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Capítulo 15

~Adrien~

Sentí como la luz golpeaba mis ojos sintiendo una leve molestia, los fui abriendo lentamente, podía oír los pájaros cantar afuera y un peso sobre mi pecho.

Cuando abrí mis ojos por completo pude visualizar a Marinette dormida sobre mi, sin duda era una de las imágenes más hermosas que haya visto en mi vida.

Su respiración era tranquila y el calor de su cuerpo era sin duda algo que me daba completa paz.

Acaricié su cabello suavemente con mis dedos abrazandola más a mi, podía sentir el dulce aroma que desprendía toda ella, me encantaba y la había extrañado tanto.

A pesar de no recordar mucho lo que fue mi "vida" durante mi muerte, tenía el sentimiento de haberla extrañado demasiado y eso me bastaba para no querer alejarme de su lado.

No estaba seguro si despertarla o dejarla dormir y admirarla por horas, lo cual no me molestaría en lo más mínimo.

-Princesa... .- susurré.- debes despertar.

Se removió un poco aferrándose más a mi torso con sus brazos.

-No quiero... .- musitó y solté una risa por su actitud de una niña pequeña.

-Bugaboo.- llamé nuevamente.- quiero ver tus ojitos azules.- la sentí sonreír.

Se incorporó lentamente poniéndose frente a mi aún con los ojos cerrados arrugando levemente su nariz, podía distinguir sus pequeñas y casi imperceptibles pecas en esta, sus largas pestañas y sus mejillas levemente enrojecidas.

-¿Por qué no abres los ojos?.- pregunté haciendo a un lado su flequillo.

-Porque tengo miedo...

-¿Miedo?, ¿de que?.- ladeé el rostro contemplandola

-De abrir mis ojos y que no estés aquí.- me conmovió por sus palabras.

-Hey, estoy aquí.- tomé su rostro con mis manos.- y te dije que no te dejaría otra vez, ¿me sientes?.- asintió varias veces.- entonces no tengas miedo.- le sonreí.

Abrió sus ojos lentamente y pude notar que estaban cristalizados, ese azul y celeste tan hermoso me hacían sentir mucha dicha. Sonrió al verme.

-Ves, estoy aquí.

-S-si, lo estás.

-Creo que deberíamos comer algo y darle queso a Plagg antes de qu...

-¡Adrien! ¡Queso!.- exclamó volando hacia nosotros y aterrizando en mi cabeza.- ¡ya despierta y muévete!.- me jaló el cabello.

-¡Auch! ¡Plagg!.- alegué pero hizo caso omiso revolcándose en mi cabeza, Marinette por su lado soltó una risa.

-¡Plagg! Te dije que no molestaras.- apareció Tikki cruzándose de brazos y frunciendo levemente el ceño.

-El hambre es mas importante.- le respondió el felino sobre mi.

-Siempre arruinas los momentos románticos.- bufó haciendo un puchero.

Marinette y yo nos miramos completamente avergonzados por las palabras de la carmesí, así que nos incorporamos rápidamente.

-Bien ¡haré el desayuno!.- dijo la azabache poniéndose de pie junto con una bata y sus pantuflas.

La observé detenidamente, me encantaba poder verla. El sol se filtraba por la ventana, ya no llovía y su luz iluminaba la blanquecina piel de mi princesa haciéndome perder la cordura por su belleza y que hablar de la enorme sonrisa que tenía en sus labios, era simplemente magnífica.

-Oye.- llamé poniéndome de pie frente a ella.- yo también quiero ayudarte.- me crucé de brazos y pestañeo varias veces.

-¿Ayudarme?.- preguntó extrañada.

-Hagamos el desayuno los dos.- tomé su mano y la guié hasta su cocina, los kwamis nos siguieron detrás.

-Pero puedo hacerlo sola.

-Pero quiero ayudarte.- respondí poniendo el agua a hervir.

-Bien, bien.- alzó las manos y sacó unas cosas de la nevera.

-¿Donde están las tazas?.- pregunté observando los muebles.

