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Capítulo 21

~Félix~

Molestar un poco a Marinette no le hacía mal a nadie, quizás me pasé un poco, pero bueno nada que hacer.

No pensé que mi primo reaccionaría de esa manera con respecto a ella, ¿acaso estaba enamorado de esa chica?. No es que sea algo malo, pero ella tiene novio y no me gustaría verlo metido en problemas por eso, además por alguna razón verla cerca de otros hombres me hacía sentir extraño, no me agradaba por ningún motivo. Quizás porque se parecían.

Terminé el trabajo que tenía acumulado de la empresa y vine aquí como todos los días desde que llegué de Italia.

Abrí las puertas y me acerqué a la recepcionista, la cual amablemente y con una sonrisa muy conocida para mi me saludó.

-Ya conoce el camino señor Agreste.- me indicó que pasara y asentí en silencio regalandole una media sonrisa.

Mientras caminaba por los largos pasillos sentía una enorme presión en mi pecho, el aire frío y las paredes grises me hacían sentir pequeño e incluso un poco insignificante.

Solté un poco mi corbata, me hacía falta aire y era normal la mayoría del tiempo cuando venía para acá.

Había pasado a comprar rosas rojas como todos los días, quince rosas rojas... Sus favoritas.

Presioné el ramo en mi mano oyendo el eco que hacían mis pasos al caminar y cuando por fin ya estaba frente a la puerta color gris, leí el nombre escrito deseando internamente otra vez que pudiera venir y no leerlo porque todo estaba bien.

Tragué saliva sintiendo los nervios y congoja carcomerme por dentro. Llené de aire mis pulmones para darme el valor de poder entrar otra vez y contarle como fue mi día.

Tomé el pomo de la puerta girandola lentamente y cuando abrí la puerta por completo ahí estaba.

-¿Qué haces aquí?.- preguntó la mujer con sus rasgos endurecidos mientras se ponía de pie.- ya te dije que no quería verte de nuevo.

-Y yo te dije que no pensaba hacerte caso.- respondí con el ceño fruncido.

-Largate de aquí, no tienes derecho de estar aquí.- soltó acercándose más a mi.

-Claro que lo tengo.- apreté el ramo en mi mano viéndola a los ojos.

-¡Tu la pusiste aquí!, ¡fue tu culpa!.- exclamó y mi corazón poco a poco iba rompiéndose nuevamente.

-¡Lo se!, ¡¿cree que no me culpo todos los días?!.- el enojo y dolor se hacían cada vez más presentes.

-No tienes idea del sufrimiento que me has provocado.

-¡Claro que lo sé!.

-¡¿Qué vas a saber tu?!.- me apuntó bruscamente.- ¡es mi hija la que está postrada en esa cama!.

-Vendré a verla de todos modos.- dije en un tono firme guardando la compostura, ella tomó sus cosas y salió de la habitación.

-Maldigo el día en que mi hija se fijó en ti Félix Agreste.- cerró de un portazo.

Miré en piso por mucho tiempo conteniendo la rabia, no podía juzgar que ella me detestara porque tenia razón. Yo mismo me maldecía porque ella le hubiera dado color a mi vida siendo que no la merecía.

Me acerqué lentamente a la cama posando mis ojos en su delgada figura. Estaba pálida como una hoja de papel, tenía el cabello suelto, estaba llena de tubos, respiradores y máquinas que la ayudaban a seguir con vida. Lo que más me pesaba era que tuviera sus ojos cerrados, esos mares tan preciosos que me enamoraron de una forma tan cálida para mi fría personalidad y sus labios... Con una sonrisa desvanecida que extrañaba desde lo más profundo de mi alma.

Me volteé a la mesita que había a un costado y quité la rosa del día anterior.

-Traje tus flores favoritas.-musité dejando el ramo mientras sólo quitaba un ejemplar para ponerlo en el florero.- se que solo te gusta una sola, pero yo siempre te compro quince.- mi voz se quebró recordando su voz y sus palabras.

<<Félix, ya te dije que no necesito un enorme ramo de rosas, con una sola me basta y soy feliz si eres tu quien me la da.>>

-Pero sabes que soy muy terco.- solté una risa cargada de dolor.- espero puedas un día solo tomar el ramo y apartar la rosa que más te guste. Sonreírme y besarla para luego hacer que yo la bese también.

