chapter fifteen: drowning
London estaba sentada junto a Gar y Rachel en el Uber, movía su pierna de arriba abajo en un intento de liberar la ansiedad que sentía.
—¿Por qué pedimos un Uber en vez de tomar uno de los autos que había? —preguntó Gar, mirando por la ventana.
—Todos tienen rastreadores —contesto London y alzó los hombros—, no hubiéramos llegado ni siquiera al semáforo.
—¿Dick no se enojara contigo? —Rachel miró a London con una genuina preocupación, no quería que por su culpa ambos terminarán peleados.
—No te preocupes por eso —London la tomo del mentón y le sonrió a Rachel, deduciendo por qué el porqué de su pregunta—, yo me encargo de la furia de Richard Grayson —ella suspiró mientras cambiaba sus Louboutin por unos más cómodos, intuía que no iba a ser fácil rescatar a la madre de Rachel—. Ahora, harán caso a todo lo que les diga, cuando lo diga, se quedarán detrás de mí en todo momento y no darán siquiera un paso sin que yo lo haya dado antes, ¿entendido?
London miró a ambos adolescentes, quienes no dijeron una sola palabra, preguntándose si London hablaba en serio.
—¿Entendido? —repitió en un tono de voz más severo, lo que los hizo asentir rápidamente.
—Entendido —contestaron ambos al mismo tiempo, lo que hizo que London sonriera.
Ya estando frente a la entrada principal de aquel edificio, London se detuvo para observar el entorno de una manera meticulosa, como lo hubiera hecho tiempo atrás si estuviese en una misión con Batman.
—Entremos por la entrada sur —ordenó ella—. Lejos de los guardias.
London camino hacia la entrada con los chicos siguiéndole los talones.
—No puedo creer que hagamos esto —murmuró Gar viendo a todos lados, con nerviosismo aunque momentos después no escucharon nada de él.
—Gar, te dije que te quedarás tras de mí. —En el momento en que London se dio la vuelta para vigilarlo sintió una descarga eléctrica recorrer todo su cuerpo, lo que la hizo perder el conocimiento total.
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London despertó horas después gracias a una gota de agua que caía sobre su frente, lo que estuvo a punto de volverla loca por unos instantes. Abrió los ojos y noto como estaba dentro de lo que parecía un tanque, con paredes transparentes que solo permitían ver su reflejo.
—¿Qué carajos? —cuestionó ella con el ceño fruncido a más no poder, creyó que podría romper el cristal así que embistió un golpe que no provocó absolutamente nada, luego otro y así varios—. ¡Maldita sea!
Intentó reunir una bola de energía en sus manos, pero eso solo le trajo un terrible dolor de cabeza que la hizo gritar de dolor.
—¿London Sainclair? —preguntó una voz fuera del tanque—. ¿Es correcto?
—¿Me crees estúpida? —London miró en todas direcciones, tratando de descubrir de quién era la voz—. No te diré mi nombre.
—No necesito saberlo —bufo una mujer detrás del tanque, quién podía mirar a London con gran facilidad—. Sus habilidades son excepcionales.
—¿Ah sí? —bufo ella con una risa amarga—. ¿Por qué no vienes y las ves de cerca?
Por unos momentos no hubo respuesta y London creyó que incluso la habían dejado sola hasta que se dio cuenta de cómo la gota que antes caía se convertía en un gran chorro de agua que poco a poco se juntaba bajo sus pies.
—Señorita Sainclair, no quiero tomar este tipo de medidas —anunció en un tono de voz autoritario—, pero no me deja más opciones.
—No te diré nada —musito London—. Torturame todo lo que quieras puedes incluso matarme, nada saldrá de mi boca.
—¿Está segura? —London asintió aunque no estuviera segura de sí la habrían visto—. Espero que sepa nadar entonces.
—¡Pudrete! ¡Vete al carajo zorra!
