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Capítulo 14

~Marinette~

El silencio entre ambos era absoluto. Adrien aclaró su garganta y me miró directamente a los ojos, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

-Yo... .- musitó.- lo entiendo.- suspiró pesadamente apretando sus labios y forzando una sonrisa.

-Adrien yo...

-Está bien Marinette, no es necesario que digas algo más.- miró hacia otro lado.

-Es que deb...

-Entonces tendré que enamorarte otra vez.- me interrumpió y no estoy segura si oí bien lo que dijo.

-¿Qué?.- abrí mis ojos un poco más.

-Lo que oíste, princesa.- sonrió y volvió su vista a mi.- no volví de la muerte para estar sin ti.

-Eres un tonto.- lo empujé con mi mano levemente y sonreí.

-Eso es.- apretó mis mejillas.- eso quiero ver... esa hermosa sonrisa.- se me cortó la respiración por sus palabras sintiendo mi corazón latir con fuerza contra mi pecho.- no me importa volver a morir con tal de ver tu sonrisa nuevamente.

-No lo digas ni de chiste.- fruncí el ceño y acarició mis mejillas.

-No me importa si debo destruir todo el universo o si debo pelear con Luka nuevamente o contra quien sea para volver a enamorarte.- puso su mano sobre mi pecho y no podía quitar mis ojos de los suyos.- porque se que ese corazón que está ahí es mío.

-Adrien... .- lo abracé.- no tienes que enamorarme de nuevo porque ya lo estoy.- sonreí sobre su hombro.- ya lo estoy... de ti.- me separo rápidamente tomándome de los brazos.

-Pero tu dijiste...

-Yo dije que quería a Luka y es verdad, lo quiero y mucho, pero a quien amo es a ti Chaton.

-Bugaboo.- susurró.- entonces por qué...

-Porque Luka merece respeto si aún estamos juntos, además no puedo simplemente hacer las cosas sin pensar, debo hablar con él primero, debo hacer las cosas bien.

-Lo se... tienes razón.

Puso mi mano sobre la suya y la cubrió con la otra regalandome una de las más encantadoras sonrisas que haya visto. Un trueno sonó fuertemente haciéndome saltar en mi sitio, pero aun así no podía dejar de verlo y el a mi. Era como si me dijera muchas cosas sin decir nada.

-¿Amigos?.- preguntó con una sonrisa coqueta muy mi compañero de batallas y mordí mi labio inferior conteniendo una risa.

-Mejores amigos.- le extendí mi puño y lo golpeó con el suyo soltando una risa.

Continuamos hablando normal, le contaba cosas sobre la universidad y también poniéndolo al día sobre nuestros amigos hasta que caí en cuenta de que debía decirle algo muy importante.

-Adrien... Hay algo más que debo decirte.- tomé aire para darme valor y me miró con preocupación.

-¿Qué cosa?.- preguntó por lo bajo.

-Hace unas cuantas semanas atrás yo había regresado a casa de la universidad.- se mantenía en silencio.- estaba en mi habitación cuando empecé a oír un "beep".

-¿Un beep?.- enarcó una ceja y asentí.

-Si... busqué en mi habitación y era mi miraculous sonando, cuando me los puse, Tikki salió rápidamente diciéndome que debía ir con el maestro.- bajé un poco la vista.

-¿Cómo es que hacían "beep" sin estar usándolos?.- preguntó ladeando el rostro.- pensé que solo hacían eso cuando se acababa la transformación.

-Yo pensaba lo mismo, pero resulta que... Era una alarma.- me miró con extrañeza frunciendo levemente el ceño.- Wayyz le había enviado una alerta a Tikki para que me avisara que el maestro me necesitaba... Adrien, el maestro fue secuestrado junto a Wayyz y Nooroo.

-¡¿Qué?!.- se paró rápidamente del sofá y comenzó a caminar en círculos.- ¡No es posible!.- alegó alzando las manos.- el maestro no puede estar secuestrado...

-Cuando llegué a su departamento estaba todo destrozado, todo... busqué la caja de los miraculous en el escondite del maestro y gracias al cielo que aún seguían ahí, no dieron con ellos.

Adrien se había puesto pálido pasando una mano por su cabello hacia atrás en un intento desesperado de calmar su molestia y preocupación.

-Busqué rápidamente a Plagg y él no tenia idea de lo que había pasado, fue por el miraculous de Nooroo y el libro.- Suspiré y negué con la cabeza viendo mis pies aún sentada en el sofá.- pero no estaban donde el maestro los había dejado, simplemente desaparecieron.

-No puede ser... ¿Quién?, ¿Tienes alguna idea de quién fue?.- se agachó a mi altura viéndome hacia arriba.

