⤷ 3
Jungkook no se queja en lo absoluto de cómo queda armado su grupo de trabajo en Física, después de todo él se astiene a seguir ordenes de los que más saben y aportar en lo que puede. No piensa ser un desagradecido con el grupo que lo ayudará a pasar la materia, y además no le molesta hacerle el favor a Yoongi.
De igual manera, Taehyung tampoco opone resistencia. Más allá de ayudar a Jimin a tener una excusa para estar cerca de su ligue, está ansioso de él mismo tener una razón para rondar alrededor del guapísimo Jungkook; bombón deseado por toda la secundaria.
Y sabe que es malditamente heterosexual, pero no puede evitarlo, él necesita hacerle saber lo mucho que le tiene ganas. Aunque antes de que eso suceda, prefiere ganar un poco de confianza, tal vez seducirlo con sus encantos y luego probar suerte.
Siendo que nada de eso está puesto en marcha aún, la primera reunión entre todos no resulta muy memorable realmente, nada fuera de lo normal. Yoongi propone su casa como lugar de encuentro y nadie parece tener problema, después de todo les queda cerca.
Su mejor amigo es el primero en llegar, inmediatamente luego de terminar su almuerzo, y ambos se disponen a armar la mesa plegable en el cuarto del mayor.
—¿Por qué no usamos la mesa del comedor y ya? —pregunta Jungkook a pesar de que acaban de terminar su pesada tarea.
—Por el aire acondicionado —responde sencillo—. Y porque cuando mi mamá y Yeonjun vuelvan seguro andarán revoloteando alrededor, no podremos concentrarnos del todo y mi mamá estará ofreciendo sándwiches a cada rato. Quiero que nos acostumbremos a trabajar en mi habitación desde ya.
—Los sándwiches de tu madre son deliciosos —lo señala en reproche y con mucha seriedad en su mirada.
—Lo sé, pero cuando te los ofrece más de tres veces al día es cansador —se encoge de hombros—. Y sabes que Yeonjun molestará porque quiere estar con los más grandes.
—Ese pequeño sinvergüenzas, ya lo extraño... ¿cuándo dijiste que volvían? —indaga ahora arrastrando dos sillas sin cuidado hasta la habitación.
—En una semana más o menos —comenta. A diferencia de su amigo alza las sillas faltantes y lo sigue.
—Entonces tienes la casa sola una semana entera... ¿invitarás a Jimin? —trata de adivinar.
—Tal vez, no lo había pensado a decir verdad —admite despreocupadamente. La respuesta del castaño es bufar.
—No lo intentes conmigo, te conozco.
—Hablo en serio, idiota —insiste—. No pienso en follar todo el día como tú.
—Eres hombre, estás destinado a pensar con la polla —Yoongi sólo rueda los ojos y decide concentrarse en ordenar un poco su habitación para sus invitados.
Jimin y Taehyung llegan juntos una hora más tarde con sus mochilas colgando al hombro.
Ambos son reconocidos en la escuela por su particular forma de vestir, y Yoongi admite que ambos se ven igual de increíbles que siempre. Sin embargo, sólo tiene ojos para el pelirrojo, que porta una playera sin mangas color blanca y tenis del mismo color; por supuesto, la protagonista de hoy es una falda de un tono celeste opaco.
El dueño de casa los saluda de forma simpática al dejarlos entrar, pero su sonrisa se ensancha cuando Jimin cruza a su lado y lo escanea completamente también. Apartan la mirada cómplice segundos después y Yoongi se siente bonito por la forma en que el menor lo miró, a pesar de que viste ropa casual y casi que de pijama.
—Pasen, Jungkook ya está en la habitación —invita al tiempo que señala con el dedo la puerta de su habitación—. Iré a traer refrigerios y ya voy —avisa.
—Está bien, gracias —añade con aquella sonrisa tan bonita de labios.
