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⤷7

Yoongi sabe que el atuendo que eligió es un éxito cuando Nayeon lo escanea de arriba a abajo con una sonrisa al verlo de lejos.

—¿Qué tal? —saluda al llegar a ella—. ¿Te hice esperar mucho?

—Hola Yoongi. No, acabo de llegar —asegura. Ella se ve espectacular por supuesto, con aquel croptop rosa neón y pantalones altos de color blanco ajustados más arriba de su cintura. Los tacos a juego la dejan casi a la misma altura que el pelinegro y sus pendientes dorados brillan entre sus cabellos cortos y castaños.

—¿Quieres algo de tomar? Sé preparar cualquier bebida que se te ocurra —invita al tiempo que ambos se adentran en la casa de Jackson, donde por supuesto la luces son tenues y la música ya se escucha en cada rincón.

—Me encantaría, gracias —sonríe complacida con aquellos dientes relucientes—. ¿Me pones un gin tonic?

—Claro, sin problemas —acepta.

Mientras está preparando el trago, puede sentir todas las miradas sobre él. Sabe que es por Nayeon, siempre que la chica cruza las puertas obtiene la misma reacción, no importa cuánto tiempo pase. Lo sabe porque, en definitiva, él también es parte de esas personas que giran a verla a menudo.

Lo cierto es que Nayeon no suele venir acompañada, aunque durante la noche sí besa al menos a una o dos conquistas. Por lo demás, es bastante reservada, no suele ir escaleras arriba para tener sexo a menos que se trate de personas en específico a las que les tiene confianza. El pelinegro espera poder tener esa suerte esta noche, aunque más que nada se trata de sus ganas de descubrir si aún le atraen las mujeres. En el peor de los casos, será el hazmereír por tener una oportunidad única con la chica más deseada del instituto, y desaprovecharla. También existe la posibilidad de que ni siquiera tengan ese tipo de acercamiento en absoluto, lo cual no lo frustra tanto como debería al pensarlo, según él.

Cuando ambos tienen un trago en mano, se enfrascan en una conversación superficial. Primero hablan de los estudios, luego de planes a futuro, y poco a poco de sus vidas personales.

—... así que, ya sabes, es realmente difícil tener que mantener las notas altas cuando me exigen tantas actividades extracurriculares, pero supongo que las madres no lo entienden en absoluto —dice rodando los ojos.

—Entiendo, debe ser frustrante —opina con genuino interés. La verdad es que sabía que Nayeon no era una mujer hueca como el estereotipo podría dictar, pero aún así llega a sorprenderle lo complicada que es su vida y lo poco que parece disfrutar de su día a día. Que él sepa, siempre va con una sonrisa a todos lados—. ¿Y cómo es que no estás cansada para venir de fiesta?

—Bueno, la verdad es que mis clases de piano se suspendieron hoy —ríe—. Y, si te soy sincera, venir aquí es lo único que hago por mi cuenta, así que es una forma de tener el control a pesar de estar cayéndome de sueño —admite.

—Imagino que tu madre igual lo usa en tu contra, ¿no? —trata de adivinar.

—Por supuesto que sí, "estás cansada para tantas actividades pero no para ir de fiesta" dice ella —rueda los ojos una vez más y le da un sorbo a su bebida—. Es un círculo vicioso.

—Yo que tú bajaría mis notas para probar mi punto —sugiere.

—Lo he pensado, pero este es nuestro último año y estoy apuntando a una buena universidad. Si fue una posibilidad alguna vez, ya no —concluye—. ¿Qué hay de ti? ¿No estabas en el club de basketball antes?

—Sí, lo estaba... lo dejé porque simplemente no me gustaba el ambiente, ya sabes, algunos son bastante idiotas. No quería ser parte de eso —se encoge de hombros y también toma de su bebida antes de seguir hablando—. Aunque realmente me gustaba practicar el deporte, a veces pienso en volver, y Jackson me insiste también, él era la excepción.

—Jackson siempre es la excepción —dice la castaña estando de acuerdo.

—Sí, así que no hago nada en realidad. Me siento algo culpable después de escucharte a ti —admite.