-No.- solté sin ánimos.- después de eso fuí con tu padre para informarle y pedirle ayuda. Tiene bastantes contactos, pero lo único que encontró fue un nombre de un tipo italiano que ahora está en Estados Unidos el cual ni siquiera ha salido de ahí en mucho tiempo.- se levantó nuevamente pero esta vez dándome la espalda poniendo una mano en su nuca.- hay más...

-¿Más?.- se giró rápidamente.

-Hace como una semana atacó un akuma.- abrió más sus ojos.- pude detenerlo, pero era muy fuerte... .- mi pecho dolió al recordar las cosas que me dijo ese hombre y que Luka pasó dos días hospitalizado por el accidente.

-¿Pero estás bien?.-se acercó sentándose a mi lado y viéndome detenidamente por todos lados levantando mis brazos y revisando cada uno de mis dedos.- ¿No te pasó nada?.

-Tranquilo, estoy bien.- solté una pequeña risa por su acción, pero el frunció el ceño.

-Ese hijo de...

-Adrien.- lo interrumpí inflando mis mejillas.

-Lo siento.

-La cosa es que... Sea quien sea que tiene a Nooroo, jamás se presentó con el akuma y como de esperarse lo único que pedía eran...

-Nuestros prodigios.- rodó los ojos.- esa historia ya me la sé y no de la mejor forma.

-Lo se... .- Suspiré al mismo tiempo que él y me quedó mirando soltando una sonora carcajada.

-¿Qué haremos?.- preguntó apoyando su espalda en el respaldo del sofá.- el maestro quizás esté herido... No sabemos a que enfrentarnos.

-Espera, espera... ¿haremos?.- enarqué una ceja y ladeó el rostro con confusión.

-Si, nosotros. ¿piensas que dejaré que pelees sola con akumas de un villano que ni siquiera se ha presentado?.

-Tu no pelearás conmigo.- me crucé de brazos.

-Buen chiste my Lady.- respondió guiñandome un ojo.

-No es un chiste, Adrien. No quiero que te pongas en riesgo otra vez.

-O sea que quieres ir a pelear sola mientras yo me quedo en casa sentado sin hacer nada con el corazón en la mano si te llega a pasar algo. Déjame decirte que eso no pasará, no voy a estar aquí sin pelear y protegerte.- fruní el ceño y me levanté viéndolo furiosa.

-No correré el riesgo de perderte de nuevo.- se puso de pie frente a mi.

-Y yo no correré el riesgo de que algo te pase a ti.- dió un paso adelante haciéndome retroceder.- somos compañeros, tu me proteges y yo te protejo ¿o lo olvidaste?.- enarcó una ceja.

Y tenía razón, pero no quería perderlo de nuevo.

-No puedes ser Chat Noir sin tu anillo.- sonreí victoriosa y cerró su boca de golpe extendiendo su mano.

-Damelo.- me miró sin expresión.

-¿Qué te hace pensar que lo tengo?. - pregunté viendo hacia otro lado.

-Marinette... .-suspiró soltando una risa.- ¿Crees que no lo vi?, lo tienes puesto ahora mismo.- oculté mi mano detrás de mi espalda.

-No es verdad, estas confundido.- miré hacia arriba.

-Si no me das mi anillo ahora haré algo que no quieres.- volteé a verlo.

-¿Qué cosa?.- lo reté con la mirada y sonrió.

-Voy a besarte.

-N-no te atreverías.- sentí mi rostro arder y se acercó peligrosamente a mi.

-¿Quieres apostar?.- avanzó y retrocedí lentamente.

-A-adrien... .- me topé con la muralla a mis espaldas y su respiración chocaba con la mía.

-La verdad... creo que te besaré aunque no me entregues mi prodigio.- susurró cerrando un poco sus ojos.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza, quería besarlo... quería de sobremanera, pero no debía.

-Adrien... .- de la nada depositó un beso en mi mejilla y quedé estática en mi posición.

-Lo se.- sonrió.- dijiste que debes hablar con él primero y lo respeto.- me llenó de ternura con sus palabras.

-Tonto... .- susurré.

-Bien, dame.- se separó un poco y extendió su mano hacia mi e hice lo mismo.

Sostuvo mi mano acariciandola suavemente y con cuidado retiró su anillo de mi dedo.

-Espero algún día esto sea al revés.- musitó conectando sus ojos con los míos. Lo miré sorprendida quedándome sin palabras por las suyas.

Se quedó varios segundos observando el miraculous en su mano hasta que lo tomó y se lo puso.

-Es extraño... Es extraño sentirlo nuevamente en mi.- lo miró por mucho tiempo.

-Lo sé... creo entender la sensación que tienes.

Nos miramos por mucho tiempo y la verdad, no tengo idea por cuanto.