—bramo London y una vez más golpeó el vidrio—. No pasará mucho tiempo para que vengan por mí, no estoy sola.
—¿Se refiere a Dick Grayson, Kory Anders y Aralia Legnar? —aquella mujer sonrió cuando London abrió los ojos sorprendida—. Si, los tenemos también.
—Escúchame bien —demandó London, pegando su rostro y manos al cristal—. Encontraré la manera de salir de aquí, entonces si no los dejas en paz me encargaré de hacer cada uno de tus días en una tortura infinita.
—Si, claro. Ya me lo imagino —añadió de forma sarcástica, lo que irritó aún más a London—. Volveré dentro de una hora, para ese entonces el agua habrá llenado la mitad del tanque. Espero y estés más dispuesta a cooperar conmigo.
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Aralia maldecía mentalmente a London, Gar Y Rachel, ya que por su culpa ahora ella estaba dentro de una cápsula sin poder moverse, unas esposas en sus muñecas y tobillos se lo impedían.
—Aralia Legnar —La voz de una mujer se hizo escuchar fuera de la cápsula, pero Ara no veía a nadie—, con su amiga London Sainclair no comenzamos bien, entonces con usted será algo diferente.
—Ya conocieron a London, es encantadora ¿no? —bromeó Ara, imaginándose la actitud que London tuvo—. Es un amor, por eso es mi mejor amiga.
—Esto va a funcionar así, nosotros hacemos preguntas y usted las contesta, en caso de no hacerlo habrá un castigo para usted.
—Preferiría que solo me saquen de aquí —Ara seguía usando su sarcasmo como método de defensa, ya que en ese momento era lo único que tenía—. Sería más fácil, ¿no creen?
—Señorita Legnar, su vida depende de que tanto colabore con nosotros —la mujer fuera del tanque se escuchaba bastante molesta—, si no contesta esto es lo que pasará…
Por un momento, Aralia pensó que no pasaría nada y solo estaban tratando de intimidarla hasta que todo el oxígeno en aquella cápsula se fue por unos segundos que creyó serían interminables.
—¡Está bien, entiendo tu punto! —exclamó ella en cuanto regresaron el oxígeno a la cápsula—. Te diré lo que quieras.
—Perfecto —anunció aquella mujer, que aunque no la pudiera ver, Aralia sabía que estaba sonriendo—, comencemos por algo, fácil. ¿Cual es su nombre completo?
—Aralia Legnar —respondió, esperando que no hiciera más preguntas acerca de ella. Siempre le incomodaba no saber de dónde venía.
—¿Dónde naciste, Aralia?
—No tengo idea —Ara cerró los ojos, esperando a que volvieran a quitar el oxígeno.
—¿Cuándo naciste? —volvió a preguntar la mujer, sin sospechar nada aún.
—Tampoco lo se —la rubia río presa de los nervios, lo que sin duda logró irritar a la mujer de afuera—, ¿no puede preguntarme sobre mi color favorito, mi comida favorita o algo así?
—Señorita Legnar, esta es su primera advertencia —musitó la mujer—. No queremos tomar otro tipo de medidas.
—¡En verdad no lo sé! —Aralia intentó zafarse de sus esposas sin resultado alguno—. ¡Ni siquiera se si “Aralia Legnar” es mi verdadero nombre!
—Continúe…
—Me encontraron una noche de Halloween —comenzó Aralia, aún más incómoda por hablar de su pasado—, estaba sola en la calle y no recordaba nada, ese bloqueo no se ha ido, sigue ahí y ni siquiera me permite seguir con mi vida normal —una lágrima recorrió sus mejillas hasta—. Por eso no establezco relaciones sentimentales, no sé quién soy o que soy. No tengo idea de dónde vienen mis poderes.
—Interesante… —musitó la mujer, aún más interesada—. Lamento lo que voy a hacer, esto es únicamente experimental.
—¡No! ¡Déjen…! —Aralia no pudo seguir hablando, el oxígeno en la cápsula desapareció lo que le impidió respirar.