—Con permiso —canturrea Taehyung, quien se adentra emocionado de saber que Jeon Jungkook se encuentra detrás de esa puerta. Y benditos sus ojos cuando lo ve recostado en la cama de Yoongi, haciendo absolutamente nada con el teléfono en manos—. Hola... —es todo lo que atina a decir, no se oye tímido pero tampoco emocionado, trata de pasar desapercibido.
Es una lástima que Jungkook ya esté tan acostumbrado a este tipo de situaciones, por lo que Taehyung es tan transparente a sus ojos. De todas formas, sólo sonríe simpático y saluda también— ¿Qué tal? Soy Jungkook.
—Lo sé... es decir, te he visto por ahí —se corrige—. Soy Taehyung.
—Kim Taehyung —completa—, también lo sé —responde manteniendo una sonrisa calma que derrite todos los sentidos del contrario. Es Jimin quien lo codea sutilmente para que vuelva en todos sus cabales y de paso le de espacio para tomar asiento, no sin antes echarle una mirada al cuarto de Yoongi.
Las paredes son de un color blanco desgastado y lo que más llama la atención es la cama de dos plazas que ocupa gran parte de la alcoba. Dicha cama se halla pegada a la ventana y por lo tanto mantiene apresadas unas finas cortinas de color durazno. Tras la cama, un mueble alto de color negro que posee distintos compartimientos cuadrados donde Yoongi agrupa distintas pertenencias, entre ellas figuras de acción, libros y hasta un parlante que luce caro. Lo sorprendente es que ese mueble no está contra la pared tampoco, sino que divide la habitación aun más y detrás suyo tiene un escritorio para estudiar, donde va apoyada su laptop, otro escritorio donde apoya productos como perfumes, desodorantes y demás, y en medio de todo esto, una puerta a lo que parece ser un baño privado. Por otro lado, la mesa de estudio plegable se encuentra ocupando la otra gran parte de su habitación, estando al lateral de la cama y pegada a una pared que tiene colgada un espejo rectangular enorme que abarca casi todo el largo hasta la puerta del sitio. Frente a la cama, una cajonera alta donde Yoongi guarda su ropa, y una televisión colgada un poco más arriba.
Jimin piensa que es un espacio muy pequeño y las cosas están puestas a lo loco, como si tratase de encajar los muebles donde hubiera espacio y ya. Pero, por otro lado, le parece acogedor y le gusta que la habitación grite por todos lados que pertenece a Min Yoongi. Sonríe por ese pensamiento y es cuando se está acomodando que ve al pelinegro entrar con una bandeja.
—Oh, deja te ayudo —se apresura a decir, levantándose nuevamente.
—No es necesario —le asegura Yoongi, pero de todas formas el menor toma los vasos de jugo y los deja cuidadosamente en la mesa, así el contrario sólo debe acomodar la comida—. Gracias —sonríe y de inmediato le es devuelta la sonrisa.
—No hay problema.
A pesar de que no se conocen mucho entre todos, la atmósfera es bastante tranquila y nadie parece incómodo. El primer trabajo es simplemente un cuestionario de preguntas por lo que se las dividen para copiar las respuestas del libro. Gracias a esto, Yoongi puede darse la libertad de colocar música por lo bajo y todos charlan despreocupadamente.
El dueño de casa nota que Jimin es un poco más introvertido en grupo y es por ello que trata de incluirlo en la conversación de cuando en cuando.
—¿Has ido a recorrer la ciudad ya? —indaga al tiempo que revuelve un poco su cartuchera en busca de un marcador de color para su tarea.
—No aún —contesta el pelirrojo luego de darle un sorbo a su jugo—. No he podido, todavía estamos acomodando cosas de la mudanza y demás —explica.
—Cuando tengas tiempo debes de avisarnos —interviene Jungkook—, tenemos un montón de locales de comida chatarra para enseñarte.
Yoongi asiente— Podemos ir los cuatro si quieren.
—Suena bien —acepta, viendo que Taehyung copia su acción.
La charla sigue por ese rumbo, hasta que el castaño decide hacer de las suyas de nuevo.
