Capítulo 22
~Nino~
Después de que Adrien se desmayó la culpa me golpeó fuertemente, perdí el control de lo que hacía. Solté todo lo que sentía dentro, todo lo que me guardé desde que él se había ido sin decir nada.
Estaba molesto, herido, decepcionado y completamente dolido.
Verlo así de la nada luego de tres años despertó nuevamente todos los sentimientos retenidos que tenía y solo lo golpeé... él idiota aún así me sonreía y eso me enojaba más.
Le había llamado, enviado correos, mensajes, cartas, había ido a hablar incluso con el señor Agreste, pero el ni siquiera estaba, lo busqué en la empresa, pero nadie sabía nada de él. Al final después de casi un año simplemente quise dejarlo pasar y asumir que mi mejor amigo sólo se fue sin importarle nada.
Habíamos quedado que ambos juntariamos dinero para comprar mi auto... bueno, sería de ambos.
¿Todo lo que hablamos fue mentira?, ¿sus palabras de apoyo también fueron una farsa?,¿ tan poco le habíamos importado todos?, ¿tan insignificante había sido yo para él?.
Encima llega de la nada abrazando a la novia de uno de mis mejores amigos, definitivamente no podía dejar que hiciera lo que se le pegara la gana, ¿no?.
Bueno... Eso era todo lo que pensaba hace unas horas atrás y la verdad es que todo fue como un balde de agua... ¡no!, era como si literalmente en vez de tirarme el agua me golpearan con el balde en la cabeza y luego me tiraran el agua encima.
Aun no lo asimilada y si no fuera porque Alya les creía los hubiera mandado al diablo con sus "mentiras", bueno, el bichito volando fue muy convincente tambien.
No podía creer que Mari pasara por todo eso ella sola, me sentía mal porque siempre fue como mi hermana pequeña a la que debía cuidar sin decir que aún no me creía que mi mejor amigo haya muerto...
¡El idiota nunca se fue a Alemania! y yo lo golpeé sin justificación... Por último me los hubiera devuelto para no sentirme tan culpable de casi mandarlo al hospital.
Ahora resulta que los héroes de París eran mis mejores amigos, tienen bichos voladores, se mueren, reviven y muchas cosas que si las oyera sin pruebas diría que están locos de remate.
Marinette fue a ver a Adrien luego de nuestra larga charla, lo que si me sorprendió, aparte claramente de todo esto de los akumas y cosas mágicas, era que Luka no parecía sorprendido, bueno excepto cuando Marinette mencionó la muerte de Adrien, ahí su rostro se puso pálido y abrazó a Marinette por un largo tiempo.
No estoy seguro porque, o sea no recuerdo que él y Adrien hayan sido muy cercanos, pero bueno.
Alya estaba en la cocina preparando algo de comida, Luka miraba un punto muerto al igual que yo.
-Oye... pituca.- le hablé y parpadeó varias veces.
-¿Qué?.- me miró algo confundido.- ¿que pasa?.
-Se que esto es muy raro, pero no te ves muy sorprendido de que ellos sean...
-Tenía mis sospechas.- me interrumpió.
-¡¿Qué?!.- exclamé poniéndome de pie.- ¿Cómo?.
-Cuando hoy ocurrió el ataque del akuma me encontré a Ladybug... o sea yo buscaba a Marinette porque me dijo que iría al centro y luego a hablar con Alya.- mi novia tarareaba en la cocina mientras nosotros hablábamos.
-¿O sea que Mari te salvó?.- enarqué una ceja y soltó una leve risa.
-Si, prácticamente si.- sonrió un tanto embobado.
-¿y que sospechas tenías?.
-Es bastante lógico ¿no lo crees?.- soltó incrédulo rodando los ojos.- digo... mismo cabello, ojos celestes, su voz, su cuerpo... Ladybug dice Marinette por todos lados, sin mencionar que ella me llamó por mi nombre.- me solté a reír.
-Bueno, eso suena muy Marinette.
-Intentó ocultarlo con la vez que akumatizaron a mamá, de que desde ahí recordaba mi nombre, pero eso solo me sirvió aún más para darme cuenta que era ella.- desordenó su cabello un poco.- até cabos desde ese tiempo y comencé a recordar muchas cosas que me llevaron a esa conclusión y lo de Chat Noir... ¡oh vamos!, ¡fue muy sencillo averiguarlo después de que ella se delatara!.- solté una carcajada.
-Creo que deberias estudiar periodismo.- musité.
-¡Te oí Lahiffe!.-gritó mi amor desde la cocina y se me erizó la piel.
-¡Fue Luka!, ¡yo no hice nada!.- alcé las manos.