El pánico se hizo presente junto con aquella presión en el pecho, Aralia se sentía tan vulnerable en ese momento, intentaba con todas sus fuerzas deshacerse de las cadenas que la mantenían ahí pero no obtenía ningún resultado.
Los minutos pasaban y Aralia comenzó a tener alucinaciones, aunque más que alucinaciones parecían recuerdos. Se sentían tan reales que Aralia no tuvo más dudas, eso era ella, esa era la verdad de su pasado.
Las estrellas brillaban en el espacio, ella estaba en una nave. Todos a sus alrededores lucían consternados como si esperaran que cualquier tragedia sucediera pronto.
—¿Estaremos bien, cierto? —preguntó una niña a la que suponía era su madre, ella no pudo evitar verla con lástima.
—Eso espero —murmuró aquella criatura, pero como si se tratara de un mal presagio un impacto hizo que toda la nave se sacudiera—, ven conmigo. Sígueme.
Las alertas no se hicieron esperar en la nave, todos corrían preocupados tratando de evadir los ataques de alguna nave hostil a ellos.
—Ven conmigo —su madre de brillantes ojos azules la tomó de su mano y la guió hacia una pequeña nave de emergencia, observó sus rostro con detenimiento ya que quizá esa sería la última vez que se vieran—, probablemente no sobrevivamos, pero tú si lo harás, Rhea. Tienes toda una vida por delante…
Aralia despertó del trance cuando volvió a sentir el oxígeno llenar sus pulmones, en cuanto sus manos estuvieron libres las llevó a su pecho para asegurarse de que estuviera viva.
—Tranquila, ya estás bien —murmuró Rachel mientras quitaba las correas que ataban sus pies—, solo somos nosotros…
—Maldita sea —exclamó la rubia y no tardó en ponerse de pie y salir de la cápsula—. Lamento decirles esto, pero son unos idiotas, unos completos y absurdos idiotas.
—Lo sé, lo sentimos bastante —Rachel abrazó a Aralia junto a Gar, contenta de saber que estaba viva—, juro que no volveré a hacer algo así.
—No es tu culpa del todo, mataré a London también —Ara miró en todas direcciones, buscando a su amiga sin resultado alguno—, ¿dónde está esa bastarda?
—Aún no sabemos —contestó Rachel, apenada—. Aún no los hemos encontrado.
—Está bien —Aralia asintió, pensando en sus alternativas—, será un reto pero lo lograremos.
La rubia se dirigió a la salida con los niños siguiendo sus talones, se escabulleron en casa habitación buscando algún indicio de sus amigos hasta llegar a una habitación en la cual solo había una silla en el medio, a la que Richard Grayson se encontraba atado con la mirada perdida y totalmente inmóvil
—¿Grayson? —Aralia, desató las cintas en sus muñecas y pies—. Vamos, debemos irnos.
A pesar de ya estar libre, el Joven maravilla no movió ni un solo dedo, su respiración era apenas perceptible y en sus ojos solo se podía observar un vacío
—¿Qué le pasa? —preguntó Rachel, mientras Aralia parecía procesar lo que estaba frente a sus ojos.
—Debieron darle drogas —contestó Gar, aún al lado de ellos.
—Quizá lo quebraron, Rachel —habló Angela, la madre de Rachel a quien salvaron momentos antes—. Hacen eso aquí.
Aralia miró a Dick Grayson, no como al detectives de Detroit, no como al sidekick de Batman o como el niño del circo, no. En esa silla se encontraba inmóvil su hermano, que a pesar de no tener un vínculo sanguíneo con él, Richard Grayson estuvo para ella de muchas maneras, fue su compañero de juegos y cómplice en muchas ocasiones. Si, probablemente tuvieran sus diferencias en el pasado, pero eso no quitaba el hecho de que ambos habían crecido juntos.
