Capítulo 16
~Marinette~
Aún nos encontrábamos en el despacho del señor Agreste, Adrien suspiró pesadamente y miró a su padre.
-Padre.- llamó poniendo una de sus manos en su nuca.- estaremos en mi habitación, ¿crees que podrían enviarnos queso y galletas?.- me mantuve en silencio viendo al señor Agreste y este sonrió.
-Le diré a Nathalie.- se levantó de su sitio y lo abrazó nuevamente.- no tienes idea de lo mucho que me hace feliz que estés aquí hijo.
-Gracias, papá...
-Papá.- repitió.- no se si merezca que me digas así.
-No digas esas cosas, eres mi padre.- se separó levemente de él.- y eso no cambiará.- sonrió.
-Bien, vayan arriba.- aclaró su garganta.- creo que fueron suficientes lágrimas por hoy.- Adrien asintió y caminó hacia a mi.
El señor Agreste se acercó a su escritorio y levantó el teléfono.
-Nathalie, necesito que lleves camembert y galletas a la habitación de Adrien... Si, oíste bien, a su habitación.- colgó.- todo listo.
-Marinette, vamos.- abrió la puerta del despacho esperando a que saliera.
-Oh, s-si vamos.- me despedí de Gabriel y salí primero de la oficina.- pensé que tenía que mostrarte algo.- dije alzando una ceja sonriendo burlona.
Adrien miró hacia otro lado cruzándose de brazos.
-Pu-pu-pues si.- tartamudeó frunciendo el ceño.- digo, yo mostrarte a ti, ¡ah!.- restregó su mano por el rostro.- olvídalo.- solté una risa por su actitud y me puse frente a él.
-Eres un celoso Agreste.- acusé viéndolo hacia arriba.
-Claro que no, no soy celoso.- miró hacia otro lado poniendo sus manos en su cintura.
-Plagg dijo lo contrario.- solté en tono cantarín aproximandome a las escaleras del vestíbulo y se volteó a verme.
-¡¿Qué te dijo ese glotón?!.- exclamó asustado.
-Nada.- solté con inocencia fingida, ¿le gustaba molestarme?, pues ahora es mi turno.- ¿Qué podría haberme dicho?.
-Nada.- soltó rascando su nuca.- mejor ya subamos.
Íbamos a subir cuando oímos un fuerte ruido a nuestras espaldas. Al voltear vimos en el suelo una bandeja con queso y galletas junto a una Nathalie más pálida que un papel con las manos temblorosas.
-Nathalie.- musité y ella no apartaba la vista de Adrien.- ¿estás bien?.- me acerqué y sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Joven Adrien... ¿es usted?.- formuló con dificultad, Adrien reaccionó y se acercó para abrazarla.
-Nathelie, si. Soy yo.- sonrió, ella no decía nada, estaba estática en su posición pero lentamente fue correspondiendo el abrazo.- que gusto verte.
-Pero, ¿Cómo es posible? Usted...
-Papá te explicará.- se separaron un poco y ella limpió sus lágrimas sacándose las gafas.- ¡ya! no pongas esas cara, ni que hubieras visto un fantasma.- soltó en medio de una risa.
-Adrien.- recriminé por su mal chiste.
-Lo siento, lo siento.- alzó las manos.- es que me salen del alma.- hizo una pausa.-¿entienden? Del alma.- rió nuevamente y fruncí el ceño.- ¡vamos princesa, fue chistoso!.
-Claro que no.- me crucé de brazos.
-Nathalie, dime que te pareció gracioso.- agregó viendo a la de lentes y ésta me miró de reojo.- ustedes no tienen sentido del humor.- hizo un puchero.
-Esto ha sido muy sorpresivo.- dijo la asistente levantando la bandeja, rápidamente le ayudé.
-Lo sé.- le sonreí.- yo me encargo de la bandeja, ve a hablar con Gabriel.- sugerí, aun se veía algo sorprendida.
-Necesitaré vacaciones.- dijo por lo bajo, Adrien y yo nos soltamos a reír.
-Unas vacaciones no te harían mal.- agregó el rubio.
Nathalie se despidió tomando una gran bocanada de aire y se dirigió al despacho del señor Agreste dando un ultimo vistazo hacia nosotros antes de abrir la enorme puerta.