~Adrien~

Fue una larga charla y en cada palabra que salía de su boca sólo quería devorar sus labios con los míos.

¿Será posible amar tanto a alguien?.

Lo del maestro me dejó completamente preocupado y si Marinette creía o siquiera se hubiera imaginado que la dejaría pelear sola con los akumas estaba mal.

Habían pasado unas cuantas horas, Marinette, los kwamis y yo comimos... jamás pensé lo mucho que extrañaría comer.

La lluvia era constante afuera, Marinette estaba cansada así que se fue a la cama, me senté a un costado arropandola mientras acariciaba su mejilla.

-Descansa princesa.- dije por lo bajo, sonrió y me iba a poner de pie cuando sujetó mi muñeca.

-¿Dónde vas?.- preguntó asustada.

-Al sofá.- respondí algo obvio.

-P-puedes dormir conmigo... .- miró hacia otro lado con las mejillas rojas.- d-digo sólo si quieres... t-tú, no es que y-yo no quiera, o sea si quiero pero si no quieres no lo hagas... .- me reí levemente por su tan característico tartamudeo.

Esta mujer un día me mataría de ternura.

-Está bien...

-No es que te esté obligando, además no me gustan los truenos y y-yo...

-Marinette, está bi...

-Además que tengo miedo de que...

-¡Marinette!.- exclamé y cerró la boca.- no me moveré de tu lado.- se cubrió con las sábanas hasta los ojos.- sólo no quería incomodarte.

-No lo haces... somos amigos.

-Mejores amigos.- corregí y sonrió tomándome del cuello haciéndome caer sobre ella en un abrazo.

-N-no res-pi-ro...

-Lo siento.- rió levemente y me apoyé con ambas manos a sus costados para no cargarla.

-Bueno... debemos dormir.- asintió.

-Dormir...

Un trueno sonó fuertemente haciéndonos saltar y todas las luces se apagaron.

-Espero que no se te haya quemado nada.- miré su lámpara de noche e hizo una mueca.

-Diablos.- bufó mirando también su lámpara.

Junté mi frente con la de ella y sentí como comenzó a temblar subiendo el ritmo de su respiración.

-Tranquila princesa, no te haré nada.- susurré y jadeó cerca de mis labios.

-Ese es el problema... Si quiero que lo hagas.- mi cuerpo se estremeció por completo.

Mi rostro seguramente estaba completamente rojo, sentía muchos nervios y con dificultad me recosté a su lado abrazandola.

-No necesito desnudarte para hacerte el amor princesa.

Nos quedamos en silencio oyendo la lluvia caer con fuerza afuera, viendo el techo de su habitación, sintiendo nuestras respiraciones calmarse con el pasar de los minutos.

-Adrien.- musitó mientras acariciaba su cabeza.

-¿Mmh?.

-¿Cómo volviste?.- preguntó apegándose más a mi.

-No estoy seguro... recuerdo sólo aparecer en la Torre Eiffel y luego lo primero que hice fue ir por ti.- besé su cabeza y alzó la vista poniéndose sobre mi pecho.

-¿Por mi?.- preguntó y asentí admirando su bellos ojos azules.

-Iba a la panadería, pero te encontré en el parque... Te reconocí enseguida.- ladeó el rostro.

-¿Cómo tenías un paraguas?.- enarcó una ceja y solté una risa.

-Una señora me lo dió.-me puse a reír recordando el momento.- cuando aparecí me puse a correr y choqué con el puesto de una señora.- miré hacia un lado por la vergüenza.

-¿Y que pasó?.

-Le ayudé a recoger lo que boté y luego me dijo que se pondría a llover así que me regaló ese paraguas.

-Que tierno.- sonrió.- ojalá hubiera más gente así de amable.

-Ni te creas.- rasqué mi nuca.- me regañó feo.

-Porque tiraste su carro.- iba a responderte, pero tenía razón.

-Está bien, tienes razón.- me sacó la lengua.

-Oye... .- su rostro se puso un poco serio.- Qué recuerdas sobre... no se como decirlo.

-¿Sobre estar muerto?.- asintió en silencio apretando sus labios.- sólo recuerdo a mamá.- sentí una punzada en mi pecho.- luz... bastante luz y a mamá, nada más.

-Lo siento.

-¿Por qué?.- corrí su flequillo con mis dedos acariciando su frente.

-Porque no puedas estar con ella.- vi sus ojos cristalizarse así que tomé su rostro.

-Hey, está bien.- sonreí.- estoy seguro que mamá no querría que siguiera muerto.- me reí un poco y Marinette me golpeó.

-No digas eso tan a la ligera.

-Es que es la verdad.-me encogí de hombros.

Marinette apoyó su mejilla en mis torso viendo hacia su ventana.