Ella sólo ríe— No te preocupes, disfruta por mí —pide. Ambos ríen y luego se instala un pequeño silencio, el primero de la noche de hecho, es bastante cómodo hablar con Nayeon desde su punto de vista. De pronto vuelve a hablar—. ¿Te molesta si te hago una pregunta?

—No, claro que no —asegura—. Adelante.

—Bueno... ¿Tú y Jimin...? —dice, Yoongi espera que continúe pero ella simplemente deja la pregunta al aire, quizá no sabiendo cómo abordar ese tema.

—Jimin y yo... —Yoongi también suspira pero se ríe al instante, a él también le cuesta ponerlo en palabras, aunque siempre pensó que es innecesario—. Somos amigos, eso es seguro... pero también nos acostamos con frecuencia —termina por decir—. Pero no somos exclusivos ni nada, sólo pasamos el rato.

—Entiendo... la verdad fue una sorpresa que me hablaras, pensé que te gustaban los hombres ahora —admite—. Sabía que no estaban en una relación porque lo he visto irse con otras personas y... ya sabes, todos los rumores alrededor —rueda los ojos.

—Todavía no sé qué me gusta con exactitud —explica algo avergonzado, no ha hablado de ello con nadie además de Jungkook, aunque tampoco fue una conversación tan profunda—. Estoy seguro de que me gustan las mujeres —pequeña mentira, aún no lo sabe—, pero quizá los hombres no, quizá sólo él. Aunque lo más probable es que me gusten ambos.

—Asumo que no te lo preguntaste hasta que él llegó, ¿verdad? Volteó a un montón de personas, él es simplemente increíble —asegura entre risas.

Yoongi también ríe— Lo es, de verdad —asiente—. Desearía que dejaran de hablar tanto de él sin saber, es súper simpático...

Mentalmente, el pelinegro se regaña por terminar hablando tanto de Jimin, no se suponía que le dedicase tiempo esa noche hasta más tarde. Al menos, a Nayeon parece no molestarle.

—Estoy de acuerdo, no se lo merece —ella dice—. Además, sólo está vistiendo como quiere, no entiendo cuál es el alboroto de todos modos, ojalá yo me animase a hacer lo que quisiera con mi vida también... ¿crees que quiera ser mi amigo? —pregunta de pronto.

Yoongi vuelve a reír, definitivamente ella le cae muy bien.

—Estoy seguro de que sí, él es amigable... y hoy dijo que eras una diosa —añade al recordar su conversación con él más temprano.

Aquello ocasiona que Nayeon sonría y aplauda contenta, dejando a relucir sus dientes frontales tan lindos.

—¡Tan lindo! Le hablaré después —promete contenta.

—¿Qué hay de ti? —pregunta para escapar del tópico "Jimin" de una vez por todas—. ¿Siempre supiste que te gustaban nada más que los chicos?

—Sí, creo que sí —afirma—. Nunca tuve curiosidad, ¿sabes? me di un beso con una amiga hace un tiempo, fue por una apuesta... tampoco sentí nada —se encoge de hombros.

—Quizá porque era tu amiga... yo no besaría a Jungkook —bromea riendo.

Nayeon estalla en risas también y ese ambiente tranquilo se mantiene entre ambos por un buen rato. Cuando ya no hay tema de conversación, simplemente van a bailar un rato. Después de un par de canciones, la castaña toma el rostro de Yoongi y lo besa. Yoongi corresponde y, cada tanto, inicia él los besos.

Las mirada dejan de incomodar al pelinegro en cierto punto, de todas formas sabe que está y estará en boca de todos por un tiempo desde ahora. No le importa tanto como creyó que lo haría.

Las canciones se vuelven aburridas luego de un rato y ambos se dirigen nuevamente a tomar algo y charlar. Esta vez, deciden apartarse un poco más del resto y se sientan en el patio.

Entre charlas, también se besan un poco más. Yoongi no siente fuegos artificiales dentro suyo, pero sí se siente muy cómodo y, luego de un rato, desea un poco más de ello.

—¿Te gustaría ir arriba o estás bien así? —invita. Sabe que puede ser rechazado, es lo más probable, sólo llevan conociéndose a fondo unas cuantas horas.