-¡Hey!.- alegó el pelinegro arrojandome una almohada.
Marinette apareció por el pequeño pasillo con una sonrisa.
-Ya despertó.- dijo viéndome a mi y a Luka.- quiere verte, Nino.
Miré a mi amigo guitarrista y asintió en silencio mientras me ponía de pié.
Mientras pasaba por el lado de Luka este me dio un empujón haciendo que me tropezara un poco, me volteé frunciendo el ceño y me guiñó el ojo.
Me quedé parado frente a la puerta que daba a la habitación de Marinette, los nervios me carcomian.
¿y si está molesto?, ¿y si me quiere matar?. Estaría en su derecho, pero eso no quita que tenga temor.
Abrí la puerta y lo vi recostado en la cama con una bolsa de hielo en el rostro.
-Ho-hola... .- saludé y el se quedó inmóvil sin decir nada, entonces me acerqué con inseguridad quitando mi gorra mientras me sentaba en la orilla de la cama.- yo entiendo que no quieras hablarme y tienes todo el derecho del mundo... y-yo lamento haberte pegado, pero yo no sabía que t-tu... .- el nudo en mi garganta no me dejó continuar y el sonrió soltando una carcajada.
Lo quedé mirando, creo que le solté un tornillo con tanto golpe.
-¿Adrien?.- custioné y el se quitó la bolsa sentándose en la cama viéndome a los ojos.
-Eres un tonto.- soltó con una sonrisa.- ¿de verdad crees que estoy enojado?.-asentí en silencio y me abrazó.
Me tomó por sorpresa, pero de pues de unos segundos le correspondí.
-No podría enojarme con mi mejor amigo.- soltó y el idiota hizo que me dieran ganas de llorar.
-Eres una nena, Agreste.- dije y se soltó a reír.
-Y tu un hombre de chocolate.
-Estúpida diva barbie.
Nos apretamos fuerte soltando un par de lágrimas.
¡¿Qué?!, ¡los hombres también lloramos!.
Luego de unos minutos nos separamos empujandonos al mismo tiempo hacia atrás.
-Te ves terrible.- solté despeinando su cabello.
-Gracias a ti.- respondió soltando una risa.- pegas duro.
-Digamos que hice algo de ejercicio.
-Arruinaste mi carrera de modelo.- señaló su rostro.
-De todos modos ni te gustaba.- me encogí de hombros.- además ya estabas muerto.- se soltó a reír.
-Por eso eres mi bro.- golpeó mi hombro.- Marinette me regaña cada vez que hago un chiste con eso.
-Las chicas son más sensibles.
-Tu eres el que estaba llorando cuando me desmayé, te oí. "¡Adrien, Adrien!".- hizo una voz más aguda y tomé una almohada lanzándosela en el torso.
-No es cierto.- fruncí el ceño.
-Eras tu, imposible confundir tu voz.
-Y tu como buena bella durmiente te desmayaste, ¿no?.
-Te extrañé.
-Yo también viejo.- le extendí mi puño y lo chocó haciendo nuestro saludo, sin duda perdimos mucho tiempo.
-Y aún la conservas.- tomó mi gorra que había dejado a un lado.
-Si... Tu me la diste así que... bueno eso.
-Tenemos muchas cosas que hablar, supongo que podríamos hacer algo.- sugirió y asentí enseguida.- además quiero que me enseñes tu auto.
-Claro, necesitamos ir por unas buenas hamburguesas.
-Eso sí que no me lo perdería.
Tener a Adrien de regreso me hacía sentir completo, una parte de mi al verlo hace unas horas atrás se sintió feliz, pero el enojo y esas cosas, me hicieron reaccionar mal.
-Adrien... lamento haberte pegado.
-Está bien, tu no sabías nada.- sonrió.- además en algún momento tenía que pasar, justo antes habíamos hablado con Alya y de no ser por Marinette ella me hubiera golpeado primero.
-Me hubiera gustado ver eso.- rasque mi nuca levemente.- Alya quiere mucho a Marinette, bueno... Todos en realidad la queremos y al parecer tu también.- lo piqué con mi dedo y pude notar como se sonrojaba de oreja a oreja.
-Calla.- me volteó el rostro con la mano.
-Te lo tenias escondido Agreste.- me burlé.- después de todo siempre lo supe.- me miró con los ojos muy abiertos.
-¿Qué?.- preguntó sin entender.
-¡Oh vamos!, siempre te quedabas mirándola en clase.- solté una risa.- no te dabas ni cuenta o quizás si, pero no querías aceptarlo.