<<Es como darte un beso, pero con una rosa. ¡Un beso-mensaje en un rosa!.>>

Dejé las catorce rosas a un lado y solo una en el florero. Me acerqué otra vez a la cama y quité los cabellos de tu frente con mi mano temblorosa.

-Por favor perdóname... Yo debería estar ahí, no tú.- y no aguanté las lágrimas, las cuales se derraparon com si nada por mis mejillas. Tomé su mano, la cual estaba completamente fría.- te necesito, no tienes idea de cuanto te necesito... Te dije tantas cosas hirientes y no las merecías. ¿recuerdas que te dije que no te extrañaría?.-solté una risa irónica al aire besando el dorso de su mano con fuerza.- que imbecil era... Era un completo idiota, cada día que pasa te extraño de una manera que jamás pensé que sentiría...

El aire cada vez se hacía más pesado y el sonido de las maquinas me estaba desquiciando lentamente.

-Por favor despierta... Por favor.- dije en un hilo de voz.- quiero oír tu voz otra vez, necesito oír tu voz otra vez.- acerqué mi mano acariciando su mejilla lentamente.- ver como te sonrojas con una simple palabra que para mi significaba algo tan burdo y poco, pero que para ti era lo más importante del mundo.

La observé por mucho tiempo, seguía su respiración con la máquina que se encargaba de proporcionarle el oxígeno.

-Debí decirte lo importante que eras para mi, debí darte el tiempo que me pedías, debí apreciar todo lo que hiciste por mi y debí valorar el amor que me tenías el cual no lograba entender...

Flashback

Ya era de noche e iba conduciendo mi auto hacia mi departamento. Ha sido un día realmente agotador y estaba completamente molesto por lo que acababa de pasar en mi trabajo.

-¿Te gustó la sorpresa?.- preguntó con tono cantarín mientras me veía con sus ojos azules muy abiertos.- nos esforzamos mucho para que todo saliera bien.

-No debiste hacerlo.- solté seriamente mirando al frente.

La lluvia golpeaba fuertemente el vehículo y cada vez se veía menos el camino.

-Félix, no seas un gruñón.- formó un puchero y rodé los ojos.- todos estabamos muy contentos, ¿por qué no puedes simplemente disfrutarlo?, es tu cumpleaños.

-Te dije que no quería ninguna fiesta y ¿Qué es lo que haces?. Una fiesta con mis compañeros de trabajo.- apreté el volante con fuerza.- por un vez en tu vida ¿podrías sólo hacerme caso?.

-Pero quería demostrarte lo mucho que te queremos y lo feliz que estábamos por tu cumpleaños.

-¡Bridgette!, ¡te dije que no quería celebrar nada!.

-¡Sólo quería que te sintieras querido!.

-¡Me importa un carajo sentirme querido o no!, ¿no lo entiendes?.

-¿O sea que no te importa lo que siento por ti?, ¿eso quieres decir?.- alzó más la voz.

-¡Puedes hacer lo que quieras!, ¡eres libre de hacer lo que se te pegue la gana!.- respondí viéndola fijamente.

-Siempre estas trabajando. Quería salir contigo una sola vez y me dijiste que estabas ocupado, entonces quise hacerte una sorpresa con tus compañeros de trabajo y todos aceptaron gustosos porque te aprecian.

-¡Ya no quiero seguir discutiendo esto sin sentido!.- bufé mirando la calle.

-No salimos, no me dejas acercarme, no me das sólo unos minutos de tu tiempo para que me cuentes como te fue, no me dices... N-no me dices t-te quiero...

-¿Por algo será no lo crees?.- solté desde el enojo y comenzó a llorar.

No me gustaba verla llorar, pero me sentía tan enojado y celoso. ¡Si!, ¡Estaba celoso!. El idiota de mi compañero de trabajo estaba coqueteando con ella y no hizo nada para alejarlo, era bastante obvio su acercamiento y aun así ella solo le sonreía.

-¡Félix Agreste eres un idiota!.- cubrió su rostro con ambas manos volteandose hacia el lado de la ventana.- un día ya no me verás más y te arrepentirás de tus palabras.