—¿Tu madre no viene hasta en una semana recién, verdad Yoongi? —pregunta como si no supiese la respuesta de antemano. El pelinegro entrecierra los ojos y lo mira divertido.
"¿Es en serio?"
—Sí, una semana —decide responder al tiempo que rueda los ojos, como si Jungkook no estuviese haciéndole pasar las mil y un vergüenzas al ser tan obvio.
—¿Estarás solo entonces? —se atreve a preguntar Jimin con aquella voz aterciopelada que le da una tonada tímida a su cuestionamiento. Apenas le dirige una mirada al hablarle, tal vez él podría enseñarle a Jungkook cómo ser un tipo discreto.
—Sí, completamente —le hace saber. El menor sólo asiente con una pequeña sonrisa instalada en sus labios.
Yoongi sabe que recordará esa información.
El trabajo que todos hicieron obtiene una alta calificación, como es de esperarse. Pero la materia es pesada e inmediatamente se les es encomendado un nuevo cuestionario de actividades.
Todos anotan la teoría y practican los ejercicios, Yoongi le exige a Jungkook que preste atención y así lo hace. Para el final de la hora todos suspiran porque se nota que será una tarea agotadora de completar.
—Tendríamos que empezar hoy si queremos llegar con tiempo —opina Taehyung cuando los cuatro se reúnen en el pasillo—. ¿Podríamos ir de nuevo a tu casa, Yoongi hyung?
—No hacen falta los honoríficos —dice primero—, y no hay problema, pueden venir a la misma hora —añade asintiendo.
—Quedamos así entonces... —Jimin también asiente antes de que el grupo se disperse en los pasillos con Jungkook siguiendo a Yoongi.
—Quizá no vaya temprano esta vez —avisa—. Papá me pidió que le ayude a poner unas repisas en la pared de su oficina.
—Está bien —acepta desinteresado.
Es por eso que horas más tarde, cuando termina su almuerzo, se pregunta quién podría estar tocando el timbre tan temprano. Grande es su sorpresa cuando ve a Jimin parado en el umbral de la puerta, con una sonrisa apenada y su mochila colgando al hombro.
—¿Qué tal? ¿Interrumpo tu almuerzo? —pregunta tímidamente.
—Oh, para nada, pasa —contesta de inmediato y se hace a un lado para dejarlo entrar.
—Gracias —acepta sonriendo, esta vez trae una falda azul marino y un poleron grande de color negro para el frío inminente; el pelinegro vuelve a sentirse ordinario vistiendo pijama—. Lamento venir tan temprano, es que pensé... pensé... que te agradaría la idea, no sé... —admite pasando una mano por su cabello en un intento de arreglar el desastre que hizo el viento con él.
Yoongi simplemente le regala una sonrisa, aún hay un poco de timidez entre ambos, llevan conociéndose poco a pesar de los encuentros casuales que suelen tener, pero él quiere cambiar eso y que Jimin pueda sentirse bienvenido cuando le apetezca.
—Me agrada la idea, tenías razón —acepta acercándose a él, teniéndolo de frente puede apreciar los centímetros de diferencia entre ambos, aunque no son demasiados con Jimin arriba de esos borcegos brillantes—. ¿Te puedo saludar bien?
Los nervios de Jimin se disipan al escuchar aquello, dejando atrás las dudas sobre su atrevimiento y sonríe en respuesta— Claro que sí, por favor.
Y el mayor no se hace esperar cuando se inclina hacia abajo y lo besa despacio. Los ojos de ambos se cierran y Yoongi acaricia con delicadeza la cintura del pelirrojo, escalofríos recorriendo sus cuerpos en un momento electrizante.
Son bastantes los minutos que permanecen en medio del recibidor simplemente besándose sin prisa. Incluso cuando sus lenguas se encuentran y algunas mordidas son depositadas en los labios del más bajo, el tempo es el mismo en todo lo que dura.
Cuando la ventana de la habitación de Yoongi es azotada por el viento es que se separan por el ruido que produjo, haciéndolos darse cuenta del tiempo que llevan "saludándose".