-Bu-bueno.- posó una mano en su nuca y eso era clara señal que se puso nervioso.
-Hay cosas que no cambian.- solté por lo bajo.- siempre fuiste bueno con ella e incluso más de lo normal.
-Es que solo... No lo sé.- sonrió.- me nacía ser así con ella.
-Bueno, ella es muy bonita.- lo miré de reojo sonriendo burlón y frunció el ceño.- ¡estoy bromeando! ¡Eres un celoso!.- lo empujé.
-Claro que no.- se cruzó de brazos.
-Claro que si.- oí una tercera voz y vi el mini gatito volador acercarse.
-Cállate Plagg.- bufó mi amigo.
-Entonces iré a darle un quesito a la princesa.
-Ni se te ocurra o te dejo sin camembert de por vida.- lo tomó entre sus manos.
-¿De qué me perdí?.- pregunté viendo la escena.
-Na-nada.- respondió Adrien haciendo a un lado al gatito.
-Como sea, me voy a la cocina a comer. Al menos ahora no tengo que estar escondiendome.- alegó el pequeño ser y se acercó a mi viéndome fijamente.- si vuelve a ocurrir lo de su rostro conocerás la furia del kwami de la destrucción.- amenazó viéndome con evidente enojo y luego sonrió alejándose hacia la puerta atravesandola.
<<¿Cómo es posible que algo tan pequeño de tanto miedo? >>
-No preguntes.- me calló el rubio alzando una mano frente a mi.
-No iba a decir nada.
-Te conozco Lahiffe.- bueno, si iba a preguntar, pero no le daría en el gusto, creo que tendré cuidado con ese pequeño gato.
~Adrien~
Ya tenía a mi mejor amigo devuelta, conversamos amenamente por mucho tiempo, al menos hasta que Marinette apareció por la puerta avisándonos que la cena estaba lista.
Nino salió de la habitación y yo me iba a levantar, pero ella me hizo recostarme.
-¿Dónde crees que vas?.- frunció el ceño.
-¿A cenar?.- pregunté dudoso.
-No señor, usted se queda aquí en la cama haciendo reposo.
-Marinette, no estoy enfermo sólo fueron unos golpes nada mas.- me senté pero me empujó desde los hombros hacia atrás.
-El doctor dijo que hicieras reposo y eso es precisamente lo que harás.
-Pero de todas formas debo ir a casa después.- sus mejillas se pusieron rojas y miró hacia otro lado.- ¿Qué pasa?.- pregunté extrañado.
-Bu-bu-bueno yo... llamé a t-tu padre diciendo que te quedarías aquí.- no hacía contacto visual conmigo y sonreí por su actitud.
-¿De casualidad le dijiste lo de Nino?.- negó con la cabeza.
-De seguro ya estaría en la cárcel si le hubiera dicho.
-Toda la razón.
-No puede verte así de golpeado, así que debemos pensar en una excusa.
-Descuida... Yo creo tener una idea.- tomé su mano y me contempló en silencio al igual que yo a ella.
-¿Cuál? .- ladeó el rostro un poco y sus bellos ojos no podía dejar de mirarlos.
-Ya lo sabrás.- me encogí de hombros.- así que por ahora me quedaré aquí.- sonreí coqueto y bajó la vista nuevamente.
-Cl-claro... y-yo dormiré en el sofá y tu podrás estar más cómodo.- solté una carcajada por lo que decía.- ¿Qué?, ¿dije algo gracioso?.
-¿De verdad crees que dejaré que duermas en el sofá?.- enarqué una ceja e infló sus mejillas.
-Si.- negué con la cabeza.
-De ninguna manera o duermes conmigo aquí o yo duermo en el sofá.- dicté firme y frunció el ceño.
-Claro que no, yo sofá.- se apuntó.- tú cama.- me apuntó.
-Así que estamos en idioma alienigena.- me reí.- en ese caso... Tu.- la señalé.- cama, yo.- me señalé.- sofá.- me empujó con su puño y me reí.
-No seas necio, tienes que guardar reposo.
-No exageres bugaboo, he estado peor que esto y lo sabes.
-Gato tonto.- se cruzó de brazos y la tomé jaladola hacia mi haciendo que quedará sobre mi pecho.
-Puede que si sea un gato tonto... .- musité.- pero solo puedo ser tú gato tonto.
-A-adrien... .- la apegué más a mi, su delicada figura calzaba perfectamente bajo mis brazos.
Mi corazón latía con fuerza y no me importaba que lo oyera, porque si lo hacía sabría perfectamente que era por su cercanía y eso solo podía significar lo ansioso que me hacía sentir.
"Los latidos del corazón nunca mienten."
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