—Sí, suena bien —acepta sonriendo. El pelinegro se sorprende pero no lo deja notar, no quiere verse como un desesperado (porque no lo es, de hecho). Se pone de pie y le extiende la mano para ayudarla a levantarse, luego suben escaleras arriba a paso tranquilo con muchísimos ojos observando de por medio. Varios intentan lanzar a Yoongi miradas cómplices pero él simplemente arquea la ceja en respuesta, le molesta tanto alboroto y que consideren a Nayeon como un premio. Sólo se permite darle una pequeña sonrisa y un guiño a Jungkook cuando lo cruza al final del pasillo, saliendo de su propia habitación con una nueva conquista.

Una vez dentro, inician un beso más caliente de los que estuvieron compartiendo anteriormente. Las manos de ambos ahora están por todos lados y jadeos se dejan escuchar cuando empieza el roce más importante entre sus cuerpos.

Quitando el hecho de que Yoongi no siente ningún miembro masculino presionar el suyo, el resto le parece de lo más normal. Sólo desvestirla lo pone duro y es suficiente para que concentrarse únicamente en ella en ese momento. Como todo caballero, la atiende primero, cubriendo sus pechos con ambas manos al tiempo que su lengua trabaja debajo para darle placer.

Más tarde, follarla también se siente increíble. Sus gemidos y ver su cuerpo subir de arriba hacia abajo mantiene a Yoongi caliente. Su clímax no se precipita, pero tampoco se demora demasiado.

En efecto, una experiencia estándar.

Cuando él se corre, se toma un momento para recuperar el aire perdido y,  luego de retirarse, utiliza sus dedos para ayudarla a terminar también.

Ambos se cubren con la sábana por un momento mientras descansan. Yoongi piensa en que le gustaría repetirlo con ella en otra ocasión, pero que si no ocurriera, tampoco le importaría demasiado.

—Wow... —ella dice entre suspiros—. Eres de los pocos que se preocupan por hacerme acabar —le hace saber.

Yoongi suelta una pequeña risita, también cansado por el estado momentáneo en que lo deja follar.

—Si yo tuviese el estatus que tienes tú, sería obligatorio que lo hicieran —bromea.

Ella no se lo toma a mal, sino que se ríe de igual forma.

—No lo sé, no espero mucho de los hombres, por eso apenas tengo relaciones cuando salgo —se encoge de hombros.

—¿Puedo preguntar por qué aceptaste estar conmigo? Es decir... tengo entendido que eres bastante selectiva con eso...

—Bueno, es cierto, pero... a pesar de que no hablamos nunca, vamos a la misma clase desde los quince años, te vi lo suficiente para saber que no eres un idiota —explica sincera—. Por referencias también sé que no eres un irrespetuoso, y... si te soy honesta, la pasé bien esta noche, me sentí cómoda para aceptar.

Yoongi da una sonrisa orgullosa al aire, honestamente nunca se para a pensar en qué tipo de persona es, o cómo lo ven los demás, pero se alegra de poder ser alguien confiable. Un buen tipo, en conclusión.

—Me alegro de que pienses eso de mí, y de que la hayas pasado bien hoy, yo también me divertí mucho —le hace saber.

Ella le sonríe una vez más y deja un beso en sus labios antes de sentarse con pereza. Toma su teléfono y suspira con pesadez al ver la hora en la pantalla.

—Debería irme, prometí que no volvería tan tarde —dice.

—Está bien, ¿tienes en qué volver o necesitas que te acompañe? —ofrece copiando su acción.

—No te preocupes, me pediré un taxi —asegura con una sonrisa. Seguido a ello, se desliza fuera de la cama para poder vestirse.

—Vale, esperaré contigo abajo —afirma al tiempo que se agacha para tomar su ropa.

Cuando ambos ya están arreglados, salen de la habitación tratando de ignorar las miradas de la misma forma en que lo hicieron al subir. Afuera, charlan otro poco con calma hasta que finalmente el coche de Nayeon llega y se despiden con un pequeño beso.

Yoongi suspira cuando ella se va y, por un momento, se queda disfrutando del aire fresco de la noche. No tiene ganas de entrar todavía, sabe que antes no se habían acercado a él por respeto a la castaña, pero que ahora de seguro le dirían una sarta de estupideces que, honestamente, no quiere escuchar.