Entonces se negó a la idea de perderlo, y lo sacudió por los hombros en un intento de hacerlo reaccionar.
—No, no me vas a dejar —demandó Aralia, limpiando una lágrima que caía por su mejilla—. Me niego a perderte, no lo voy a permitir —las lágrimas no paraban de salir mientras Dick Grayson no respondía—. Soy yo, Ara… No te vayas por favor, eres mi hermano.
—¿Él estará bien? —preguntó Rachel a su madre, casi perdiendo las esperanzas.
—No lo se, cariño —A Angela se le rompió el corazón al ver la escena frente a sus ojos—. El debe luchar por salir adelante.
—Tonto, debes luchar. Eres más fuerte que ésto —pidió Aralia entre sollozos—, ¿que hay de London? Aún tenemos que salvar a esa tonta que por su culpa estamos aquí.
Pero la verdad era que Dick Grayson estaba librando una batalla contra su mente, contra su lado más oscuro. Hasta que recordó cómo eran la mirada avellana de London, su cabello negro como la obsidiana y su sonrisa que lograba eclipsar a cualquiera que la estuviera viendo.
—Si, debemos salvarla —musito Dick, quien poco a poco logró recomponerse.
Aralia sonrió antes de limpiar sus lágrimas, no podía estar más contenta de escuchar a su hermano de nuevo.
—No estaba llorando, claro que no —mintió la rubia con una sonrisa y lo ayudó a ponerse de pie—, o bueno si. Pero era de felicidad, así me quedaría parte de tu herencia.
—No te creo nada —bufo Dick, dejando que Aralia y Gar lo ayudarán a ponerse de pie, el efecto de la droga en su cuerpo no se iba del todo.
☄️☄️☄️
London sabía que no tenía mucho tiempo, pero se rehusaba a hablar, el agua casi llegaba a su límite. London tenía mucho que perder si confesaba que ella era White Swan y como sus poderes se debían a los experimentos que su padre hizo en su madre antes de su nacimiento.
Aunque sonara mal, estaba lista para morir desde que comenzó su entrenamiento. Sabrina Moondust la preparó para ello, gracias a eso fue que London valoró la presencia de todos quienes la rodeaban.
Lo único que lamento fue no haber arreglado las cosas con Richard, le dolía que nunca más iba a poder sentir sus caricias, ni poder observar como su cabello castaño parecía aclararse a la luz del sol, o tan solo escuchar su voz una vez más.
Aunque estar muerta no era como London lo imagino algún día, ella se imaginó fuentes de lava, demonios aterradores y pesadillas interminables, el “más allá” resultó algo… inesperado.
London se encontraba en su antigua casa, mientras tejía algún proyecto sentada en el sillón, su padre a su lado la observaba a ratos mientras pasaba una de sus manos por su cabello y su madre preparaba té en la cocina.
—¿Tuviste una buena vida, hija? —Jennifer Sainclair le extendió una taza de porcelana con un té color ámbar, que para London olía delicioso.
—Eso creo… —murmuró ella, aunque algo se sentía vacío aún—. Supongo que sí.
—Aun no es tu tiempo, Tahani… —contestó su madre y se sentó junto a ella—. Nos alegra al menos haberte visto un momento, pero te queda mucho que vivir.
—¿Qué? —Jennifer y Abraham Sainclair besaron su frente antes de que todo se esfumara y desapareciera en un agujero negro.
—Por favor no me dejes, London —pedía una voz que London podía reconocer donde fuera—. No te vayas sin antes permitirme pasar una vida a tu lado…
—¿Dick? —aunque no pudiera verlos, London sabía que se trataba de Rachel—. Déjame intentar algo…
Por un momento, London no sintió nada hasta que su pecho quemó en busca de aire, apenas podía moverse sin temblar y tuvo la necesidad de sacar toda el agua que había entrado en su pecho.