-En las puertas de arriba, ahí está todo y el servicio en el cajón de abajo.- respondió a mis espaldas.

-Prrrufecto, my Lady.- soltó una risa y busqué los que necesitaba.

-Marinette, quiero queso.- dijo Plagg haciendo un puchero y ella le entregó su manjar en un pequeño plato.

-Ahí tienes, lleva las galletas te Tikki a la mesa por favor.- agregó entregándole otro platillo.

-Yo lo llevo, no hace falta que molestes a este apestoso.- soltó la pequeña kwami tomando su platillo.

-Ya quisieras oler como yo azuquitar.- alardeó el felino y Tikki rodó los ojos.

-No, gracias.

Ambos volaron hacia el comedor y Marinette se quedó junto a mi terminando de hacer el desayuno.

-Sabes... .- llamé su atención y se volteó a verme.- cuando iba al instituto a veces me escabullia en la cocina para cocinar algo.- solté una risa.

-¿Te escabullias?.- enarcó una ceja y asentí.

-Mi padre no me dejaba que hiciera esas cosas.- hice una mueca.- ya sabes... había un chef y todo eso, además que tenia una dieta estricta por ser modelo.- rodé los ojos.

-Tu padre ha cambiado mucho, Adrien.- puso una mano en mi hombro.- te sorprenderás, estoy segura.

-Espero no decepcionarme.

-No lo harás, estará muy feliz de verte.- sonreí ante sus palabras.- iremos después de desayunar.-asentí.

-Sólo espero que no me diga que soy un "akuma" como cierto bichito.- ente cerré los ojos y ella infló sus mejillas, ¡adoraba cuando hacia eso!.

-Hey, tenía justificación.- me empujó levemente.- no todos los días el amor de tu vida vuelve de entre los muertos.- se cruzó de brazos.

-Así que... ¿amor de tu vida?.- sonreí con pillería viéndola hacia abajo.

-Y-yo... No, tu... digo, ¡Ah! ¡No me mires así!.- puso un paño en mí rostro y me solté a reír.

-Pero si no hice nada.- era muy divertido poder molestarla y ponerla nerviosa.

-Si, claro, Chaton.- respondió sarcástica.

-¡Marinette!.- gritó Tikki.- ¡Tu celular está sonando!- llegó con el aparato y eso me recuerda que necesitaré uno.

-Gracias Tikki.- vió la pantalla y contestó.- Alya... Si, estoy bien. No... estoy.- se volteó a verme.- estoy en mi casa, no... Luka no está aquí. Lo sé, se que lo que paso no fue... ¡Alya! ¡Escúchame!.- puso una mano en su frente.- Hablaré con él y... .- me vió nuevamente.- tengo que contarte algunas cosas. Después hablamos, adiós.- colgó.

-Es por lo que me contaste de Lila, ¿no?.- pregunté y soltó un pesado suspiro.

-Si, quedó preocupada porque me fui de la fiesta.- puso una mano en su cuello.

-Estoy seguro que él no lo correspondió a eso.- solté apoyándome en el mesón cruzando me de brazos, y realmente lo creía, sabía que Luka amaba a Marinette mucho, podía notarlo de solo ver como la miró y aunque no me gustara la idea, agradecía que la ayudara cuando yo no estuve.

-Lo sé.-musitó.- confío en él.

Desayunamos con normalidad, entre risas y pequeños chistes de parte mía, creo sinceramente que aún no pierdo el toque.

Ya estábamos casi listos para irnos cuando el celular de Marinette volvió a sonar, pero ella ignoró la llamada.

-¿Alya de nuevo?.- pregunté apoyado en el marco de la puerta de su habitación.

-No, era... bueno da igual, después lo sabrás.- sonrió, se puso de pie abriendo su closet para sacar una chaqueta.- vamos.

-Espera... ¿Y los kwamis?.- caminó hasta la sala y la seguí detrás.

-Vendrán con nosotros.

-Exacto, no pienso perderme ese delicioso camembert que me da el señor Agreste.- se unió Plagg a la conversación volando sobre el hombro de Marinette.