Decide, mejor, reflexionar acerca de lo que pasó. Acaba de cumplir el sueño de todo chico de su edad, o al menos el sueño que todo chico en su instituto tiene. No se siente diferente, sin embargo. Sí tranquilo, satisfecho... en definitiva, le siguen gustando las mujeres. Y le agradó mucho pasar tiempo con Nayeon. Ella es increíble, sin dudas. Pero no está enamorado, ni siquiera un poco ilusionado con la idea de que ser un chico diferente al resto a ojos de ella.

Aunque, después de todo, no está buscando enamorarse de nadie, tampoco sentir algo que nada tenga que ver con lo sexual. No sabe cómo su cabeza llegó a hilar todo eso, pero al menos la cuestión central ya está resuelta.

Ahora quiere saber si le atraen otros chicos o sólo Jimin, pero decide que tuvo suficiente investigación por una noche.

Como si pensar en él lo llamase telepáticamente, su celular vibra en el bolsillo con una nueva notificación. Al comprobar que se trata de Jimin, se olvida del asunto y se concentra ahora en decirle que se encuentra afuera.

No pasan ni dos minutos cuando el pelirrojo aparece por la puerta y le sonríe.

—¿Qué tal tu orgasmo fingido? —pregunta casual.

—Creíble, al parecer... y si no se lo creyó, al menos habrá entendido la indirecta, ¿no crees? —ríe al tiempo que se recuesta junto a él en la pared—. ¿Y tú, chico del momento?

—Bueno, no tuve que fingir el orgasmo —asegura sonriente—. Así que fue una buena noche, supongo.

—¿Fue? ¿En tiempo pasado? —inquiere. De pronto se despega de la pared y se coloca frente suyo—. ¿Ya no hay espacio en tu agenda?

—Para ti siempre hay lugar en mi agenda —no duda en responder—. ¿Quieres ir arriba?

Jimin le sostiene la mirada coqueta unos segundos pero luego suspira algo avergonzado, su sonrisa jamás abandona su rostro.

—La verdad es que no quiero cruzarme de nuevo con mi cita intensa, ¿no prefieres ir a otro lado? —pide tratando de quitarle importancia al asunto.

—Oh, claro —Yoongi entiende al instante y sonríe tranquilo—. ¿Quieres ir a mi casa?

—Me encantaría —acepta dando un pequeño salto en su lugar. Luego extiende su mano y el pelinegro la toma sin chistar, dejándose arrastrar por el menor que lo conduce por las calles que tan bien conocen.

En el camino, Yoongi se toma un momento para admirar lo bien que se ve el contrario. Está usando una falda negra de nuevo, pero el mayor sabe -a pesar de que no presta mucha atención a los detalles- que no es la misma que ha usado antes. Jimin jamás repite un conjunto.

—Te ves bonito —le hace saber, recordando la charla que ambos habían tenido en la tarde. El menor se veía precioso sin importar si estaba arreglado o no.

Jimin voltea el rostro para sonreírle— Tú también te ves completamente guapo, cariño —asegura—. Te prestaré ropa más de seguido.

—¿No tienes miedo de que me robe tu carrera como modelo? —bromea.

—Valdrá la pena.

Cuando llegan al hogar de Yoongi, ambos entran en silencio para no despertar a su madre y su hermano. Ya en su habitación, se despojan de abrigos y zapatos. El lugar parece apenas un poco más espacioso sin la mesa de estudio que el dueño de casa suele desplegar para sus sesiones de trabajo, así que es fácil para ambos transitar. Luego de que ambos pasen por el baño un momento, se reencuentran en la oscuridad del cuarto, con la luz que entra de afuera ayudándolos a verse.

—Bueno, no podemos hacer tanto ruido pero al menos no debemos tener cuidado con la cama, no golpea con nada realmente —se encoge de hombros.

—Oh, está bien... aunque pensándolo mejor, tengo la casa sola, hubiéramos aprovechado —ríe al tiempo que se sienta en el colchón.

—Lo olvidé por completo —admite Yoongi antes de copiar su acción y girar en su dirección.

—También yo —dice rodando los ojos—. Pero ya estamos aquí, así que... —se encoge de hombros antes de inclinarse sin prisas.

Los labios de ambos chocan perezosos en pequeños besos hasta que se sienten listos para iniciar algo más profundo. En vez de escalar rápido a la parte en la que se quitan la ropa, se toman su tiempo para disfrutar de los labios ajenos.