Jimin es el primero en sonreír y romper el silencio— ¿Siempre eres tan atento con tus invitados?
El pelinegro simplemente niega entre risas— ¿Ya comiste? Tengo postre... postre de verdad, no era un juego de palabras —aclara sonriendo.
—Me gustaría un postre de verdad —acepta Jimin de igual forma.
Yoongi se aleja despacio de su cuerpo y con él la calidez que emana su presencia. Lo ve abrir el refrigerador y sacar dos barras de chocolate, las agita en el aire antes de hacerle señas para que lo siga a su habitación.
El menor de pronto se siente consciente del peso de su mochila, el cual pareció olvidar mientras se besaban, y decide quitársela para luego dejarla encima de la mesa de trabajo que ya se encuentra desplegada para más tarde.
Jimin acepta la barra de chocolate que Yoongi le extiende y toma asiento al borde de la cama, mientras el contrario se inclina sobre el colchón para cerrar la ventana que está detrás.
—El clima es un caos estos días, ¿no? —comenta cuando ya termina su deber y se sienta a su lado—. Me gusta tu ropa, por cierto.
—Definitivamente, prefiero el calor, y... gracias, por fin alguien nota mi esfuerzo en verme bien.
La sonrisa es sincera en el rostro de Jimin y eso hace a Yoongi sonreír también mientras ambos abren su golosina— Me gusta más el invierno, y... siempre te ves increíble —asegura—. ¿Puedo saber por qué tanto esfuerzo en arreglarte?
—Bueno, hoy porque venía a casa de un chico guapo... —comienza, Yoongi sonríe y lo empuja suavemente haciéndolo reír en el proceso—. Y en general porque soy modelo.
Las cejas del pelinegro se alzan— ¿Modelo?
—Sí. El negocio familiar va por esos lados. Si te soy sincero, es bastante complicado de entender para mí qué es exactamente este emprendimiento, nunca me interesó tanto. Pero sólo tengo que modelar ropa y cuidar mi imagen así que estoy bien con eso, supongo... —se encoge de hombros—. Mentiría si digo que no lo disfruto, me gusta verme bien.
El mayor emite un sonido de afirmación antes de darle una mordida al chocolate. Un pequeño silencio, aunque cómodo, se extiende mientras la mente de Yoongi divaga en cierta información que Jungkook le compartió el primer día de clases.
Le toma un momento decidirse en contarle la verdad.
—Sabes... creo que se extendió un rumor sobre eso en la escuela, quizá debas saberlo.
El pelirrojo simplemente rueda los ojos— ¿Por qué no me sorprende?... ¿Qué dicen?
—Nada muy explícito, sólo que tu mamá y tú tuvieron que mudarse aquí por nuevas oportunidades porque se pelearon con el resto de los miembros de tu familia que pertenecen al negocio... bueno, sí, es bastante información. Perdón por no decirlo antes, ni siquiera te conocía y no lo recordé hasta ahora —admite honesto—. Lo siento, suena como algo íntimo que no es incumbencia a nadie.
Jimin simplemente asiente cuando Yoongi se disculpa, sabe que no es su culpa. Está tan calmado como luce cuando decide reaccionar a ello.
—No te preocupes, no me interesa en lo más mínimo —se encoge de hombros antes de comer también su postre—. Aunque si quieres saber la verdad, puedo contarte.
—Sólo si tú quieres decirme —condiciona el mayor.
—Sí, está bien —accede con tranquilidad—. Lo que sucede es que probamos algo bastante experimental por el mes del orgullo gay y todo eso. Publicamos unas fotos donde yo modelé "ropa de chica" y mi prima "ropa de chico" —explica poniendo énfasis en las comillas con sus dedos—. A la audiencia coreana en su totalidad no pareció gustarle mucho, aunque algunas voces se hicieron escuchar, los estándares heteronormativos los taparon con rapidez. Pero fuera de lo esperado, tuvimos un muy buen impacto en el exterior, las ventas empezaron a subir en los Estados Unidos, en Europa y algunos países de América Latina... —toma una pausa para seguir comiendo mientras Yoongi permanece en silencio y asintiendo—. Mamá dijo que era una muy buena oportunidad para abrirnos al mercado global, pero mis demás familiares opinaban que no era relevante, que no tenía sentido si no podíamos tener éxito en nuestro lugar de origen.