-Se ve que a pesar de todo te apreciaba mucho.- agregué a su costado.
-Ella prácticamente me crió después de que mamá... .- suspiró viendo el gran cuadro a nuestras espaldas donde salía él y su padre vestidos de negro.- bueno, vamos arriba.- cambió rápidamente su rostro apagado por una sonrisa.
Sin duda Adrien era alguien que estuvo acostumbrado a ocultar su dolor, pero a mi no podía engañar, sabía que aunque mostrara una sonrisa al mundo por dentro podría tener un huracán arrasando con todo. Podía verlo en sus ojos, mostraban un brillo distinto a cuando era sincero con lo que sentía.
-Está bien.- no quería hacerlo sentir mal, había regresado y lo que menos necesitaba era que lo hostigara con temas tan delicados como el de su madre e infancia desdichada.
Me quitó la bandeja con los alimentos de nuestros kwamis y nos encaminamos hacia su habitación.
Cuando él se había ido, yo subí unas veces a su habitación... quería que me diera una señal de que aún seguía aquí, pero esa señal jamás llegó y solo me hundí profundamente en la desesperación. Un día, Gabriel simplemente me prohibió volver a subir a su habitación, y era lógico, yo estaba mal y él podía notarlo, cualquiera podía notarlo.
Adrien tomó el pomo de la puerta girandola lentamente, podía notar la tensión en su cuerpo y como empezaba a respirar con dificultad. Puse mi mano sobre la suya para girar por completo la manilla, posó sus ojos en los míos y sonrió más que nada como agradecimiento por mi acción.
Su habitación estaba tal cual la había dejado hace tres años atrás, las veces que estuve aquí tampoco había movido nada, e incluso su cama estaba tal y como la dejó aquella noche.
Se adentró al lugar dejando la bandeja sobre una mesita. Abrió la ventana viendo hacia afuera, se acercó a su escritorio encendiendo su computador dejando al descubierto el fondo de pantalla de él y su madre.
Acarició la pantalla con sutileza, abrió el cajón de su escritorio sacando de ahí una fotografía de Nino, Alya, él y yo en el instituto.
Mi corazón se estrujó en mi pecho viendo como sonreía con sinceridad.
-Todo... .- musitó.- Está tal y como lo dejé.- me miró a los ojos aún sujetando la fotografía.- de saber que todo resultaría como pasó hubiera... Le hubiera dicho a todos lo mucho que los apreciaba.
-Adrien...
-No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes, ¿no?.- sonrió ahora con pesar.- sólo espero puedan perdonarme...
-Pero no tienen que perdonarte nada.- me acerqué para abrazarlo.- no has hecho nada.
-Supuestamente los abandoné, fui el peor amigo que puede haber ante sus ojos.- soltó con dolor.- desearía que las cosas fueran diferentes, pero no podemos cambiar el pasado y no podemos decirles lo que realmente pasó, los pondría en peligro.
-Estoy segura que ellos entenderán, quizás Alya nos tome más trabajo.- acaricié su cabeza.- pero todo estará bien, te prometo que todo estará bien.
-Por favor no me dejes solo Marinette.
Lo que dijo me hizo sentir muchas cosas, yo era la que le había pedido eso y que ahora él me lo pidiera... Me hacía sentir egoísta, no sólo yo lo necesitaba, sino que también él a mi.
-No lo haré, tranquilo. Solucionaremos las cosas.- se aferró con más fuerza a mi.
-Gracias... .- iba a separarme pero no me dejó.- espera un momento... y-yo quisiera estar un poco mas así.- sonreí y asentí. Podía sentir como tomaba una gran cantidad de aire.- no se que tengan tus abrazos, pero me hacen sentir muy bien.- solté una risa por sus palabras.
-Podría decir lo mismo.- nos separamos un poco contemplandonos en silencio, posó una de sus manos en mi mejilla acariciandola mientras limpiaba una lágrima escurridiza.
-Quien iba a decir que Marinette Dupain Cheng me traería vuelto loco.- rápidamente me sonrojé por sus palabras bajando levemente el rostro, pero él lo alzó para que lo viera nuevamente.
-¿E-e-eso es una confesión?.- ¡estúpido tartamudeo!.