-¿Qué pasará ahora en adelante?.- preguntó suspirando lentamente.

-No lo sé.- respondí acariciando su espalda lentamente.- ahora solo quiero disfrutar estar contigo.

Volvió a su anterior posición sobre mi y comenzó a jugar con mi collar.

-¿No se te hace extraño que nuestros collares brillen?.- preguntó viendo mi kwagatama fijamente.

-No lo había pensado...

-Cuando mi miraculous sonaba aquella vez por la alarma, mi kwagatama también brilló... Pero no le tomé mayor importancia hasta ahora.

-¿Pueden callarse?.- gruñó Plagg volando hacia nosotros.- quiero dormir y soñar con mi queso.

-¡Plagg!.- apareció Tikki.- déjalos hablar.

-Pero es que se la pasan hablando y hablando.- rodó los ojos.- ¡ya besense de una vez!.

-¡Plagg!.- exclamé yo viendo a mi kwami con el ceño fruncido.

-Qué.- se cruzó de brazos.- pero si eso es lo que quieren.

Marinette escondió su rostro en mi pecho y le arrojé una almohada a mi kwami.

-¡Hey!.- alegó atravesandola.- ¡cuidado con los bigotes!.- me solté a reír.

-Eso te ganas por entrometido.

-Isi ti ginis pir intrimitido.- se burló y rodé los ojos.

-Adrien.- me habló Marinette.- ellos son kwamis.

-Creo que eso ya lo sabía bugaboo.

-Crii qui isi yi li sibii bugibii.- me imitó el felino y lo miré mal.

-¡Plagga!.- alegué

-¡No me llames Plagga portador idiota!.- lo ignoré y Tikki con mi princesa soltaron una risita al mismo tiempo.

-¿Qué decías Marinette?.- pregunté.

-Te decía que ellos son kwamis.

-Y yo te dije que ya lo sabía.

-Tonto.- se sentó mirándome hacia abajo.- ellos nos dieron los kwagatamas.- ahora entendía a que se refería.

Ambos volteamos a ver a nuestros kwamis los cuales nos miraban extrañados.

-¿Nos perdimos de algo?.- preguntó Tikki acercándose.

-Yo perdí mi trocito de queso que me da Mari antes de dormir.- agregó Plagg haciendo un puchero.

-No es cierto, está en la mesita de noche.- recriminó la carmesí y Plagg miró hacia arriba.

-Tikki.- habló Marinette.- ¿ustedes saben por que los kwagatamas brillan?.

-Claro.- afirmó soltando una risa y volando hacia arriba abriendo sus manitos.- brillan cuando los portadores sienten una emoción pura con su contrario.

-¿Emoción pura?.- pregunté aún sin comprender del todo.

-Es difícil de explicar.- hizo una mueca.- el amor es una emoción pura, al igual que el dolor.

-¿El dolor?.- preguntó la azabache.

-El dolor genuino es una emoción pura.- respondió Plagg.

-Pero... No sólo brillan, sino que también se unen.- agregué.

-Se unen porque es algo compartido, porque encuentran su otra mitad con emociones genuinas y puras.- sonrió.- y cuando eso pasa nosotros también las sentimos.

-¿Ustedes las sienten?.-pregunté sentándome mientras apoyaba mi espalda en el respaldo de la cama.

-Si, cuando llegaste aquí, Plagg y yo ya lo sabíamos, porque los kwagatamas no son sólo la unión de los portadores, sino que también la unión con sus respectivos kwamis.- se explicó con las manos.- podemos sentir sus emociones, ya sean tristeza o felicidad. Estamos unidos a ustedes y no es algo fácil de lograr. Los kwagatamas tienen muchos secretos.- dijo más seria.- pero esos secretos no son permitidos revelarselos a nuestros portadores.

-Demasiada charla y ya me dió hambre.- se quejó mi kwami.

-Toma tu apestoso queso y a vamos a dormir.- Tikki tomó un trozo que había en la mesita de noche y se lo arrojó.

Ambos kwamis desaparecieron en el closet que había en un rincón de la habitación.

-Creo que no nos haría mal dormir.- me dirigí a Marinette y esta asintió volviéndose acomodar a mi lado.- Buenas noches princesa.

-Buenas noches gatito.

Aunque nos deseamos las buenas noches no nos pudimos quedar dormidos. Solo nos quedamos sintiendo el calor del otro rogando que al siguiente día pudiéramos estar juntos otra vez.

"Un buen mejor amigo no te presionará a hacer algo que no puedes.
Un buen mejor amigo no dejará de estar a tu lado por tus decisiones.
Un buen mejor amigo peleará a tu lado sin importar que pase.
Un buen mejor amigo jamás te dejará solo."

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