—¿Y entonces dividieron el negocio? —trata de adivinar.
—Algo así, no entiendo mucho sobre políticas o economía, pero sí. Básicamente parte del negocio sigue siendo de mis familiares y se enfocan en lo que consumen los coreanos, y otra parte es algo así como un ala aparte y pertenece a mi madre, nosotros distribuimos al exterior. Nos va bastante bien... Y no estamos peleados con la familia, solo son negocios y dividirnos es simplemente una estrategia de marketing que calma a los consumidores.
—¿Entonces por qué se mudaron? —inquiere Yoongi.
—Bueno, la verdad es que sí queríamos otro ambiente para empezar nuestros proyectos. La gente de Busan es un poco conservadora comparada con la capital y yo... quería vestirme más de esta forma —admite.
—Digamos que terminó gustandote —vuelve a interrumpir.
—Sí, digamos que sí. Comencé a hacerlo por trabajo pero... vestirme así, ponerme una falda... no lo sé, me hizo sentirme cómodo y preguntarme por qué si me gustaba tanto no podía seguir haciéndolo. Se ha vuelto parte de mi identidad.
—Bueno eso es muy lindo —se sincera Yoongi—. Me alegro de que hayas descubierto una parte de ti y te puedas sentir tú mismo vistiendo faldas —se encoge de hombros, sinceramente no sabe de dónde está sacando tanta honestidad ni ligereza para hablar—. Te quedan muy bonitas y... siempre habrá idiotas ahí fuera, pero no te tiene que importar mientras te sientas cómodo.
—No te preocupes, he aprendido a lidiar con idiotas y estoy consciente de que tendré que seguir haciéndolo con frecuencia —ríe. Yoongi no puede evitar pensar que es cierto al recordar al imbécil que Jimin puso en su lugar la vez pasada—. Y gracias por tus palabras, eres muy amable conmigo desde que llegué... es decir, más allá de follar, se puede hablar contigo y me caes bien —admite sonriendo.
Yoongi también sonríe.
—Sólo estoy siendo honesto y... también me caes bien sin necesidad de estar desnudo —admite. Las risas se extienden unos cortos segundos al igual que el sentimiento de calidez—. ¿Eso nos convierte en amigos, verdad?
—Sí, eso parece —responde asintiendo—. Amigos que refuerzan la amistad de seguido.
—Muy de seguido —asiente Yoongi estando de acuerdo y borrando la sonrisa por breves segundos al fingir seriedad en el asunto.
—Como ahora, por ejemplo, no sé qué haces que no me estás sacando la ropa —se queja con el mismo tono que él.
—Lo que pasa es que es un atuendo muy bonito —se excusa, termina por dejar el papel de su golosina sobre la mesa al igual que Jimin y luego se inclina mientras toma su cintura al tiempo que lo acuesta sutilmente—. Quizá debamos dejarlo puesto para apreciarlo mientras haces esas expresiones que a mí tanto me gustan —opina.
Jimin ya tiene una sonrisa ladeada mientras el mayor mete las manos bajo su falda y no pierde el tiempo bajando su ropa interior.
—No tengo objeciones, sólo una regla —menciona al tiempo que separa sus piernas para que el pelinegro se acomode entre ellas.
—Claro, dime.
—La falda debe permanecer impecable, Min Yoongi —su voz se vuelve un susurro cuando el aludido ya está presionando dos dedos ensalivados en su interior, aún así no pierde la determinación en su voz—. No se debe manchar ni a propósito ni por accidente, ¿me oíste? Te haré responsable si arruinas mi marca.
Yoongi sonríe— Hecho.
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