-No, la verdad no lo es.- sonrió de lado y me causó tristeza.- cuando me confiese... tendré algo especial preparado.- dejó unas caricias en mi cabeza.
-¿Algo especial?.- pregunté sin quitar mis ojos de los suyos.
-Algo asi como... .- se acercó para susurrar.- aquella vez en tu cumpleaños.- los colores acudieron a mi rostro y los nervios se apoderaron de mi.
-Y-yo.
-¿Interrumpo?.- oímos desde la puerta y estaba Félix recargado en el umbral.
Adrien y yo nos separamos por completo.
-Sólo hablábamos.- dije tomando la fotografía y dejándola en el cajón del escritorio.
-Claro.- soltó Félix adentrándose.
-¿Qué se te ofrece primo?.- preguntó Adrien cruzándose de brazos.
-La verdad solo venía a pasar el rato, Nathelie me dijo que estaban aquí.- hizo una pausa ojeandonos a ambos de pied a cabeza.- Creí que Mari te iba a enseñar algunas cosas.
-Y así era, pero decidimos subir a charlar un poco.- agregó sentándose en la silla del escritorio.
-Ya veo. Por cierto, quería preguntarte algo.- dijo Félix viéndome de reojo, yo me mantenía en silencio.
-Te escucho.
-Ahora que has vuelto de Alemania, asumo que comenzarás a trabajar en la empresa ¿no?.- se apoyó en el borde del escritorio viendo a Adrien hacia abajo.
-La verdad no lo he pensado aún, quiero arreglar algunos asuntos primero.- me miró de reojo y capté su mensaje.
-Ya a veo, espero podamos trabajar juntos. ¿no te gustaría Marinette?.- preguntó de la nada y pestañeé varias veces.
-¿C-cómo?.
-¿No te gustaría trabajar con Adrien y conmigo en la empresa?.
-Cl-claro, pero y-yo sólo estoy por esta ocasión en la nueva colección.
-Estoy seguro que será más que sólo esta ocasión. Gabriel tiene mucha confianza en tu trabajo.
-Es que Marinette es talentosa en todos los sentidos.- agregó Adrien.- diseña desde que íbamos en el instituto, es una gran artista.- sonrió.
-¿Iban juntos al instituto?.- preguntó Félix enarcando una ceja.
-Si, éramos compañeros.- respondí.
-Por cierto primo, ¿dónde pasaste la noche?.-preguntó el rubio y ambos lo miramos.- dijiste que llegaste ayer, pero no llegaste a la mansión.- puso cara de pensar.
-Pu-pues y-yo...
-Durmió en mi departamento.- Interrumpí y Félix me miró algo sorprendido.- pero no creo que eso sea de tu incumbencia.
-Vaya que audaz eres Marinette, aunque dudo mucho que a tu novio le guste que un hombre duerma en tu departamento.- sonrió con socarronería.- contigo. A solas.
-No hablaré eso contigo, Félix.
-Como dice Marinette, no es algo que deba importarte.- agregó Adrien.- lo que yo haga o lo que ella haga no debería afectarte o ¿si?.
-Claro que no, por mi hagan lo que quieran.- acomodó su corbata.- yo solo cuido la imagen de la compañía, ya sabes... No sería bien visto que la nueva diseñadora de las empresas Agreste tuviera.-puso cara de pensar.- amoríos con el hijo del dueño y que además ella ya tenga novio.
<<¡¿Y a este que le pasa?!>>
Mi rostro cambió completamente a uno molesto, Félix prácticamente está diciendo que soy una...
-No vuelvas a repetir eso en tu vida, Félix.- Adrien se paró rápidamente de la silla, lo tomó firme de la camisa viéndolo con enojo, apretando su mandíbula con fuerza.- o me olvidaré que somos familia.
-Adrien.- me acerqué tomando su brazo jalandolo un poco hacia atrás.- Adrien, por favor.
-No es para que te pongas así.- soltó el rubio mayor tomando los brazos de Adrien para que lo soltara.- sólo es un consejo.- sonrió falsamente mirándome al costado.
-Basta Félix.- me dirigí a él.- Adrien suéltalo.
-Escúchame bien, ni Marinette, ni yo tenemos que darte explicaciones de nada y si me entero que vuelves a insinuar cosas sobre ella te va a ir muy mal.
-¿Me estas amenazando?.