Jimin sabe a pasta dental, pero también un poco a licor del bueno. Y es su lengua la que domina la de Yoongi esa noche, haciendo movimientos que no puede terminar de describir por lo ida que está su mente en ese momento. Su cabeza se vacía de todo pensamiento y son sólo ellos dos besándose como siempre.

Después de un rato, el pelinegro se recuesta y atrae a Jimin consigo para no romper el beso. El menor se acomoda encima suyo con calma y sigue atrapando sus labios una y otra vez hasta dejarlos rojos.

En cierto punto, suspira sobre el beso con satisfacción y comienza a bajar por el cuello de Yoongi, allí se queda mordisqueando mientras el mayor cierra sus ojos por un momento y disfruta con sonidos contenidos.

Las manos del pelinegro deciden bajar despacio hasta sus caderas y comienza un movimiento lento entre ambos cuerpos. Jimin suelta un gemido desde su lugar y también se mueve por su cuenta para hacer fricción sobre sus miembros.

Yoongi siente el cosquilleo extenderse por todo su cuerpo y de pronto ya está caliente. Su ropa le estorba, y como si Jimin pudiese saber exactamente cómo complacerlo, comienza a subir la prenda que él mismo le prestó ese día, al llegar a su cuello, Yoongi se inclina hacia arriba y estira los brazos para que la pueda quitar sin problemas. Luego se sienta para hacer lo mismo con él, y aprovecha entonces para besuquear su cuello como el menor lo había estado haciendo. Jimin se sujeta de su espalda y deja escapar un suspiro de placer cerca de su oído. Por inercia, vuelve a moverse encima suyo, no tiene suficiente de él.

El mayor debe contener todos los gemidos que quieren escapar de su garganta por lo bien que Jimin le hace sentir. Ni siquiera están haciendo algo todavía y ya se siente derretir. El cuerpo del pelirrojo fue hecho para encajar con el suyo, está seguro. Porque no importa con cuántas personas se acueste, al final del día siempre será con él con quien quiere estar.

Sale de la bruma de pensamientos calientes cuando Jimin vuelve a empujarlo en el colchón para poder desprender sus pantalones. Los baja con un poco más de prisa que antes y al darse cuenta de que él también está ansioso por ello, el pelinegro se gira en busca de un condón.

Para cuando voltea nuevamente, Jimin también se deshizo de su falda.

—¿Tienes... tienes lubricante? —pregunta en un susurro. Hasta ahora, él jamás había pedido por ello, pero no cuestiona.

—Sí, dame un segundo —pide. Se arrodilla en la cama y rebusca en un estante un poco más alto, hallándolo de inmediato—. ¿Este está bien?

Jimin apenas mira lo que le muestra, confía en que Yoongi tendrá productos de calidad— Sí, está bien, gracias.

El mayor vuelve a acomodarse recostado y el pelirrojo se posiciona encima suyo. Yoongi reparte una cantidad considerable de lubricante en sus dedos y vuelve a atraerlo hacia su cuerpo. Comienzan un nuevo beso al tiempo que los dedos del mayor se encargan de prepararlo con tranquilidad. Jimin suelta suspiros entre besos y sabe que lo está haciendo bien.

Mientras se ocupa de ello, el menor masturba unas cuantas veces el miembro ajeno antes de colocar correctamente el preservativo. Una vez sienten que es suficiente, Yoongi coloca un poco más de aquel líquido sobre su polla y luego se alinea bajo suyo.

A Jimin parece gustarle la idea porque no tarda mucho en utilizar su mano para por fin poder penetrarse. Ambos sueltan un pequeño jadeo por la sensación y se funden en otro beso para acallarse mutuamente.

No pasa demasiado cuando el pelinegro mueve su pelvis desde abajo ocasionando un gemido ahogado por parte del contrario. Los movimientos comienzan lentos para acostumbrar al menor, y luego se vuelven más profundos y certeros. Los dos hacen su mejor esfuerzo para no hacer ruido y, en cambio, se escuchan ambas respiraciones agitadas en el silencio de la habitación. Pronto también se le suma el choque de pieles cuando aumentan la intensidad del asunto.