-Iremos con ustedes porque puede atacar un akuma.- agregó Tikki cruzándose de brazos y posandose en mi hombro.

-Tienes razón pequeña Lady.- afirmé acariciando su cabeza con mi dedo.

-Al menos Adrien tiene cerebro, no como su kwami apestoso.- miró al felino con los ojos entrecerrados.

-Yo no soy apestoso, yo me baño todos los días como buen felino que soy.- miró hacia arriba.

-Si pudieras no bañarte lo harías.- acusó Tikki.

-Sólo para estar más con mi queso.- puso ojos soñadores.

-Creo que ya es suficiente platica.- agregó Marinette.- dejen de pelear.

-No estamos peleando.- dijeron al unísono y luego se voltearon en direcciones contrarias.

-Creo que deberíamos ir antes de que ocurra la tercera guerra mundial en tu departamento.- dije en medio de una risa y ella asintió.

Abrí mi camisa y Plagg me metió dentro, Marinette puso a Tikki en su bolso y salimos de su hogar.

Caminamos hacia la parada de autobús y esperamos el correspondiente que nos dejaba cerca de la mansión.

La gente me miraba raro, como sorprendidos y mi bichito se sintió algo cohibida.

-Creo que te han reconocido.- musitó sujetándose del fierro del bus.

-No es que me importe mucho la verdad.- susurré mirando de reojo a la gente sentada.

Me incomodaba un poco tener que volver a mi antigua vida llena de cámaras y sin poder salir.

Unos minutos más llegamos a la mansión, ambos estábamos parados frente al gran portón del que un día fue mi hogar.

La sensación era extraña... nostálgica y sentía muchos nervios de ver a mi padre nuevamente.

-Cuando estés listo.- Mari tomó mi brazo viéndome ligeramente hacia arriba, tomé una gran bocanada de aire y asentí.

-Vamos.- dije firme en mi posición y ella tocó el timbre.

-Hola, ¿quién es?. - oí la voz de Nathalie y una gran corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo.

-Nathalie, soy Marinette. Necesito ver a Gabriel por favor.

-Oh, claro Marinette. Adelante.

<<¿Acabo de oírla decir Gabriel?>>

-Gracias, por favor no le digas. Le tengo una sorpresa.- agregó al parlante.

-Claro.

Seguimos nuestro camino hacia la gran casa, abrimos la enorme puerta y con algo de temor pisé la residencia. Estaba tal y como la recordaba, los cuadros estaban en su misma posición.

Sentí mi corazón latir fuertemente. Marinette tomó mi mano apretandola con fuerza.

Mis ojos se humedecieron un poco por toda la emoción que me transmitía el lugar donde una vez fui muy feliz y también muy desdichado.

-Vamos al despacho, el debe estar trabajando.

-No me sorprendería la verdad.- las palabras salieron como si nada de mi boca.

-Adrien, él no es la misma persona que recuerdas.- frunció el ceño levemente volteando mi rostro hacia ella.

Caminamos hacia el despacho de mi padre, Mari golpeó tres veces la puerta y oí un "adelante" desde adentro.

Oír su voz fue un golpe en mis pulmones muy fuerte.

-Esperame aquí.- susurró mi princesa y asentí, la verdad ni siquiera podía moverme.

~Marinette~

Entré empujando la gran puerta del despacho del señor Agreste, estaba en su escritorio como de costumbre y cuando alzó la vista sonrió.

-Marinette, hola.- saludó dejando su trabajo a un lado y poniéndose de pie.- que gusto verte aquí, ¿teníamos clases?.- preguntó llegando a mi posición.

-N-no, la verdad hoy no teníamos clases.- besó mi mejilla e imité su acción.- yo en realidad...

Me costaba formular las palabras adecuadas, se veía calmado, acomodó sus gafas y me miró hacia abajo.

-¿Qué sucede?,  ¿ocurrió algo?.- preguntó un poco mas preocupado.

-No.- negué con las cabeza y llené mis pulmones de aire.- y-yo en realidad vine porque le tengo una sorpresa.- mordí mi labio inferior intentando contener mis nervios.