-No es una amenaza, es una advertencia.
-Bien.
-Pídele disculpas.- agregó Adrien.
-Adrien no es neces...
-Si, si lo es.- me miró hacia atrás y luego soltó a Félix.
-Disculpa, Marinette.- dijo el rubio mirando hacia el otro lado.- como sea. Tengo cosas que hacer.- acomodó su ropa y caminó hacia la puerta.- su cama ha de ser muy cómoda ¿no?, Adrien.- sonrió y cerró la puerta.
-¡Ese imbécil!.- bufó pasando ambas manos por su cabello.
-Está bien, solo olvídalo.- agregué suspirando pesadamente.
-¿Qué lo olvide?, imposible. Prácticamente dice que tú...
-Adrien, déjalo. Ademas ya me acostumbré a su bipolaridad.- rodé los ojos.
-Félix no era así...
-Yo lo conocí así.
-Más le vale que no vuelva a decir lo que dijo porque...
-No harás nada.-me crucé de brazos.- que hable lo que quiera, pero tu no te meterás en problemas por cosas mías.
-¡Hey!, somos compañeros. Tu me cuidas y yo te cuido.- me apuntó con el ceño fruncido.- nadie tiene ningun derecho de decir algo malo sobre ti.
-Pero basta con saber que no es cierto.
-No basta.
-¡Que si!.
-¡Que no!.
-Adrien no quiero discutir por esto.
-Y yo tampoco.
-Entonces... .- tomé su mano entrelazando nuestros dedos.- entonces no discutamos por esto.
-Está bien... .- apretó mi agarre sonriendo.
-Iré... .- tomé aire.- iré a hablar con Luka.- Asintió levemente.
-¿Quieres que te acompañe?.
-Preferiría ir sola.- acaricié su mano con mi pulgar.- ¿Está bien?.
-Bueno, pero si me necesitas por favor avísame y yo iré enseguida.
-Lo haré.
-¿Lo prometes?.
-Lo prometo.
~Maestro Fu~
-Hola anciano.-oí a lo lejos esa voz distorsionada nuevamente, abrí mis ojos con dificultad viendo frente a mi una silueta oscura.- veo que ya despertaste, intentemos de nuevo.- se acercó lentamente.- dime como obtener el poder absoluto.
-Hola, ¿Cómo te encuentras hoy?.- respondí sonriendo.- los modales son lo primordial en una conversación.
-No te burles de mi, sabes que te puede ir muy mal. ¿cuánto más crees que podrás aguantar?.- se acercó a la mesa que había a un lado y tomó la silla junto con un cuchillo posicionándose frente a mi.
-Comencemos otra vez.- dijo en un tono amable, pero sabía que volvería a torturarme.
-Sabes que el silencio es na buena forma de meditar.- sugerí regalandole una sonrisa.
-El silencio no evitará que sientas dolor nuevamente.- acercó el cuchillo a mi brazo.
Mi cuerpo se estaba debilitando y aunque ya casi ni pudiera mantenerme despierto debía hacerlo.
-Pero el silencio evitará que cometas una locura. Ya te lo dije, el poder absoluto pued...
-¡Puede traer caos!.- me interrumpió.- ¡Eso a lo se! Y no me importa, ¡necesito que me descifres el libro!.- me golpeó el él estómago con su puño.
-¿Alguna vez has pensado en hacerte masajes para liberar estrés?. Te harían muy bien, soy experto en este tipo de cosas.
-No me dejas más alternativas.- se puso de pie y sacó algo de su bolsillo, no podía ver su rostro, estaba cubierto.- Nooroo alas negras.- el destello morado se hizo presente transformando al sujeto.- un par de akumas no le harán mal a París.
-Ladybug te detendrá.- se me hacia difícil respirar.- ella...
-Ella morirá si es necesario para que me de su miraculous.
-No podrás contra ella.
-¿Quieres apostar?.- sonrió tomando una mariposa y oscureciendola con su poder.- en tus hombros caerá el peso por la ciudad destruida.
-Hay cosas que no están al alcance de tu comprensión.
-¡Silencio!.- golpeó mi rostro con el bastón.- me dirás todo lo que sabes... fui paciente contigo, pero ya no tendré piedad de ti o de tus preciados kwamis.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro