una necesidad.
-¿Por qué?.- susurré con mis ojos cristalizados.
-¿Por qué, qué?.- musitó y no podía dejar de ver sus labios pronunciar lentamente.
-¿Por qué haces todo esto?.- cerró sus ojos un momento y luego los abrió conectando nuestras miradas. Su tacto era muy suave y delicado conmigo.
-Porque si hay algo bueno que he hecho en esta vida... es enamorarme perdidamente de ti, Marinette Dupain Cheng.
"Si el amor es ciego, escuchalo.
Si el amor es sordo, sientelo.
Si el amor es mentira, busca el verdadero.
El amor está ahí, siempre está ahí.
El amor va más allá de una palabra o de una acción pasional."
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