-¿Sorpresa?, ¿para mí? .- asentí varias veces y retrocedí sobre mis talones unos pasos.

-Ya... Ya puedes pasar.- dije a Adrien el cual tenía un semblante completamente asustado detrás de umbral de la puerta.

Gabriel me miraba extrañado sin moverse de su posición y solo arreglando su corbata un poco para recibir a quien le había traído.

Su rostro rápidamente cambio a uno indescifrable, sus ojos se cristalizaron rápidamente al igual que pude notar como su respiración se agitó.

Volteé a ver a Adrien el cual se había quedado estático detrás mío sin poder apartar sus ojos de los de su padre, su postura mostraba todos los sentimientos encontrados que seguramente sentía en estos momentos.

Estaba recto, sus manos temblaban levemente aunque lo disimulara apretando sus puños en ambos costados, apenas percibía si estuviera respirando, sus verdosos ojos cristalinos.

Si no se movían yo lo haría. Tomé el brazo de Adrien y lo jalé para que se acercara a su padre el cual tampoco decía nada.

-Adrien... .- musitó el señor Agreste con dificultad cuando lo deje parado frente a él.- Hijo... eres tú.- lo abrazó fuertemente, Adrien no respondía.

Ya me estaba asustando de que le hubiera dado un ataque o algo parecido, pero lentamente subió sus brazos correspondió el abrazo de su padre.

-Papá... .- comenzó a llorar sobre el hombro del señor Agreste.- papá.- repitió nuevamente.

-Adrien, mi pequeño hijo.- soltó Gabriel con la voz quebrada sin soltar a su hijo.

Si seguían así también me pondría a llorar. Estaba tan feliz por ellos, tan feliz de que haya regresado, tan feliz de este encuentro. Era simple y sencillamente hermoso poder presenciar el encuentro de un padre con su hijo después de mucho tiempo.

-¿Cómo es posible?.- se preguntaba el señor Agreste tomando la cabeza de Adrien besandolo repetidas veces mientras lo acariciaba asegurándose de que no fuera un engaño de su mente.- Estas aquí, hijo... Estás aquí.

-No lo sé... Pero estoy aquí papá, estoy de vuelta.- su voz sonaba cortada en cada palabra que decía.

-No tienes idea lo mucho que te extrañé.

-¡Me estas aplastando!.- oí la voz de Plagg y ambos se separaron levemente viendo hacia abajo.- ¡humanos!.- bufó rodando los ojos y volando hacia mi.- Princesa de los quesos, ¿puedo quedarme en tu bolso?.- me sonrió mostrando su colmillos y asentí soltando un risa.

-Adelante.- le abrí mi bolso. Gabriel y Adrien soltaron una risa limpiando sus rostros de las lágrimas que habían derramado recientemente.

Le explicamos al señor Agreste lo que había pasado el día anterior, lógicamente omitiendo que yo estaba llorando y que Adrien tropezó con el puesto de una señora.

Todo era realmente extraño, estoy segura que el maestro podría decirmos lo que sucede, pero no está y ese es otro asunto que debemos resolver lo antes posible.

Hablamos por mucho tiempo, se dieron un par de abrazos más y a mi también, fue conmovedor.

Mi celular comenzó a sonar nuevamente y lo saqué para ver de quien se trataba.

Era Félix otra vez. Seguramente era sobre lo de ayer y no quería hablar de eso, mucho menos con él.

-¿Todo bien bichito?.- preguntó Adrien sonriendo de lado.

-Si, no es nada importante.

-Esto sí que han sido muchas emociones.- agregó el señor Agreste.

-Ni que lo diga.- solté yo alisando mi falda con mis manos.- fue algo casi... No lo sé, no se ni como explicarlo.

-Bueno, creo que todos estamos igual.

Oímos la puerta abrirse y volteamos a ver quien era.

-Tío, quería saber si sabias algo sobre Mari... .-  era Félix con su celular en la mano y un libro bajo el brazo.- Marinette.- dijo cuando hizo contacto visual conmigo y luego miró a mi costado.- ¿Adrien?.- pestañeó varias veces.