-¿Si?, ¡pues si soy un idiota no se que mierda haces conmigo entonces! Y déjame decirte que yo jamás me arrepiento de lo que digo.

-¡Imbecil!, ¡Estoy contigo porque te amo!.- me reí sarcástico.

-¿Amor?, eso es sólo una porquería.- bufé.- tu y yo solo nos acostamos y disfrutamos el uno del otro.

Sentí silencio por un largo rato hasta que me giré un poco y pude ver su rostro lleno del lágrimas y dolor, un dolor que no había visto antes en ella. Me di cuenta de mi error, la lastimé... La lastimé horriblemente.

-Bird... Yo...

No pude terminar porque una fuerte luz y la bocina de un camión sonó.

Todo estaba negro...

Abrí los ojos lentamente y la fuerte luz blanca me cegó. Me senté y estaba en la cama de un hospital.

-¿Qué pasó?.- tomé mi cabeza y estaba vendada.

-Tuviste un accidente automovilístico.- a mi costado y divisé una enfermera.- recuestate, debes descansar. Llamaré al doctor para que te revise.

-¿Accidente?.- no entendía nada de lo que pasaba.

-Si, fue un milagro que sobreviviera... No cualquiera burla la muerta como usted lo hizo.

-Accidente... .- musité quitándome el suero y el tapado.- Bridgette.

-¿Qué hace?, ¡tiene que estar inmovilizado!.- me empujó hacia atrás pero me solté.

-¡¿Dónde está Bridgette?!, ¡tengo que verla!.- exclamé poniéndome se pie, pero no tenía fuerzas y caí al piso.- ¡Bridgette!, necesito verla... .- me dolía todo el cuerpo, no entendía del todo que pasaba.

-Necesito enfermeras en la sala 215, con urgencia.- habló la chica que anteriormente veía mis signos vitales.

Rápidamente aparecieron unos tipos junto a dos enfermeras más.

-No, sueltenme. Tengo que verla, ¿dónde está ella?, por favor...

Me tomaron y sentí mi cuerpo dormirse, me habían sedado.

¤¤¤

Aquí me encontraba, sentado en una silla de ruedas frente a la cama, ella llena de máquinas luchando por su vida en cada respiro.

-Señor Agreste, ya acabó la hora de visita.- dijo la enfermera encargada de traerme desde mi cuarto.

-Sólo un poco mas... .- musité y asintió en silencio.

Me acerqué y tomé su mano apretandolo con fuerza.

-Por favor... vuelve, si quieres mandame al diablo pero vuelve... .- limpié las lágrimas derramadas con mi mano.

Estaba en coma... Y no sabían si quiera si pudiera despertar.

Fin de flashback

-Conocí a una chica... Es asombrosa, se parece mucho a ti... Su nombre es Marinette.- sonreí de lado.- cada vez que la veo siento que estas a mi lado y cada vez que ella sonríe es como si tu lo hicieras.- limpié mi rostro lentamente.- es muy terca igual que tu, amable y berrinchuda, pero también tierna y comprensiva... Me he planteado el acercarme a ella, pero tiene novio y ella no eres tú.

Mire hacia arriba sintiendo como mis piernas se adormecian.

-Estoy seguro que si se conocieran serían grandes amigas y ambas planearían como molestarme de alguna forma.- solté una risa.

No me di cuenta como había pasado el tiempo que ya estaba oscuro afuera. Sonó la alarma de mi celular y lo saqué revisando la hora.

-Creo que ya a debo irme, pequeña.- deposité un beso en su frente por mucho tiempo.- Vendré a verte mañana otra vez, ¿bueno?.

Quisiera que en algún momento me respondiera, pero eso difícilmente pasaría.

La situación de Bidgette empeoró el último mes y entró en paro respiratorio hace dos noches.

-Te amo, mi pequeña torbellino.- respiré su ya casi imperceptible aroma ojeandola antes de salir.- te prometo que haré todo lo posible para volver a ver tus ojos sonreírme.- y me fuí.

Me fui añorando que en el siguiente día sería diferente, diferente en el sentido de volver a sentirme vivo junto a ella y poder pedirle perdón por todo lo que le hice.

"El amor es infinito en muchos sentidos y cuando es verdadero... sobrepasa los límites de una soledad de por vida hasta volver se encontrarse con su otra mitad."

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