—No se quedarán con mi parte de la herencia tan fácil —musitó London, abrió los ojos poco a poco hasta que la poca Luz de la habitación dejó de lastimar sus ojos.
Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en los brazos de Dick Grayson, él no pudo evitar reírse de su usual sentido del humor.
—London… —murmuró Grayson, sin poder creer que estaba bien.
—Hola tonto Grayson —London sonrió de oreja a oreja—, estuve muerta por un rato.
—Eres una estúpida —le reprochó Aralia, quien estaba a pocos paso de ella con los ojos ligeramente hinchados por haber llorado—, casi me matas del susto, ¿en verdad tenías que venir tu sola con esos dos?
—Muero y lo que recibo es un regaño —bufo ella y después señaló a Dick—, prefiero un beso tuyo, ¿esta vez si me vas a besar o me tengo que morir de nuevo para recibir un tonto beso tuyo?
—Los que quieras —rii Dick y London no espero ni un segundo para jalarlo de su camisa y atraerlo a ella para besarlo como si no hubiera mañana.
—Lamento interrumpirlos —hablo Aralia, evitando mirarlos—, pero tenemos que irnos…
—Váyanse, los alcanzamos allá —murmuró London e hizo un movimiento con la mano para indicarles que se vayan—. Dick y yo necesitaremos un momento a solas.
—No creo que eso se pueda London, debemos irnos antes de que estos malparidos nos encuentren de nuevo —Ara miró hacia todos lados, esperaba que sus palabras no se convirtieran en un mal augurio y los que trabajaban ahí los atraparan.
—Bien —bufo London, y con ayuda de Dick se puso de pie—, pero ni crean que voy a pelear, estuve muerta hace un segundo. Ni loca lo voy a hacer.
—Como sea, muévete —ordenó Ara, se dirigió hasta la puerta y los demás no tardaron en seguirla—. Vamos…
En cuanto estuvieron en los túneles, no tardaron en alcanzarlos. Todos estaban listos para pelear con ellos hasta que fueron detenidos por Dick.
—Yo me encargo —ordenó el, rompió uno de los tubos que colgaban por la pared y con ese comenzó a pelear. No tenía piedad, había demasiado coraje y enojo dentro de él, por como jugaron con su mente y que fueron los responsables de la muerte de London—. Váyanse de aquí.
London iba a replicar, pero el tono en el que hablo la hizo asentir y se fue junto a Rachel, Gar, Ara y Kory. Aunque no estaba preocupada, parte de ella estaba segura de que Grayson estaría bien.
No se preocupó siquiera cuando el edificio entero voló en llamas, a pesar de solo Kory salió, London supo dónde buscar a Dick, él estaba en la parte trasera del edificio.
—¿Hiciste una fogata y no me invitaste? —London se paró al lado de Dick, sintiendo el calor que emanaba de las llamas, lo que la reconfortó un poco ya que su ropa se encontraba empapada—, dios me estoy muriendo de frío.
—¿Te encuentras bien? —preguntó sin apartar la mirada del fuego, donde su traje de Robin se quemaba.
—Mejor que tú, si —London pasó su brazo por su cintura y lo acercó a él, con su cabeza señaló el traje de Robin—. ¿Acabamos con eso, huh?
—De una vez por todas —De su bolsillo, Dick sacó el último batarang con la “R” de Robin y lo lanzó al fuego sin dudar.
—¿Qué sigue ahora para nosotros? —preguntó London, curiosa—. Ya sabes, Rachel, Gar, Kory y Ara.
—Con ellos no lo sé —Dick se volteo a verla y beso su frente—, pero a ti no te dejaré ir nunca más
n/a.
¿Ara de otro planeta? ¿London murió? ¿Qué sigue para Lo don y Dick? 👀
Lo descubriremos en los próximos capítulos (si no me toma otro mes entero escribirlo jaja)
Pero oigan, únanse a mi canal de difusión para estar enterados de por qué me tardo en actualizar, les dejaré el link abajo.
—R ☄️
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