-¿Félix?.- dijo Adrien con confusión.

-Hola primo, ¿cuándo llegaste?.-preguntó el rubio acercándose y dándole medio abrazo.

-Ayer... .- respondió.- hace mucho no te veía...

-Sólo unos cuantos años.- sonrió de lado y se volteó a verme.- Marinette, ¿por qué no contestas?.- me miró con el ceño fruncido.

-¿Él era quien te llamaba?.- preguntó Adrien fijando sus ojos en los míos.

-¿Se conocen?.- preguntó Félix viéndonos a ambos.

-Por supuesto que sí, nos conocemos hace mucho.- respondió mi gatito soltando una risa y cruzándose de brazos.

El señor Agreste se metió en su computadora, asumo que se puso a trabajar mientras teníamos nuestra conversación.

-Interesante, pero bueno.- Félix tomó mi mano y se agachó un poco.- ¿Estás bien?, ayer con lo que pasó.- suspiró.- te llamé varias veces y no contestaste.

-Bu-bueno y-yo... .-miré de reojo Adrien y este tenía el ceño fruncido, quité rápidamente el agarre de Félix y el me sonrió coqueto como se le hacía costumbre ya.- estaba ocupada.- respondí firme.

-Claro, ocupada llorando seguramente.- y otra vez el señor arrogancia se hace presente.

-Silencio.-susurré frunciemdo el ceño. Lo que menos quería era que el señor Agreste se enterara sobre lo de Luka ayer.- no digas esas cosas.

-Yo quería evitar que vieras eso, pero tu con lo terca que eres.- se acercó más a mi.- terminaste viéndolo igual, al parecer tu novio no es un santito.

-No hables así de Luka, tu no lo conoces.- dije por lo bajo evitando que el señor Agreste oyera.

-Lo que tu digas.- soltó sarcástico con un sonrisa socarrona mientras ponía un mechón de mi cabello detrás de mí oreja.- te ves mas bonita enojada.- agregó y me enfurecí.

-Bien, suficiente.- se entrometió Adrien entre ambos tomándome de los hombros.- Vamos Marinette, me ibas a enseñar unas cosas, ¿lo recuerdas?.- su tono de voz sonaba molesto.

-S-si...

Félix lo miró extrañado al igual que a mi, tragué saliva con dificultad sintiéndome pequeña entre alrededor de ellos.

-Pero Marinette, debemos ver cosas sobre la colección.- agregó el rubio sonriendo despreocupado.

-Y-yo...

-No te preocupes Marinette, ve con Adrien. Veremos otro día el asunto de la colección.- dijo Gabriel arreglando sus gafas y regalándonos una sonrisa agua su hijo y a mi.

-Gracias papá.- agradeció feliz.- vendré después.

-Pasenla bien.- agregó el señor Agreste.

-Pero... .- interrumpió Félix.

-Pero nada Félix, Adrien acaba de llegar.- soltó aliviado.- de Alemania y necesita ponerse al día con una vieja amiga.- dijo lo último con un tono cantarín que me hizo enrojecer al igual que a Adrien.

-Lo que tú digas.- respondió Félix arreglando su traje y parándose frente a mi.- nos vemos... luego Marinette.- tomó mi mano acariciandola con su pulgar  depositando un beso en esta y guiñandome un ojo, salió del despacho.

No quería ni voltearme a ver a Adrien.

Cuando lo hice tenía esa expresión de molestia tan característica en Chat Noir, y no se que tan bueno es que su rostro me cause ternura en estos momentos más que nada.

<<Espero que no sea tan celoso como me dijo Plagg una vez.>>

"El amor de un padre es uno de los sentimientos más puros que puede haber.

Muchas veces no nos dicen lo que nos gustaría oír.

Muchas veces pareciera que no nos entienden del todo.

Pero eso no quiere decir que no nos amen a su manera.

Solo debemos aprender a ver sin los ojos, a oír sin oídos y a sentir sin el tacto."

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