Luego, la cadera de Yoongi se cansa y es Jimin quien toma las riendas. Muy a su pesar, sale de su lugar favorito en su cuello y se endereza encima suyo comenzando a moverse de adelante hacia atrás y, más tarde, también da pequeños saltos.

La imagen que se alza sobre el mayor es indescriptible. Jimin montándolo. Jimin gimiendo. Jimin con el rostro rojo.

Jimin. Jimin. Jimin.

No hay forma, no puede compararlo con nada. Es simplemente el éxtasis más grande que recibirá en la vida.

Él parece haber encontrado su propio punto porque Yoongi siente su miembro ser apretado un poco más que antes. Siente su orgasmo comenzar a crecer en la zona de su abdomen y sus manos aprietan con gusto sus nalgas.

—Yoongi... —murmura él en aviso.

—Sí, yo también —le hace saber con el mismo tono.

Recibe un gemido en respuesta y decide subir sus manos hasta su cadera para guiar ambos el movimiento.

Los gemidos de Jimin se hacen cada vez más frecuentes y, sin quererlo, más sonoros también. Nada muy escandaloso, sin embargo. De un momento a otro su cuerpo sufre un pequeño espasmo y una de sus manos bombea con necesidad su propio miembro, al instante se corre encima del estómago de Yoongi.

El mayor debe tomar el control de las últimas estocadas y también se corre segundos después, sin sobrestimularlo de forma innecesaria.

Ambos se quedan quietos luego tratando de respirar. El cansancio llega a sus cuerpos de forma inmediata y ni siquiera tienen fuerza para hablar mientras Jimin se separa y se deja caer a su lado.

Yoongi es quien se mueve primero minutos más tarde y se encarga de tirar el condón donde corresponde antes de sentarse en la cama.

—Me daré un baño —anuncia.

—Está bien, yo creo que debería irme —dice copiando su posición.

El pelinegro chista en diversión— Quédate, es tarde.

—Son sólo cuatro calles, no hace falta que me acompañes —le asegura arrastrándose a su lado en el borde.

—No es problema eso, ya lo sabes... —niega—. Vamos, es mucho trabajo tener que limpiarte y vestirte para luego llegar y tener que darte un baño de todas formas.

Jimin ríe— Qué excusa tan mala.

—Pues no te abriré la puerta —bromea. El pelirrojo se ríe lo más silencioso que puede—. Anda, de verdad... te das una ducha caliente, y te presto ropa para dormir calentito. Además tú me dejaste hacer ambas cosas en tu casa, quiero devolverte el favor.

—¿Seguro que a tu mamá no le va a molestar? —pregunta a cambio.

—No, ya sabes, somos amigos —se encoge de hombros antes de ponerse de pie y abrir su armario. Saca dos toallas y le extiende una de ellas.

Jimin toma una de ellas— Amigos que acaban de tener un orgasmo para nada fingido —le recuerda.

—Bueno, no es como si ella supiera eso —ríe—. No me tardo —promete.

—Vale —acepta sonriendo. Cuando Yoongi entra al baño de su habitación y escucha el agua correr, el menor se tumba un rato más y revisa sus notificaciones.

Si bien el pelinegro no tarda en volver, sus ojos se caen de sueño para ese entonces.

—Puedes pasar tú, hay suficiente agua caliente, lo prometo —le asegura. Jimin le sonríe, sobre todo porque Yoongi con el cabello mojado y hacia atrás le parece muy guapo—. Hay un cepillo de dientes sin abrir en el cajón —le indica.

—Está bien, gracias.

Para cuando sale, limpio y calentito como la propuesta de quedarse prometía, el mayor ya está vestido y bajo las sábanas. Una muda de ropa se halla al borde y Jimin se viste con tranquilidad.

—La presión de tu ducha es increíble —le hace saber. 

Yoongi ríe y deja su teléfono a un lado— Sí, algún lujo debía de tener, ¿no?

El pelirrojo ríe y se acuesta a su lado luego de asegurarse de que su cabello está lo suficientemente seco para no mojar la almohada. 

—Buenas noches, Yoongi. Gracias por dejar que me quede... —dice Jimin antes de cerrar sus ojos.

—Buenas noches, Jimin. Sabes que no es ningún problema —asegura antes de copiar su acción.

Duerme cada uno de su lado, pero, por alguna razón, amanecen acurrucados en los brazos del otro.

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